Envases y circularidad: cómo cambiará el nuevo reglamento la realidad del envasado en Europa
Ante un panorama marcado por el aumento imparable de los residuos de envases, la Unión Europea ha aprobado una ley que transformará por completo la realidad del sector en los próximos 10 años.
Solo en 2022, la UE generó un total de 83,4 millones de toneladas de residuos de envases. Esto supone una media de 186,5 kg por persona, un incremento de casi el 25% en comparación con los niveles registrados una década antes. Pero el problema no se limita al volumen de residuos. Los envases utilizan grandes cantidades de materias primas vírgenes. En concreto, el 40% de todos los plásticos y el 50% del papel que se utilizan en el mercado europeo se destinan a la fabricación de envases. Sin embargo, la tasa de reciclado de envases en la UE fue del 65,4% en 2022, apenas un punto por encima del 64,2% registrado en 2011. Pese a los avances de los últimos años, la recogida selectiva sigue siendo insuficiente y los niveles de reciclaje están estancados.
Solo en 2022, la Unión Europea generó un total de 83,4 millones de toneladas de residuos de envases. Esto supone una media de 186,5 kg por persona
En este escenario, la medida más significativa ha sido la adopción del nuevo Reglamento sobre Envases y Residuos de Envases (PPWR, por sus siglas en inglés), que entró en vigor en febrero de 2025. Al tratarse de un reglamento, sus disposiciones son de aplicación directa en todos los Estados miembros, sin necesidad de transposición nacional. Esto garantiza una mayor armonización normativa y reduce el margen de interpretación y desarrollo normativo de los Estados, facilitando pues la emergencia de un mercado único para el envasado y los residuos de envases.
Sin duda, la ambición reguladora del nuevo reglamento es amplia. Se trata de una revisión integral del marco normativo aplicable a todos los envases puestos en el mercado europeo, con objetivos vinculantes y requisitos mínimos que se extenderán a lo largo de todo el ciclo de vida del envasado. Además, dado que casi todos los productos se envasan en alguna fase de su ciclo de vida, el reglamento incide, directa o indirectamente, en prácticamente todos los sectores económicos y en casi todos los hábitos de consumo de los ciudadanos. Hay pocos productos tan universales como el envasado.
“El PPWR marca un punto de inflexión para la industria del embalaje, ya que establece criterios de sostenibilidad ambiciosos como condición para acceder al mercado. Aunque aún quedan muchos detalles por definir, las empresas de toda la cadena de valor ya están tomando medidas” - Francesca Siciliano Stevens, secretaria general de EUROPEN.
Con el apoyo de expertas de varias organizaciones clave del sector, este reportaje analiza las claves del nuevo reglamento, las reacciones empresariales y las incógnitas que aún quedan por resolver. Entre las entidades consultadas figuran EUROPEN (la red europea que representa toda la cadena de valor del embalaje), EPPA (la alianza europea de envases de papel), Plastics Europe (la asociación de productores de plásticos en Europa) y EuRIC (la confederación europea de recicladores).

La afirmación de que el diseño es responsable del 80% de la huella ecológica de un producto se cita con frecuencia. Aunque esta cifra, procedente de la Fundación Ellen Macarthur, ha sido cuestionada, subraya una idea ampliamente aceptada: el diseño influye de forma decisiva en la huella ecológica de cualquier producto.
Esta importancia del diseño se refleja en la lógica del nuevo reglamento. Uno de los pilares más transformadores del PPWR es el artículo 6, que introduce un principio tan ambicioso como sencillo en su formulación: a partir de 2030, todos los envases puestos en el mercado deberán ser reciclables. Pero ¿qué significa esto en la práctica?
El Reglamento incide, directa o indirectamente, en prácticamente todos los sectores económicos y en casi todos los hábitos de consumo de los ciudadanos
Hasta ahora, no existía una definición jurídica única de lo que es un “envase reciclable”. El nuevo reglamento introduce dos condiciones claras: primero, el envase debe estar diseñado para facilitar su reciclaje, evitando elementos o mezclas que lo impidan o lo compliquen innecesariamente. Segundo, el envase debe poder reciclarse efectivamente en las instalaciones de recogida, clasificación y tratamiento existentes.
