“La agricultura debe sentarse en la mesa de la energía si queremos una economía neutra en carbono”

Entrevista a Luc Vernet, secretario general de Farm Europe

La transición hacia una economía neutra en carbono en Europa no podrá lograrse sin activar todo el potencial del sector agroalimentario. Así lo defiende Luc Vernet, secretario general de Farm Europe, un influyente think tank con sede en Bruselas que impulsa propuestas políticas sobre agricultura, alimentación, bioeconomía y desarrollo rural. Con una dilatada trayectoria en las instituciones europeas, Vernet analiza en esta entrevista los retos y las oportunidades que representa el despliegue del biogás y el biometano en el medio rural europeo.

Desde la falta de señales políticas estables hasta los obstáculos normativos y presupuestarios, el responsable de Farm Europe alerta de los desequilibrios entre los objetivos marcados —como los 35 bcm de producción de biometano en 2030 recogidos en el plan REPowerEU— y los medios realmente disponibles para alcanzarlos. A lo largo de esta conversación, reflexiona también sobre la integración de la bioenergía en la PAC, la necesidad de una visión más coherente entre las políticas agrícola, energética y medioambiental, y la importancia de reforzar la colaboración público-privada para acelerar la implantación de soluciones ya disponibles.

 

La agricultura europea se enfrenta a un shock de desinversión: faltan 95.000 millones de euros en la propuesta presupuestaria de la Comisión para el periodo 2028–2034

 

Desde su perspectiva en Farm Europe, ¿como valora el estado actual del desarrollo del biogás y el biometano en la Unión Europea? ¿Estamos avanzando al ritmo adecuado para alcanzar los objetivos establecidos en el marco del Green Deal y REPowerEU, como los 35 bcm de producción de biometano en 2030?

La Unión Europea tiene la ambición de transformar su economía en una más sostenible, circular y neutra en carbono, con el objetivo de alcanzar sus metas climáticas y energéticas para 2030 y lograr la neutralidad climática en 2050, al tiempo que reduce su dependencia de los combustibles fósiles importados. En este contexto, los biocarburantes, tanto líquidos como gaseosos, incluido el biometano, tienen un papel esencial que desempeñar en la descarbonización del suministro energético, la producción de calefacción y electricidad, el transporte y otros sectores clave.

Hoy por hoy, consideramos que la Unión Europea no está dotándose de los medios necesarios para alcanzar estas ambiciones. Establece objetivos muy ambiciosos, pero no crea las condiciones para lograrlos ni para movilizar capital privado.

En primer lugar, los riesgos regulatorios en la UE son demasiado elevados. La Comisión Europea tiende a ser muy específica, no solo al establecer los objetivos, sino también al definir las vías industriales para alcanzarlos a través de su legislación secundaria. En términos concretos, estas regulaciones pueden modificarse con demasiada facilidad, al margen de procesos transparentes y democráticos. Esto representa un riesgo sistémico considerable para las inversiones, que quedan a merced de cambios de rumbo repentinos dentro de la propia Comisión. Además, la UE no garantiza la reciprocidad de sus propias normas: los elevados costes de cumplimiento exigidos a los productores europeos no se aplican con el mismo rigor a los productos importados. Cuando existen controles, su aplicación es débil.

En segundo lugar, deberíamos integrar mucho mejor el hecho de que una economía neutra en carbono depende, en gran medida, de una bioeconomía basada en carbono biogénico circular procedente de la agricultura. En este contexto, la disponibilidad de materias primas constituye un recurso estratégico. Si queremos una bioeconomía pujante, debemos desbloquear el potencial de la agricultura europea, fijando una ambición clara de intensificación sostenible. Para impulsar este desarrollo, necesitamos más biomasa. Sin embargo, el sector agrario de la UE se enfrenta actualmente a un shock de desinversión impulsado por la Comisión Europea: en la propuesta presupuestaria para el periodo 2028–2034 faltan 95.000 millones de euros destinados a la agricultura.

 

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¿Qué papel deberían desempeñar la agricultura y la ganadería en la producción de gases renovables en Europa? ¿Considera que el biometano representa una oportunidad realista para mejorar la sostenibilidad, impulsar modelos de economía circular y aumentar la rentabilidad de las explotaciones, especialmente en zonas rurales?

Sin duda. La agricultura y la ganadería tienen un papel decisivo que desempeñar en la producción de gases renovables en Europa, siempre que las políticas de la UE permitan una intensificación sostenible de la producción agrícola y creen las condiciones para la inversión.

