Gases renovables en 2025: de la gestión de restos orgánicos a la competitividad industrial

Tras años de pilotos y debates, llegamos a 2025 con los elementos necesarios para empezar a hablar de un despliegue ordenado real de los biogases en España 
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14-11-2025

Tras años de pilotos y debates, llegamos a 2025 con reglas más claras para conectar biometano a red, un sistema de garantías de origen que aporta trazabilidad al MWh renovable y, lo más importante, con una cadena de valor que integra a agricultores y ganaderos, gestores de restos orgánicos, ingenierías, fabricantes, operadores de red y grandes consumidores. Podemos empezar a hablar de un despliegue ordenado real.

 

Tras años de pilotos y debates, llegamos a 2025 con los elementos necesarios para empezar a hablar de un despliegue ordenado real de los biogases en España 

 

Restos que se transforman en recurso: la mirada ambiental que pide el territorio

La digestión anaerobia resuelve varios problemas a la vez: reduce emisiones difusas de metano asociadas a purines, lodos y biorresiduos; genera biogás/biometano para usos térmicos y movilidad; y produce digerido con valor agronómico si se trata y aplica bien. 

 

La digestión anaerobia resuelve varios problemas a la vez: reduce emisiones difusas de metano asociadas a purines, lodos y biorresiduos; genera biogás/biometano para usos térmicos y movilidad; y produce digerido con valor agronómico si se trata y aplica bien

 

Algunos de los mayores esfuerzos en innovación de estos dos últimos años han ido justo en esta dirección: separación sólido-líquido, concentración de nutrientes, acidificación para minimizar la volatilización de amoníaco, compostaje/estabilización y recuperación de agua con membranas. Convertir las plantas en factorías de bioproductos (gas renovable, biofertilizantes certificados y agua regenerada para usos internos o riego) parece, desde luego, la vía más interesante para que el proyecto sea sólido ambiental y económicamente.

Esta transición encaja con políticas ambientales encaminadas a reducir la concentración de nitratos en zonas vulnerables, con la eliminación de olores gracias a naves que operan en ligera depresión con el aire tratado en biofiltros y la instalación de tanques y balsas cubiertos que capturan emisiones, y la aplicación de las mejores técnicas disponibles (MTD) en almacenamiento y en la fertilización con digerido. 

La trazabilidad ya no es un extra: el esquema SURE —reconocido por la Comisión Europea para los requisitos de RED III— certifica sostenibilidad y cadena de custodia (mass balance) de biomasa, biogás y biometano y complementa al sistema de garantías de origen (que acredita el atributo energético). Con toda la documentación de SURE ya disponible en español (traducción realizada por AVEBIOM) y con guías que resumen los cambios y el procedimiento de transición de RED II a RED III, los operadores y auditores trabajan con el mismo marco, se reducen tiempos de preparación y auditoría y se gana seguridad jurídica.

 

Energía que suma sin rehacerlo todo

Una ventaja poco explicada pero muy relevantes es que, al ingresar el biometano por la red gasista existente, para la industria que necesita descarbonizar calor de proceso, y también para miles de calderas comerciales y domésticas, significa menos CAPEX sistémico y resultados desde el primer día, sin esperar a reemplazar equipos. En paralelo, los contratos a largo plazo con garantías de origen permiten contabilizar reducción de emisiones de forma verificable, algo clave para la competitividad y el acceso a financiación verde.

Obviamente, el despliegue del biometano solo tiene sentido si respeta y beneficia al territorio que lo acoge. La primera prueba se juega en el mapa: las instalaciones han de emplazarse en suelo industrial o agroindustrial, cerca de los sustratos a tratar y al punto de conexión para reducir el tránsito de camiones y su huella logística, con un plan de tráfico pactado con el ayuntamiento y distancias prudentes a los núcleos habitados. 

La segunda, en el diseño: naves operando en ligera depresión, con el aire conducido a biofiltros o lavadores, y tanques y balsas cubiertos para capturar emisiones; en resumen, aplicar desde el primer día las mejores técnicas disponibles. 