Para evaluar la reciclabilidad, el nuevo reglamento introduce un sistema de clasificación en tres niveles (A, B y C), que se aplicará desde 2030. Estos niveles corresponden a índices mínimos de reciclabilidad: el nivel A requiere un 95% o más, el B un 80%, y el C un mínimo de 70%. Solo los envases que entren dentro de alguna de estas tres categorías podrán comercializarse legalmente. A partir de 2038, la exigencia será mayor: solo se permitirán envases clasificados como A o B, y el nivel C quedará excluido del mercado. “El incumplimiento de estos criterios impedirá directamente la comercialización del envase”, advierte Sévrine Pereira, responsable de asuntos públicos en EUROPEN. La organización, que representa a toda la cadena de valor del envase, ha publicado una guía abierta para ayudar a entender los nuevos requisitos del reglamento.
“Si el envase está diseñado según las directrices de reciclabilidad pero no se recoge, clasifica, ni recicla en la práctica, entonces este embalaje no debería considerarse reciclable” - Maria Vera-Duran, responsable técnica sénior en EuRIC.
Aunque el sistema de niveles ya está definido legalmente, los criterios técnicos concretos aún están por publicarse. La Comisión Europea tiene hasta enero de 2028 para aprobar un acto delegado que establezca los parámetros de diseño para reciclabilidad y los métodos de evaluación correspondientes. Mientras tanto, el anexo II del reglamento ofrece una primera lista orientativa de factores que se tendrán en cuenta, desde la presencia de aditivos, etiquetas y recubrimientos, hasta la facilidad de vaciado o de desmontaje de los envases.

Para EuRIC, sin embargo, no hace falta esperar a que se definan todos los detalles técnicos para empezar a actuar. “Es de interés para toda la cadena de valor apoyar el desarrollo de la infraestructura de recolección, clasificación y reciclaje”, señala Maria Vera-Duran, responsable técnica sénior en la confederación europea de recicladores.
U no de los pilares del PPWR es la prevención de residuos. De hecho, la norma fija metas vinculantes para los Estados miembros, que deberán recortar la cantidad de residuos de envases generados en un 5% para 2030, un 10% para 2035 y un 15% para 2040, tomando como referencia los niveles de 2018. Sin embargo, el reglamento no se limita a introducir objetivos vinculantes.
Como se mencionó en la introducción, esta es una diferencia clave entre los reglamentos y las directivas, ya que los primeros son más específicos y desarrollados. “Aunque la minimización de los envases no es un concepto nuevo, las próximas normas introducen criterios más específicos”, explica Pereira, responsable de asuntos públicos en EUROPEN. Una de las medidas más relevantes de la ley es la obligación de reducir al mínimo el peso y volumen de los envases, limitando elementos como dobles paredes, falsos fondos o capas superfluas. A partir del 1 de enero de 2030, toda empresa deberá poder justificar técnicamente que sus envases están diseñados al mínimo necesario para garantizar la protección y higiene del producto.
Según EUROPEN, “las empresas [del sector] ya están evaluando y probando sus envases para adaptarse a estos requisitos, revisando sus diseños de envases para evitar el exceso de embalaje, mejorar la eficiencia del espacio y reducir el uso de materiales siempre que sea posible, al tiempo que se garantiza que no se vea comprometida la función principal del envase”.
Para garantizar la aplicación uniforme de esta medida, la Comisión solicitará a los organismos de normalización europeos que elaboren normas armonizadas para 2027. Estas especificarán los métodos para calcular y verificar el cumplimiento de los requisitos de minimización, teniendo en cuenta variables como el peso, el espesor del material, el volumen total y el espacio vacío. Sin embargo, se excluirán de esta obligación ciertos productos protegidos por indicaciones geográficas o derechos de diseño.
En esa misma línea, antes de febrero de 2028 se establecerán criterios para calcular el porcentaje de espacio vacío en los envases agrupados, de transporte o destinados al comercio electrónico. A partir de 2030, ese espacio no deberá superar el 50%, con ciertas excepciones.
vvvvvA partir de 2030, el reglamento también prevé la prohibición de determinados formatos de envases considerados innecesarios. Entre ellos figuran los envases de plástico de un solo uso para frutas y hortalizas frescas (menos de 1,5 kg), sobres monodosis para productos alimentarios y bebidas servidos en el lugar de consumo, bolsas de plástico muy ligeras (menos de 15 micras), así como envases monodosis de productos de higiene y cosmética en alojamientos turísticos. Conviene señalar que los Estados miembros podrán eximir de estas obligaciones a las microempresas, es decir, aquellas con menos de 10 empleados y menos de 2 millones de euros de facturación.
