Entrevista

"La colaboración público-privada es fundamental para combatir el desperdicio alimentario"

Entrevista a Nuria de Pedraza, directora de comunicación de AECOC
Autor/es
Nuria Suárez
18-10-2023
Publicado en

A medida que la sostenibilidad y la eficiencia en el uso de los recursos se convierten en imperativos clave para la superación de los grandes retos globales, el sector alimenticio ha emergido como un terreno crucial para implementar avances que minimicen la pérdida de valor en el sistema. Enfocándonos en el rol destacado que la reducción del desperdicio alimentario desempeña para promover una economía circular, en esta entrevista exploramos cómo la industria está respondiendo a las nuevas exigencias normativas y sociales, los desafíos técnicos que enfrentan y la consecución de metas ambiciosas de la mano de Nuria Pedraza, directora de comunicación de AECOC y del proyecto “La Alimentación no tiene desperdicio”.

 

El desperdicio alimentario sigue siendo una asignatura pendiente en España, ¿Qué cifras globales se manejan anualmente?, ¿Cómo ha progresado la industria alimentaria en esta materia en los últimos años?

El desperdicio alimentario es un problema que afecta tanto a las economías desarrolladas como a los países en vías de desarrollo, aunque lógicamente se produce por causas claramente diferenciadas en unos y otros.

En España, según el último Informe del Consumo y el Desperdicio Alimentario elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, se desperdiciaron un total de 1.201,92 millones de kilos en 2022. Este dato, aunque elevado, es un 6,2% inferior al del año anterior y es el más bajo desde que se tienen registros.

El descenso confirma, sin duda, que crece la concienciación tanto entre el tejido empresarial como entre la sociedad sobre la necesidad de tomar medidas para a reducir un problema global de gran impacto económico, social y medioambiental.

 

El pasado mes de mayo el Congreso daba luz verde a una nueva Ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario. ¿Qué puntos resultan más relevantes desde el punto de vista de la industria alimentaria?, ¿Cuáles son las principales reclamaciones del sector?

En primer lugar, es muy importante destacar que la Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario cuenta con el consenso de los diferentes grupos políticos y que además en su elaboración se han realizado diversas rondas de consulta en las que tanto los principales agentes sociales como las organizaciones empresariales hemos podido participar y eso resulta fundamental en cualquier proyecto legislativo.

El segundo aspecto a considerar es que la cadena de valor agroalimentaria no sólo comparte totalmente el objetivo principal de la ley que es el de reducir el desperdicio, sino que lleva años trabajando de forma voluntaria para hacerlo posible.

Dicho esto, cuando ya se entra en detalle del texto es cuando hay cuestiones más generadoras de debate como, por ejemplo, el hecho de que se aplique un régimen sancionador en lugar de incentivador (como ha hecho Italia) o que se exija disponer de un plan para combatir el desperdicio, pero no se concrete qué aspectos debe contemplar o que no haya indicaciones claras sobre cómo cuantificar y reportar la información, entre otras cuestiones.

 

"Hay metas ambiciosas que cumplir y el sector del gran consumo tiene muchos frentes abiertos en materia de sostenibilidad"

 

 

¿Qué palancas son necesarias para avanzar en el objetivo de reducir la generación de residuos?

Seguir avanzando en la reducción de los residuos exige de la colaboración entre todas las partes (administraciones, empresas, consumidor…) y también tener una visión global del impacto de las medidas que se tomen y del mejor momento para implementarlas. En la mayoría de ocasiones las soluciones no son sencillas porque hay que buscar alternativas a ciertos materiales que ofrezcan las mismas prestaciones que los que se han venido utilizando o porque hay cambios que son positivos en términos medioambientales pero ofrecen riesgos para la protección del producto y del consumidor. Así, por ejemplo, cualquier cambio en el packaging para reducir su impacto medioambiental debe hacerse garantizando en todo momento la seguridad del alimento o del producto. O, a la inversa, optar por unidades más pequeñas de consumo o envasar en raciones menores puede favorecer la protección del producto y reducir el desperdicio, pero estaremos incrementando la generación de residuos. Hay que entender que se trabaja con una especie de “vasos comunicantes” en las que cualquier medida exige un análisis exhaustivo y transversal.

 

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Las empresas deberán asumir una serie de nuevas obligaciones, ¿Cómo prevén adaptarse a ellas?

Hay empresas que ya llevan años trabajando en proyectos de reducción del desperdicio y revalorización de los excedentes y, por tanto, no van a tener dificultades para cumplir con los requerimientos de la nueva ley, pero también hay muchas -en especial las de menor tamaño- que van a necesitar mucha ayuda y asesoramiento para poder desarrollar los planes que exige la ley, disponer de indicadores, reportar información, etcétera. Esto puede provocar que haya velocidades distintas de adaptación para impulsar un cambio necesario pero, en absoluto, sencillo.     

 

"Las empresas trabajan a diario para dar respuesta a un consumidor que cada vez más demanda productos sostenibles"

 

 

De cara a abordar de manera efectiva la prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario según lo estipulado por la ley, ¿Qué importancia tiene la colaboración entre empresa y administración? ¿Cómo se fomentará esta necesaria colaboración?

La colaboración público-privada en un tema como éste es fundamental porque estamos ante un proyecto de país. Por ello, tanto administraciones como empresas llevan años trabajando y colaborando en campañas de sensibilización y ahora debemos seguir haciéndolo para ofrecer los instrumentos necesarios a todas las empresas y al tercer sector para implementar cambios que les permitan contribuir a ese objetivo de reducir el desperdicio de alimentos e impulsar una economía más circular en la que los excedentes se revaloricen y se reduzcan los residuos.      

