RES URBIS, un nuevo proyecto europeo para transformar residuos orgánicos urbanos en bioplásticos

Propone desarrollar un sector tecnológico innovador para el tratamiento integrado de los diversos residuos orgánicos de origen urbano
RES URBIS, un nuevo proyecto europeo para transformar residuos orgánicos urbanos en bioplásticos
RES URBIS, un nuevo proyecto europeo para transformar residuos orgánicos urbanos en bioplásticos
15-03-2017
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Actualmente, los tratamientos que se utilizan para recuperar la fracción orgánica de los residuos urbanos son la biometanización y el compostaje, de los que se puede obtener, respectivamente, energía y compost. Los dos procedimientos, sin embargo, proporcionan productos de poco valor añadido. El proyecto RES URBIS (Resources from Urban Bio-waste), puesto en marcha a través de un consorcio financiado por el programa europeo Horizonte 2020, propone desarrollar un sector tecnológico innovador para el tratamiento integrado de los diversos residuos orgánicos de origen urbano (como residuos sólidos municipales y lodos de depuradoras municipales) con el objetivo de obtener bioplásticos.

Coordinado por la Universidad de La Sapienza (Roma), el consorcio está formado por 21 entidades de ocho países europeos, entre ellas la Universidad de Barcelona como único centro de investigación de España, así como empresas, asociaciones y administraciones públicas como el Área Metropolitana de Barcelona (AMB)

El desarrollo de tecnologías innovadoras como la que propone RES URBIS permite transformar este enorme flujo de material orgánico en productos útiles de un alto valor real de mercado y con impactos positivos en el medio ambiente, la economía y el empleo.  

Impulso a la economía circular

El proyecto, financiado durante tres años con cerca de tres millones de euros, forma parte de un programa diseñado específicamente para promover la economía circular. A través de la investigación y el desarrollo, este programa tiene un doble objetivo: por una parte, reducir al mínimo la cantidad de residuos destinados a vertederos, y por otro, obtener nuevos bioproductos -compatibles con el medio ambiente- utilizando las mismos residuos como una alternativa renovable a los recursos petrolíferos. 

Tal como explica Joan Mata, catedrático del Departamento de Ingeniería Química de la UB, "el potencial de aplicación de RES URBIS es muy alto si tenemos en cuenta que más de 300 millones de europeos viven en zonas urbanas y que cada habitante produce una media diaria de más de cien gramos de materia orgánica residual".

El equipo de la UB liderado por Mata llevará a cabo estudios para optimizar el proceso de producción del polihidroxialcanoat (PHA), el polímero básico para elaborar bioplásticos a partir de los ácidos grasos volátiles resultantes de la descomposición de residuos. Para ello, utilizará muestras de la fracción orgánica de los residuos municipales que gestiona el AMB. 

El objetivo final de RES URBIS es desarrollar este tipo de tecnologías para el tratamiento integrado de los residuos orgánicos propios del municipio (depuradora de aguas residuales y residuos orgánicos) como una alternativa complementaria a los sistemas tradicionales para depurar el agua y tratar los residuos. 

Bioplásticos, material de alto valor añadido

Los bioplásticos obtenidos por el proyecto permiten fabricar productos de alto valor añadido en diversas áreas. En el campo del embalaje, se obtienen productos biodegradables tales como películas de material para embalar, bolsas de plástico biodegradable y bienes de consumo duraderos como chasis de ordenadores, tabletas y teléfonos. Otra aplicación es en el ámbito de la remediación ambiental, con la producción de materiales de liberación de carbono controlado para sanear aguas subterráneas contaminadas. 

El mercado del bioplástico está en fase de crecimiento; si actualmente se producen dos millones de toneladas, las perspectivas de crecimiento de producción apuntan que, en 2018, se llegará a los ocho millones. Por otra parte, los bioplásticos actuales se obtienen a partir de cultivos específicos de cereales y el coste está entre los 5 y 8 euros por kilo. "En nuestro caso, la materia prima sería residual y usaríamos estirpes bacterianas mixtas, y no puras, como en los procesos actuales. Esto haría bajar los costes", apunta Joan Mata. 

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