Uno de los casos más debatidos es el de los envases de papel con recubrimientos de plástico, habituales en productos alimentarios por sus propiedades de conservación. “Los materiales en contacto con alimentos deben proteger los alimentos y, por lo tanto, requieren un recubrimiento de barrera”, explica Annick Carpentier, directora de EPPA, la asociación empresarial que representa la cadena de valor de los envases de papel en Europa.
La industria trabaja activamente para reducir la cantidad de plástico empleada, sin comprometer la funcionalidad del envase. “Nuestros productos se recogen y reciclan en su mayoría con papel monomaterial, ya que el revestimiento de plástico no obstaculiza el reciclaje”, añade Carpentier. Con el objetivo de guiar a las empresas en este proceso, EPPA ha elaborado las directrices 4Egreen, que permiten evaluar la reciclabilidad de los envases de papel utilizando la infraestructura existente.
Por su parte, EuRIC espera que este reglamento facilite “una reducción en los formatos de envases multicapa o complejos que hoy terminan siendo incinerados o arrojados a vertederos”. Como ejemplo, señalan que, aunque las botellas de PET transparentes presentan altos índices de reciclabilidad, la calidad del PET reciclado de productos con otros colores es inferior y difícil de utilizar en un ciclo cerrado. Actualmente, “algunos fabricantes siguen utilizando otros colores y materiales solo para fines de marca”, advierte la organización.
Más allá de garantizar la reciclabilidad mediante el ecodiseño, el nuevo reglamento establece objetivos mínimos de contenido reciclado para determinados envases de plástico. Esta medida, que entrará en vigor en 2030, tiene como objetivo impulsar la demanda de polímeros reciclados y favorecer el desarrollo de un mercado secundario competitivo. Sin duda, la aplicación de estos requisitos tendrá un impacto significativo en toda la cadena de valor del plástico.
Según Plastics Europe, la normativa ya está impulsando a las empresas del sector a acelerar las inversiones en tecnologías de reciclaje, en particular el reciclaje químico, y a rediseñar los envases para que cumplan los criterios estipulados. “La introducción de objetivos obligatorios es un mecanismo esencial para impulsar la demanda de plásticos reciclados”, explica Lola Ruiz, responsable de comunicaciones digitales en Plastics Europe España. “Entre los miembros de Plastics Europe, varias empresas están adaptando activamente sus estrategias en previsión de estos cambios”, añade.
Los miembros de esta asociación empresarial producen actualmente más del 90% de todos los polímeros en Europa. La industria del reciclaje, representada por EuRIC, ha valorado positivamente esta medida, pero advierte sobre la urgencia de actuar. “La industria del reciclaje de plástico de la UE se enfrenta actualmente a una crisis debido a la baja demanda de materiales reciclados y al aumento de las importaciones de terceros países”, advierte Vera-Duran. “Hace apenas unas semanas, supimos que dos plantas de reciclaje de plástico cerrarán en Alemania, con una capacidad total de más de 70.000 toneladas anuales”, añade.
Además, la prohibición de exportar residuos plásticos a países no pertenecientes a la OCDE a partir de noviembre de 2026 aumentará aún más los residuos plásticos disponibles en la UE. Ante este panorama, el sector reclama inversiones inmediatas para ampliar la capacidad de reciclaje, y propone crear un fondo específico dentro del Fondo de Competitividad que impulse la circularidad del plástico. El establecimiento de objetivos obligatorios de contenido reciclado podría actuar como catalizador para ese cambio.
No obstante, aún persisten incertidumbres importantes sobre la aplicación práctica de esta medida, especialmente en sectores sensibles como el del envasado alimentario. El reciclado de poliolefinas (PE y PP, o rPO en conjunto) es menos maduro y enfrenta más desafíos técnicos que el del rPET. Dado que la infraestructura de reciclaje para estos materiales es todavía incipiente, los objetivos podrían verse frustrados si no se acelera la inversión en capacidad de reciclaje. “Fomentar la inversión en el sector es esencial para aumentar la oferta de plásticos reciclados de alta calidad, especialmente para su uso en aplicaciones como los materiales en contacto con alimentos”, subraya Ruiz de Plastics Europe.
Por el momento, queda por definir cómo se medirá y verificará el cumplimiento de estos objetivos. La Comisión Europea deberá concretar estos aspectos técnicos a través de actos delegados. Hasta que esta legislación secundaria no esté desarrollada, será demasiado pronto para extraer conclusiones sobre el impacto global en el mercado, según Plastics Europe.
