
ONGs, centros de investigación y la industria del reciclaje reclaman más ambición en la futura normativa europea sobre VFU
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Las organizaciones firmantes de esta declaración han mostrado su apoyo a la futura normativa europea para mejorar la circularidad en el diseño de vehículos y la gestión de los vehículos al final de su vida útil (VFU), pero advierten de que se está desaprovechando el potencial del acero reciclado y piden metas más ambiciosas.
El documento subraya la necesidad urgente de introducir objetivos vinculantes de contenido reciclado en el acero utilizado en los nuevos vehículos: al menos un 30 % de acero procedente de chatarra postconsumo en 2030, con un incremento hasta el 40 % para 2035. Además, se solicita que parte de ese acero tenga origen en VFU y una proporción significativa se recupere de manera local dentro de Europa.
Un recurso clave para la descarbonización industrial
El sector del automóvil es el segundo mayor consumidor de acero de la Unión Europea, con un 17 % del total. Un coche medio en la UE contiene unos 800 kilos de este material, que representa entre el 16 % y el 30 % de las emisiones embebidas en la fase de producción del vehículo. Sin embargo, solo un 6 % de la chatarra de acero procedente de coches desmantelados se reutiliza en la fabricación de nuevos vehículos, a pesar de que el uso de acero secundario genera muchas menos emisiones que el acero primario basado en carbón.
La paradoja es aún mayor si se observa que la UE está subutilizando este recurso valioso. En los últimos años, el uso de chatarra reciclada ha disminuido dentro del territorio europeo, mientras que las exportaciones se han duplicado, alcanzando los 19,4 millones de toneladas en 2021, lo que representa el 20 % del total de chatarra generada.
Solo un 6 % de la chatarra de acero procedente de coches desmantelados se reutiliza en la fabricación de nuevos vehículos.
Una oportunidad para la economía circular y la autonomía estratégica
La Comisión Europea ya ha subrayado en su Plan de Acción sobre Acero y Metales que aumentar el uso de acero reciclado en sectores como el de la automoción requiere estimular la demanda interna y mejorar el tratamiento del residuo para su reutilización en aplicaciones de alta calidad.
Este planteamiento refuerza la idea de que una mejor integración del acero reciclado en los vehículos contribuiría a los objetivos climáticos y a la autonomía industrial de Europa, reduciendo la dependencia de materias primas críticas como el carbón de coque y el mineral de hierro.
Evidencia técnica y económica suficiente
Las organizaciones firmantes critican que la propuesta actual de Reglamento no aprovecha del todo estas oportunidades, a menudo con el argumento de la falta de evidencia técnica. Para rebatirlo, presentan cuatro estudios recientes que demuestran la viabilidad tecnológica y económica de mejorar la calidad del acero reciclado y su uso en vehículos:
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El Mobility in Transition Institute ha demostrado el potencial del desmantelamiento profundo de los VFU y el uso de acero descontaminado de cobre.
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El Oeko-Institut, en un informe para Transport & Environment, propone objetivos de contenido reciclado en la nueva regulación.
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El ICCT analiza estrategias para mejorar la circularidad del acero automotriz en Europa.
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Sandbag plantea requisitos mínimos de contenido reciclado según el tipo de acero (plano o largo), basándose en criterios ambientales y de diseño estructural.
Estos estudios concluyen que un uso más intensivo de acero secundario podría reducir hasta un 20 % las emisiones de gases de efecto invernadero ligadas a la fabricación de coches y mejorar la seguridad del suministro de materiales estratégicos.
Llamamiento al Parlamento Europeo y al Consejo
Las entidades firmantes instan al Parlamento Europeo y al Consejo a incorporar objetivos obligatorios de contenido reciclado de acero en el futuro Reglamento de Economía Circular para el diseño de vehículos. Sostienen que estas medidas no solo reducirían el impacto ambiental de la industria automovilística, sino que también mejorarían la competitividad del sector europeo y contribuirían a reforzar la autonomía estratégica de la UE.