Un estudio de la Universidad de Talca en Chile analiza el uso de la cáscara de avellana como biocombustible
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Actualmente la leña es uno de los combustibles que más se utiliza para la calefacción domiciliaria, sin embargo debido a los altos índices de contaminación, son cada vez más las políticas que existen para desincentivar su uso. Así es como la restricción ambiental y diversos programas para reemplazar las estufas a leña por pellet, son algunas de las soluciones para afrontar la problemática de la contaminación. Pero además del pellet, existen otras alternativas. Una de ellas es la cáscara de avellana, residuo obtenido de la industria frutícola.
Estudio
El Centro de Sistemas de Ingeniería (KIPUS) de la Universidad de Talca, y AgriChile, realizaron un estudio mediante el que analizaron las propiedades de la cáscara de avellana.
“Tenemos un convenio con AgriChile para hacer ensayos con estas cáscaras: el primero guarda relación con las propiedades físicas y químicas de ésta para ser utilizada en alguna aplicación como combustible o como material complementario para la fabricación de tableros”, dijo Carlos Torres, director del Centro de Sistemas de Ingeniería de la Universidad de Talca.
Los resultados del primer estudio posicionan a la cáscara de avellana como una buena alternativa a la leña, algo que ya se ve en países como Italia, Turquía y Estados Unidos.
El poder calorífico de la cáscara (17,5 MJ/kg, según el estudio) es casi tan alto como el de la leña (18,5 MJ/kg) y se suma a otras propiedades como la combustión eficiente de este material o la máxima limpieza y mínima ceniza (lo que permite su fácil manipulación), por ejemplo.
Tecnología
Sobre sus propiedades como combustible, Torres explica que en una parrilla en la que se almacena el combustible granular, y posteriormente se introduce en la estufa. Este sistema “permite encender de buena forma el combustible y que al mismo tiempo dure un tiempo considerable en el hogar y no se extinga al cabo de una hora, sino que dure lo mismo que una carga de leña”, explica el investigador.
En tanto una segunda solución “es un alimentador automático que se adosa a la parte posterior de la estufa y permite suministrar combustible granular (pellet, astillas, cáscaras), tiene una tolva donde se almacena el combustible y un aditamento que transforma la estufa a leña en una más similar a lo que es una a pellet, pero que funciona con su estilo natural, aunque con una alimentación eléctrica para poder suministrar el combustible en forma dosificada”, añadió Torres.
Ambas alternativas serán testeadas durante este año y se espera que para el 2016 comiencen a circular de forma masiva, dijo el director del KIPUS. “Tenemos una colaboración con la empresa Amesti y esperamos ambos productos lanzarlos bajo esta marca. Este 2015 realizaremos un ensayo con el aditamento y la parrilla en un numero acotado de usuarios, para el año 2016 introducirlo masivamente”.