La transición hacia una bioeconomía circular, regenerativa y competitiva en la Unión Europea exige la optimización integral de los flujos de recursos biológicos. En este contexto, los biorresiduos representan un vector estratégico aún infraexplotado, a pesar de su elevado potencial para contribuir simultáneamente a la seguridad alimentaria, la autonomía energética, la mitigación del cambio climático y la preservación de los suelos agrícolas.
En julio, la Red Europea de Compostaje (ECN), la Asociación Europea de Biogás (EBA) y Municipal Waste Europe (MWE) publicaron un documento de posicionamiento conjunto en el que instan a la Comisión Europea a adoptar medidas firmes y decididas para garantizar que los biorresiduos sean incorporados de manera explícita en la revisión de la Estrategia de Bioeconomía de la UE. Esta revisión, actualmente en curso en el marco del Pacto Industrial Limpio, constituye una oportunidad crítica para reconocer el potencial de los biorresiduos como recurso estratégico en la consecución de los objetivos europeos de neutralidad climática.

La ausencia de un capítulo específico dedicado a los biorresiduos en la Estrategia de 2018 representa, según las entidades firmantes, una carencia estructural que limita el desarrollo de su pleno potencial. Tal y como afirman, subsanar esta laguna resulta esencial para aprovechar de manera integrada las sinergias entre la gestión sostenible de residuos, la producción de bioenergía renovable y la regeneración de suelos agrícolas, tres ámbitos estratégicos para avanzar hacia una bioeconomía competitiva y alineada con los objetivos climáticos y ambientales de la Unión Europea.
La valorización de los biorresiduos constituye un aliado decisivo para reducir emisiones, reforzar la resiliencia energética y mejorar la competitividad agrícola

En este sentido, las tres entidades subrayan con firmeza que la actualización de 2025 de la Estrategia de Bioeconomía debe incorporar un capítulo específico sobre la gestión de biorresiduos, con el fin de “acelerar la instalación de infraestructuras para una adecuada capacidad de recogida y tratamiento por separado en la UE, aprovechando plenamente el potencial de los biorresiduos como materia prima esencial para las soluciones de bioeconomía circular”.
Barreras estructurales identificadas
El documento técnico elaborado por ECN, EBA y MWE identifica una serie de barreras clave que dificultan en la actualidad la plena integración de los biorresiduos en la bioeconomía circular. Una de las principales es la recogida separada, obligatoria desde enero de 2024, cuya aplicación sigue siendo desigual entre los Estados miembros, lo que limita tanto el volumen como la calidad del material recuperado. A ello se añade la insuficiencia de infraestructuras de compostaje y digestión anaerobia, indispensables para transformar los biorresiduos en productos de alto valor añadido.
Asimismo, persisten una serie de obstáculos regulatorios que impiden el reconocimiento del compost y del digestato como productos seguros y estandarizados, junto con la falta de datos sólidos que acrediten el volumen de generación y sus beneficios socioeconómicos. Estas limitaciones, según señalan, se ven agravadas por el acceso restringido a la financiación europea, especialmente en municipios pequeños y medianos, lo que frena las inversiones necesarias para consolidar una bioeconomía circular basada en la valorización de biorresiduos.
Desafíos actuales Razones por las que el potencial de los biorresiduos se halla desaprovechado:
• Recogida separada insuficiente: aunque es obligatoria desde enero de 2024, su implementación es desigual en los Estados miembros
• Infraestructuras limitadas de compostaje y biogás.
• Barreras regulatorias que dificultan la comercialización de compost y digestato como productos seguros y reconocidos
• Falta de datos sólidos sobre generación y beneficios socioeconómicos
• Acceso restringido a financiación europea, especialmente para municipios pequeños y medianos
Cuatro ejes de actuación
Tratando de revertir estos desafíos, el documento de posicionamiento plantea un marco de acción articulado en cuatro ejes fundamentales: impulsar una gestión más eficiente de los biorresiduos; promover el desarrollo de un mercado sólido de fertilizantes orgánicos circulares; consolidar el papel del biogás y el biometano como vectores energéticos estratégicos; y movilizar inversiones específicas que garanticen la viabilidad de estas soluciones a medio y largo plazo.

