Durante mucho tiempo, el dióxido de carbono procedente del biogás -el conocido como CO₂ biogénico- fue considerado por la industria como un residuo inevitable, un subproducto con poco valor añadido e, incluso, simplemente un coste asociado. Por esta razón, muchas plantas de biogás lo liberaban directamente a la atmósfera. Sin embargo, los cambios regulatorios europeos y el auge de los combustibles sostenibles han transformado esa percepción: hoy es un insumo estratégico para descarbonizar sectores difíciles de electrificar. Y es que a diferencia del de origen fósil, el CO₂ biogénico proviene de materia orgánica como residuos agrícolas, forestales o ganaderos y se integra en un ciclo natural de carbono, donde la biomasa absorbe este gas durante su crecimiento y lo devuelve al medio al degradarse, lo que permite considerarlo un recurso renovable.
Según la European Biogas Association (EBA, 2023), el CO₂ biogénico procedente del biometano será para el año 2027 la principal fuente de CO2 renovable en el continente. En este sentido, España, con su fuerte base agroganadera y disponibilidad de residuos valorizables, se perfila como uno de los países con mayor potencial de producción, aunque la brecha entre esa capacidad y la realidad sigue siendo amplia.
Según la European Biogas Association (2023), el CO₂ biogénico procedente del biometano será en 2027 la principal fuente de carbono renovable en Europa
De subproducto a recurso estratégico: la valorización del CO₂ biogénico
La digestión anaerobia de residuos agroganaderos, restos agrícolas o lodos de depuradora genera biogás, una mezcla compuesta principalmente por metano y dióxido de carbono. Gracias a procesos de upgrading, ese biogás se separa en dos corrientes diferenciadas: biometano, que puede inyectarse en la red gasista como sustituto directo del gas natural, y CO₂ biogénico, recurso que hoy adquiere un papel central en la transición energética. Este cambio de paradigma se entiende mejor si atendemos al contexto de nuestro país.
Como señala Nicolás Hernando, CO2 Manager de Biorig, “en España tenemos un potencial agroganadero muy fuerte que nos puede permitir producir grandes cantidades de biometano y CO₂ biogénico”. Para Biorig aprovechar estas corrientes no solo contribuye a sustituir insumos fósiles en múltiples sectores industriales, sino que también refuerza la seguridad energética del país, al mismo tiempo que aporta estabilidad a la economía circular. No en vano, nuestro territorio se sitúa como el tercer Estado miembro de la Unión Europea (UE) con mayor potencial de producir estos recursos.
Sin embargo, la brecha entre esa capacidad teórica y la realidad es todavía muy grande: mientras que en países como Francia o Alemania ya existen cientos de plantas operativas, en España apenas unas pocas están en funcionamiento. El margen de crecimiento, por tanto, es considerable, y convierte al mercado nacional en un espacio estratégico para inversores y operadores energéticos. Y el motivo de su atractivo es la facilidad de valorización que tiene este gas. A diferencia de otras formas de captura, en las plantas de biometano el dióxido de carbono se concentra en un flujo relativamente puro después del upgrading. Esto reduce los costes de tratamiento y permite alcanzar de manera sencilla niveles de pureza del 95%. Además, empleando tecnologías de membranas es posible escalar hasta calidades de grado alimentario (≥99%), lo que abre la puerta a su uso en la industria de bebidas y alimentación.
España es el tercer país de la UE con mayor potencial de producción de biometano y CO₂ biogénico, aunque todavía muy por detrás en número de plantas frente a Francia o Alemania
En comparación con otras tecnologías de captura directa de aire o de fuentes fósiles, el CO₂ biogénico presenta una eficiencia y un coste de captura mucho más competitivos, lo que lo convierte en un candidato prioritario para su despliegue industrial. La producción combinada de biometano y CO₂ biogénico tiene, además, un impacto directo en el desarrollo rural. Las plantas suelen estar ubicadas en zonas con alta disponibilidad de residuos agrícolas y ganaderos, lo que genera actividad económica local, crea empleo y ofrece nuevas oportunidades de negocio para el sector primario. Al mismo tiempo, contribuye a resolver un problema de gestión de residuos agroganaderos, transformando un pasivo ambiental en una doble vía de aprovechamiento: energía renovable y materia prima para la industria.
Como resume al respecto Hernando, “lo que vemos es un mercado en completa expansión, en el que España podría posicionarse como un proveedor de referencia de biometano y carbono renovable para el conjunto de la Unión Europea”.
