En los últimos años, Gipuzkoa ha protagonizado una de las transformaciones más profundas en materia de gestión de residuos a nivel estatal. Lo que en 2015 era un escenario marcado por la falta de infraestructuras, la dependencia del vertedero y una fuerte confrontación política, es hoy un modelo integral de tratamiento que cumple con antelación los objetivos europeos de economía circular, vertido cero y valorización. Un sistema público, planificado a largo plazo, que combina recogida selectiva, valorización material y energética, e innovación tecnológica.
Para profundizar en las claves de este proceso, entrevistamos a José Ignacio Asensio, diputado foral de Sostenibilidad de la Diputación Foral de Gipuzkoa y uno de los principales impulsores del actual modelo. En esta conversación, Asensio analiza el papel de la planificación multilegislatura, el liderazgo institucional, la colaboración público-privada y la transparencia como pilares para consolidar un sistema eficiente y replicable. También desgrana los datos actuales del territorio, las funciones del Complejo Medioambiental de Zubieta, y los nuevos proyectos en marcha para avanzar hacia fases más ambiciosas de economía circular y transición energética.

Gipuzkoa ha pasado en pocos años de una situación crítica en el tratamiento de los residuos a ser un referente nacional. ¿Cómo describiría el modelo actual y cuáles han sido las claves que han hecho posible esta transformación?
Gipuzkoa ha vivido una auténtica revolución en la gestión de los residuos. En apenas una década, hemos pasado de la parálisis y la confrontación a consolidar un modelo sólido, moderno y reconocido en Europa. La clave ha sido doble: planificación a largo plazo y liderazgo político. Planificación a través de una norma ambiciosa, como lo es el PIGRUG (Plan Integral de Gestión de Residuos de Gipuzkoa), para diseñar un sistema integral con infraestructuras que garantizan el cierre del ciclo; y liderazgo para ejecutarlo en tiempo y forma, pese a resistencias y polémicas.
Pero también ha sido una apuesta política clara: entendimos que la gestión de los residuos no es un fin en sí mismo, sino una palanca para la economía circular, la lucha contra el cambio climático y la modernización industrial. Hoy Gipuzkoa demuestra que es posible pasar de la crisis al liderazgo cuando existe voluntad y visión de futuro. Y, sobre todo, hemos construido un modelo que nos da autonomía estratégica: no dependemos de exportar residuos ni de decisiones externas, gestionamos nuestros recursos con seguridad y con visión de largo plazo.
El mensaje es claro: planificar, decidir y ejecutar. No hay atajos. La acción temprana y coherente genera resultados tangibles, reduce impactos ambientales y transforma un problema histórico en una oportunidad para avanzar hacia un modelo de economía circular
¿Qué cifras destacarían hoy en día como principales indicadores del éxito del modelo?
Los datos son claros y reflejan la transformación de Gipuzkoa. Hemos alcanzado una tasa de recogida selectiva del 60 %, 20 puntos por encima de la media española, con mancomunidades que superan el 70 % y 80 %. El vertido, que hace diez años superaba las 200.000 toneladas, se ha reducido a cero, cumpliendo así los objetivos de vertido cero en todo el territorio. La valorización de residuos supera el 55 % y, de hecho, ya hemos alcanzado los objetivos europeos de 2030. Asimismo, el clúster GK Recycling —que agrupa a más de un centenar de empresas dedicadas al reciclaje y la reutilización— genera 6.500 empleos y tiene un impacto económico directo de 650 millones de euros. Su facturación total alcanza 1.425 millones de euros, equivalente al 6 % del PIB guipuzcoano.
Ningún residuo urbano queda sin tratamiento, y la participación activa de la ciudadanía en todo el proceso refuerza la resiliencia del territorio, hoy un referente en gestión de residuos y economía circular.
Uno de los elementos diferenciales del modelo es la forma en la que se aplica la jerarquía de residuos. ¿Cómo se articula esta jerarquía en la planificación foral?
La jerarquía de residuos en Gipuzkoa es un principio operativo y estratégico. Hemos priorizado la prevención y la recogida selectiva, implantando sistemas eficaces y cercanos a la ciudadanía, como el quinto contenedor, que es un sistema amable, sencillo y con gran aceptación social. A continuación, promovemos la valorización material y energética, asegurando el vertido cero y que cada residuo tenga un destino útil. El Complejo Medioambiental de Gipuzkoa permite tratar el 100% de los residuos urbanos, recuperando materiales y generando energía limpia para abastecer a 62.000 hogares, lo que refuerza nuestra autonomía estratégica en gestión de residuos y energía. Este enfoque integral minimiza el impacto ambiental y convierte cada residuo en un recurso, transformando el sistema tradicional en un modelo de economía circular avanzado y replicable.