Gestionar con eficiencia
El primer eje sitúa la eficiencia en la gestión de biorresiduos como punto de partida indispensable. Aunque la recogida separada es obligatoria desde enero de 2024, su grado de implantación sigue siendo desigual entre Estados miembros, lo que compromete el acceso a materia prima de calidad. Para revertir esta situación, el documento insta a reforzar el cumplimiento normativo y acompañarlo de incentivos económicos como los sistemas de pago por generación, que han demostrado ser eficaces para aumentar la separación en origen.
Asimismo, reclama que la próxima Estrategia de Bioeconomía incluya un capítulo específico sobre biorresiduos, con directrices claras y objetivos cuantificables a nivel municipal y nacional, sustentados en un sistema sólido de monitorización y notificación que diferencie entre residuos alimentarios, verdes y fracción residual.
Reconocer a los biorresiduos como recurso estratégico resulta una acción política y económica clave para garantizar la autonomía y competitividad de Europa en un contexto de crisis energética y climática
Mercado de fertilizantes orgánicos circulares
El segundo eje se centra en el desarrollo de fertilizantes orgánicos circulares, principalmente compost y digestato. Más allá de sustituir insumos minerales, estos productos aportan beneficios cruciales como el aumento de la materia orgánica del suelo, la mejora de la retención hídrica, la reducción de la erosión y el refuerzo de la biodiversidad. Por ello, el documento exige que estas contribuciones se reconozcan explícitamente en las políticas climáticas y de suelo de la UE, y que se revisen los criterios para la obtención del marcado CE en el Reglamento de Fertilizantes, adaptándolos mejor a la realidad de los biorresiduos.
También aluden a la necesidad de armonizar los criterios de “fin de la condición de residuo” entre países y flexibilizar las restricciones del Reglamento de Subproductos Animales, a menudo desproporcionadas. Además, plantean avanzar hacia objetivos europeos de reciclaje de nutrientes e integrar el uso de fertilizantes orgánicos en la PAC y en los esquemas de certificación de carbono, garantizando compensaciones claras a los agricultores.
Fortalecer el mercado de gases renovables
El tercer eje aborda el fortalecimiento del mercado del biogás y el biometano. Aunque el Plan REPowerEU fija un objetivo de 35 bcm para 2030, las organizaciones firmantes reclaman elevar la ambición a 100 bcm en 2040. Para lograrlo, proponen acelerar los permisos de nuevas instalaciones, digitalizar trámites, facilitar el acceso a la red gasista e implementar esquemas de certificación armonizados que permitan el comercio transfronterizo. Además, recuerdan que la producción de biometano genera subproductos valiosos, como fertilizantes y CO₂ biogénico, cuyo aprovechamiento debe integrarse en las estrategias energéticas y de bioeconomía.
Movilizar fondos e inversiones europeas
Por último, el cuarto eje se centra en la movilización de inversiones, que es hoy uno de los principales cuellos de botella. Según explican las entidades firmantes, muchos municipios y operadores medianos carecen de acceso a mecanismos europeos de financiación, diseñados a menudo para grandes proyectos, lo que bloquea el despliegue de infraestructuras locales de compostaje y digestión anaerobia.
Para superar este obstáculo, lanzan una serie de recomendaciones: crear un programa específico en el marco de Horizonte Europa dedicado a los biorresiduos para apoyar a los gestores de residuos públicos y privados y a los municipios -fomentando la inversión privada y las asociaciones público-privadas-; reactivar la Plataforma europea de Inversión Temática en Bioeconomía Circular con el foco puesto en los biorresiduos y promover programas de intercambio de conocimiento y capacitación técnica, que faciliten la transferencia de buenas prácticas y aceleren la réplica de modelos exitosos a lo largo del territorio europeo.
Alcanzar la Europa circular
El documento de ECN, EBA y MWE lanza un mensaje inequívoco: “los biorresiduos no pueden seguir siendo marginales en la Estrategia de Bioeconomía de la UE”. Su adecuada gestión constituye una palanca estratégica para:
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Cumplir los objetivos de la Directiva Marco de Residuos y del Paquete de Economía Circular.
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Reducir la dependencia de fertilizantes minerales y de gas natural importado.
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Impulsar la transición hacia suelos agrícolas resilientes y climáticamente neutros.
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Generar empleo verde y reforzar la competitividad de la UE en la bioeconomía global.
En conclusión, la integración plena de los biorresiduos en la nueva Estrategia de Bioeconomía de la UE no debe entenderse únicamente como un ajuste, sino como una apuesta firme para transformar un reto en una palanca de cambio estructural. La valorización adecuada de este flujo ofrece beneficios tangibles en materia de cumplimiento normativo, mitigación climática, seguridad alimentaria y energética, innovación agraria y generación de empleo verde, contribuyendo de forma directa a los objetivos del Pacto Verde Europeo.

Reconocer los biorresiduos como recurso estratégico en la actualización de 2025 constituye, en definitiva, una decisión clave para “acelerar la transición hacia un modelo bioeconómico verdaderamente circular, regenerativo y competitivo”.