La tercera, en la transparencia: explicar sin rodeos qué entra (procedencia de los materiales), qué sale (biometano, digerido que puede valorizarse en biofertilizantes y, cuando proceda, agua recuperada), qué medidas existen frente a olores y ruidos, y qué gana el municipio en tasas, empleo e inversiones vinculadas. 

Y la cuarta, en la relación con el campo: los contratos con agricultores y ganaderos para el suministro de subproductos han de ser justos y se debe contar con un plan agronómico para devolver el digerido como fertilizante de calidad. Hecho así, el proyecto deja de ser “una planta” para convertirse en una industria útil para su entorno: gana apoyo local, reduce riesgos y asegura la licencia social, condición imprescindible que marca la diferencia entre proyectos viables y meros anuncios.

 

Lo que funciona y lo que falta

Hoy lo esencial está en marcha: un armazón regulatorio que ordena el acceso y la conexión a red, un sistema de garantías de origen ya operativo que aporta trazabilidad, y una lógica de proyecto más asentada que plantea instalaciones cerca del recurso para recortar costes logísticos.

¿Qué falta? Agilidad administrativa y previsibilidad: ventanillas coordinadas y plazos máximos, claros y coordinados, para los informes y autorizaciones de medio ambiente, urbanismo, industria y aguas; y preferencia por emplazamientos ya industrializados (polígonos, parques agroalimentarios, EDAR y nodos logísticos), donde la conexión y la logística son óptimas. 

Además, hace falta una señal económica clara y competitiva que acelere la inversión: subastas o contratos por diferencia (CfD), temporales, bien diseñados y ligados a criterios de sostenibilidad como el uso de restos locales, reducción verificada de emisiones y plan de gestión del digerido. Y conviene estandarizar la compra corporativa: guías que expliquen cómo contratar gas renovable con garantías de origen (GdO), cómo reportarlo y cómo integrar cláusulas de desempeño ambiental en los contratos.

 

Tres decisiones para 2025-2027

Más allá del diagnóstico, se pueden tomar decisiones operativas como lanzar una subasta piloto de biometano orientada a calor industrial y a la inyección en red, con contratos de 10–12 años y verificación independiente del CO₂ evitado y del plan de gestión del digerido; establecer un procedimiento de tramitación acelerada (fast track) para proyectos maduros en emplazamientos óptimos, con plazos tasados para informes sectoriales, coordinación autonómica–estatal y una ventanilla única efectiva; y abrir el mercado de garantías de origen (GdO) con una plataforma estandarizada accesible a pymes y grandes consumidores y una guía de compra que permita que el ahorro de CO₂ quede reflejado, y reconocido, en la cuenta de resultados.

 

Más allá del diagnóstico, se pueden tomar decisiones operativas como lanzar una subasta piloto de biometano orientada a calor industrial y a la inyección en red; establecer un procedimiento de tramitación acelerada para proyectos maduros en emplazamientos óptimos o coordinación autonómica–estatal y una ventanilla única efectiva

 

Una cita para medir el pulso del sector

El 5º Salón del Gas Renovable (Valladolid, 1–2 de octubre de 2025), junto al 18º Congreso Internacional de Bioenergía, que organizamos con el apoyo de AEBIG como partner tecnológico, serán el termómetro del sector: más de 250 empresas y marcas presentarán soluciones para producir, depurar e inyectar biometano, monitorizar su calidad y valorizar el digerido. Menos anuncios y más acuerdos firmes: esa es la fotografía que esperamos ver.

En AVEBIOM defendemos un despliegue ambicioso y responsable: ambicioso porque España tiene recursos, red y tejido empresarial para producir más gas renovable que el mínimo fijado para 2030; responsable porque cada planta debe aportar valor ambiental y social visible en su entorno. Si rematamos con reglas claras, contratos a largo plazo y diálogo temprano con los vecinos, los gases renovables pasarán, por fin, del papel a la economía real, ayudando a descarbonizar la industria, a ordenar los residuos y a fortalecer la soberanía energética.