Investigadores del CSIC reescriben las rutas de transporte global de los contaminantes PFAS hasta la Antártida
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Un estudio liderado por el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) y el Instituto de Química Orgánica General (IQOG-CSIC) ha descubierto que los ácidos perfluoroalquilados (PFAAs), compuestos sintéticos de uso industrial y doméstico, alcanzan niveles hasta ahora inesperados en las aguas próximas a la Antártida.
El trabajo, publicado en la revista Communications Earth & Environment, es el primero que demuestra que los PFAAs que llegan a la región a través de aerosoles marinos y su deposición atmosférica húmeda, mediante lluvia o nieve, terminan acumulándose en el océano Austral cercano a la península Antártica. El estudio obliga a replantear los mecanismos de transporte dominantes de estos contaminantes a escala global.
Las sustancias per- y polifluoralquiladas (PFAS) forman una amplia familia de compuestos químicos extremadamente resistentes a la degradación. Por sus propiedades, se han utilizado como antiadherentes en envases de alimentos, textiles, materiales de construcción, espumas de extinción de incendios, cosméticos y otros productos de consumo.
Las sustancias per- y polifluoralquiladas (PFAS) forman una amplia familia de compuestos químicos extremadamente resistentes a la degradación.
Algunos, como el ácido perfluorooctanoico (PFOA), son cancerígenos en humanos y otros animales, mientras que otros, como el sulfonato de perfluorooctano (PFOS), se consideran posibles cancerígenos según la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer de la OMS. A su amplia distribución global se suma su persistencia extrema en el medio ambiente, motivo por el que se conocen como químicos eternos.
Transporte atmosférico hasta una región remota
Hace quince años se sugirió que los PFAS no podían llegar a la Antártida a través de las corrientes oceánicas. El equipo del CSIC demuestra ahora que sí lo hacen, pero por vía atmosférica. Según explica Jordi Dachs, científico del IDAEA-CSIC e investigador principal del proyecto sobre contaminación global, estos compuestos alcanzan la región transportados por aerosoles marinos y precipitan mediante lluvia o nieve, incrementando sus concentraciones en una zona tan remota como la Antártida.
Los compuestos PFAS son transportados por aerosoles marinos y precipitan mediante lluvia o nieve, incrementando sus concentraciones en una zona tan remota como la Antártida.
Los resultados se han obtenido a partir de dos campañas oceanográficas realizadas en 2021 y 2022, en las que se recogieron muestras de agua desde el Atlántico Norte hasta el océano Antártico utilizando la misma metodología. La investigación muestra que las concentraciones de PFAAs son similares en zonas atlánticas y antárticas, lo que confirma su distribución global. Los niveles más elevados se detectaron en aguas oceánicas influenciadas por las costas de Brasil y Argentina.
El uso de una metodología homogénea ha permitido comparar directamente las distintas regiones. Tal como señala Begoña Jiménez, coinvestigadora principal del proyecto, los niveles de PFAAs en la Antártida resultan comparables a los del Atlántico Norte, una zona mucho más próxima a las fuentes antropogénicas de contaminación.
Según el estudio, los niveles de PFAAs en la Antártida resultan comparables a los del Atlántico Norte, una zona mucho más próxima a las fuentes antropogénicas de contaminación.
Persistencia, riesgo a largo plazo y regulación europea
La capacidad de transporte a larga distancia, unida a la persistencia, facilita que estos compuestos se acumulen en el medio, ya que no existen vías de eliminación que compensen su entrada continua, tal y como subraya Núria Trilla-Prieto, investigadora del IDAEA-CSIC y primera autora del trabajo.
Los investigadores destacan que la persistencia química de los PFAS es el factor clave que determina su riesgo ambiental a largo plazo. En este contexto, la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) está evaluando científicamente una propuesta para restringir el uso de PFAS en la Unión Europea. La investigación liderada por el IDAEA-CSIC y el IQOG-CSIC aporta evidencias relevantes que respaldan este proceso regulatorio y refuerzan la necesidad de abordar estos químicos eternos desde una perspectiva global.