Del refresco al combustible de aviación: las múltiples vidas del CO₂ biogénico
La creciente disponibilidad de CO₂ biogénico en las plantas de biometano abre un abanico de aplicaciones industriales que, en muchos casos, ya cuentan con mercados consolidados. Su versatilidad lo convierte en una materia prima capaz de integrarse en la cadena de valor de sectores estratégicos, desde la alimentación hasta los combustibles avanzados.
Alimentación y bebidas: un mercado ya operativo
La industria alimentaria y de bebidas constituye hoy uno de los principales consumidores de dióxido de carbono. Su uso se centra en procesos de carbonatación de refrescos y cervezas, en la creación de atmósferas protectoras para conservar alimentos y en operaciones específicas como la descafeinización del café o la vinificación. El CO₂ biogénico ofrece aquí una ventaja competitiva evidente: al sustituir al fósil, reduce la huella de carbono del producto final y contribuye a objetivos de sostenibilidad en un sector con alta exposición mediática y regulatoria. En este sentido, según Hernando, “la industria de fertilizantes y la alimentaria es probablemente la más grande en consumo de CO₂. Lo emplea de forma cotidiana, desde la carbonatación de bebidas hasta procesos como la extracción de la cafeína del café”.
“Vemos un mercado en completa expansión, en el que España podría posicionarse como un proveedor de referencia de carbono renovable para el conjunto de la Unión Europea”. Nicolás Hernando, CO₂ Manager de Biorig.
La facilidad para alcanzar calidad alimentaria en la purificación del gas convierte a este mercado en el destino natural y más inmediato para el CO₂ biogénico. Como señala la European Biogas Association (EBA, 2024), alrededor del 63% de la demanda europea de CO₂ líquido y sólido proviene del sector de alimentos y bebidas. Sustituir la fuente fósil por biogénica en esta proporción tendría un impacto inmediato en la reducción de emisiones de alcance 3 de las empresas, un aspecto cada vez más valorado por la distribución y por los consumidores.
Mahou San Miguel apuesta por el CO₂ biogénico para garantizar calidad, seguridad y competitividad en la industria cervecera
Para Mahou San Miguel, líder cervecero en España y con presencia en más de 70 mercados internacionales, el dióxido de carbono es esencial en todas las fases de producción. “En cervecería utilizamos CO₂ para tres funciones clave: la carbonatación, las atmósferas protectoras y presurización de tanques, y el envasado”, explica Bruno Martínez Falagán, director de Medioambiente. También en la dispensación de cerveza de barril el gas actúa como impulsor y protector frente al oxígeno.
La compañía aprovecha el CO₂ generado en la fermentación, que captura, limpia y reutiliza para ajustar la carbonatación y preservar la calidad. Este modelo reduce la dependencia de suministros externos y aporta ventajas en tres frentes: menor huella de carbono, seguridad de suministro y eficiencia, y nuevos usos de valor añadido. “Capturar y reutilizar CO₂ biogénico en nuestras plantas no sólo reduce emisiones, también garantiza suministro y abre nuevas vías de valor añadido”, resume Martínez Falagán.
Un ejemplo de esta apuesta es el proyecto europeo CHEERS, liderado por Mahou junto con once socios de cinco países, que desarrolla rutas para transformar CO₂ en compuestos como ácido caproico o desinfectantes clorados. “Estas cadenas reducen más de un 45% las emisiones frente a alternativas convencionales, con verificación por análisis de ciclo de vida”, apunta el directivo.
La integración del CO₂ biogénico se enmarca en la estrategia de descarbonización de Mahou San Miguel: en 2024 logró reducir un 5,42% sus emisiones respecto al año anterior, con electricidad 100% renovable en todos sus centros EMAS y una nueva planta de biomasa en Alovera que permitirá recortar un 95% las emisiones directas. “Recuperar y usar CO₂ biogénico no es sólo una decisión ambiental; es sinónimo de calidad, resiliencia y competitividad”, concluye Martínez Falagán.
Energía y combustibles sostenibles
El ámbito energético representa quizá el mayor horizonte de crecimiento. El CO₂ biogénico es un insumo esencial en la producción de combustibles sintéticos renovables. Al combinarse con hidrógeno verde, permite sintetizar e-fuels y, en particular, SAF (Sustainable Aviation Fuels), que serán imprescindibles para la descarbonización del transporte aéreo. “Estos combustibles renovables permiten al mercado adaptarse más rápido a la reducción de emisiones, sin obligar al consumidor a realizar inversiones elevadas en nuevo equipamiento”, añade Hernando.