Las infraestructuras son la base de la economía circular. Sin instalaciones modernas y eficaces, es imposible cumplir los objetivos europeos de reciclaje y vertido cero
La valorización energética ha sido una pieza estratégica en el cierre del sistema y la eliminación del vertido de residuos. ¿Qué criterios técnicos y medioambientales justificaron su integración en el Complejo Medioambiental de Zubieta?
La valorización energética ha sido la pieza clave que ha permitido cerrar el ciclo de los residuos en Gipuzkoa. En un territorio pequeño, sin vertederos disponibles y con obligaciones europeas ineludibles, era imprescindible contar con una solución definitiva, segura y sostenible. Los criterios fueron tanto técnicos como medioambientales: garantizar vertido cero, recuperar materiales aprovechables y generar energía renovable a partir de los residuos no reciclables, siempre con el máximo control ambiental.
El Complejo Medioambiental de Zubieta se diseñó con la tecnología más avanzada de Europa, priorizando eficiencia, sostenibilidad y seguridad. ¿Qué balance hacen del funcionamiento de la planta desde su puesta en marcha?, ¿qué datos destacarían en cuanto a generación de energía, reducción de vertido o recuperación de materiales?
El balance es muy positivo. El Complejo Medioambiental de Gipuzkoa genera electricidad suficiente para 62.000 hogares al año, evitando miles de toneladas de emisiones de CO₂. Gracias a la planta, el vertido ha desaparecido por completo del territorio guipuzcoano, cumpliendo los objetivos de vertido cero. Actualmente, Zubieta trata unas 370.000 toneladas de residuos al año, con una capacidad de recuperación de 180.000 toneladas que pueden ser reutilizadas por la industria local. Además, se aprovecha energía a partir de los residuos no reciclables. La planta se ha consolidado como una infraestructura estratégica para la sostenibilidad del territorio, combinando eficiencia, seguridad y valorización de recursos.

¿Cree que la valorización energética está suficientemente comprendida y aceptada por la ciudadanía? ¿Qué herramientas han sido clave para revertir la percepción inicial?
Hemos tenido que hacer frente a la desinformación y los bulos vertidos por algunas asociaciones y organizaciones con vinculaciones partidarias concretas. Pero la evidencia técnica y la transparencia han desmontado todo ello. Hoy, tras años de funcionamiento seguro, transparente y eficaz, la ciudadanía ha comprobado que Zubieta es la solución y no genera ningún problema.
La clave ha sido abrir el sistema a la ciudadanía: se publican datos de emisiones en tiempo real, se realizan estudios epidemiológicos independientes, y se organizan visitas de escolares, asociaciones y técnicos a las instalaciones. Además, la comunicación sobre los beneficios de la planta ha permitido que la ciudadanía comprenda que Zubieta es una solución segura y eficaz. Una política de puertas abiertas con un enfoque pedagógico y transparente que ha generado confianza y ha consolidado la percepción de la planta como un instrumento clave de sostenibilidad para Gipuzkoa.
La ciudadanía no se convence solo con declaraciones; necesita hechos y acceso a la información. Por eso publicamos datos de emisiones en tiempo real, realizamos estudios independientes y abrimos las instalaciones
En su intervención durante Future4 Circularity 2025, hizo hincapié en la necesidad de planificación multilegislatura y liderazgo político para ejecutar infraestructuras estratégicas. ¿Qué lecciones extraería del caso de Zubieta para otros territorios que aún dependen del vertedero?
La principal lección es que la sostenibilidad requiere visión de largo plazo y valentía política. Las infraestructuras de residuos no pueden depender del cortoplacismo ni del cálculo electoral. Gipuzkoa perdió demasiados años en la confrontación, con vertederos colapsados y sistemas ineficaces.
Cuando se decidió apostar por una hoja de ruta multilegislatura, respaldada por normas claras como el PIGRUG y por la implicación de todos los actores —Diputación, Consorcio de Residuos, mancomunidades, municipios y ciudadanía—, fue posible cerrar el círculo y eliminar el vertido. El mensaje para otros territorios es claro: planificar, decidir y ejecutar. No hay atajos. La acción temprana y coherente genera resultados tangibles, reduce impactos ambientales y transforma un problema histórico en una oportunidad para avanzar hacia un modelo de economía circular.
