La conservación de los bosques, máxima motivación para el sector de la bioenergía

Un reto fundamental para el sector de la generación de energía a partir de biomasa es precisamente asegurar la persistencia de los montes y fijar población en las áreas rurales
Autor/es
Javier Díaz
Entidad
17-10-2022
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Entramos en el último cuatrimestre de 2022 dejando atrás un histórico verano de incendios forestales que han asolado cerca de un cuarto de millón de hectáreas de monte y arbolado en España. Diversos factores intervienen tanto en el desencadenamiento inicial de un incendio como en su virulencia posterior: algunos relacionados con el cambio climático, como las temperaturas anormalmente elevadas o un ambiente extremadamente seco, sobre los que no podemos actuar de forma directa; y otros que conciernen a la gestión del territorio, como el exceso de biomasa en los montes o la escasez de población en las áreas rurales, que sí podemos cambiar.

Por ello, creo que un reto fundamental, sino el más importante, para el sector de la generación de energía a partir de biomasa es precisamente asegurar su persistencia; algo completamente coherente y sinérgico con la conservación de todos los valores que proporciona el bosque a la sociedad más allá del puramente económico.

 

Cómo puede el sector de la bioenergía contribuir a la conservación de los bosques

En 2022, España podría abastecer con biomasa todas sus necesidades energéticas durante aproximadamente un mes, según estimaciones de Bioenergy Europe, la asociación europea de la biomasa. Pero nuestro potencial biomásico, de procedencia tanto forestal como agrícola residual y agroindustrial, nos permitiría obtener energía renovable, limpia y sostenible para gozar de un número muy superior de días de autosuficiencia.

En 2021, las plantas de generación eléctrica consumieron alrededor de 6 millones de toneladas de biomasa residual, y estimamos para los segmentos térmicos industrial y doméstico un consumo de 4,3 millones de toneladas de biomasa en forma de pellets o astilla. Aparte, hay que añadir otros 5 millones de toneladas de leña, según cálculos de un estudio encargado por IDAE.

Estas cantidades podrían ampliarse de manera generosa pues según el último Inventario Forestal Nacional (IFN), España acumula madera en el monte desde los años 90 del siglo pasado. Cada año, los montes suman 46 millones de metros cúbicos más de los que solo se aprovecha alrededor de un 40% para distintos usos.

Catedráticos y profesionales forestales e incluso conservacionistas medioambientales coinciden en que aumentar los aprovechamientos dentro de un marco de gestión forestal sostenible mejoraría el estado general de las masas arboladas, manteniendo una densidad adecuada para el desarrollo óptimo de los árboles y rebajando el volumen de biomasa total, lo que equivale a retirar energía disponible para los incendios que un día se producirán.

Por otra parte, la oportunidad y necesidad de valorizar la biomasa forestal está recogida en diversas normas como la Ley 43/2003 de Montes, que especifica que los Planes de Ordenación de los Recursos Forestales deben considerar, en la caracterización socioeconómica, la presencia de instalaciones dedicadas al aprovechamiento energético de la biomasa forestal; o el Real Decreto-Ley 11/2005, de 22 de julio de 2005, sobre incendios forestales, que establece en su artículo 16 que las comunidades autónomas deberán desarrollar planes de aprovechamiento de la biomasa forestal residual existente en sus montes.

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) elaborado por el Gobierno prevé un aumento de la contribución de la biomasa para generar calor de 400 ktep (equivalente al consumo actual en calefacción y ACS de 710.500 hogares españoles), lo que requiere la movilización de 1,2 millones de toneladas de biomasa más hasta 2030.

 

España podría triplicar la contribución prevista por el PNIEC para la biomasa, pues cuenta con más de 20 millones de toneladas anuales disponibles de biomasa agrícola y forestal que podrían abastecer de forma sostenible una potencia superior a 2.500 MW eléctricos.