Otro de los debates clave del PPWR gira en torno a si deberían establecerse objetivos de contenido reciclado también para materiales como el papel, el vidrio o el aluminio. Desde EPPA, que representa al sector del papel, se advierte que “imponer objetivos obligatorios de contenido reciclado puede generar serias preocupaciones en materia de higiene y seguridad alimentaria”. El sector, cuya tasa de reciclaje alcanza ya un 83,5% en el conjunto de la UE, argumenta que lo importante es que las fibras recuperadas se incorporen a nuevos productos, no necesariamente a los mismos tipos de productos. Por lo tanto, el uso de fibras recicladas en materiales en contacto con alimentos no debería ser obligatorio “sin una evaluación sólida del impacto higiénico, de seguridad y medioambiental de tal requisito”, según Carpentier.
“La industria necesita claridad jurídica y previsibilidad en las normas relacionadas con los envases. Es esencial contar con un marco adecuado que facilite el cumplimiento de las obligaciones legales”. Annick Carpentier, directora de EPPA.
Por su parte, la industria del plástico ha planteado dudas sobre la conveniencia de limitar los objetivos solo al plástico. “Creemos que los objetivos de contenido reciclado pueden ser una herramienta valiosa para impulsar la circularidad” afirma Ruiz, de Plastics Europe. “Hemos observado con interés que la Comisión Europea está considerando la ampliación de los objetivos de contenido reciclado a otros materiales a través de la próxima Ley de Economía Circular, y agradecemos esta reflexión más amplia”, añade. También EuRIC destaca la necesidad de considerar esta extensión a otros materiales, argumentando que permitiría repartir de forma más equitativa el esfuerzo hacia una mayor circularidad entre todos los actores del sector del envasado.
E l PPWR ha generado reacciones divergentes en los sectores del plástico y del papel, que se disputan su posición dentro del futuro sector de los envases. Mientras la industria del plástico considera que la ley impone medidas desproporcionadas y discriminatorias contra este material, el sector del papel argumenta que los objetivos de reutilización pueden terminar desplazando los envases basados en papel en favor de formatos reutilizables hechos con plásticos rígidos.
La postura de la industria del plástico
Las críticas del sector del plástico se han centrado en la introducción de medidas que afectan exclusivamente a este material. Entre ellas, destacan las cuotas obligatorias de contenido reciclado solo aplicables a envases plásticos o la prohibición de ciertos formatos de plástico ligero, como los utilizados para frutas y verduras de menos de 1,5 kg. Desde EuPC, la red europea de transformadores de plásticos, se ha llegado a argumentar que estas disposiciones vulneran el principio de igualdad de trato de la UE.
Más allá del plano legal, la industria advierte sobre posibles efectos no deseados. Actores del sector han señalado que la sustitución de envases de plástico por alternativas de papel o cartón podría, en ciertos casos, conllevar impactos mayores en términos de reciclabilidad e impacto ambiental. También se han señalado retos técnicos y logísticos. Por ejemplo, Plastics Europe ha alertado sobre las dificultades de cumplir con los objetivos de reutilización en aplicaciones como los envoltorios para palés. “Estos objetivos no reflejan la realidad operativa de las cadenas de suministro”, declara Ruiz, de Plastics Europe. “En muchos casos, las alternativas reutilizables aún no son viables desde el punto de vista técnico o económico, y los beneficios medioambientales no siempre están claros”, añade. En otras palabras, no existen alternativas reutilizables que tengan la misma funcionalidad y velocidad en procesos logísticos. Respecto a la prohibición de envases de plástico para frutas y verduras frescas por debajo de 1,5 kg, la industria ha alertado del riesgo de comprometer la conservación de los productos y aumentar el desperdicio alimentario. Desde Plastics Europe insisten en que, si bien apoyan los objetivos generales del PPWR y comparten la ambición de avanzar hacia una economía circular, “es esencial adoptar un enfoque equilibrado y proporcionado para garantizar que la PPWR cumpla sus objetivos de circularidad, salvaguardando al mismo tiempo la competitividad y la funcionalidad de las aplicaciones de envasado básicas”. Según la asociación empresarial, algunas medidas se dirigen de manera desproporcionada a los plásticos sin tener plenamente en cuenta sus ventajas funcionales, la innovación actual o la realidad logística.
