España y el biometano: una asignatura pendiente para la competitividad y la neutralidad climática

Con un potencial de producción estimado en 163 TWh anuales, el biometano se perfila como un vector estratégico para la transición energética y la descarbonización industrial en España.
Autor/es
Nuria Suárez
Publicado en
29-10-2025

En un momento en que Europa y sus Estados miembros aceleran los planes de transición energética, cada vez son más los actores que coinciden en que los gases renovables desempeñarán un papel esencial dentro de las estrategias nacionales de descarbonización. Su versatilidad y su elevado potencial energético los convierten en una pieza clave para garantizar un sistema más sostenible y resiliente.

Desde el propio sector energético español se advierte que, sin una apuesta decidida por los gases renovables, será imposible alcanzar los objetivos de neutralidad climática fijados por la Unión Europea. En este escenario, hemos conversado con expertos del panorama energético nacional: Francisco Repullo, expresidente de AEBIG y consultor independiente; Adrien Souchet, director de Biometano de Moeve, y fuentes de la empresa Naturgy, quienes coinciden en señalar que el gas verde se perfila como un vector imprescindible para el futuro energético.

 

Un sector maduro y en expansión

En la actualidad, aunque todavía existen áreas de mejora tecnológica, el sector de los gases renovables presenta un alto grado de madurez, como lo demuestran las cerca de 1.700 plantas ya operativas en Europa. Además, al producirse a partir de residuos locales, este gas contribuye directamente a la independencia energética y a la seguridad de suministro, al tiempo que reduce la necesidad de importar gas fósil.

Para el caso de España, todo apunta a que el biometano será un pilar clave en las estrategias nacionales de descarbonización, al posibilitar la sustitución progresiva del gas natural fósil gracias a su total compatibilidad. Aunque la molécula de metano es la misma, el biometano permite reducir más de un 90% las emisiones de CO₂ en todo su ciclo de vida y, además, puede aprovechar las infraestructuras existentes de gas natural sin necesidad de adaptaciones, facilitando su inyección directa en la red gasista y su uso en los mismos sectores que el gas natural.

Desde Moeve, Adrien Souchet subraya que el biometano será especialmente relevante como sustituto del gas natural en los sectores de difícil electrificación, como el transporte pesado, el marítimo o la industria. Además, destaca su papel como facilitador en la producción de nuevas energías, como el hidrógeno verde, contribuyendo así al cumplimiento de los objetivos climáticos y de la normativa vigente, entre ellos la Directiva de Energías Renovables y el Reglamento FuelEU Maritime.

 

De igual manera, desde Naturgy sostienen que la transición energética hacia un escenario Net Zero debe apoyarse en tres pilares fundamentales: garantizar el suministro, descarbonizar la economía y hacerlo a precios asequibles. En este sentido, advierten que la transición debe afrontarse “sin apriorismos tecnológicos, ya que descarbonizar no significa únicamente electrificar”. Adoptar tecnologías inmaduras de forma prematura, señalan, implica asumir costes que terminarían afectando tanto a la competitividad de la industria como a la renta disponible de las familias.

En línea con esta visión, Francisco Repullo enfatiza que el sector ya dispone de promotores, inversores, tecnología, conocimiento, ingenierías y, sobre todo, biogás, que se genera de forma continua y en gran medida se está desaprovechando, a pesar de la creciente demanda. “El potencial es real y ya existente, pero resulta imprescindible desplegar las instalaciones necesarias para aprovecharlo plenamente”, expone.

 

Potencial real aún desaprovechado

A pesar del optimismo imperante, existe un sentimiento común de que España aún no está aprovechando el enorme potencial del biometano, un vector energético que, además de aportar seguridad de suministro y capacidad de descarbonización, ofrece soluciones a la gestión de residuos, impulsa una transición justa, contribuye a la cohesión territorial y refuerza la competitividad de toda la cadena de valor.

