Ciudades que se adaptan: la nueva gestión urbana del agua frente al cambio climático
De la digitalización al agua regenerada, repasamos algunas de las urbes mediterráneas españolas que están redefiniendo su relación con el agua
La crisis climática en la que nos encontramos inmersos ha situado a las ciudades en el epicentro de los desafíos hídricos del siglo XXI. Un reciente informe de UN-Water (Naciones Unidas), UN World Water Development Report 2025, señala que fenómenos como el retroceso acelerado de los glaciares, la alteración de los ciclos hidrológicos o el aumento de episodios climáticos extremos —lluvias torrenciales, sequías e inundaciones— están intensificando la presión sobre los sistemas de suministro y saneamiento urbanos.
A este escenario se suma la creciente concentración demográfica, el envejecimiento de las infraestructuras y la dependencia de fuentes hídricas cada vez más tensionadas, factores que aumentan la vulnerabilidad del entorno urbano y obligan a replantear la gestión del agua con criterios de resiliencia.
Este contexto global adquiere una especial trascendencia en la región mediterránea, donde la densidad de población, la presión turística y las características climáticas amplifican los efectos del calentamiento global sobre los recursos hídricos. De acuerdo con el United Nations Environment Programme – MAP, el Mediterráneo es una de las zonas más vulnerables del planeta ante el cambio climático, identificada como “área prioritaria” para la adaptación hídrica por sus precipitaciones irregulares, temperaturas elevadas y limitada disponibilidad de agua renovable por habitante. En la práctica, ello empuja a las ciudades costeras hacia modelos de resiliencia urbana del agua basados en la gestión inteligente, la diversificación de fuentes y una gobernanza adaptativa.
Hoy, el arco mediterráneo español se encuentra en un punto de inflexión. A las sequías prolongadas se suman tormentas de gran intensidad, como la DANA que azotó Valencia el pasado 2024, con impactos directos sobre redes de saneamiento y sistemas de drenaje.
Diversos estudios recientes advierten de que esta combinación exige planes integrales que incorporen la digitalización del ciclo urbano, la valorización del agua regenerada, la modernización de infraestructuras y la coordinación entre administraciones para mitigar riesgos, sostener el servicio y acelerar la adaptación.
Por ello, hemos escogido algunas de las principales ciudades del arco mediterráneo español que se encuentran amenazadas por estos cambios, como Barcelona, Elche o Palma de Mallorca. El objetivo es analizar cómo estas urbes están desarrollando sus planes de resiliencia y actuación frente al cambio climático, qué soluciones tecnológicas están aplicando y, en definitiva, qué medidas están tomando en lo que a redefinir la gestión del agua urbana se refiere.
En un contexto de sequías prolongadas, la capital catalana se ha convertido en un referente de gestión integrada del ciclo urbano del agua. Su estrategia, tal y como nos explica Alejandro Ortiz Garre, Director General en Barcelona Cicle de l`Aigua, combina planificación técnica, innovación normativa y coordinación institucional con un objetivo claro: reducir el consumo de agua potable y aprovechar al máximo los recursos de proximidad.
En el enfoque de Barcelona Cicle de l’Aigua (BCASA) y el Ajuntament de Barcelona, la gestión del agua se concibe como una pieza estructural de la resiliencia urbana, con medidas que actúan sobre la demanda, el abastecimiento alternativo, el drenaje y la gobernanza.
Planificación y reducción del consumo
Barcelona ha logrado reducir el consumo de agua potable en todos los sectores —municipal, doméstico e industrial— en un 22% desde el año 2000, situando el consumo doméstico en apenas 96,7 litros por habitante y día en 2025. Este descenso se asocia a la planificación impulsada por el Plan Técnico para el Aprovechamiento de Recursos Hídricos (PLARHAB), elaborado por BCASA, y también a la implicación social: “un aspecto que debemos resaltar de Barcelona es la responsabilidad de toda la sociedad para hacer un buen uso del agua”. En palabras de Ortiz, “El plan establece siete líneas de acción que van desde el aprovechamiento de aguas subterráneas y regeneradas hasta la implantación de sistemas de drenaje sostenible y el uso directo de agua de mar”.
En esta línea se enmarca la nueva ordenanza de aguas grises. “La tramitación de la ordenanza reguladora de los sistemas de aprovechamiento de aguas grises se inició en marzo de 2024 y después del proceso de participación pública, en el que intervinieron todos los sectores involucrados, en julio de 2025 se publicó la aprobación definitiva de la ordenanza”. Su finalidad se orienta a “incrementar el ahorro de agua potable en la ciudad, dentro del marco definido por el Plan técnico para el aprovechamiento de los recursos hídricos alternativos de Barcelona (PLARHAB)”, con un potencial de ahorro que “podría alcanzar hasta un 30% del consumo total de agua en el sector residencial”.