La postura del sector papelero
En el otro lado del debate, el sector del papel, representado por EPPA, defiende que sus productos ofrecen una alternativa práctica y sostenible al plástico. “Nuestros productos son renovables, sostenibles y circulares”, afirma Carpentier, directora de la organización. Según la industria, su ventaja radica en el origen renovable del material y en sus elevadas tasas de reciclaje, que superan el 80 % en la UE. Sin embargo, la industria papelera también ha mostrado reservas ante algunas disposiciones del nuevo reglamento. Según la EPPA, el uso obligatorio de envases reutilizables en ciertos contextos podría incentivar la adopción de envases rígidos de plástico no reciclables. Un ejemplo sería el plástico Tritan, que ganó terreno en Francia tras la entrada en vigor de normas similares en 2023. Además, el sector defiende que los envases de papel de un solo uso cumplen funciones clave, como prevenir la contaminación alimentaria o facilitar el transporte de comida sobrante. “La reutilización debe prevalecer siempre que ofrezca un mejor resultado ambiental. Si el reciclaje tiene la mejor huella ambiental, se debe preferir el reciclaje a la reutilización”, concluye Carpentier.
En este contexto, la exención concedida al cartón respecto a los objetivos obligatorios de reutilización, adoptada por el Parlamento Europeo en mayo de 2024, fue celebrada por el sector como un reconocimiento a su sostenibilidad. Esta excepción, junto con la ausencia de prohibiciones específicas para envases de papel de un solo uso, podría impulsar el uso de este material para envases de un solo uso.
No obstante, organizaciones ecologistas advierten que este cambio no debe interpretarse como una solución. A su juicio, los envases de un solo uso, independientemente del material, conllevan impactos ambientales significativos. Por ello, subrayan que el reglamento no debe fomentar un simple cambio de material, sino impulsar una transformación real que priorice la prevención de residuos y la reutilización.
mación disponible para consumidores, gestores de residuos y operadores económicos, el nuevo reglamento también introduce normas armonizadas de etiquetado. Dada la heterogeneidad del etiquetado actual en los países de la UE, se espera que este proceso de armonización facilite la recogida y el reciclado en todo el continente.
A partir del 1 de enero de 2030, todos los envases deberán incorporar etiquetas claras, visibles y fácilmente legibles que indiquen a qué flujo de recogida deben dirigirse. Este etiquetado deberá estar presente tanto en el envase como en el contenedor correspondiente (cuando sea aplicable), utilizando una iconografía y códigos comunes en toda la UE. Tal iconografía deberá aplicarse por separado a cada componente en los envases multicomponente (por ejemplo, cuerpo y tapa). Además de mejorar la separación, el nuevo sistema podrá incluir información sobre la posibilidad de reutilización, el contenido reciclado y el uso de plásticos de origen biológico, reforzando así la transparencia sobre la circularidad del envase. El reglamento también permite el uso de etiquetas digitales, como códigos QR, que podrán aportar información adicional. No obstante, el etiquetado físico seguirá siendo obligatorio.
Voces del sector apuntan que este nuevo sistema es clave para lograr el objetivo de reciclar los envases a gran escala a partir del 1 de enero de 2035. “Mejorar los procesos de recogida y clasificación (input) es clave para mejorar la calidad de los materiales reciclados (output). Un etiquetado armonizado que facilite el proceso de clasificación a los consumidores es fundamental”, argumenta Vera-Duran, responsable técnica en EuRIC. Para la implementación del nuevo etiquetado, la Comisión Europea deberá adoptar actos ejecutivos antes de mediados de 2026, en los que se definirán los requisitos técnicos y visuales del nuevo sistema de etiquetado.
En definitiva, el nuevo reglamento sobre envases representa un cambio de paradigma para el sector, fruto de intensas negociaciones políticas y del creciente consenso sobre la necesidad de avanzar hacia un modelo más circular. Su alcance es amplio, con medidas que afectan a todo el ciclo de vida del envase, desde el diseño hasta la gestión de residuos.
No obstante, su aplicación efectiva dependerá en gran medida del desarrollo de la legislación secundaria, que la Comisión Europea deberá desarrollar a lo largo de los próximos 5 años. “El PPWR prevé más de 40 actos delegados que definirán la aplicación de los requisitos”, destaca Carpentier, directora de EPPA. “La claridad, la coherencia y la alineación con los sistemas de reciclaje actuales serán fundamentales para garantizar que esta medida aporte los beneficios medioambientales previstos sin comprometer la seguridad ni la funcionalidad”, concluye.