 

"La agricultura y la ganadería tienen un papel decisivo en la producción de gases renovables en Europa, siempre que las políticas de la UE permitan una intensificación sostenible y creen las condiciones necesarias para la inversión"

 

Farm Europe estima, optimizando la producción primaria, los residuos y las categorías de desechos, que para alcanzar los objetivos climáticos y de circularidad de la UE para 2030 será necesario un incremento global del 13 % en la producción agrícola. Se trata de una ambición audaz, pero necesaria, para activar soluciones que ya pueden ofrecer vías de descarbonización hoy, y no en un futuro incierto y lejano. Este aumento de producción incluye, por ejemplo, 26 millones de toneladas adicionales de cereales y 19 millones de toneladas de remolacha azucarera para 2030.

 

Para alcanzar los objetivos climáticos y de circularidad de la UE para 2030 será necesario un incremento global del 13 % en la producción agrícola

 

En este sentido, el desarrollo del biometano y otros biogases representa una oportunidad para dinamizar las economías rurales mediante la creación de empleo, la diversificación de fuentes de ingresos para los agricultores y la generación de incentivos para la conservación de los ecosistemas.

 

 

"El desarrollo del biometano y otros biogases representa una oportunidad para dinamizar las economías rurales mediante la creación de empleo, la diversificación de fuentes de ingresos para los agricultores y la generación de incentivos para la conservación de los ecosistemas"

 

¿Cómo valora el potencial de los cultivos intermedios y de la biomasa agrícola en el desarrollo del biogás y el biometano? ¿Qué capacidad real existe en el medio rural europeo para contribuir a este despliegue?

Los cultivos intermedios y la biomasa agrícola son materias primas adicionales importantes y de aplicación inmediata para ampliar la producción de biogás y biometano en Europa. Pero no son una varita mágica, y no deberíamos contraponer cultivos principales e intermedios adoptando una visión estrecha y demasiado rígida de sus distintos usos: alimentario, ganadero y no alimentario.

Desde Farm Europe realizamos una evaluación del potencial de los cultivos intermedios para estimar su posible contribución como materia prima adicional. En conjunto, consideramos que los 35 bcm que la UE se ha fijado como objetivo podrían lograrse a partir de cultivos intermedios, pero solo si el 100 % de toda la materia prima producida en todos los Estados miembros se destinara a este uso —lo cual no es realista— y si se desbloquearan las inversiones necesarias: en la mayoría de las regiones con mayor potencial para cultivos intermedios, se requiere irrigación.

Por ello, nuestro enfoque es integrar el potencial de los cultivos intermedios dentro de la ambición global de aumentar la captura de carbono y reducir emisiones, pero este enfoque no debe conllevar restricciones de uso sobre los cultivos principales. El objetivo debe ser el rendimiento total del sistema agrícola, buscando aumentar la productividad del conjunto del sistema agrario.

 

Desde su experiencia, ¿cómo debería articularse la coordinación entre las políticas agrícolas, energéticas y medioambientales para facilitar el despliegue de estas soluciones en el ámbito agrario?

Hoy en día, necesitamos incorporar más consideraciones agronómicas en el diseño de la política energética de la UE, y algunas definiciones clave, como la de "cultivos intermedios" deberían quedar bajo el ámbito de la política agrícola. La coordinación política debe garantizar que los objetivos no se persigan de forma aislada o, peor aún, generando exigencias contradictorias y trabas burocráticas.

 

"La coordinación política debe garantizar que los objetivos no se persigan de forma aislada, generando exigencias contradictorias y trabas burocráticas"

 

Esto implica integrar los objetivos de producción de biometano en los planes nacionales de energía y clima, vincularlos con medidas coherentes de la PAC y establecer procedimientos de autorización ágiles y transparentes.

Desde los años 2008-2009, la política agraria perdió en la UE su dimensión energética. Existe ahora una necesidad clara de que el sector agrario y el energético vuelvan a sentarse en la misma mesa y trabajen conjuntamente para crear las condiciones que permitan un crecimiento sostenible y la descarbonización.

 

En su opinión, ¿cuáles son los principales retos —políticos, administrativos, técnicos o sociales— a los que se enfrentan los agricultores europeos a la hora de poner en marcha proyectos de biogás o biometano?

