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La política de residuos en España se ha desarrollado tarde y con un enfoque de centralización excesivo. Vaya por delante que es evidente que había y hay que hacer un esfuerzo por parte del Gobierno español en este sentido, y por tanto bienvenido sea, pero las recientes normas (ley 7/2022 de residuos, así como el Reglamento de envases), notan el desorden y falta de planificación por abordar temas que Europa ya estaba exigiendo desde hacía tiempo.
Un ejemplo, a través de la ley 7/2022 se ha establecido un impuesto a la incineración y al vertido, que si bien está acertado que exista ya que hay comunidades donde no se hacía nada al respecto, ha supuesto una laminación competencial en aquellas comunidades que lo teníamos (canon de residuos), y que nos ha hecho avanzar mucho en políticas de prevención y reciclaje de residuos. Este hecho nos ha obligado a tratar con el Estado el traspaso de la gestión de este impuesto para poder seguir con la política desarrollada en Cataluña. Pero creo que esta no era la vía, en un Estado plurinacional hay que consensuar y respectar las particularidades de los diferentes territorios.
Se notan las prisas y falta de planificación del Estado, puede que acabe siendo multado por Europa en este campo de los residuos, por no cumplir objetivos. Ya veremos cuando tenga que aplicar los criterios efectivos en cuanto a los datos de residuos, porqué hasta ahora en el caso de los residuos municipales el tratamiento de la materia orgánica de la fracción resto lo considera compostaje, cuando en realidad no estamos hablando de materia orgánica recogida selectivamente y que es la que se tiene que considerar. Esto seguramente reducirá los porcentajes de recogida selectiva, situándose España en valores de tan solo el 20% de valorización material.
Este aspecto de incumplimiento, si al final se multa, quizá conlleve que el Estado se esfuerce en poner más recursos económicos para las comunidades. Si hay que avanzar en este campo, es necesario un incremento substancial de recursos disponibles para promover que todo el territorio puede desarrollar un auténtico esfuerzo en la recogida selectiva de los residuos. España tienen la asignatura pendiente de la separación de los bioresiduos, que suponen cerca del 40% de la composición de los residuos. Ese es uno de los principales vectores que se tendría que trabajar, y también avanzar en nuevas fracciones como los residuos textiles. Nosotros ya llevamos impulsando esta fracción y hemos abordado con el sector el Pacto para la Moda Circular, pacto voluntario entre instituciones y empresas de los diferentes eslabones de la cadena de valor textil de Cataluña que facilitará la incorporación de medidas de circularidad, el impulso de proyectos colaborativos y la mejora de la competitividad del sector.
Si hay que avanzar en este campo, es necesario un incremento substancial de recursos disponibles para promover que todo el territorio puede desarrollar un auténtico esfuerzo en la recogida selectiva y tratamiento de los residuos.
En cierta manera, muchas de las políticas que hemos impulsado desde Cataluña, cuando han entrado medidas estructurales por parte del Estado, ha comportado muchas veces el poco reconocimiento económico al esfuerzo desarrollado en Cataluña. Muchos de los fondos económicos recibidos han resultado insuficientes, creo que este sería un aspecto que tendría que replantearse el Estado.
En definitiva, estamos delante de una política de residuos en España que se está aplicando tarde, con falta de planificación, sin o con poco consenso territorial, y con un efecto centralizador que invade marcos competenciales propios de las comunidades. Comunidades, como la nuestra, que ha trabajado muchísimo y aún quiere –y debe- hacerlo más.