Biometano: activo estratégico y destino prioritario del capital verde en Europa

El biometano se ha consolidado como destino prioritario para la inversión en la transición energética europea, con España a la cabeza en atracción de capital
Autor/es
Griselda Romero
Publicado en
07-11-2025

El biometano se ha consolidado en los últimos años como uno de los vectores energéticos con mayor potencial para contribuir a la descarbonización, la seguridad de suministro y la reducción de la dependencia de combustibles fósiles importados. Su desarrollo y auge no solo responde a objetivos climáticos, sino también a la necesidad de fortalecer un tejido industrial vinculado a la gestión sostenible de recursos orgánicos y de atraer nuevas corrientes de financiación verde. En este sentido, el biometano se ha convertido en un destino cada vez más relevante para el capital inversor en Europa, con expectativas de crecimiento sostenido hacia 2030.

En este escenario de creciente interés financiero, la Asociación Europea del Biogás (EBA, por sus siglas en inglés) ha publicado su informe de ‘Perspectivas de inversión en biometano para 2025’, que analiza de manera detallada el pulso inversor en este sector. Este reportaje —elaborado a partir de los principales resultados del documento y complementado con declaraciones de George Osei Owusu, técnico y responsable de proyectos de la EBA— desgrana las perspectivas de inversión en biometano en Europa, y el papel que desempeñan en la expansión del sector.

Tal y como señaló Osei Owusu durante el webinar de presentación pública del informe, el pasado mes de junio, la EBA pretende con este seguimiento anual de las inversiones proporcionar información útil e identificar tendencias y carencias sobre la evolución del sector en Europa, analizando toda la cadena de valor: desde las plantas de producción hasta las infraestructuras y otros usos finales. “El enfoque esencial es ilustrar el crecimiento del sector y mostrar dónde se está generando impulso”, aseveró.

 

Evolución creciente de la inversión y proyecciones a 2030

El Biomethane Investment Outlook 2025 —elaborado a partir de las respuestas de 28 inversores y promotores de proyectos miembros de la EBA, junto con inversiones anunciadas públicamente— confirma una tendencia al alza en el compromiso financiero del sector. La cifra total de inversiones identificadas asciende a 28.400 millones de euros, de los cuales 26.000 millones corresponden a proyectos localizados en Europa con horizonte 2030.


El biometano concentra ya más de 28.000 millones de euros en inversiones comprometidas en Europa, 1.000 millones más que el año anterior.


Entre 2023 y 2024 se materializaron 345 millones de euros en proyectos, con la entrada en operación de la mayoría de las plantas previstas para este período. Estas inversiones aportaron alrededor de 834 GWh de capacidad de producción adicional, consolidando el papel del biometano como activo renovable emergente.

El informe subraya que la apetencia inversora se mantiene sólida, incluso en un contexto en el que el ritmo de crecimiento de la capacidad instalada comienza a mostrar signos de ralentización. Este contraste —capital disponible frente a una expansión operativa más moderada— pone de relieve la necesidad de un entorno político y normativo más estable para canalizar eficazmente los recursos financieros comprometidos.

 

“Estamos viendo avances graduales. Incluso con una mirada retrospectiva, observamos un desarrollo continuo, y el apetito inversor seguirá creciendo de cara a los próximos años”. George Osei Owusu, técnico y responsable de proyectos de la EBA.

 

En cuanto a las proyecciones, los compromisos de inversión en biometano permitirán alcanzar una capacidad adicional de 7,3 bcm anuales en Europa de aquí a 2030, lo que supone un incremento de 1 bcm respecto a la previsión del informe anterior. De este volumen, 6,7 bcm/año corresponderán a proyectos ubicados en la Unión Europea, mientras que el resto se vincula a desarrollos fuera de Europa, sin localización definida o posteriores a 2030.

El calendario inversor muestra una distribución claramente diferenciada en dos etapas. Entre 2025 y 2026 se prevé la movilización de alrededor de 7.500 millones de euros, equivalentes a unos 2,2 bcm de capacidad adicional. Será a partir de 2027 y hasta 2030 cuando se movilice el grueso de la inversión, con más de 17.700 millones comprometidos, lo que se traducirá en otros 4,4 bcm de nueva capacidad.

Adicionalmente, se han identificado 3.200 millones de euros, cuya ejecución está prevista más allá del 2030 o en proyectos fuera del continente europeo, lo que aportaría 0,7 bcm de capacidad adicional.

Este desglose revela que la planificación inversora no solo asegura un crecimiento sostenido, sino que también configura una apuesta de largo recorrido, plenamente alineada con los objetivos de neutralidad climática y diversificación energética marcados por la Unión Europea.

 

 

Mapa de inversión en Europa

El análisis geográfico de las inversiones permite aterrizar las cifras anteriores en el terreno. La distribución del capital comprometido no es homogénea en el continente, sino que se concentra en aquellos mercados que han sabido articular marcos regulatorios y condiciones favorables para el desarrollo de proyectos.

