Innovación y circularidad: las múltiples facetas de la innovación al servicio de la circularidad del agua

La crisis hídrica, agravada por factores como el incremento de la demanda, el cambio climático y la contaminación creciente de los acuíferos, ríos y mares exige una reflexión profunda sobre cómo optimizar su uso y garantizar su disponibilidad para las generaciones futuras

La vida en el planeta Tierra está directamente relacionada con el agua. Desde que el planeta Tierra existe como tal, y hasta la llegada del homo sapiens, el agua ha realizado, sin interferencias, infinitos ciclos de evapotranspiración, condensación, precipitación, infiltración y escorrentía, y vuelta a empezar, manteniendo un equilibrio mágico. Este equilibrio, sin embargo, se ha visto en numerosas ocasiones interrumpido por la intervención de la especie humana. Desde la revolución del Neolítico hasta la globalización actual, pasando por la Revolución Industrial y todos los procesos de crecimiento económico, el agua ha visto interferida su circulación. Desvíos, trasvases, consumo intensivo, contaminación de acuíferos, vertidos al medio han marcado la relación entre la especie humana y el agua durante siglos.

 

La crisis hídrica, agravada por factores como el incremento de la demanda, el cambio climático y la contaminación creciente de los acuíferos, ríos y mares exige una reflexión profunda sobre cómo optimizar su uso y garantizar su disponibilidad para las generaciones futuras.

 

Hoy en día, en pleno siglo XXI, cuando los recursos naturales están bajo una presión creciente, la gestión eficiente y sostenible del agua se convierte en una de las mayores prioridades globales. La crisis hídrica, agravada por factores como el incremento de la demanda, el cambio climático y la contaminación creciente de los acuíferos, ríos y mares exige una reflexión profunda sobre cómo optimizar su uso y garantizar su disponibilidad para las generaciones futuras. En este contexto, la innovación surge como una herramienta fundamental para impulsar la transición hacia un modelo de circularidad del agua, donde ésta se reutiliza, recicla y gestiona de forma eficiente y responsable.

 

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Tradicionalmente, los sistemas de gestión del agua se han basado en un modelo lineal: captarla, tratarla, usarla, desecharla y, en el mejor de los casos, tratarla de nuevo para retornarla al medio. Este modelo no sólo es insostenible, sino que también provoca un gran consumo energético y económico, además de poner en riesgo la calidad y cantidad del recurso hídrico. La circularidad, en cambio, propone una nueva forma de entender y gestionar el agua, inspirada en los principios de la economía circular. La idea es que el agua sea considerada un recurso valioso que puede ser reutilizado más de una vez, reduciendo así la necesidad de extraer agua de nuevo y minimizando los residuos.

La innovación, como instrumento para promover la circularidad, puede aplicarse en todas las fases del ciclo del agua: captación, tratamiento, distribución, recolección, depuración y devolución al medio. Esta innovación se puede presentar de diversas formas: desarrollando nuevas tecnologías, pero también redefiniendo procesos, cambiando modelos de negocio y creando nuevos marcos reguladores que faciliten la implementación de prácticas circulares en la gestión hídrica.

Las masas de agua superficiales están sometidas a un enorme estrés hídrico debido a la intensificación del consumo de agua, combinada con un incremento de su contaminación. El diagnóstico de estas masas de agua está experimentando un avance gracias a tecnologías innovadoras, como el uso de la visión satelital para detectar problemas de eutrofización, contaminación por vertidos o extracción excesiva de agua.

En el ámbito del tratamiento, la innovación comporta el desarrollo de tecnologías de tratamiento avanzado. Los sistemas convencionales son a menudo insuficientes para garantizar una reutilización segura del agua, especialmente en contextos donde la calidad es crítica, como en la industria alimentaria, la química-farmacéutica o la agricultura.

Tecnologías como la filtración por membrana (ultrafiltración, nanofiltración y ósmosis inversa), tratamiento con luz ultravioleta o procesos de biorremediación avanzada permiten eliminar contaminantes, patógenos y productos químicos tóxicos de forma eficiente. Estas innovaciones no sólo aumentan la calidad del agua reutilizada, sino que también reducen la necesidad de extracción de agua de los acuíferos.

En el ámbito de la distribución, las redes se pueden dotar de sensores, que monitoricen y recojan gran cantidad de datos que permitan, después de un análisis de los mismos y la aplicación de inteligencia artificial, detectar fugas o contaminaciones en tiempo real. Este enfoque digital y automatizado hace que la gestión del agua sea más eficiente y adaptable, minimizando las pérdidas y maximizando la reutilización.

En el ámbito de la depuración, la concepción de las plantas depuradoras como fábricas de recursos contribuyen a la circularidad no sólo en el ámbito del agua sino también en el energético y en el de los materiales. En estas infraestructuras se generan lodos con elevada carga orgánica, que cada vez encuentran más aplicaciones como subproductos. También se están desarrollando tecnologías para la recuperación de fósforo en forma de estruvita, la eliminación de hasta un 90% del nitrógeno, la obtención de biocombustibles, la obtención de un agua rica en PHA (polihidroxialcanoato), poliéster que debe servir como base para la producción de bioplásticos, y la optimización energética mediante el aprovechamiento del biogás, que surge del proceso de depuración, y su posterior conversión en biometano. Todas estas innovaciones están revolucionando, sin duda, el sector del saneamiento, transformando las depuradoras, de consumidoras limpias de energía y recursos a productoras de materiales valiosos.

La innovación también puede traspasar el ámbito tecnológico para incorporar nuevos modelos de negocio que incentiven la circularidad del agua. Ello incluye la creación de mercados de derechos de uso de agua y servicios basados en el modelo de pago por uso. En este sentido, la creación de marcos reguladores que promuevan la innovación y la circularidad es fundamental

 

La creación de marcos reguladores que promuevan la innovación y la circularidad es fundamental para convertir estas prácticas en una realidad masiva y efectiva.

Los beneficios de promover la circularidad del agua mediante la innovación son múltiples y de largo plazo. En primer lugar, se logra una mayor seguridad hídrica, especialmente en áreas afectadas por sequías o escasez de recursos. En segundo lugar, se reduce el impacto ambiental asociado a la extracción, tratamiento y disposición del agua residual, minimizando la contaminación de ríos, mares y acuíferos.

A nivel económico, la innovación puede generar oportunidades de negocio y la creación de empleo en sectores emergentes en la gestión y la tecnología del agua. Además, una gestión más eficiente del agua contribuye a la resiliencia de las economías locales, especialmente en sectores como la agricultura, amplios sectores de la industria y los servicios urbanos.

 

La innovación no es sólo una opción, sino un deber frente a la crisis hídrica global que afrontamos.

 

En definitiva, la innovación juega un papel insustituible en la promoción de la circularidad del agua. A través del desarrollo de tecnologías avanzadas, el rediseño de infraestructuras, la creación de nuevos modelos de negocio y la implementación de marcos reguladores adecuados, podemos transformar la forma en que gestionamos este recurso vital. Esta transformación no sólo es necesaria, sino que es una responsabilidad colectiva para garantizar un futuro sostenible, resiliente y justo para todos. La innovación no es sólo una opción, sino un deber frente a la crisis hídrica global que afrontamos. Es hora de apostar decididamente por esta vía para asegurar que el agua siga siendo un recurso abundante y accesible para las futuras generaciones.