Colaboración e innovación para una economía circular
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Hace unas semanas los principales periódicos del continente destacaban el histórico acuerdo alcanzado in extremis y de madrugada en el seno de la Unión para la reconstrucción económica post Covid. Desde mi punto de vista hay dos grandes ganadores en este paso adelante sin precedentes. El primero –inapelable- es el propio espíritu comunitario que forjó la Unión Europea hace casi 30 años. El segundo triunfador es el medio ambiente. Con este pacto los 27 estados miembros dan cuerpo a lo que, hasta el momento, solo se perfilaba como aspiración recurrente: la salida de la crisis solo será posible a través de una transición hacia una economía verde, sostenible y circular.
Lo que hace unos meses sonaba poco más que a una declaración de buenas intenciones ha dejado de serlo, ya que esta vez entra en juego un actor clave: la financiación. Ya sabemos que un objetivo estratégico se convierte en una prioridad táctica en cuanto se le asigna un presupuesto. Pues bien, hemos llegado a ese punto. La Economía Circular jugará, por lo tanto y por fin, el papel protagónico que merece y que estamos defendiendo desde el Grupo Español de Crecimiento Verde (GECV) y desde otros muchos frentes de la sociedad civil, las instituciones y el sector empresarial.
La UE apuesta decididamente por una transición hacia una economía verde, sostenible y circular como prioridad táctica para la recuperación económica del continente.
Para empezar a trazar de una manera clara la dirección correcta del camino hacia la circularidad, debemos en primer lugar consolidar un escenario favorable determinado, entre otros aspectos, por un marco normativo eficiente y estable que proporcione certidumbre para abordar la transformación y las inversiones asociadas y que favorezca la interacción entre sectores; por un sistema de indicadores y procedimientos armonizados de medición de resultados, que permita monitorizar los progresos de las políticas y medidas desarrolladas; por un marco de colaboración público / privado que integre a todos los agentes de la sociedad civil, administraciones y empresas; y, por supuesto, por el efecto catalizador de la innovación abierta y colaborativa.
Respecto al primero, el marco legal y estratégico debe establecer objetivos para todos los agentes implicados, en base a una definición clara de roles y responsabilidades de cada uno. La evaluación de las políticas y la medición de su eficacia debe hacerse desde indicadores homogéneos y validados con criterios técnicos e incorporando, cuando sea posible, elementos de valoración del impacto ambiental. La existencia de métricas es crítica para la gestión del cambio que supone la transición hacia la circularidad.
Pero esta transición será inalcanzable sin un marco de alianzas y colaboración público/privado que integre a todos los agentes y sin una estrategia de desarrollo a través de cadenas de valor intersectoriales. Se deben establecer medidas para facilitar y acelerar la interacción entre sectores para cerrar ciclos productivos. Como ya hemos defendido en multitud de ocasiones desde el GECV, en una administración descentralizada como la nuestra necesitamos consolidar mecanismos de coordinación y colaboración entre administraciones, que permitan fijar objetivos comunes y favorecer un desarrollo armonizado en las diferentes regiones, reforzando a su vez la unidad de mercado, la seguridad jurídica y la solidaridad territorial.
Como no puede ser de otro modo, la innovación debe jugar, a partir de ahora y sin fecha de caducidad, el papel de acelerador en esta transición hacia un nuevo modelo de economía circular. Para ello debemos apostar con más fuerza por modelos de innovación abierta y colaborativa y con desarrollo de estrategias conjuntas entre administraciones y empresas. La innovación permitirá encontrar nuevas tecnologías, procesos, servicios, modelos de negocio y consumo más sostenibles, por lo que constituye un poderoso catalizador de la economía circular; a su vez, la aspiración de alcanzar un sistema circular fomentará ideas creativas e innovadoras. Las startups, más ágiles y flexibles, están siendo pioneras en utilizar modelos de negocio circulares.
La aceleración de la recuperación verde, de la cual forma parte la economía circular, va a ser clave para paliar las consecuencias de la crisis provocada por la Covid-19.
La economía circular ha llegado para quedarse. Este nuevo modelo implica el uso sostenible y eficiente de los recursos, con efectos positivos en la protección medioambiental y en la creación de valor para la sociedad en términos de empleo y de actividad económica. Es por ello, que cobra un especial protagonismo en el actual contexto de crisis sanitaria y económica. La aceleración de la recuperación verde, de la cual forma parte la economía circular, va a ser clave para paliar las consecuencias de la crisis Covid-19, y es tarea de todos no dejar pasar la oportunidad que supone para nuestro país.
Artículo publicado en el número 224 Julio/Agosto 2020