Este punto es crítico en sectores como la aviación o el transporte marítimo, donde la electrificación total no es viable en el corto ni en el medio plazo. El marco regulatorio europeo refuerza además este escenario. El reglamento ReFuelEU Aviation, aprobado en 2023, establece que a partir de 2025 las aerolíneas deberán incorporar un porcentaje creciente de SAF en sus mezclas, llegando al 70% en 2050. Para cumplir este objetivo, la disponibilidad de carbono renovable como el CO₂ biogénico será determinante. De hecho, estudios recientes estiman que el potencial de captura de CO₂ en Europa podría alcanzar las 46 millones de toneladas en 2030 y superarlos 120 millones en 2050, si se aprovecha todo el desarrollo previsto de biometano.
Repsol: el CO₂ biogénico como palanca para los combustibles avanzados
Repsol, una de las compañías energéticas líderes en Europa y pionera en la producción de combustibles renovables en España, considera el CO₂ biogénico un pilar estratégico en el desarrollo de combustibles sintéticos, con especial protagonismo en los SAF (Sustainable Aviation Fuels). “El CO₂ biogénico es clave porque, al combinarse con hidrógeno renovable, permite producir combustibles prácticamente neutros en carbono, compatibles con los motores actuales y con la infraestructura de repostaje”, explica Carlos Díaz, Gerente Sr. de desarrollo de negocio de combustibles renovables en Repsol.
Esta visión se materializa en proyectos como la planta demostradora de Bilbao, en construcción con una inversión superior a los 100 millones de euros, destinada a producir carburantes sintéticos avanzados. El uso de CO₂ de origen biogénico frente al fósil ofrece ventajas claras: evita aumentar la concentración atmosférica de carbono y transforma un residuo en recurso. “Su carácter de ciclo corto lo convierte en la materia prima ideal para los e-fuels, alineándose con el objetivo de cero emisiones netas en 2050”, añade Díaz.
En este sentido, España, destaca el experto, cuenta con un elevado potencial gracias a su capacidad en energías renovables y a las industrias que utilizan biomasa, aunque advierte que será imprescindible disponer de energía a bajo coste y apoyo regulatorio para que ese potencial se materialice. No obstante, los retos no son menores. “La falta de un marco regulatorio específico y de estándares de certificación sólidos frena la inversión y dificulta escalar proyectos de CO₂ biogénico”, señala el directivo. A su forma de ver, es necesario un enfoque normativo que reconozca la interdependencia entre los diferentes combustibles y el papel complementario de los renovables junto a la electrificación.
En este contexto, la regulación será determinante para atraer inversión y garantizar certidumbre al sector. “La falta de un marco regulatorio específico en España limita el acceso a financiación y ralentiza la adopción de tecnologías de captura y uso de CO₂ biogénico. Es urgente reconocer el papel complementario de los combustibles renovables junto a la electromovilidad, para lograr una descarbonización del transporte que sea ágil, resiliente, segura y socialmente justa”, concluye.
Química y salud
El sector químico y médico es otro de los grandes consumidores de dióxido de carbono. Se emplea en procesos de síntesis (como la producción de carbonatos, urea o metanol), en esterilización hospitalaria, en el control de pH en el tratamiento de aguas o en aplicaciones farmacéuticas. Aquí, la calidad del gas debe ser especialmente estricta, lo que implica estándares más elevados de pureza y mayores inversiones en purificación.
La disponibilidad de un CO₂ renovable y competitivo en costes abre la posibilidad de reducir la dependencia del carbono fósil en industrias que, por su naturaleza crítica, no pueden renunciar a este insumo. Al mismo tiempo, ofrece un argumento de sostenibilidad para sectores sometidos a una regulación ambiental cada vez más exigente

Nuevos materiales
Más allá de los usos tradicionales, el CO₂ biogénico comienza a encontrar espacio en aplicaciones emergentes con gran potencial de innovación. Entre ellas destaca su incorporación en la fabricación de materiales de construcción, donde puede actuar como agente de curado del hormigón o como insumo en procesos de mineralización. Este enfoque no solo genera un producto útil, sino que permite un secuestro estable de carbono en materiales de larga vida útil, reforzando su papel dentro de la economía circular.
El interés por estas soluciones es creciente. Según un informe presentado en la European Biomass Conference (2025), en Europa ya se capturan anualmente cerca de 2 millones de toneladas de CO₂ biogénico, gran parte en plantas de bioetanol, con usos tanto químicos como materiales. Aunque esta cifra aún es modesta en comparación con la demanda global, marca el inicio de una cadena de valor que puede multiplicarse en la próxima década, especialmente en países con fuerte tejido agroindustrial como España.