 

 

En este escenario, España emerge como principal destino del capital comprometido, con 4.800 millones previstos y más de medio centenar de plantas en diferentes fases de tramitación y construcción. Este volumen sitúa al país a la vanguardia del crecimiento inversor en Europa, en un contexto en el que la instituciones comunitarias demandan una mayor contribución del biometano a la seguridad energética.


España lidera la atracción de capital en el sector del biometano, con 4.800 millones de euros previstos y más de 50 proyectos en desarrollo.


Tras España, destacan Dinamarca, con 3.140 millones de euros proyectados; y el Reino Unido, con 2.400 millones, ambos con marcos regulatorios que han favorecido la consolidación de este vector energético en los últimos años. Como señaló Osei Owusu, “los países que lideran actualmente estas inversiones son España, Dinamarca y el Reino Unido, los precursores en los que hoy se concentra el mayor volumen de capital”.

Francia, con 1.700 millones de euros, se mantiene como uno de los polos de referencia en el continente, aunque con un ritmo de inversión menos dinámico que el observado en periodos anteriores. En el siguiente escalón, aparecen otros países como Italia (1.300 millones), Suecia (1.100 millones), Polonia (1.090 millones) y Finlandia (1.020 millones), completando el grupo de mercados prioritarios a corto y medio plazo.

El informe recoge además una partida adicional de 6.800 millones de euros  —equivalentes a unos 13,9 TWh de producción— aún sin destino geográfico definido dentro de Europa, lo que abre la puerta a que otros Estados miembros puedan atraer capital si logran articular políticas de apoyo más claras. Fuera de Europa, se han identificado inversiones por 1.020 millones de euros.

Más allá de estos mercados consolidados, comienzan a ganar protagonismo países como Austria y Estonia, mientras que Bélgica registra un número creciente de plantas operativas. También aparece por primera vez Grecia, donde se han iniciado procesos regulatorios y ya se detectan los primeros signos de inversión a lo largo de la cadena de valor, tanto en plantas como en infraestructuras de red.

En conjunto, este mapa inversor refleja un sector en expansión y diversificación, en el que conviven países con posiciones ya consolidadas y otros que se abren paso como nuevos destinos para el capital. La concentración del capital en determinados países responde a la combinación de potencial de recursos, políticas de incentivo y confianza regulatoria, factores determinantes para la materialización de los proyectos.

 

 

Tipos de inversión y tendencias

Más allá de la distribución geográfica, el informe también detalla el destino de los recursos comprometidos. Si en el plano geográfico la inversión se concentra en un grupo limitado de países, en el plano tipológico destaca una clara preferencia por los proyectos greenfield, esto es, que la mayor parte del capital se concentra en la construcción de nuevas plantas de biometano. Estas absorben más de 24.200 millones de euros, equivalentes al 85 % del total y un 7 % más que en 2024. Tal y como destacó el técnico y responsable de proyectos de la EBA, “la mayor parte de la inversión se está destinando a nuevos proyectos, con diferentes escalas y capacidades, y eso es lo que esperamos seguir viendo hasta 2030”.

Este dato confirma que el sector mantiene un perfil de crecimiento expansivo, en el que la confianza de los inversores se orienta hacia iniciativas de mayor envergadura y capacidad de producción, apostando por ampliar significativamente la base productiva en lugar de limitarse a reconversiones o ampliaciones de instalaciones existentes.


El 85 % de la inversión se destina a proyectos greenfield —construcción de nuevas plantas de biometano—, con más de 24.200 millones de euros comprometidos.


En contraste, las inversiones en proyectos brownfield, fundamentalmente destinadas a transformar antiguas plantas de biogás en instalaciones de producción de biometano, apenas alcanzan los 700 millones de euros, lo que revela que este segmento, aunque relevante, todavía representa una parte muy reducida del mercado. A esta cifra se suman alrededor de 100 millones de euros en operaciones de fusiones y adquisiciones, un volumen testimonial si se compara con el peso de los desarrollos de nueva planta; y unos 3.200 millones de euros de inversiones aún no especificadas en cuanto a tipología.

El Outlook proyecta además la entrada en operación de casi 900 nuevas plantas de biometano en los próximos cinco años, una expansión que consolidará el crecimiento del sector y que vendrá acompañada de un incremento del empleo del 2 % entre 2024 y 2025, reflejo del dinamismo que caracteriza a esta cadena de valor.

Finalmente, la EBA subraya un aspecto metodológico clave: no existe una correspondencia lineal entre el volumen de inversión y la capacidad añadida, ya que los costes por unidad varían de forma significativa según el país, el promotor o las condiciones específicas de cada proyecto.