En este sentido, los expertos señalan que el desarrollo del biometano en España aún se enfrenta a obstáculos significativos de carácter administrativo y técnico. La tramitación para poner en marcha una planta puede demorarse hasta cuatro años debido a la multiplicidad de autorizaciones y a la diversidad normativa entre comunidades autónomas, lo que complica la estandarización de los proyectos. A ello se suman las dificultades en la inyección a la red gasista, limitada por la falta de capacidad y encarecida por el uso del costoso reverse flow, que compromete la viabilidad económica. Finalmente, las restricciones en la conexión eléctrica, especialmente en zonas aisladas o deficitarias, convierten muchos puntos de acceso en inviables para nuevos desarrollos.

A estas dificultades se añade una escasa sensibilización social sobre los beneficios del biometano, pese a ser una tecnología madura y consolidada en Europa. “La falta de conocimiento por parte de las comunidades locales impide valorar su contribución a la independencia energética, la reducción de emisiones y la economía circular mediante el aprovechamiento de residuos agrícolas y ganaderos y la valorización del digestato como biofertilizante”, apunta Souchet.

Ante este escenario, desde Naturgy argumentan que “el verdadero catalizador para que esta oportunidad se materialice es contar con un marco regulatorio y normativo que impulse la producción y el consumo de biometano, ofreciendo seguridad a todos los agentes involucrados para transformar este gran potencial en realidad”.

Por su parte, Repullo añade que el propio sector debe hacer también un ejercicio de autocrítica, “evitando la presentación de proyectos inviables, mal planteados o mal documentados, que finalmente sirvan como argumentación para el rechazo social —que en su mayor parte no está justificado— o incluso peor, que se lleven a término instalaciones que sean un fracaso y se utilicen como referente negativo contra este sector”.

 

La urgencia de un marco regulatorio estable

Para acelerar el desarrollo del sector, contar con un marco regulatorio adecuado es decisivo tanto para el despliegue de proyectos de biometano como para atraer inversiones. Resulta imprescindible ofrecer visibilidad y estabilidad que permitan proyectar la demanda futura e impulsar nuevas iniciativas. De acuerdo con la opinión de los expertos, la ausencia de una regulación homogénea a nivel nacional incrementa las dificultades, mientras que la fijación de objetivos ambiciosos a escala estatal aparece como la clave para generar confianza y canalizar inversión hacia el biometano.

Repullo se muestra crítico con la ausencia de un marco regulatorio claro para los gases renovables, ya que, en su opinión, esta situación no afecta tanto a la financiación como al coste total de los proyectos, debido a las largas demoras en la obtención de permisos y licencias, condicionadas en ocasiones por el rechazo social. Por ello, considera que la Administración debería desempeñar un papel más proactivo, pues “todos los actores del sector estamos convencidos de la necesidad de esta actividad para la sociedad, así como del enorme potencial que tiene este país”.

Según el experto, los instrumentos de apoyo más eficaces para garantizar el despegue del sector pasan por la homologación y simplificación de los trámites burocráticos relacionados con el permitting, así como por una mayor dotación y formación de recursos en las administraciones, en línea con el potencial y los objetivos marcados. Además, manifiesta la necesidad de incrementar el conocimiento y la concienciación social sobre el valor que aporta el biometano, lo que exige una mejor comunicación por parte de todos los actores implicados.

Desde Naturgy insisten en que “no se trata tanto de pedir ayudas, sino de definir qué queremos ser y un marco normativo sencillo y estable que incentive las inversiones”. Actualmente, gran parte del biometano producido en España se exporta a países como Alemania y Holanda, donde ya existen sistemas de incentivos consolidados. Por ello, subrayan que “España necesita su propio plan para que el sector pueda desarrollarse y el biometano se comercialice dentro del país”.

