Investigan la utilización de residuos vegetales en alimentación animal

Investigadores de la UPM estudian los efectos de incluir subproductos agroindustriales en las dietas de los animales de granja.

Utilizar desechos vegetales en alimentación animal es una buena alternativa para su reciclaje. Sin embargo, la utilización práctica de estos subproductos requiere conocer previamente su calidad nutritiva. En el grupo de investigación Producción Animal de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) se han realizado diferentes estudios para analizar el valor nutritivo de algunos subproductos que se producen en grandes cantidades en nuestro país, como los derivados de la producción de aceite de oliva, la salsa de tomate y el vino. Como resultado han conseguido establecer la cantidad de cada subproducto que se puede añadir a la dieta de los rumiantes sin producir efectos negativos en su digestión. Actualmente, los investigadores continúan evaluando otros residuos agroindustriales y analizando su capacidad para reducir la cantidad de metano producida por los animales de granja.

La producción hortofrutícola española ha aumentado en gran medida en los últimos años, convirtiendo a nuestro país en el primer país europeo productor y exportador de estos productos. Sin embargo, esta producción genera también una gran cantidad de desechos vegetales, tanto en la producción primaria como en el procesado que se realiza posteriormente generando numerosos subproductos. La acumulación de estos desechos supone una amenaza medioambiental, por lo que es necesario buscar vías para su reciclado. El uso en alimentación animal es una buena alternativa y además reduce la dependencia de la importación de materias primas, la competencia con la alimentación humana y la huella de carbono de los productos animales. Su uso también mejora la sostenibilidad de las explotaciones ganaderas y favorece la economía circular en los sectores productores.

Como señala Dolores Carro, investigadora y catedrática de la ETSI Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (ETSIAAB) de la UPM, “en estudios in vitro evaluamos el efecto de sustituir parcialmente ingredientes convencionales de las dietas de los rumiantes (vacas, cabras y ovejas) por cantidades crecientes de orujo de aceituna, lías de vino, pulpa de tomate o una mezcla a partes iguales de orujo de aceituna y pulpa de tomate. Estos subproductos se generan en gran cantidad en el área mediterránea debido a la elevada producción de aceite de oliva, vino y tomate que existe en esta región”. Las lías de vino y la pulpa de tomate tienen una alta cantidad de proteína, mientras que el orujo de aceituna presenta una cantidad apreciable de grasa. Además, estos subproductos contienen numerosos metabolitos vegetales secundarios que pueden actuar como moduladores de la fermentación ruminal, por lo que podrían reducir las emisiones entéricas de metano de los rumiantes. Este gas tiene una gran importancia dentro de las emisiones gaseosas de las granjas, ya que una molécula de metano calienta la atmósfera 28 veces más que una molécula de CO2. Los rumiantes son los principales productores de metano en las granjas, ya que se generan grandes cantidades en la fermentación de los alimentos en el rumen. De hecho, en España las vacas y ovejas generan más del 90% del total de metano que se produce en los procesos digestivos de todos los animales de granja. Por ello, “si algún subproducto logra reducir la producción de metano en el rumen sería un beneficio añadido a los ya comentados anteriormente”, comenta la investigadora.

Los resultados de los estudios in vitro realizados mostraron que se puede incluir hasta un 18% de orujo de aceituna, pulpa de tomate o de una mezcla a partes iguales de ambos subproductos en la dieta de estos animales sin afectar negativamente su fermentación ruminal. Por otro lado, al incluir un 12% de lías de vino en la dieta se redujo la fermentación, lo que indica que en la práctica el animal rumiante obtendría menos nutrientes de la dieta. Sin embargo, en ningún caso se observó una reducción de la cantidad de metano producida. “Actualmente continuamos evaluando otros subproductos y analizando métodos eficaces y de bajo coste para su conservación”, concluye Dolores Carro.

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