Messer: el papel del CO₂ biogénico en un suministro sostenible
Para Messer, uno de los principales proveedores de gases industriales en España y Europa, el dióxido de carbono es una materia prima esencial con aplicaciones que van desde la carbonatación de bebidas y la conservación de alimentos hasta usos sanitarios en intervenciones quirúrgicas y dermatológicas.
“El suministro de CO₂ de Messer ha permitido optimizar procesos, mejorar la calidad de productos y garantizar la seguridad en operaciones en múltiples sectores industriales”, explica Isabel Martínez, Application Engineer – Decarbonization en Messer Ibérica de Gases. La compañía cuenta con una larga trayectoria en la comercialización de CO₂ biogénico, procedente de corrientes altamente concentradas que facilitan la captura y purificación.
Su actividad permite a los clientes disponer de un recurso con menor huella de carbono y alineado con la transición energética. “El CO₂ biogénico no solamente contribuye a disminuir la dependencia de fuentes fósiles y diversificar las fuentes de suministro, sino que también facilita a los sectores consumidores incorporar en sus procesos una materia prima con menor huella de carbono”, añade Martínez. Más allá de la pureza —equiparable entre CO₂ fósil y biogénico bajo los estándares internacionales—, la aceptación depende de la confianza en su origen y trazabilidad.
“Cada aplicación exige garantías claras, y por eso resulta esencial contar con certificados que aseguren la calidad y transmitan seguridad a los clientes”, advierte la experta. En cuanto a los principales retos de futuro, Messer apunta a la necesidad de desplegar grandes redes de distribución a lo largo de la Península Ibérica, que garanticen un suministro sostenible y resiliente a medio y largo plazo. “La disponibilidad de fuentes es limitada, y diversificar exige aprovechar corrientes menos concentradas con tecnologías avanzadas de captura que permitan mantener la competitividad del CO₂ biogénico frente al fósil”, finaliza Martínez.
Retos y oportunidades para el despliegue del CO₂ biogénico
Aunque el CO₂ biogénico se perfila como un recurso clave en la transición energética, su despliegue a gran escala enfrenta todavía desafíos que condicionan su consolidación en el mercado. Superar estas barreras será determinante para que España y Europa puedan aprovechar plenamente el potencial de este recurso.
Marco legal: la necesidad de reglas claras El primer reto es de carácter normativo. La falta de un marco regulatorio homogéneo en España genera incertidumbre para los promotores de proyectos. Como apunta Hernando, “siempre se necesita que el marco regulatorio sea estable. El hecho de tener normas que puedan diferir de una comunidad a otra o incluso entre municipios es un perjuicio. Sería positivo contar con un marco relativamente unificado que evite que los proyectos sufran retrasos importantes”.
La ausencia de reglas claras limita la capacidad de atraer inversión y retrasa la puesta en marcha de plantas, en un contexto en el que otros países del entorno ya han avanzado con políticas nacionales más ambiciosas.
Viabilidad económica y costes de captura
En el plano económico, la competitividad del CO₂ biogénico frente al fósil depende de los costes de captura, purificación y transporte. En este sentido, desde Biorig destacan una ventaja: “el coste de captura en las plantas de biometano es relativamente reducido, porque tras el upgrading la concentración de CO₂ es muy elevada. Basta con elevar un poco esa calidad, pasando de más del 95% a grados alimentarios por encima del 99%”, indica el CO2 manager de la compañía.
Este diferencial de costes respecto a tecnologías más complejas, como la captura directa del aire, convierte al CO₂ biogénico en un candidato atractivo. Sin embargo, el desarrollo de infraestructuras de transporte y almacenamiento será crucial para facilitar su acceso a diferentes industrias y evitar cuellos de botella.
Licencia social y aceptación pública
Otro de los grandes desafíos es la integración de las plantas de biogás y biometano en los entornos en los que operan. Pese a ser una tecnología segura, probada y con decenas de miles de plantas operando en Europa, en algunos municipios los proyectos enfrentan oposición vecinal. Hernando reconoce esta realidad, ligada a que en España apenas operan 15 instalaciones de biometano y es aún una tecnología en plena expansión: “Siempre que se introduce una nueva tecnología hay que hacer un trabajo muy importante de docencia, de explicar los beneficios y los riesgos reales. La estrategia de Biorig pasa por trabajar de manera cercana con las localidades y municipios, siendo muy transparentes, fomentando reinversiones comunitarias que financian proyectos locales y colaborando con el tejido local para la gestión de la planta”.