 

Biometano y gestión eficiente de residuos

A sabiendas de que el uso de residuos como materia prima para producir biometano permite tanto su aprovechamiento y valorización como el empleo del digestato como biofertilizante en tierras de cultivo, las plantas de biometano se consolidan como una solución de gestión integral de residuos que, además, asegura un proceso con emisiones neutras de gases de efecto invernadero. “Al ubicarse en las proximidades de los centros de generación de estos residuos, no solo convierten subproductos en recursos valiosos, sino que también reducen los desplazamientos y evitan las emisiones asociadas al transporte”, sintetiza Souchet.

En la misma línea, Repullo recuerda que “los residuos orgánicos son la base de partida de este sector”, destacando que su gestión convierte un problema ambiental en una fuente de recursos renovables. Añade, además, que la verdadera aportación del biogás no se limita a sustituir combustibles fósiles por otros de origen orgánico, sino también a la reducción de emisiones gracias al tratamiento de estos residuos en las plantas de biogás.

Por su parte, desde Naturgy lo tienen claro: las plantas de biometano representan un eslabón crucial en el tratamiento de la materia orgánica de los residuos urbanos, ya que permiten reducir en un 10% la cantidad de desechos y, al mismo tiempo, generan una fuente de energía renovable. Por esta razón, afirman que “lo importante es la involucración de toda la sociedad en la recogida separada de los residuos urbanos, para permitir un mejor tratamiento de los mismos”.

 

 

Una oportunidad estratégica para España

Con la vista puesta en el futuro energético de España, las estimaciones de Sedigas apuntan a una capacidad de producción de biometano de 163 TWh al año, suficiente para cubrir entre el 45% y el 50% de la demanda nacional de gas natural. Este recurso se perfila como estratégico en sectores de difícil electrificación, como el transporte pesado, el marítimo o la industria.

Frente a este potencial, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) plantea una senda más gradual, con un objetivo de sustitución de entre el 5% y el 6%, hasta alcanzar los 20 TWh de biogás en 2030.

En este marco, Francisco Repullo considera que el objetivo fijado para 2030 es perfectamente realista, puesto que el sector ya dispone de promotores, inversores, tecnología, conocimiento, ingenierías y, sobre todo, biogás, un recurso que se genera de forma continua pero que en gran medida aún se desaprovecha, pese a la creciente demanda. No obstante, advierte que para materializar este potencial será necesario superar los retos regulatorios y técnicos previamente señalados, al tiempo que recuerda que los horizontes de largo plazo, como 2050, “quedan todavía muy lejos”.

 

Los gases renovables jugarán un papel crucial, ya que sin su concurrencia no será posible alcanzar los objetivos de descarbonización de la UE. Francisco Repullo, consultor independiente.

 

Con una visión igualmente optimista, Adrien Souchet destaca que España ha avanzado de forma notable en el impulso del biometano y señala la voluntad política y el respaldo institucional como catalizadores decisivos para consolidar este sector. “Esta voluntad se demuestra con la implicación de distintos órganos públicos de cada autonomía y las diferentes Guías y Hojas de Ruta que las Comunidades Autonomías están desarrollando”.

Para concluir, desde Naturgy subrayan que el biometano ofrece una solución inmediata y viable. A medida que aumente su participación en la mezcla de gas natural consumido por la industria, permitirá reducir de forma significativa la huella de carbono sin necesidad de inversiones adicionales en infraestructuras. En este contexto, “España afronta una decisión estratégica clave: consolidarse como exportador de energía o aprovechar su potencial de biometano para descarbonizar su industria y atraer nuevas inversiones”.

Con todo ello, los expertos coinciden en que el biometano constituye una de las grandes oportunidades energéticas para España. Aunque su despliegue exige superar retos regulatorios, administrativos e infraestructurales, el sector cuenta ya con los recursos, la tecnología y la capacidad inversora necesarios para consolidarlo. La clave, subrayan, reside en establecer objetivos nacionales ambiciosos y un marco normativo estable que permitan transformar este potencial en una realidad y situar a España como referente en la producción y aprovechamiento del biometano.

 

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