La ordenanza incorporará obligaciones para nuevas edificaciones y grandes rehabilitaciones en determinados supuestos —por ejemplo, vivienda con 16 o más unidades y otros usos como hotelero o deportivo— cuando exista un consumo igual o superior a 595 m³ anuales para cisternas, riego por goteo y baldeo, susceptible de suministro con aguas grises tratadas. Se excluyen centros hospitalarios, sanitarios, sociosanitarios, jardines de infancia o edificios que ya utilizan agua regenerada. Según detalla Ortiz, el alcance se traducirá en que “en total abarcará el 70 % de las viviendas de nueva construcción o grandes rehabilitaciones, el 100 % de los hoteles y cerca del 90 % de las instalaciones deportivas”, con un ahorro estimado de “unos 136.000 m³ de agua potable cada año en el conjunto de la ciudad”.
En paralelo, Barcelona continúa ampliando su red de aguas freáticas para riego de parques, fuentes y limpieza urbana. Con una inversión de 20 millones de euros en el marco del Plan Endreça, se busca llegar a 186 hectáreas de zonas verdes regadas con este recurso, reduciendo consumo de agua potable y reforzando la resiliencia en episodios de restricciones. “La ampliación de la red de agua freática contribuye a una gestión más sostenible del ciclo del agua, adaptar y preparar la ciudad a los retos del cambio climático, tal y como recoge el Plan Clima y sus principales objetivos”, explica Ortiz, que añade que “disponer de una red freática permite mantener los espacios verdes y la biodiversidad urbana incluso en periodos de restricciones”.
"Actualmente, muchas tecnologías avanzadas listas para su uso enfrentan períodos de espera y burocracia para obtener las aprobaciones necesarias, lo que ralentiza su adopción y aplicación en el terreno"
Drenaje urbano y prevención de inundaciones
La capital catalana ha reforzado su capacidad de respuesta ante lluvias intensas a través del Plan Director Integral de Saneamiento (PDISBA), que combina infraestructuras grises y soluciones basadas en la naturaleza. Actualmente dispone de 15 tanques de retención de aguas pluviales con una capacidad total de 477.000 m³, y ha planificado 29 nuevos depósitos que elevarán la retención por encima del millón de metros cúbicos. “Queremos suprimir el riesgo de inundación por lluvias con periodo de retorno de diez años y reducir a la mitad el riesgo de lluvias extraordinarias de hasta 500 años de período de retorno”, apunta Ortiz.
El sistema se apoya, además, en un centro de control operativo 24/7 que monitoriza el drenaje urbano y coordina la respuesta ante emergencias junto a Protección Civil. “La prevención y la rapidez son claves para minimizar los impactos de los temporales”, subraya el director, destacando la integración de gestión técnica y cooperación institucional dentro del Documento Único de Protección Civil Municipal (DUPROCIM).

Coordinación y visión de futuro
La estrategia hídrica de Barcelona se articula mediante una gobernanza colaborativa con la Generalitat, el Área Metropolitana, la Agencia Catalana del Agua y municipios del entorno. La planificación se organiza “por áreas temáticas y por prioridades” y se plasma en instrumentos como el Plan de gestión del distrito de cuenca fluvial de Cataluña y su Programa de medidas; el Plan de gestión del riesgo de inundaciones; el Plan de sequía; o el Programa de saneamiento en alta, entre otros. “En estos planes y programas, se establecen los objetivos, las responsabilidades de las inversiones, mantenimiento, vigilancia y control, etc.”. En este sentido, Ortiz señala que la sequía entre febrero de 2022 y mayo de 2025 fue “una oportunidad para mejorar la coordinación entre entidades locales, metropolitanas y autonómicas”.
De cara al futuro, la prioridad pasa por potenciar los recursos regenerados y el aprovechamiento de aguas pluviales en cubiertas, así como consolidar la gestión del agua como eje de los grandes planes de ciudad, como el Plan Clima o la red Barcelona + Sostenible. Ortiz atribuye a esta última un papel catalizador: “Con más de 2000 organizaciones y personas, que en 2024 firmaron el compromiso ciudadano 2024-2034, con dos retos fundamentales: reducir en un 80% las emisiones de CO₂ y reducir el consumo de agua doméstico a 90 litros/habitante/día, para el año 2030, se constituye como un catalizador aliado para transformar a todos los sectores de la sociedad”. Finalmente, destaca el rol de BCASA como herramienta operativa y estratégica: “la existencia de BCASA permite que Barcelona pueda tener una visión holística de 360º que otras ciudades no disponen, y además pueda tener la capacidad técnica y los recursos para implementar los grandes planes de ciudad y compromisos ciudadanos mencionados”.