 

Inversiones en infraestructuras complementarias

Más allá de la financiación destinada directamente a nuevas plantas de producción, el informe subraya también la importancia creciente de las inversiones en infraestructuras asociadas al sector, imprescindibles para garantizar la integración y la viabilidad económica del biometano. En este ámbito se han identificado compromisos por valor de 1.300 millones de euros, orientados a reforzar la cadena de valor y abrir nuevas aplicaciones de este gas renovable. Como recordó Osei Owusu, “estamos analizando toda la cadena de valor: no solo la inversión en plantas, sino también en infraestructuras y otros usos finales”.

Una parte significativa de estos recursos se dirige a la construcción de gasoductos y conexiones a red, que permiten maximizar la inyección de biometano en los sistemas nacionales de transporte y distribución. Asimismo, se observa un interés creciente en el desarrollo de plantas de bio-GNL, concebidas para abastecer al transporte pesado por carretera y al transporte marítimo, sectores en los que la electrificación resulta más compleja y donde el biometano licuado puede desempeñar un papel estratégico en la descarbonización.

Asimismo, el documento identifica inversiones orientadas a tecnologías emergentes vinculadas al aprovechamiento de CO₂ biogénico, una línea de innovación que amplía el valor añadido del sector y abre la puerta a sinergias con otras industrias, como la captura y utilización de carbono o la producción de combustibles sintéticos.

En suma, estas actuaciones reflejan que el despliegue inversor en biometano no se limita a la ampliación de capacidad de producción, sino que incorpora cada vez más una visión sistémica, que contempla tanto la infraestructura de transporte como las aplicaciones finales y la integración con otras tecnologías limpias complementarias, en el marco de una economía baja en carbono.


1.300 millones de euros serán destinados a infraestructuras complementarias asociadas al sector del biometano, desde gasoductos y bio-GNL hasta tecnologías de CO₂ biogénico.


 

 

Riesgos y brechas detectadas

Si bien el despliegue inversor en biometano avanza hacia una visión cada vez más completa de la cadena de valor, el informe advierte también de una serie de limitaciones y riesgos que condicionan la materialización efectiva de los proyectos. Tal y como reconoció el experto de la EBA, “hemos observado una reducción en las inversiones en términos de capacidad. Algunos proyectos que se esperaba que entrasen en funcionamiento el año pasado no lo hicieron, ya sea por cuestiones políticas, barreras normativas u otras razones. Esto afecta a las cifras que vemos este año y a la interpretación general de las tendencias del mercado”.

En concreto, en el último ejercicio, se han contabilizado cancelaciones, suspensiones o reducciones de inversiones por un valor aproximado de 101 millones de euros, consecuencia principalmente de retrasos administrativos, cambios en los marcos políticos y una falta de prioridad del biometano en las estrategias energéticas nacionales.

Estos obstáculos ponen de relieve la vulnerabilidad de un sector que, pese a contar con un respaldo financiero creciente, necesita procedimientos de autorización más ágiles, estabilidad regulatoria y objetivos vinculantes que otorguen certidumbre a los inversores. Sin estas condiciones, existe el riesgo de que el capital comprometido se quede en espera o se redirija hacia otros ámbitos renovables con mayor seguridad jurídica.

La EBA subraya que, para consolidar el impulso actual, resulta imprescindible un apoyo político claro y sostenido. De lo contrario, el desajuste entre la disponibilidad de recursos financieros y la velocidad real de despliegue podría ampliarse, comprometiendo los objetivos europeos de alcanzar 35 bcm de producción en 2030 establecidos en el plan REPowerEU.


La clave para liberar el potencial del biometano reside en contar con procedimientos de autorización más ágiles, un marco regulatorio estable y objetivos vinculantes que aporten certidumbre y seguridad a los inversores.


 

Un sector en expansión con retos pendientes

En definitiva, el informe de ‘Perspectivas de inversión en biometano para 2025’ confirma que el biometano se ha consolidado como un destino prioritario para la inversión en renovables en Europa, con un compromiso financiero que supera los 28.000 millones de euros y una previsión de crecimiento sostenido hasta 2030. Sin embargo, también muestra que la disponibilidad de capital, por sí sola, no garantiza el ritmo necesario para alcanzar los objetivos europeos: la clave estará en que las políticas y los marcos regulatorios permitan transformar esas inversiones en proyectos efectivos.

El dinamismo del sector, reflejado en la entrada de nuevos mercados y en la apuesta mayoritaria por proyectos greenfield, evidencia que existe una base sólida sobre la que construir. El biometano ha demostrado ser un vector energético con fuerte atractivo inversor, potencial de crecimiento y capacidad para integrarse en la infraestructura gasista existente. Por tanto, el reto inmediato es asegurar que la confianza del capital se traduzca en despliegues reales y sostenidos, que contribuyan a la descarbonización, la seguridad energética y la competitividad de Europa.

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