En otros países europeos, donde el despliegue es más avanzado y las plantas de biometano conviven con los vecinos, la experiencia demuestra que la transparencia y la generación de beneficios locales —empleo, impuestos, valorización de residuos— son elementos decisivos para ganar legitimidad social.
Escalabilidad y madurez tecnológica
Por último, la escalabilidad en la producción también marca límites. El sector del biometano en España, aunque cuenta con el tercer mayor potencial de Europa, aún se encuentra en plena fase de desarrollo, y tan solo operan 15 plantas de biometano en nuestro país, de las cuales muy pocas cuentan con sistemas de captura de CO2. Esto restringe la capacidad de producir volúmenes significativos de CO2 y hace necesario dar un impulso adicional a la producción de biometano y el fomento a la captura del dióxido de carbono biogénico para su posterior uso. “La escalabilidad directa de las plantas es complicada; buscamos la replicabilidad del modelo en múltiples instalaciones distribuidas, lo que además tiene beneficios para consumos locales y deslocalizados”, explica Hernando.
El uso de tecnologías maduras, como las membranas de separación, garantiza calidad y eficiencia en la captura. No obstante, la consolidación de una red distribuida de plantas será la clave para que el CO₂ biogénico alcance la masa crítica necesaria para abastecer mercados como el de los combustibles sintéticos.
PTECO₂: España puede ser un referente en Europa en producción y valorización de CO₂ biogénicos
Desde la Plataforma Tecnológica Española del CO₂ (PTECO₂), su director Pedro Mora Peris subraya el valor estratégico del CO₂ biogénico frente al fósil: “proviene de residuos orgánicos y forma parte del ciclo natural del carbono, por lo que al reutilizarse no añade carbono nuevo a la atmósfera y puede incluso generar emisiones negativas si se combina con tecnologías CAUC, dando lugar a la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono o BECCS”.
Mora destaca que sus usos abarcan desde la producción de e-fuels y SAF hasta la industria alimentaria y química, pasando por la fabricación de materiales sostenibles mediante procesos de carbonatación. “En definitiva, el CO₂ biogénico podría convertirse en un vector clave para una economía baja en carbono por su efecto sumidero de carbono”, resume. España, añade, dispone de un alto potencial de producción gracias a su base agroganadera y a las plantas de tratamiento de residuos, aunque advierte que será necesario desplegar infraestructuras específicas y contar con un marco regulatorio estable. “Existen incertidumbres sobre la trazabilidad y certificación del origen biogénico, lo que dificulta su inclusión en mercados voluntarios o regulados”, señala.
Con la vista puesta en los próximos años, PTECO₂ considera que nuestro país puede situarse entre los referentes europeos si desarrolla políticas adecuadas. “España tiene la oportunidad de convertirse en uno de los principales enclaves de producción y valorización de CO₂ biogénico en Europa, no solo para autoabastecerse, sino también para exportar productos derivados como e-fuels o materiales”, concluye Mora.
El futuro del CO₂ biogénico en España y Europa
El CO₂ biogénico se perfila como un recurso clave dentro de las estrategias de descarbonización y economía circular. Su principal ventaja frente al carbono de origen fósil es que se integra en el ciclo natural, lo que permite reducir emisiones netas e incluso alcanzar emisiones negativas cuando se combina con tecnologías de captura y almacenamiento (BECCS). Este carácter renovable lo convierte en una materia prima versátil para industrias como la alimentación, la química o la producción de combustibles sostenibles.
España cuenta con un elevado potencial de generación de CO₂ biogénico asociado a su base agroganadera y forestal, así como a las plantas de biogás y biometano en desarrollo. No obstante, el despliegue efectivo de esta corriente dependerá de la existencia de marcos regulatorios claros, de infraestructuras específicas para captura y transporte y de mecanismos de trazabilidad y certificación que garanticen su integración en los mercados de carbono.
En un contexto europeo donde la demanda de combustibles sintéticos y de componentes renovables para la industria se incrementará de forma progresiva, el CO₂ biogénico puede desempeñar un papel relevante en la transición energética. Su valorización no solo contribuiría al cumplimiento de los objetivos climáticos, sino que también reforzaría la seguridad de suministro, impulsaría el desarrollo rural y mejoraría la competitividad de la economía española en el marco del Pacto Verde Europeo.