En un territorio donde la falta de recursos hídricos es una constante histórica, la ciudad de Elche ha convertido la eficiencia y la reutilización en los ejes de su modelo de gestión. La estructura hídrica, gestionada por Aigües i Sanejament d’Elx (Aigües d’Elx), integra innovación tecnológica, compromiso social y economía circular para garantizar el abastecimiento y reforzar la resiliencia urbana frente al cambio climático.
Eficiencia y rendimiento en el ciclo urbano
La optimización del ciclo urbano ha sido una prioridad en Elche durante décadas. La renovación continuada de redes, la digitalización del mantenimiento y la detección temprana de fugas han permitido alcanzar una eficiencia hidráulica superior al 87% en sus 1.272 kilómetros de red, superando en diez puntos la media nacional. “En un contexto de escasez estructural, la optimización del rendimiento hidráulico es clave para la seguridad hídrica”, explica María José Toledo Callejas, Directora-Gerente de Aigües d’Elx. Desde 2002, este enfoque ha generado un ahorro acumulado superior a 2 hectómetros cúbicos, pese al crecimiento del 30% en el número de clientes abastecidos. “Estos resultados nos consolidan como un referente nacional en eficiencia del ciclo urbano del agua”, subraya.

Reutilización total y compromiso con la economía circular
Elche se sitúa entre las pocas ciudades que reutilizan el 100% del agua regenerada de sus tres depuradoras —Algorós, Arenales y Carrizales—. De los 10 hectómetros cúbicos depurados al año, el 88% se destina a uso agrícola, el 11% a mantenimiento ambiental (como el paraje natural del Clot de Galvany) y el resto a usos urbanos, especialmente el riego de los huertos de palmeras, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
"No se puede hablar de eficiencia ni de sostenibilidad sin innovación y digitalización aplicadas a todo el ciclo del agua"
“Apostamos por la economía circular del agua y por un modelo que reduzca la presión sobre los recursos naturales”, afirma Toledo. En este marco se ejecuta la conexión de la conducción de agua regenerada de la depuradora de Algorós con la Acequia Mayor del Pantano, una actuación que permitirá mejorar la calidad y reducir la salinidad del riego, favoreciendo la conservación del palmeral histórico.
El compromiso con la reutilización se refuerza con la nueva depuradora de Algorós, calificada como la mayor inversión en depuración de la historia de la Comunitat Valenciana, con 82,4 millones de euros. “La nueva EDAR mejorará la calidad del agua regenerada e integrará energía fotovoltaica para reducir la huella energética y cumplir con la normativa europea más exigente”, detalla Toledo.

Plan Antirriadas y el proyecto ELX OASIS
La adaptación a lluvias torrenciales es el otro gran vector de la gestión urbana del agua en Elche. La ciudad ha actualizado su Plan Antirriadas con un enfoque integral que combina obra civil y tecnología, orientado a “reducir los alivios en tiempo de lluvia y mejorar la calidad del agua vertida”. Entre las actuaciones se incluyen colectores, tanques de tormenta y un sistema digitalizado de control de puntos de alivio con limnímetros, sondas, registradores y cámaras conectadas al centro de control de Aigües d’Elx. Esta monitorización se refuerza con el sistema de alerta meteorológica Flood Alert, que permite anticipar decisiones. “La digitalización del drenaje urbano nos permite responder con rapidez y reducir el riesgo de inundaciones”, resume la responsable.
En paralelo, el proyecto ELX OASIS, dotado con 3,2 millones de euros (2,1 millones procedentes de Next Generation), impulsa una capa adicional de transformación digital: control de calidad y caudales, sectorización completa de la red de agua potable, telelectura, actualización de SCADA, automatización del saneamiento, herramientas centralizadas para decisión basada en datos y refuerzo de la ciberseguridad. Todo ello persigue “convertir Elche en una ciudad inteligente, con una gestión hídrica predictiva y sostenible”.
Concienciación, acción social y visión de futuro
Elche completa el enfoque técnico con una política activa de sensibilización ciudadana. Con un consumo medio de 102 litros por habitante y día, se impulsan medidas para sostener la cultura del ahorro: “Cada año enviamos más de 9.000 avisos personalizados para alertar sobre consumos excesivos y promover la reparación de fugas”. A ello se suma el despliegue de 38.000 contadores inteligentes (30% del total) y programas educativos con colegios y asociaciones. La ciudad prepara la musealización del Molí del Real con la exposición Memoria del Agua, orientada a conectar ciudadanía, historia e identidad hídrica local.
Las líneas estratégicas incluyen extensión del abastecimiento a pedanías, mejora del alcantarillado, digitalización integral y un fondo social que garantiza acceso al agua a más de 7.000 familias. “Nuestro objetivo es seguir avanzando hacia una ciudad más segura, equitativa y preparada frente al cambio climático”, concluye Toledo.