 

Como ya hemos indicado en otras ocasiones, gracias a los cálculos realizados en el marco del proyecto Agrobioheat, hemos visto que España podría triplicar esta contribución prevista por el PNIEC para la biomasa, pues cuenta con más de 20 millones de toneladas anuales disponibles de biomasa agrícola y forestal que podrían abastecer de forma sostenible una potencia superior a 2.500 MW eléctricos, equivalente a dos centrales nucleares, el 35% de la potencia nuclear total instalada en nuestro país, o al 10% de la potencia total instalada en ciclos combinados alimentados con gas natural.

Así pues, en los próximos años creo que deberíamos centrarnos en movilizar de forma sostenible la biomasa infrautilizada y dirigirla al sector energético, que dispone de tecnologías de valorización tanto para electricidad como para energía térmica sólidas y fiables y cadenas de suministro bien asentadas en nuestro país.

Por ejemplo, en Castilla y León, la Mesa Intersectorial de la Madera ha creado en 2022 la plataforma ForesCyL, para poner de manifiesto que los principales agentes del sector forestal en esta comunidad autónoma están dispuestos para dialogar y participar en un cambio de rumbo en la gestión de los recursos forestales, incluida la biomasa.

 

El reto de atender la demanda de biocombustibles a tiempo

Por otra parte, el encarecimiento de la energía eléctrica, de los combustibles para transporte y de las materias primas -acero, componentes electrónicos, biomasa forestal…- está afectando en estos momentos a los fabricantes de equipos y a los productores de pellets y astillas en nuestro país y en el resto de Europa.

Esta circunstancia, unida al recorte en las importaciones de pellet desde Rusia a la UE y al aumento de la demanda por la instalación de un gran número de calderas, sobre todo en Austria, Alemania y Francia, están causando una temporal subida de los precios e, incluso, podría llegarse a una momentánea rotura de stock de este biocombustible cuando comience la temporada de calefacción.

Pero incluso en esta situación tan alejada de la normalidad, la bioenergía seguirá siendo una alternativa competitiva frente a los combustibles fósiles, mucho más afectados, claro, por los vaivenes geopolíticos.

Por ahora, los productores nacionales más grandes están trabajando al máximo para contener en la medida de lo posible los precios y asegurar el suministro a sus clientes. Algunas plantas de menor capacidad han tenido que detener momentáneamente la producción por la subida de los costes fijos en fábrica.

Según las estimaciones realizadas por nuestro Observatorio de la Biomasa, 2021 concluyó con cerca de 500.000 equipos de biomasa instalados en el ámbito doméstico, mientras que el parque de calderas de más de 50 kW situadas en industria y sector terciario, supera ya las 15.000 unidades.

Cada vez más personas conocen y se inclinan por la biomasa como fuente principal de energía en sus hogares y negocios, por lo que debemos ser capaces, como sector, de proveer los servicios que demandan de forma competitiva y a tiempo.

 

Bioenergía

 

 

Los gases renovables, la gran apuesta energética frente al gas natural

España puede convertirse en la tercera potencia de Europa en generación de gas renovable. Nuestro país origina cada año una enorme cantidad de residuos susceptibles de valorizarse en forma de energía. Los sectores ganadero y agroindustrial necesitan gestionar más de 50 millones de m3 de residuos cada año, cuya transformación en gases renovables podría reemplazar el equivalente a 1,5 millones de toneladas de petróleo.

Además, existen tecnologías maduras para inyectar biometano en las redes de gas fósil existente y para aprovechar los gases para autoconsumo en instalaciones industriales, en las propias granjas o en combinación con la biomasa sólida en redes de calor.

 

Los sectores ganadero y agroindustrial necesitan gestionar más de 50 millones de m3 de residuos cada año, cuya transformación en gases renovables podría reemplazar el equivalente a 1,5 millones de toneladas de petróleo.

 

La reciente aprobación del sistema de garantías de origen para los gases renovables en nuestro país, gracias al cual es posible identificar y certificar los gases de origen renovable, como el biogás o el hidrógeno, ha sido otro importante paso.

Está muy claro el enorme interés que existe en España por lanzar proyectos de producción de biogás y biometano; la convocatoria de 150 millones de ayudas lanzada por el gobierno sin duda va a contribuir la construcción de nuevas plantas y acercarnos a los objetivos de producción mínima de 10,41 TWh anuales establecidos en la Hoja de Ruta del Biogás para 2030.

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