Economía circular: la clave para una industria española más competitiva, resiliente y descarbonizada

Europa apuesta claramente por un modelo productivo basado en el diseño sostenible, la reutilización de materiales y la eficiencia en el uso de los recursos, que responde a un triple objetivo: ambiental, estratégico y económico
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20-10-2025

La economía circular se ha consolidado como una herramienta estratégica para acelerar la transición ecológica y construir un modelo económico más competitivo, resiliente y autónomo. Desde el Grupo Español para el Crecimiento Verde (GECV), que agrupa a 60 empresas españolas comprometidas con esta visión, defendemos que esta transformación no debe entenderse solo desde una óptica medioambiental, sino como una verdadera oportunidad para reposicionar a la industria europea y española en un escenario global cambiante como el que atravesamos actualmente.

Europa apuesta claramente por un modelo productivo basado en el diseño sostenible, la reutilización de materiales y la eficiencia en el uso de los recursos. Este enfoque responde a un triple objetivo: ambiental (reducir la presión sobre recursos naturales, la generación de residuos y las emisiones de gases de efecto invernadero), estratégico (reducir la dependencia de terceros países en el suministro de materias primas) y económico (hacer de la circularidad un motor de innovación, actividad económica y empleo).

Este enfoque se ve reflejado en el Pacto Verde Europeo, reforzado por iniciativas como el Plan de Acción de Economía Circular o el conjunto de normas impulsadas por la UE en esta materia, desde la normativa de envases a la de baterías, de vehículos a textil, pasando por la regulación transversal del ecodiseño o el “derecho a reparar”. Y parece claro que esta apuesta por la circularidad no se va a detener. La Comunicación de la Comisión “Una brújula de la competitividad para la UE”, que marca la hoja de ruta de las políticas europeas en los próximos años, ya ha anticipado la elaboración de una nueva “Ley de Economía Circular”, cuyo primer borrador se espera para 2026.

 

Para España, esta transición hacia una economía circular representa una oportunidad histórica. Nuestra industria, diversa y con un elevado potencial de innovación, puede jugar un papel protagonista si se crean las condiciones adecuadas para ello

 

Para España, esta transición representa una oportunidad histórica. Nuestra industria, diversa y con un elevado potencial de innovación, puede jugar un papel protagonista si se crean las condiciones adecuadas para ello. Sectores como el químico, la automoción, la construcción, la agroindustria, el textil y moda o la gestión de residuos tienen capacidad de liderazgo para avanzar hacia modelos circulares, más eficientes y descarbonizados. Adoptar prácticas circulares no solo contribuirá a reducir la huella ambiental, sino que permitirá mejorar la competitividad, reducir costes, generar nuevos modelos de negocio y consolidar cadenas de valor más robustas.

Sin embargo, para activar esta transformación es necesario superar algunas barreras económicas, normativas y administrativas. Una de las claves está en establecer un marco regulatorio estable y armonizado que favorezca la inversión y la innovación, evitando la fragmentación normativa entre regiones y apostando por una gobernanza colaborativa entre administraciones, empresas y sociedad civil. La economía circular, por su propia naturaleza transversal, exige coordinación y corresponsabilidad.

Asimismo, resulta esencial facilitar el acceso a materias primas secundarias y fomentar su uso en los procesos industriales. Esto requiere agilizar los procedimientos asociados a la valorización de residuos y, muy especialmente, facilitar el reconocimiento de subproductos y del fin de condición de residuo. También es fundamental establecer incentivos que premien el uso de la circularidad y penalicen las alternativas más intensivas en consumo de recursos vírgenes o las modalidades de gestión de residuos más gravosas para el medio ambiente. Se han dado pasos importantes en los últimos años, pero es necesario ir más allá. Medidas como una fiscalidad ambiental eficaz o la contratación pública verde pueden tener un efecto transformador si se implementan de forma coherente y ambiciosa.

Otro aspecto fundamental es el apoyo a la innovación. España debe aprovechar el impulso de los fondos europeos y programas como el PRTR o los PERTE para financiar proyectos industriales orientados al ecodiseño, la reutilización, la logística inversa o la digitalización de procesos. En este punto, la experiencia de estos años también parece aconsejar el avanzar en la simplificación de trámites y explorar fórmulas alternativas como los incentivos fiscales, que pueden ofrecer mayor agilidad y certidumbre para las empresas.

 

Resulta esencial facilitar el acceso a materias primas secundarias y fomentar su uso en los procesos industriales. Esto requiere agilizar los procedimientos asociados a la valorización de residuos y, muy especialmente, facilitar el reconocimiento de subproductos y del fin de condición de residuo

 

La digitalización, por su parte, se configura como una aliada clave de la economía circular. La gestión inteligente de datos, la trazabilidad de productos y materiales, y la transparencia en los procesos permitirán mejorar la gestión, optimizar recursos y reforzar la confianza del mercado y los consumidores. Otros pilares que se antojan fundamentales son la formación y la capacitación.

Si queremos que la economía circular sea una realidad arraigada en el tejido productivo, debemos invertir en talento. Promover programas formativos orientados al empleo y al emprendimiento en sectores circulares, desde la FP hasta la universidad, constituye una apuesta estratégica de país.

Del mismo modo, no podemos dejar de lado el valor de la sensibilización y la participación ciudadana. Para que la economía circular funcione, hace falta también un cambio cultural. Integrar a la ciudadanía en la formulación y evaluación de políticas públicas no solo garantiza su eficacia, sino que legitima el proceso de transformación.

Por último, no podemos dejar de mencionar la necesidad de que las Administraciones Públicas responsables de las políticas de residuos y circularidad se encuentren adecuadamente dotadas para poder responder eficazmente ante a las exigencias crecientes que plantea el marco normativo y facilitar así que se materialicen las oportunidades asociadas al cambio de modelo. En un contexto en el que las exigencias de ecodiseño son cada vez más relevantes, cabe subrayar, en particular, el papel que deben jugar las autoridades competentes para la vigilancia de mercado.

En definitiva, la economía circular representa una oportunidad real para acelerar la descarbonización, fortalecer el tejido industrial y avanzar hacia una economía más eficiente, autónoma y robusta. España cuenta con empresas comprometidas la transición hacia modelos más sostenibles, como ejemplifican las integrantes del GECV, así como con capacidades técnicas y talento para liderar este proceso. Avancemos pues en lograr una visión compartida y un marco regulatorio adecuado que permitan convertir la circularidad en una auténtica ventaja competitiva.