Gipuzkoa ya es un referente, y nuestra misión es seguir avanzando sin conformarnos, transformando la sostenibilidad en una práctica cotidiana y en un motor de innovación para el territorio
¿Qué papel juegan esta y otras infraestructuras en el cumplimiento de los objetivos europeos de economía circular? ¿Qué ventajas tiene su enfoque frente a otros modelos de gestión?
Las infraestructuras son la base de la economía circular. Sin instalaciones modernas y eficaces, es imposible cumplir los objetivos europeos de reciclaje y vertido cero. Gipuzkoa lo demuestra: con un sistema integral, hemos adelantado diez años los objetivos marcados por Europa, gestionando todos los residuos urbanos sin vertederos y alcanzando los objetivos de reciclaje y valorización con antelación. Nuestro modelo es autosuficiente y equilibrado: no depende de exportar residuos ni de soluciones externas, y combina prevención, recogida selectiva, reciclaje y valorización energética de manera coherente. Además, el Complejo Medioambiental de Gipuzkoa, junto con el clúster GK Recycling y la implicación de la ciudadanía, permite transformar los residuos en recursos para la industria local, reforzando un enfoque sostenible, innovador y replicable en otros territorios.
Han mencionado en diversas ocasiones el esfuerzo por garantizar transparencia: datos públicos en tiempo real, estudios epidemiológicos, visitas escolares, etc. ¿Qué impacto ha tenido esta política de puertas abiertas en la confianza ciudadana?
La transparencia ha sido clave para generar confianza. La ciudadanía no se convence solo con declaraciones: necesita hechos y acceso a la información. Por eso publicamos datos de emisiones en tiempo real, realizamos estudios independientes y abrimos las instalaciones a escolares, asociaciones y técnicos. Este enfoque de puertas abiertas ha cambiado la percepción social: la gente comprende que el sistema es seguro, moderno y bajo control, y percibe las infraestructuras no como un riesgo, sino como una solución que transforma los residuos en energía y recursos útiles para la industria y el territorio.
¿Cómo se articula la gobernanza en el sistema foral?, ¿qué papel desempeñan el Consorcio, las mancomunidades y los municipios en la implementación de la estrategia?
La gobernanza en Gipuzkoa se basa en un modelo de cooperación institucional sólido. El Consorcio de Residuos de Gipuzkoa (GHK) tiene como función principal gestionar “en alta” los residuos urbanos, lo que incluye la creación y explotación de infraestructuras y la provisión de servicios a las mancomunidades. La Diputación impulsa la planificación estratégica y las inversiones, mientras que las mancomunidades se encargan de la recogida y gestión local de los residuos.
Los municipios, por su parte, trabajan en la sensibilización y educación ciudadana, acercando la estrategia a la ciudadanía. Es un engranaje que funciona porque todos los actores comparten un mismo objetivo: una Gipuzkoa más sostenible, eficiente y comprometida con la economía circular. Este modelo combina planificación, ejecución y participación ciudadana para lograr resultados efectivos y medibles.
La colaboración públicoprivada no solo mejora la eficiencia del sistema, sino que también genera empleo, conocimiento y oportunidades de innovación que benefician a toda la sociedad
Una vez alcanzados los objetivos de 2030, ¿cuáles son los próximos desafíos de Gipuzkoa en materia de residuos?
Gipuzkoa ha alcanzado niveles de excelencia en recogida selectiva, valorización y vertido cero, pero el reto ahora es consolidar estos logros y seguir mejorando. No se trata solo de mantener el sistema, sino de optimizarlo, explorar nuevas fracciones de residuos y fomentar una participación ciudadana aún más activa en la economía circular.
El objetivo es que cada residuo se reduzca en origen, se aproveche como recurso y contribuya a un modelo de consumo más sostenible, generando beneficios ambientales, sociales y económicos de manera continua. Gipuzkoa ya es un referente, y nuestra misión es seguir avanzando sin conformarnos, transformando la sostenibilidad en una práctica cotidiana y en un motor de innovación para el territorio.
¿Qué proyectos o iniciativas están impulsando actualmente desde la Diputación para avanzar hacia fases más ambiciosas de economía circular?
En Gipuzkoa estamos apostando por proyectos que combinan innovación, sostenibilidad y generación de empleo, consolidando un modelo de economía circular integral. Un ejemplo es el Centro de Preparación para la Reutilización y Reciclaje (CPR) de Zubieta, cuya construcción cuenta con una inversión de 15,7 millones de euros y se prevé que esté operativo a mediados de 2026. Esta infraestructura gestionará 12.600 toneladas anuales de residuos textiles, centrando su actividad en la reutilización y reparación. Generará 100 nuevos empleos, de los cuales el 55 % estarán reservados a personas en situación de inserción social, y contribuirá a reducir un 10 % las emisiones de CO₂ del territorio, avanzando en la transición hacia un modelo sostenible y justo.
