Día Mundial del Retrete: casi la mitad de la población mundial sigue sin tener un saneamiento seguro

Actualmente, más de 350 millones de personas siguen defecando al aire libre, una práctica que multiplica el riesgo de enfermedades y evidencia la brecha global en saneamiento básico
19-11-2025

Aunque pueda parecer un problema resuelto para gran parte del mundo desarrollado, la realidad global del saneamiento sigue siendo alarmante. Según la ONU, más de 3.400 millones de personas carecen hoy de un servicio de saneamiento gestionado de forma segura, lo que supone casi la mitad de la población mundial. Dentro de esta cifra, 354 millones de personas continúan practicando la defecación al aire libre, una práctica que aumenta drásticamente el riesgo de enfermedades y refleja una desigualdad estructural que atraviesa fronteras, géneros y generaciones.

 

Según la ONU, más de 3.400 millones de personas carecen hoy de un servicio de saneamiento gestionado de forma segura, lo que supone casi la mitad de la población mundial.

 

El Día Mundial del Retrete, que se celebra cada 19 de noviembre, vuelve a insistir en un mensaje que rara vez ocupa titulares pero que define la salud, la dignidad y el bienestar de comunidades enteras. La campaña de Naciones Unidas para 2025 —bajo el lema “Sanitation in a Changing World”— recuerda que el saneamiento no es solo disponer de un baño: es contar con sistemas capaces de soportar un mundo marcado por el cambio climático, la urbanización acelerada, las migraciones y la presión sobre los recursos hídricos. 

 

Saneamiento en un mundo que se transforma

Los sistemas de saneamiento no son ajenos a las tensiones globales. La ONU alerta de que las infraestructuras actuales están envejecidas, saturadas o mal adaptadas a los nuevos riesgos. En regiones expuestas a inundaciones, sequías o aumento del nivel del mar, los sistemas tradicionales de alcantarillado y depuración ya no funcionan de manera fiable.

La presión urbana también es determinante. La expansión de asentamientos informales y la llegada masiva de población a ciudades sin planificación urbana adecuada están dejando a millones sin acceso a un baño seguro. A esta ecuación se suman problemas estructurales como la falta de inversión, la escasa gobernanza y la ausencia de modelos de gestión sostenibles en zonas vulnerables.

 

 

En este sentido, la ONU es clara: el ritmo actual de avance no es suficiente. Para cumplir el ODS 6 —garantizar agua y saneamiento para todos en 2030— el mundo tendría que multiplicar su velocidad de progreso por cinco o seis veces. La cifra es aún más drástica para los países de ingresos bajos donde ese ritmo tendría que multiplicarse por 18 para garantizar el saneamiento básico.

La meta está lejos, y las cifras lo evidencian. A este ritmo, 3.000 millones de personas seguirán viviendo sin acceso a un retrete seguro en la fecha marcada como límite.

 

Para cumplir el ODS 6 —garantizar agua y saneamiento para todos en 2030— el mundo tendría que multiplicar su velocidad de progreso por cinco o seis veces. 

 

Un impacto que se siente en la salud, la igualdad y el medio ambiente

La falta de saneamiento seguro no es solo un problema de infraestructuras: es un reflejo de desigualdad. La exposición a enfermedades diarreicas y a patógenos transmitidos por el agua sigue siendo una de las principales causas de mortalidad infantil en países de ingresos bajos. De hecho, cada día casi 1.000 niños menores de cinco años mueren por enfermedades relacionadas con agua insalubre, falta de higiene y saneamiento deficiente, según la OMS.

 

Casi 1.000 niños menores de cinco años mueren al día por enfermedades relacionadas con agua insalubre, falta de higiene y saneamiento deficiente.

 

La desigualdad de género también está presente. En muchos lugares, mujeres y niñas se exponen a agresiones, acoso o inseguridad al no disponer de un espacio privado y seguro. Además, la gestión inadecuada de excrementos y aguas residuales produce contaminación de suelos, de agua y ecosistemas, comprometiendo la biodiversidad y la calidad de los recursos hídricos.

 

 

Aguas y economía circular: el rol del sector en la transición

A diferencia de lo que se pueda pensar una red de saneamiento eficiente no termina en el baño: continúa en la recogida, transporte, tratamiento y valorización de los residuos generados. Los lodos de depuradora, la recuperación de nutrientes, la producción de biogás o la reutilización del agua son elementos clave de un enfoque de economía circular aplicada al saneamiento.

Por ello, Naciones Unidas subraya la importancia de que los sistemas sean resilientes, eficientes y bajos en emisiones. Esto implica apostar por tecnologías descentralizadas, digitalización de redes, mejora de la eficiencia energética en depuradoras, filtros naturales, infraestructuras verdes y modelos de mantenimiento preventivo que reduzcan pérdidas y averías.

 

Un llamado a la acción en el Día Mundial del Saneamiento

La ONU es clara en este sentido: si queremos garantizar servicios de saneamiento seguros para todos se necesita inversión sostenida, políticas alineadas con los ODS, cooperación entre administraciones, innovación tecnológica, modelos de negocio inclusivos y una gobernanza que integre agua, saneamiento y residuos desde una visión ecosistémica.

 

“El mundo cambia —y seguirá cambiando—, pero hay una certeza que no se modifica: siempre necesitaremos un retrete”, afirma en su comunicado la ONU este 2025.

 

El desafío, como recalcan desde la organización, está en que ese retrete esté conectado a un sistema que proteja la salud, respete el medio ambiente y garantice la dignidad de todas las personas.

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