Hasta el momento el modelo de colaboración ha funcionado y siendo un tema de tanto consenso confiamos en que el espíritu de colaboración se va a mantener y va a funcionar correctamente.

 

"La colaboración público-privada en un tema como éste es fundamental porque estamos ante un proyecto de país"

 

 

¿Cómo se abordan los desafíos logísticos relacionados con la distribución eficiente de alimentos para minimizar las pérdidas?

Ese es uno de los principales desafíos a la hora de abordar proyectos de donación de alimentos aptos para el consumo pero que, por determinadas razones, no han sido comercializados. En muchos casos son cantidades pequeñas y cuesta encontrar organizaciones dispuestas y con capacidad para realizar la recogida, además hay que coordinarla en todos los puntos de venta y a lo largo de todo el año (la recogida suele complicarse en períodos vacacionales)… pero, sin duda, la mayor dificultad viene a la hora de redistribuir productos frescos. En estos casos es imprescindible además garantizar la cadena de frío (muchas organizaciones no tienen capacidad de transportar y conservar este tipo de alimentos) y, por supuesto, velar en todo momento por la seguridad alimentaria de los productos donados. Esto hace que, en numerosos casos, sea la empresa donante la que se encargue directamente del transporte y redistribución de esas donaciones para tener controlado el proceso de principio a fin.      

 

¿Qué consecuencias legales se contemplan para aquellos que no implementen medidas efectivas de prevención del desperdicio alimentario?, ¿e incentivos?

Ese es juntamente uno de los temas que ha generado más debate, ya que España tiene dos precedentes muy cercanos de leyes estatales contra el desperdicio: Francia e Italia. En Francia se optó por un régimen sancionador, mientras Italia adoptó un modelo incentivador con beneficios fiscales para las empresas más comprometidas y activas en materia de reducción del desperdicio. Dado que en España gran número de empresas ya llevan años trabajando de forma voluntaria en proyectos de reducción podría haberse propuesto un modelo similar al italiano, pero, en lugar de ello, se plantea un régimen sancionador con multas que van desde los 2.000 euros para las infracciones leves hasta los 500.000 para las muy graves.

 

¿Qué impacto se espera que tenga en el sector alimentario la nueva fiscalidad ambiental?, ¿qué rumbo está tomando la industria en cuanto a nuevas soluciones sostenibles en materia de envases?

En los últimos años, la intensidad regulatoria se ha intensificado de manera muy notable y el sector ha tenido que hacer frente a una fiscalidad ambiental que ha incrementado sus costes en un contexto inflacionista y muy complicado. En cualquier caso, el sector está comprometido con el desarrollo sostenible y la mayoría de empresas trabajan en proyectos para mejorar la sostenibilidad de sus envases y embalajes. Así, según datos del tercer informe AECOC de sostenibilidad, las empresas líderes del sector han reducido en torno a un 20% la cantidad de plástico empleado en sus envases y embalajes y el 80% de ellas cuenta con planes para incrementar el uso de plástico reciclable y reutilizable en los mismos.

 

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En los próximos años habrá que alcanzar metas ambiciosas en este ámbito. ¿Qué desafíos se plantean para las empresas del sector?

Efectivamente hay metas ambiciosas que cumplir y el sector del gran consumo tiene muchos frentes abiertos en materia de sostenibilidad que marcan de forma muy clara sus líneas de trabajo e inversiones. En cualquier caso, los grandes ejes de cambio están perfectamente definidos y el compromiso de las empresas con el cumplimiento de los objetivos también.

 

La industria lidera desde hace años la iniciativa ‘La alimentación no tiene desperdicio’, ¿en qué consiste y cuál es el balance?, ¿Qué nuevos proyectos se están implementando para enfrentar el desperdicio?

Efectivamente, AECOC puso en marcha hace 11 años esta iniciativa, de la que actualmente forman parte más de 750 compañías de la industria y la distribución alimentaria. Desde la puesta en marcha de esta iniciativa las empresas de la gran distribución han conseguido rebajar sus porcentajes de desperdicio de un 1,78% a un 0,93% del total del producto que anualmente comercializan, lo que supone reducir aproximadamente a la mitad las cifras que manejaban con anterioridad.   

 

"Las empresas líderes del sector han reducido en torno a un 20% la cantidad de plástico empleado en sus envases y embalajes y el 80% de ellas cuenta con planes para incrementar el uso de plástico reciclable y reutilizable en los mismos"

 

 

¿Cómo ha evolucionado la percepción del consumidor sobre la sostenibilidad y qué papel desempeña en la transición del sector alimentario hacia prácticas más sostenibles y la prevención del desperdicio alimentario?

El consumidor está en constante proceso de cambio y es cierto que, en los últimos años, su preocupación e interés por la sostenibilidad se ha incrementado de manera notable. Su papel en el impulso de esta tendencia es incuestionable, ya que determina sus hábitos de compra y, por tanto, los cambios o medidas que deben implementar las empresas para responder a sus necesidades y preferencias. Además, en un tema como la reducción del desperdicio es imposible alcanzar los objetivos marcados si los consumidores no tomamos conciencia y medidas para aprovechar más los alimentos en los hogares. Es importante tener en cuenta que el 40% del desperdicio total que se genera en la cadena de valor agroalimentaria lo generamos todos y cada uno de nosotros en nuestras casas.

 

¿Cómo evolucionará en el futuro la industria en materia ambiental?

Como ya hemos comentado, las empresas trabajan a diario para dar respuesta a un consumidor que cada vez más demanda productos de máxima calidad, asequibles y también sostenibles. Es una tendencia imparable que ya figura en todos los planes estratégicos de las compañías del sector y que seguirá ganando peso en los próximos años.

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