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La metanización es una pieza fundamental en la transición hacia un futuro más sostenible, y parte crucial de la transformación ecológica que nuestro país requiere. En este sentido, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha publicado la Hoja de Ruta del Biogás, que cuenta con 43 líneas de actuación para multiplicar por 3,8 la producción sostenible de este gas de origen renovable hasta 2030.
Sin duda, cuando hablamos del biogás, hay consenso en que esta fuente de energía renovable cuenta con un futuro prometedor, pero su éxito depende de una gestión experta y cuidadosa de los residuos orgánicos, que únicamente puede ser proporcionada por quienes tienen un largo historial en esta área.
Las compañías con experiencia en gestión de residuos aportan conocimientos y habilidades esenciales para el correcto manejo de estos recursos en diferentes partes del proceso, como la recolección y clasificación, la optimización de los procesos de digestión anaeróbica, y la gestión y utilización de los subproductos derivados de la producción de biogás. Además, las plantas de producción de esta energía renovable requieren de una gestión integral que abarca desde el suministro de materias primas hasta la comercialización de la energía, pasando por el diseño y la operación de las instalaciones. Por todo ello, es clave contar con el conocimiento y el know-how necesarios en todas estas áreas.
Y es que tratar estos residuos conlleva, en su mayoría, multitud de retos, que me gustaría ejemplificar a través de varios casos concretos. Si consideramos, por ejemplo, los biorresiduos envasados, su valorización mediante metanización supone ser capaz previamente de separar los productos con un mínimo de impropios para, por un lado, no impactar en el buen funcionamiento del digestor; por otro lado, garantizar la correcta valorización del digerido. En el caso de los residuos municipales tipo FORS (fracción orgánica de recogida separada), contienen casi sistemáticamente impropios como bolsas o envases, y suelen requerir una etapa de depackaging para poder ser tratados vía metanización. De esta manera, la correcta selección del depackager se vuelve crítico.
Por su parte, ciertos biorresiduos pueden llegar a inhibir la reacción; por ejemplo, la glicerina no tratada por su alto contenido en azufre y/o sales, necesitan poder ser almacenados para ser introducidos posteriormente en el reactor en pequeñas cantidades. El diseño debe, por tanto, contemplar las adecuadas capacidades de almacenamiento para que la planta cuente con la suficiente versatilidad. Otros biorresiduos se reciben en pallet box, lo que supone prever en el diseño de la planta una suficiente capacidad de almacenamiento y una línea de lavado-desinfección para su posterior reenvío al productor de residuos.
Si nos ceñimos al proceso de producción, también nos encontramos con diferentes retos a lo largo de toda la cadena de valor. En primer lugar, se necesita garantizar un aprovisionamiento estable y sostenible de residuos orgánicos para alimentar las plantas. Socios como Veolia, expertos en la gestión de residuos, pueden seleccionar y suministrar los materiales más adecuados. Además, estos socios deben tener la capacidad logística para recoger y transportar grandes volúmenes de residuos de manera eficiente. En cuanto a la construcción y operación de las plantas, se requiere de actores con experiencia específica en este tipo de instalaciones. El biogás tiene particularidades técnicas que precisan de personal cualificado capaz de diseñar las plantas, operar la digestión anaerobia o gestionar el proceso de upgrade a biometano, entre otros. Contar con este conocimiento experto es clave para maximizar la producción, operar de forma estable y eficiente, y cumplir con la estricta normativa de seguridad. Por último, no por ello menos importante, estos socios pueden aportar una perspectiva valiosa sobre las regulaciones y políticas relativas a la gestión de residuos y la producción de biogás, algo especialmente útil en un entorno en constante cambio.
Con visión, ambición y especialización, nuestro país puede -y debe- posicionarse a la vanguardia de esta fuente renovable: disponemos del potencial, pero debemos construir sobre unas bases sólidas.
En Veolia lideramos el camino de la metanización, con una experiencia en la gestión de más de 130 unidades de valorización de biorresiduos en todo el mundo, habiendo desarrollado soluciones estándar de pretratamiento y almacenamiento de biorresiduos -incluso en mercados que actualmente carecen de ellas-. Con ello, sumamos una capacidad de 2,8 millones de toneladas de biorresiduos al año, que operamos actualmente a nivel mundial para diseñar nuestras nuevas plantas.
Solo con el conocimiento multidisciplinar adecuado será posible diseñar, construir y operar plantas eficientes y sostenibles, que contribuyan a la transformación ecológica y a la descarbonización de nuestro país al menor coste posible. En Veolia, contamos con la experiencia y capacidades necesarias para hacer del potencial del biogás y biometano, una realidad. Con visión, ambición y especialización, nuestro país puede -y debe- posicionarse a la vanguardia de esta fuente renovable: disponemos del potencial, pero debemos construir sobre unas bases sólidas. El camino empieza hoy, con las alianzas adecuadas. Es responsabilidad de las administraciones fomentar este tipo de colaboraciones, facilitando el marco regulatorio y las condiciones económicas; pero también es nuestra tarea buscar los mejores socios, como Veolia, y propiciar unas alianzas que aporten conocimiento, recursos y un valor estratégico duradero.