Los principales retos para los agricultores son la incertidumbre, la complejidad, los costes y, más importante aún, la falta de reconocimiento de que más fotosíntesis es positiva para el planeta. Es decir, que necesitamos más agricultura, más producción, para construir una economía neutra en carbono, no menos. Políticamente, falta una señal clara y estable a largo plazo en favor de una intensificación sostenible.

 

"Los principales retos para los agricultores son la incertidumbre, la complejidad, los costes y, más importante aún, la falta de reconocimiento de que más fotosíntesis es positiva para el planeta"

 

En muchos países, como España, uno de los principales obstáculos para el desarrollo de proyectos de biogás y biometano son las trabas administrativas y la falta de aceptación social en determinados territorios. ¿Se observa esta situación también en otros Estados miembros? ¿Qué enfoque cree que debería adoptar la UE para agilizar la tramitación y mejorar la percepción pública de estas instalaciones?

Sin duda, es un problema generalizado en Europa, especialmente teniendo en cuenta la retórica promovida por algunos sectores que insisten en contraponer la producción de biogás a la producción de alimentos, planteando un conflicto inevitable. Los estudios de Farm Europe sobre biomasa han demostrado que este conflicto puede superarse mediante el impulso de la producción agrícola europea y fomentando sinergias.

Mejorar la percepción pública requiere una comunicación más firme sobre los beneficios de los proyectos de biogás y biometano —desde la seguridad energética hasta el empleo local y los beneficios ambientales—, así como la implicación de agricultores y comunidades locales desde el inicio.

 

"Mejorar la percepción pública requiere una comunicación más firme sobre los beneficios de los proyectos de biogás y biometano —desde la seguridad energética hasta el empleo local y los beneficios ambientales"

 

¿Cree que la PAC actual ofrece un marco suficiente para fomentar este tipo de proyectos? ¿Qué elementos deberían reforzarse o introducirse para favorecer su implantación?

La actual PAC está prevista para movilizar en torno a 8.500 millones de euros para la bioeconomía relacionada con la agricultura y los bosques, incluida la promoción de la industria del biogás. Aun así, estas cifras siguen siendo bajas si se comparan con los programas actuales de países no pertenecientes a la UE para impulsar la bioeconomía.

Además, la Comisión Europea ha propuesto un recorte cercano al 20 % en el presupuesto de la PAC para el periodo 2028-2034. Está claro que las primeras partidas presupuestarias que se verían afectadas por este recorte serían las destinadas a inversiones, lo que significa que la Unión Europea pondría freno a la preparación del futuro de su agricultura y su bioeconomía.

 

Por último, ¿qué mensaje le gustaría trasladar a los responsables políticos y a los actores del sector en España, donde el potencial del biogás es muy elevado pero sigue infrautilizado?

En primer lugar, sé que en España existe una tradición de trabajo conjunto a través de consorcios que agrupan a toda la cadena de valor. Creo que esta experiencia debería servir de inspiración para iniciativas a escala europea, con el objetivo de reunir a todos los actores capaces de contribuir a una mejor elaboración de políticas y de presentar propuestas comunes de manera coordinada.

 

"España cuenta con una tradición consolidada de colaboración entre actores de la cadena de valor a través de consorcios. Este enfoque debería inspirar a nivel europeo para lograr propuestas comunes más informadas y eficaces en el desarrollo del biometano"

 

Los responsables políticos deben reconocer que la ampliación de la producción no alimentaria, incluido el biometano, puede representar una oportunidad de beneficio múltiple: puede contribuir al cumplimiento de los objetivos climáticos, revitalizar las zonas rurales y reforzar la autonomía estratégica de la UE en materia de alimentos, energía y materiales en un contexto de comercio abierto, siempre que existan las normas adecuadas.

En este sentido, la próxima Estrategia de Bioeconomía de la UE, prevista para finales de este año, representa una oportunidad única. No debemos caer en la trampa de debates estériles y oposiciones como los principios de jerarquía de usos, sino centrarnos en las sinergias. Esta estrategia deberá integrarse en un marco político global y coherente, y explorar su complementariedad con las iniciativas en curso y las políticas existentes, como la PAC, la Estrategia de Resiliencia Hídrica, la Ley Europea de Biotecnología y el Plan de Acción para la Adaptación al Cambio Climático.

Todo este proceso debe perseguir un único objetivo: escalar soluciones que ya existen para sentar las bases de una economía neutra en carbono, teniendo presente que la agricultura es una de las principales palancas para lograrlo.

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