Los entornos fluviales liberan grandes cantidades de metano
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Los ecosistemas de agua dulce representan aproximadamente la mitad de las emisiones globales de metano. Este gas, de potente efecto invernadero, es el segundo componente responsable del calentamiento global, después del dióxido de carbono. Los ríos y arroyos emiten cantidades sustanciales. Sin embargo, hasta el momento ha habido poca documentación sobre las tasas de estas emisiones a escala global, los mecanismos que las controlan, y sobre los patrones que siguen. Esto cambia con las aportaciones del estudio Global methane emisiones from rivers and streams, publicado en la revista Nature este 16 de agosto.
Un equipo internacional de investigadores ha recopilado y analizado todos los datos publicados sobre concentraciones y emisiones de metano en ríos y arroyos, compilando más de 20.000 datos de concentraciones de metano. A continuación, utilizando la información obtenida junto con datos hidrológicos de alta resolución, que capturan el movimiento y la distribución del agua, han utilizado modelos de machine learning para predecir emisiones de metano en todos los ríos del mundo.
El equipo de investigación ha visto que las emisiones de este gas en zonas tropicales son similares a las de ríos mucho más fríos incluso de la tundra ártica. Concluyó que, a diferencia de otros sistemas acuáticos (como los lagos) las emisiones de metano en ríos dependen menos de factores internos como la temperatura del agua. En cambio, están muy influenciadas por las características del paisaje que les rodea, por las conexiones tierra-agua.
"Los seres humanos modificamos activamente las redes fluviales en todo el mundo y, en general, estos cambios parecen favorecer las emisiones de metano", explica Gerard Rocher-Ros, autor principal del estudio e investigador post doctoral del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) y de la Universidad de Ciencias Agrícolas de Suecia.
Las emisiones son más altas cuando ríos y arroyos drenan terrenos ricos en materia orgánica y escasos en oxígeno (una escasez que favorece a las bacterias que producen metano mientras descomponen la materia orgánica). En las zonas de humedales así como en los hábitats muy modificados por las personas, suelen generarse estas condiciones.
Entornos muy modificados, como los arroyos cerrados que drenan campos agrícolas, los ríos bajo plantas de tratamiento de aguas residuales o los canales urbanos, suelen generar condiciones ricas en materia orgánica y pobres en oxígeno que promueven una alta producción y emisión de metano.
Remediación
La información que aporta el estudio, confirmando que los ríos son una importante fuente de metano en la atmósfera a nivel global e identificando los principales procesos que impulsan las emisiones, puede ayudar a intervenir ante el cambio global. La restauración de ecosistemas fluviales que han sido modificados por las actividades de los seres humanos podría ser un enfoque para reducir las emisiones de metano y mitigarlo.
Emily Stanley, investigadora del Centro de Limnología de la Universidad de Wisconsin-Madison y coautora del artículo, subraya: “La investigación pone de manifiesto que, desde la perspectiva del cambio climático, hay que preocuparse más por los sistemas en los que los humanos crean circunstancias que producen metano que por los ciclos naturales de producción de este gas”
La investigación ha sido posible gracias a la colaboración, a lo largo de años, de investigadores de la Universidad de Umeå (Suecia), la Universidad de Ciencias Agrícolas de Suecia, la Universidad de Wisconsin-Madison y la de Yale (USA).
A raíz de este trabajo, han creado una nueva base de datos, la Gloval River Methane Database, con más de 24.000 registros de concentraciones de metano. Se trata de la mayor base de datos sobre gases de efecto invernadero en ríos.