Déjà Vu

2023 arrancaba con el déjá vu del viejo debate sobre desalación versus trasvases, volviendo así a oír los mismos argumentos de hace 20 años en nuestros televisores, diarios y radios. La realidad, nos guste o no, es que la única forma de generar nuevos recursos hídricos es desalar.
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18-04-2023
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Empezamos el año 2023 con el déjá vu del viejo debate sobre desalación versus trasvases, volviendo así a oír los mismos argumentos de hace 20 años en nuestros televisores, diarios y radios. Los nuevos planes hidrológicos para 2023-2027 desatan de nuevo la guerra política, dejando poco espacio para posiciones intermedias o basadas en la ciencia o el conocimiento, que es algo que precisamente en España, y en el sector del agua, tenemos en cantidad y calidad.

La realidad, nos guste o no, es que la única forma de generar nuevos recursos hídricos es desalar. Incluso la reutilización, que deberíamos fomentar y priorizar sin duda por encima de la desalación, está limitada al volumen disponible de agua residual tratada. Dados los ciclos de sequía cada vez más frecuentes e intensos debido a los efectos del cambio climático, tendremos que recurrir a la desalación en mayor o menor medida (nadie dice que deba ser de modo exclusivo) aunque evidentemente sea más cara que otras opciones. La discusión está servida.

Pero dejemos ver adonde nos lleva esta guerra fratricida durante el 2023 y centrémonos en qué novedades nos ha traído el pasado año para nuestro sector.

En el campo legislativo, por fin contamos con el nuevo Real Decreto sobre aguas potables RD 3/2023 (¡número más fácil de recordar que los anteriores!), de 10 de enero (bueno, es del 2023 pero solo por 10). Tras diversas discusiones con el sector, manejo de varias versiones y borradores, tenemos ya este nuevo Real Decreto publicado que vemos puede afectar al sector de la desalación en primer lugar por los aspectos relacionados con la turbidez del agua potable en los distintos puntos de medición y sus distintos valores requeridos, y por otro, por la vuelta a parámetros de la legislación de 1990 como la dureza, que debe ser compatible con el valor del índice de Langelier (requerimientos que no estaban reflejados en la Directiva Europea 2020/2184) y podría causar incrementos de coste para la remineralización de nuestras plantas.

 

Los nuevos planes hidrológicos para 2023-2027 desatan de nuevo la guerra política, dejando poco espacio para posiciones intermedias o basadas en la ciencia o el conocimiento, que es algo que precisamente en España, y en el sector del agua, tenemos en cantidad y calidad.

 

Asimismo, la Unión Europea publicó en Octubre el borrador de propuesta de Directiva para el tratamiento de las aguas residuales, con el fin de actualizar la anterior, que tiene ya 30 años y gracias a la cual se consiguió que el 98% de las aguas residuales de la Unión sean recogidas y que el 92% sean tratadas adecuadamente. Los nuevos retos que plantea afrontar esta nueva Directiva son: la descarbonización y el avance hacia la neutralidad del sector, la responsabilidad de la industria en el tratamiento de los microcontaminantes (concepto “quien contamina paga”), mejorar el acceso al saneamiento (sobre todo para personas marginadas y vulnerables) y exigir el seguimiento de parámetros sanitarios para evaluar la calidad de las aguas.

Teniendo en cuenta que a partir del 26 de junio de 2023 entra también en vigor el nuevo Reglamento Europeo de Requisitos Mínimos para la Reutilización de las aguas residuales para la agricultura (publicado en 2020), vemos que tendremos que afrontar este nuevo año algunas adaptaciones de nuestras instalaciones, con inversiones y probablemente mayores costes de operación. Esto agrava asimismo la situación de los operadores, que ya vienen afrontando en muchos casos los sobrecostes debidos al incremento del precio de la energía (y otros suministros) durante el año cuya compensación no ha sido bien resuelta en los contratos y no parece fácil resolver desde el punto de vista legal y administrativo.

Afortunadamente, también están fluyendo inversiones por la vía de convocatorias diversas relacionadas con los fondos Next Generation; algunas directamente asociadas al agua (PERTE de Digitalización del Sector del Agua) y otras relacionadas indirectamente (PERTE del Biogás o PERTE de Economía Circular). Esperemos que sean adjudicados muchos proyectos y que sirvan para la modernización y el incremento de la sostenibilidad de nuestras infraestructuras hídricas. Tengo que mencionar también los fondos de los diferentes programas dedicados a la innovación (europeos, como LIFE o Horizon Europe, o nacionales, como los programas Misiones, Retos u otros de CDTI), en los que las empresas y centros de investigación españoles somos tan exitosos.

 

Esperemos que sean adjudicados muchos proyectos relacionadas con los fondos Next Generation y que sirvan para la modernización y el incremento de la sostenibilidad de nuestras infraestructuras hídricas.

 

Ha sido también un año rico en eventos, entre los que destacaría los congresos de nuestras asociaciones hermanas AEAS, en Córdoba en septiembre, EDS (European Desalination Society) en Las Palmas en Mayo, y las celebradas fuera de nuestras fronteras por la International Desalination Association, IDA (Sydney, Octubre) y la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reuso, Aladyr (Santiago de Chile, Octubre), donde las empresas españolas también tenemos siempre una importante representación técnica y comercial.

Nuestra asociación, AEDyR, realizó asimismo con un importante éxito, dos jornadas temáticas; la Jornada de agricultura y agua, que reunió a administraciones, comunidades de regantes y el sector del agua en Alicante en el mes de Mayo y la Jornada de Valorización de Salmueras de desaladoras en Málaga el pasado noviembre en el que se presentaron interesantes investigaciones sobre brine mining (minería de la salmuera; obtención de sales y productos químicos de las salmueras) o recuperación energética de los gradientes salinos.  Ambas jornadas fueron de especial relevancia porque trataron temas claves y actuales de nuestro país; la gestión del agua para la agricultura y el incremento de la sostenibilidad y la economía circular en el sector del agua.