Cómo el PERTE está redefiniendo la gestión del agua en España

Con más de 3.000 millones de euros previstos hasta 2026, este programa estratégico avanza hacia la creación de un sistema hídrico verdaderamente inteligente que marcará un punto de inflexión en la política del agua en España
Autor/es
Griselda Romero
Publicado en
09-12-2025

Cada episodio de sequía, lluvias torrenciales o roturas en redes recuerda la fragilidad de un recurso tan limitado como esencial. Pese a los avances normativos, una parte importante de los sistemas de control y planificación del agua sigue apoyándose en infraestructuras envejecidas y herramientas fragmentadas, insuficientes para responder a un contexto climático y demográfico más complejo.

En este escenario, España ha puesto en marcha una de las transformaciones más ambiciosas de su historia hídrica: el PERTE de Digitalización del Ciclo del Agua. Este programa integra conocimiento, tecnología y datos para modernizar la gestión del recurso y situar la digitalización en el centro de la seguridad hídrica, la eficiencia operativa y la sostenibilidad ambiental. El reportaje analiza cómo se despliega esta inversión pública, revisa la tercera convocatoria de ayudas para el ciclo urbano y la evolución del programa, y sitúa el PERTE como motor de un nuevo paradigma en la gestión del agua.

 

El PERTE de Digitalización del ciclo del Agua constituye una de las apuestas más ambiciosas del PRTR para modernizar la gestión de un recurso vital y tensionado como el agua. Tiene como objetivo principal avanzar en la modernización del ciclo de agua a través de tres herramientas: la digitalización, la innovación y la formación.

 

El PERTE del Agua: una estrategia de país

Aprobado en marzo de 2022 dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, el PERTE busca situar a España a la vanguardia europea en gestión hídrica digital. Persigue modernizar los ámbitos urbano, agrícola y ambiental mediante redes inteligentes, monitorización, interoperabilidad, optimización energética y transparencia en la toma de decisiones.

Su ambición supera el despliegue tecnológico: plantea transformar el modelo operativo y de gobernanza, promoviendo una gestión basada en datos y en la anticipación ante sequías, inundaciones o anomalías en redes e instalaciones. Con una inversión prevista de 3.060 millones de euros hasta 2026, responde a desafíos estructurales como el impacto del cambio climático, la presión de la demanda y la obsolescencia de infraestructuras con décadas de antigüedad.

El programa se articula en cuatro líneas. La primera refuerza la gobernanza mediante la actualización de la Ley de Aguas, la creación del Observatorio de la Gestión del Agua y un sello de gestión transparente. La segunda impulsa la digitalización de los organismos de cuenca, con el Registro Electrónico de Aguas, mejoras en redes de información hidrológica, modelización digital del ciclo hidrológico y el futuro Libro Digital del Agua.

La tercera —núcleo operativo del PERTE— despliega ayudas directas para digitalizar redes, reducir pérdidas, mejorar la eficiencia e implantar sistemas inteligentes de gestión en el ciclo urbano, el regadío y el sector industrial. La cuarta apuesta por formación e innovación, incorporando competencias digitales y proyectos de I+D+i.

En total, 1.940 millones corresponden a inversión pública directa y 1.120 millones proceden de colaboración público-privada. Esta arquitectura financiera subraya el carácter tractor del programa y su vocación de crear un ecosistema digital hídrico a escala nacional.

 

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La tercera convocatoria urbana: el salto a la operación digital

En el ciclo urbano, el PERTE ha lanzado tres convocatorias por valor de 550 millones de euros y 94 proyectos seleccionados. La última, resuelta en octubre de 2025, supone un punto de inflexión.

Dotada con 50 millones, recoge 14 proyectos con ayudas que cubren entre el 60 % y el 90 % de los costes. Representa una nueva generación de iniciativas centradas ya en la eficiencia operativa y no solo en el despliegue de tecnología. Incorporan sensorización avanzada, análisis en tiempo real, inteligencia artificial, gemelos digitales y ciberseguridad para infraestructuras críticas. Entre las entidades beneficiarias destacan EMACSA (Córdoba), ESAMUR (Murcia), Aguas de Burgos, ACOSOL, Agbar o Giahsa (Huelva), que desarrollan plataformas inteligentes, modelos predictivos y entornos integrados de gestión del ciclo urbano.

 

La tercera convocatoria de ayudas marca el paso de la digitalización experimental a la operativa, con proyectos 14 proyectos maduros que combinan eficiencia, sostenibilidad y gobernanza del dato para optimizar la gestión del agua urbana.

 

El enfoque colaborativo gana peso, con agrupaciones que conectan grandes operadores con municipios pequeños, facilitando la transferencia tecnológica y adaptando soluciones avanzadas a territorios con menor capacidad técnica. La tercera convocatoria consolida así el paso de la digitalización piloto a la operativa, y reafirma la función del PERTE como mecanismo de cohesión territorial.

