El aceite industrial usado ante el reto de la España vacía

Por Eduardo de Lecea, Director General de SIGAUS
El aceite industrial usado ante el reto de la España vacía
El aceite industrial usado ante el reto de la España vacía
14-03-2022
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En un nuevo informe, desde SIGAUS, la entidad encargada de la correcta gestión del lubricante usado en nuestro país, analizamos cómo el Sistema se enfrenta al reto de la generación de este residuo peligroso caracterizado por su amplia dispersión geográfica y la complejidad logística que supone su recogida en zonas despobladas o alejadas de las grandes ciudades.

El informe “El aceite industrial usado en España 2020-2021” es una verdadera radiografía sobre cómo y dónde se genera el aceite industrial usado en nuestro país, y arroja cifras que muestran la enorme dispersión y fragmentación que presenta este residuo en la mayor parte del territorio. El principal reto del Sistema es, por tanto, dar respuesta a la importante complejidad logística que supone esta generación tan particular, garantizando así su recogida en cualquier rincón de España, por ser esta primera fase la fundamental desde el punto de vista ambiental dentro de la gestión integral del residuo.

El valor de los datos

El nuevo documento de SIGAUS aporta un exhaustivo análisis de las cifras que maneja la entidad desde el punto de vista estadístico, territorial y ambiental, gracias a los datos registrados y geoposicionados en su Sistema de Información Tecnológico (SIT), una potente herramienta que permite contar con una trazabilidad completa de este residuo tan ligado a la actividad productiva y a la movilidad de la población y las mercancías, y cuya generación se convierte en el ‘termómetro’ que muestra, de forma clara, la cada vez mayor brecha entre la ciudad y el campo y las singularidades en lo que se refiere a la densidad de población de nuestro país. El estudio ha detectado 40 áreas de alta concentración del aceite usado, que acumulan el 75% de la recogida en toda España. Estas áreas se componen de grupos de 3 o más municipios de alta generación (más de 40 t/año) y en su conjunto acumularon en 2020 más de 127.000 t de aceites usados.

SIGAUS recogió más de 5.300 t de aceites usados en el entorno rural junto a casi 260 espacios protegidos.

En un segundo escalón se encuentran algunos focos de alta generación, pero aislados de otros municipios similares y situados especialmente en ambas Castillas, interior de Galicia y Cataluña. Habitualmente son capitales de interior o localidades con una singular actividad industrial, pero relativamente alejadas de otros focos de población y actividad: en total, 125 municipios que generaron un 8% del residuo total. Asimismo, un nada despreciable 17% de todo el aceite usado se distribuye por un extensísimo resto del territorio nacional (más del 80% y cerca de 7.000 municipios que albergan unos 22.000 productores, uno de cada tres en España), que generan cantidades pequeñas de residuo y que requieren largos desplazamientos a la hora de su recogida, con una media de 60 km de distancia al gestor más cercano, el triple que en las zonas de alta generación.

 

Presencia en todos los sectores

El aceite lubricante está presente en una gran cantidad de aplicaciones de la vida cotidiana: desde el conjunto del parque de vehículos, a actividades económicas de cualquier tipo, maquinaria, engranajes o transmisiones. Todos ellos necesitan lubricante, no sólo en el sector industrial, sino también en la agricultura y en muchas actividades de servicios, como el transporte, el turismo o el sector público. En 2020 SIGAUS registró la recogida de aceites usados en 67.524 instalaciones distintas de toda España.

En lo que se refiere a los puntos de generación, se produce un fenómeno característico: la dualidad concentración-dispersión, que supone que unos pocos productores generan grandes cantidades de aceites usados mientras que la gran mayoría de los productores generan cantidades pequeñas, pero cuya recogida es igualmente importante.

El residuo en el medio rural y en los espacios protegidos

España es un país fundamentalmente rural, ya que el 82% de los municipios españoles (6.673) y el 84% de la superficie total del país es rural, aunque en estas zonas apenas vive el 16% del total de la población, unos 7,5 millones de personas. Estas amplias zonas, sin embargo, generan notables cantidades de aceites usados que exigen un servicio de recogida que, independientemente de su rentabilidad económica, evite los importantes riesgos ambientales que estas áreas presentan. En localidades rurales se recoge el 22% del aceite usado (36.500 t), y en ellas se localizan el 25% de los puntos productores (más de 17.000), sin embargo, y a nivel municipal, la generación en estas zonas es hasta 9 veces inferior a la de las ciudades, mientras que la distancia media a la empresa gestora más cercana es más del doble que en las áreas urbanas.

El 17% del aceite usado se distribuye por más del 80% del territorio y algo más de 7.000 municipios albergan hasta 22.000 productores (uno de cada tres en España), que generan cantidades pequeñas de residuo cuya recogida requiere largos desplazamientos.

También se generó una importante cantidad de residuo en lo que se considera zonas de montaña y vacíos de población (en España hay 3.000 municipios calificados como ‘zona desfavorecida de montaña’ por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación), normalmente pequeñas localidades con una población media de unos 2.650 habitantes, ubicadas en zonas de difícil acceso (a unos 70 km de media de los centros gestores de aceites usados) y que, sin embargo, registraron una importante generación de este residuo peligroso. En 1.388 municipios de este tipo se generaron aceites usados en 2020.

Es precisamente en estas zonas rurales, más despobladas, de montaña o alejadas de los grandes núcleos urbanos, donde la recogida del residuo es imprescindible ambientalmente y su financiación, clave, ya que evita impactos importantes en estas zonas altamente sensibles en las que el riesgo asociado de que no se recoja y gestione correctamente se multiplica.

En España hay más de 1.800 Espacios Naturales Protegidos (ENP) bajo más de 40 figuras diferentes de protección, según datos de 2020 del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, como Parques Nacionales, Parques Naturales y Reservas Naturales, entre otras figuras. En muchos de ellos, o en sus inmediaciones, se ubican establecimientos productores de aceites usados que deben ser atendidos. El volumen de residuo recogido junto a casi 260 de estos espacios protegidos (más de 5.300 t) el pasado año fue similar a lo generado en todo Canarias.

Casi 2.000 municipios y más de 3.000 establecimientos requirieron un servicio de recogida en zonas despobladas, la mitad en auténticos vacíos de población.

En lo que se refiere a la prevención del impacto negativo del aceite usado en las aguas, es importante recordar que éste es un residuo que se genera en estado líquido, lo que aumenta su peligrosidad en el medio acuático, ya sea superficial o subterráneo, y hace especialmente compleja su recuperación y su transporte.

Y es que, en el agua, el aceite usado produce una película impermeable que impide su oxigenación y altera el equilibrio biológico, y la presencia de componentes nocivos puede llegar a la cadena de alimentación de las especies acuáticas. Se estima que el vertido de un solo litro de aceite industrial usado puede contaminar hasta un millón de litros de agua, un potencial contaminante que, en gran media, ha impulsado la adopción de legislación para mantenerlo bajo control.

Desde SIGAUS, ese control y el conocimiento exhaustivo respecto a su generación también ha hecho que, desde hace 15 años, sea posible, no sólo evitar el impacto de los aceites usados en el entorno y los seres vivos, sino aprovecharlo en su totalidad en forma de nuevos productos o energía para continuar impulsando un modelo de Economía Circular que puede convertirse en la respuesta a los retos de futuro que hoy enfrentamos, con la escasez de recursos, la transición energética o el desafío que supone la lucha contra el cambio climático.


Artículo publicado en el número 235 de RETEMA.

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