El caso de Palma de Mallorca presenta singularidades por su condición insular, marcada por la escasez de recursos y la presión climática. Aun así, la ciudad se sitúa como un referente de gestión del agua urbana, orientando su estrategia a garantizar la seguridad del suministro mediante digitalización, eficiencia y diversificación de fuentes. La empresa municipal EMAYA lidera este proceso con una visión integral del ciclo urbano del agua.
Planificación, digitalización y resiliencia urbana
Palma está elaborando su Plan de Gestión Sostenible del Agua, concebido como marco estratégico para reforzar la resiliencia ante la escasez y el cambio climático. “Este plan se apoya en cuatro pilares: la digitalización, la optimización de procesos, la búsqueda de fuentes no convencionales y la gestión sostenible de los recursos”, explica Jaume Femenias, director del Ciclo del Agua y Transformación Digital de EMAYA. Entre las actuaciones destaca Digital Aigua, que impulsa la digitalización integral del ciclo del agua con objetivos de eficiencia, detección de fugas en tiempo real, anticipación de escenarios de sequía y optimización del abastecimiento y el saneamiento. Con una inversión de 7,5 millones de euros —cofinanciados en gran parte por el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia— el proyecto incorpora sensores inteligentes, telectura, modernización hidráulica y uso de inteligencia artificial.
"La gestión de la demanda y la cultura del ahorro son tan importantes como la tecnología para asegurar el futuro del agua"
Diversificación y fuentes no convencionales
La insularidad obliga a diversificar recursos para reducir vulnerabilidad. “La diversificación es uno de los ejes estratégicos fundamentales de EMAYA para reducir la vulnerabilidad del sistema frente a las sequías y la variabilidad climática”, explica Femenias. La desalación se ha convertido en base del abastecimiento, asegurando suministro incluso en periodos secos, mientras pozos y embalses actúan como refuerzo estival con criterios de preservación de acuíferos.
A ello se suma la reutilización del agua regenerada: Palma dispone de más de 120 kilómetros de red urbana de regenerada y 60 kilómetros adicionales para usos agrícolas, recuperando aproximadamente el 50% del agua tratada en depuradoras municipales. “Esta infraestructura posibilita el aprovechamiento del agua regenerada para el riego de zonas verdes, limpieza viaria, usos municipales y agrícolas, reduciendo la presión sobre los recursos naturales y mejorando la autosuficiencia hídrica de la ciudad”, detalla Femenias, que añade: “con estas actuaciones, EMAYA refuerza su compromiso con la economía circular y la sostenibilidad ambiental, consolidando la reutilización como una fuente estratégica clave dentro del sistema de abastecimiento de Palma”.
Adaptación a eventos extremos
El aumento de lluvias torrenciales ha obligado a reforzar saneamiento y drenaje. EMAYA impulsa actuaciones estructurales como la separación progresiva de redes pluviales y residuales, la construcción de una nueva depuradora de alta eficiencia y la instalación de tanques de tormenta en puntos estratégicos. La nueva EDAR Palma II, prevista para 2026, concentra una inversión de 142 millones de euros, cofinanciada al 80% por Next Generation EU, y “permitirá mejorar la capacidad de tratamiento y adaptarse a los retos medioambientales de los próximos años”. Incorpora un sistema de pretratamiento y tratamiento primario “diseñado específicamente para el tratamiento de toda la escorrentía de lluvia, con una capacidad de hasta 33.000 m³/hora”, lo que, según Femenias, ayuda a “gestionar eficazmente los grandes caudales generados durante los episodios de tormenta, reduciendo los vertidos al medio receptor y aportando un significativo beneficio medioambiental”. Paralelamente, la separación de redes busca evitar saturaciones y avanzar hacia “el objetivo de vertido cero”, mientras los nuevos tanques de tormenta contribuirán a regular caudales, reducir cierres de playas por contaminación y mejorar la resiliencia urbana.

Educación ambiental y participación ciudadana
EMAYA subraya que la concienciación social es tan determinante como la tecnología. “La gestión de la demanda y la cultura del ahorro son fundamentales para asegurar el futuro del agua”, afirma Femenias. Por ello impulsa programas educativos como “EMAYA en la escuela” y campañas de sensibilización sobre ahorro, reciclaje y protección ambiental en los barrios, con un objetivo explícito: “Queremos que cada ciudadano sea parte activa de la solución, no solo un usuario del servicio”.
A medio y largo plazo, Palma orienta sus prioridades a completar la nueva EDAR, consolidar Digital Aigua y seguir desplegando tanques de tormenta. “El reto es lograr un sistema urbano más flexible y preparado frente a los cambios climáticos, que combine eficiencia tecnológica y responsabilidad ambiental”, concluye Femenias.