 

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Tres convocatorias, un mismo impulso transformador

La evolución de las tres convocatorias evidencia un proceso progresivo en escala y madurez. La primera, resuelta en 2023 con 200 millones y 30 proyectos, sentó las bases tecnológicas: sensorización básica, control inteligente de consumos, reducción de pérdidas, monitorización de depuradoras y primeros gemelos digitales. La segunda, en 2024, incrementó la ambición con 300 millones y 50 proyectos, fortaleciendo la cooperación interadministrativa, extendiendo las soluciones a municipios pequeños y sumando plataformas integradas de información y eficiencia energética.

En conjunto, las convocatorias urbanas han movilizado más de 550 millones y beneficiado a más de 3.000 municipios, generando una masa crítica de conocimiento, cooperación y capacidad técnica sin precedentes en la política hídrica española. Más allá de las cifras, han marcado el paso hacia un modelo de gestión basado en interoperabilidad, anticipación y transparencia.

 

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Más allá del ciclo urbano: regadío y organismos de cuenca

El PERTE se despliega también en ámbitos clave como el regadío y la modernización de los organismos de cuenca, fundamentales para completar la digitalización del ciclo del agua.

En el sector agrícola, se han adjudicado proyectos para digitalizar comunidades de usuarios mediante telegestión, sensorización, monitorización del suelo y automatización de redes. Estas actuaciones buscan mejorar la eficiencia de unos sistemas de riego sometidos a crecientes presiones por sequía y disponibilidad de recursos, y generar datos interoperables con los del ciclo urbano.

La línea destinada a los organismos de cuenca prevé inversiones significativas para modernizar sistemas automáticos de información hidrológica, registros electrónicos, mecanismos de control del dominio público hidráulico y alertas en tiempo real. Estas actuaciones actúan sobre la fuente del recurso y sobre la gobernanza administrativa, creando un ecosistema integrado que conecta riego, cuencas y servicios urbanos.

 

La inversión pública como catalizador de la transformación digital

El despliegue del PERTE ha situado a España como referencia en digitalización hídrica en Europa. En apenas tres años, el programa ha pasado de ser una hoja de ruta a convertirse en un ecosistema operativo en el que tecnología, datos y cooperación institucional convergen para redefinir la gestión del agua.

La inversión pública ha impulsado la adopción de herramientas avanzadas —sensores IoT, analítica de datos, inteligencia artificial, gemelos digitales y ciberseguridad aplicada a infraestructuras críticas— que permiten monitorizar, anticipar y decidir en tiempo real sobre la base de datos interoperables. Con ello, se optimiza el rendimiento de redes, se reducen pérdidas, se mejora la eficiencia energética y se refuerza la resiliencia frente a sequías o inundaciones. La digitalización aporta además capacidad para medir el impacto ambiental y social de cada actuación.

 

El PERTE de Digitalización del Ciclo del Agua está impulsando un nuevo paradigma en la gestión hídrica urbana, al consolidar una infraestructura digital común que integra tecnología, datos y cooperación institucional para mejorar la eficiencia, la transparencia y la resiliencia frente al cambio climático.

 

El PERTE ha generado también una transformación cultural. La cooperación entre confederaciones hidrográficas, comunidades autónomas, entidades locales y operadores ha superado barreras históricas, favoreciendo estándares comunes, interoperabilidad de datos y metodologías compartidas. Además, ha fortalecido el tejido tecnológico vinculado al agua, implicando a empresas especializadas, universidades y centros de investigación.

 

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Los retos que aún persisten

Pese al avance, la digitalización del agua urbana enfrenta retos relevantes: disparidad territorial, obsolescencia de redes y sistemas de información, falta de personal técnico especializado y necesidad de garantizar la sostenibilidad económica de las infraestructuras digitales. Informes sectoriales apuntan que España necesitará inversiones adicionales para cumplir los objetivos de la Directiva Marco del Agua y adaptarse a escenarios climáticos más extremos.

En este contexto, el PERTE actúa como catalizador, pero su éxito dependerá de que los proyectos consoliden plataformas interoperables y duraderas, y de que los avances lleguen también a municipios medianos y rurales. Mantener el impulso y garantizar la continuidad de las inversiones será clave para consolidar los avances.

 

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Pese al avance alcanzado, la digitalización del agua urbana aún enfrenta retos estructurales —desigualdad territorial, obsolescencia de redes, falta de personal técnico y sostenibilidad económica— que condicionarán el éxito del PERTE y su extensión a todo el territorio.

 

La digitalización abre oportunidades para mejorar la eficiencia, reducir la huella hídrica y reforzar la resiliencia urbana, pero exige nuevos perfiles profesionales y marcos regulatorios ágiles. España se encuentra ante la oportunidad de liderar la gestión hídrica digital y sostenible, exportando conocimiento y tecnología. El éxito del PERTE no se medirá solo en sensores o algoritmos, sino en la capacidad de construir un sistema hídrico más justo, transparente y resiliente frente a los desafíos climáticos del siglo XXI.

 

 

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