Por otro lado, estamos impulsando la valorización energética de residuos orgánicos mediante la conversión del biogás generado en el Complejo Medioambiental de Gipuzkoa (CMG2) en biometano o gas verde. Gracias a un acuerdo con la empresa GIBISA, se instalará una unidad de upgrading que transformará el 50 % del biogás en biometano inyectable en la red de gas natural, mientras que el otro 50 % se seguirá utilizando para generar electricidad verde. Esta instalación, con tecnología de vanguardia, refuerza la eficiencia energética, reduce emisiones y sitúa a Gipuzkoa a la cabeza en soluciones avanzadas de economía circular y transición energética.
Asimismo, desde GHK hemos dado un paso pionero en la estrategia de descarbonización con la incorporación del primer camión pesado eléctrico en serie de Europa, que ya opera en Gipuzkoa. Esta iniciativa, fruto de la colaboración público-privada, marca la senda hacia la electrificación total del transporte de residuos y refuerza nuestro compromiso con una economía circular más ambiciosa, innovadora y climáticamente neutra.
Finalmente, con CIDETEC y la Fundación de Cambio Climático de Gipuzkoa, Naturklima, estamos desarrollando un laboratorio pionero para el reciclaje de baterías, que permitirá caracterizar y reutilizar materiales críticos, fomentando la innovación tecnológica y reforzando la autonomía estratégica del territorio en sectores clave para la movilidad y la energía limpia.
Con estas iniciativas, Gipuzkoa no solo gestiona residuos, sino que genera empleo de calidad, impulsa innovación tecnológica y refuerza un modelo energético limpio y descarbonizado.
Cada año de retraso aumenta el coste ambiental, económico y social. Apostar por la economía circular no es solo cumplir la ley: es una oportunidad de modernización, innovación y competitividad para cualquier territorio
¿Qué papel atribuye a la colaboración públicoprivada en el desarrollo de infraestructuras y soluciones innovadoras en el ámbito de la gestión de residuos?
La colaboración público-privada es fundamental para impulsar la economía circular y la innovación en la gestión de residuos. Las instituciones públicas establecen la estrategia, la planificación y los objetivos de sostenibilidad, pero para transformar esas metas en soluciones reales, tecnológicamente avanzadas y eficientes, es imprescindible la cooperación con el sector privado.
En Gipuzkoa, este equilibrio ha sido clave: infraestructuras públicas de referencia combinadas con la capacidad tecnológica y de gestión de empresas innovadoras han permitido ejecutar proyectos con rapidez, garantizar seguridad y calidad, y reforzar la autonomía estratégica del territorio.
La colaboración público-privada no solo mejora la eficiencia del sistema, sino que también genera empleo, conocimiento y oportunidades de innovación que benefician a toda la sociedad. ¿Cree que el modelo de Gipuzkoa puede ser replicable en otras regiones del Estado? ¿Qué condiciones considera imprescindibles para ello?
Sí, el modelo de Gipuzkoa es replicable. Su éxito no depende de condiciones geográficas o singulares, sino de voluntad política, planificación a largo plazo y liderazgo institucional. Cualquier territorio que adopte la jerarquía de residuos, apueste por infraestructuras modernas y gestione de manera coordinada puede avanzar hacia un sistema integral.
La condición imprescindible es superar la improvisación y la confrontación, comprometerse con la sostenibilidad y ejecutar un modelo coherente que combine prevención, recogida selectiva, valorización y educación ciudadana. Cuando existe esa determinación, los resultados llegan con rapidez y generan beneficios sociales, ambientales y económicos claros.
Si tuviera que lanzar un mensaje a los responsables públicos que hoy aún dudan sobre cómo afrontar la transformación de sus sistemas de residuos, ¿cuál sería su principal consejo desde la experiencia de Gipuzkoa?
Mi consejo es claro: no hay tiempo que perder. Cada año de retraso aumenta el coste ambiental, económico y social. Gipuzkoa perdió demasiado tiempo en disputas y lo sufrió con vertederos colapsados. Cuando se actúa con decisión, los resultados son rápidos y visibles, y la ciudadanía lo reconoce. Apostar por la economía circular no es solo cumplir la ley: es una oportunidad de modernización, innovación y competitividad para cualquier territorio.

