La gestión de la materia orgánica: una oportunidad clave para la economía circular en Canarias
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Durante décadas, la gestión de los residuos en Canarias ha estado marcada por una atención prioritaria hacia flujos como los envases plásticos, el papel, el cartón o los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. Estos materiales, sin duda, generan un gran impacto ambiental y económico, y han sido objeto de planes específicos, campañas de sensibilización e infraestructuras de tratamiento. Sin embargo, había una fracción que permanecía relegada a un segundo plano pese a su importancia estratégica: la materia orgánica.
Hoy, afortunadamente, esa visión está cambiando. Canarias se encuentra ante un reto ineludible y, a la vez, una gran oportunidad: abordar con determinación la gestión de los residuos orgánicos. Actuar sobre esta fracción puede ser el elemento que acelere la mejora de todo el sistema de gestión de residuos en el archipiélago. No en vano, la materia orgánica supone alrededor del 40 % de la bolsa de basura doméstica, y su tratamiento adecuado puede convertirse en un motor para la economía circular, la transición energética y la reducción de emisiones.
A partir del 2023, desde el Gobierno de Canarias hemos puesto el foco en esta cuestión, trabajando en tres líneas fundamentales: conocer con precisión cuánta materia orgánica generamos, definir de manera clara su destino, e implementar proyectos que permitan mejorar su gestión de forma integral. La información, la planificación y la acción son, por tanto, las tres bases sobre las que estamos construyendo este cambio de paradigma.
En este contexto, la Dirección General de Transición Ecológica y Lucha contra el Cambio Climático ha asumido la responsabilidad de impulsar medidas concretas, porque entendemos que no basta con enunciar grandes objetivos, sino que es necesario trazar una hoja de ruta realista y dotada de acciones medibles.
Es por ello que hemos incorporado dentro del Plan de Acción de Economía Circular una línea específica destinada a que, en el año 2026, todos los municipios de Canarias estén recogiendo la materia orgánica de forma separada y que existan infraestructuras suficientes para su tratamiento. De los residuos a los recursos: el reto de transformar la fracción orgánica en energía, compost y desarrollo sostenible.
Canarias se encuentra ante un reto ineludible y, a la vez, una gran oportunidad: abordar con determinación la gestión de los residuos orgánicos. Actuar sobre esta fracción puede ser el elemento que acelere la mejora de todo el sistema de gestión de residuos en el archipiélago
Es una palanca fundamental para transformar todo nuestro modelo de gestión de residuos, para avanzar hacia una economía circular real y para generar valor económico, social y ambiental en nuestras islas. Se trata de un compromiso que asumimos con visión de futuro, pero también con la urgencia de actuar desde el presente. Los próximos años serán decisivos. De nuestra capacidad para planificar, coordinar y ejecutar dependerá que en 2026 podamos decir que Canarias recoge y trata toda su materia orgánica de manera eficiente y sostenible.
No será un reto sencillo, pero es, sin duda, una de las mejores oportunidades que tenemos para demostrar que la economía circular no es un eslogan, sino una realidad transformadora al servicio de la ciudadanía y del planeta. Porque cada vez que un ciudadano separa correctamente su bolsa de residuos orgánicos, cada vez que un municipio invierte en un sistema de recogida diferenciado, cada vez que una planta convierte esa materia en compost, biogás o combustible, estamos dando un paso hacia un futuro más sostenible y resiliente.
La información, la planificación y la acción son las tres bases sobre las que estamos construyendo un cambio de paradigma en la gestión de los residuos orgánicos
Ese es el horizonte que nos hemos marcado en Canarias y hacia el que caminamos con determinación. Las alternativas de tratamiento son diversas y todas ellas complementarias: desde la biometanización, que permite obtener biogás como fuente energética renovable, hasta la compostación, con la que producimos abonos de calidad para la agricultura local, pasando por tecnologías emergentes que permiten transformar la materia orgánica en combustibles sostenibles para la aviación.
Hablamos, en definitiva, de convertir un problema en una oportunidad, de dar un salto de residuos a recursos. No es un camino sencillo. Implica inversiones en infraestructuras, cambios en la logística de recogida, una estrecha colaboración con cabildos y ayuntamientos, y sobre todo un cambio cultural en la ciudadanía, que debe participar activamente separando la fracción orgánica en sus hogares.
Pero si algo tenemos claro es que este camino hay que recorrerlo, y que el momento de empezar es ahora. Canarias no puede esperar. Pasar de la teoría a la acción significa definir con rigor cuánto compost necesitamos para cubrir la demanda agrícola del archipiélago, cuánta energía puede producirse a partir de los residuos orgánicos, y qué volumen de combustible sostenible para la aviación puede generarse en un territorio que, como el nuestro, depende en gran medida del transporte aéreo. Estas respuestas no se obtienen de la improvisación, sino de un trabajo técnico, planificado y acompañado de una inversión pública y privada coordinada.
Queremos que, en pocos años, Canarias sea un referente en la valorización de la fracción orgánica, no porque tengamos más normativa que otros territorios, sino porque habremos sabido transformar los residuos en nuevas oportunidades de desarrollo
Uno de los grandes aprendizajes de los últimos años es que Canarias no requiere necesariamente más leyes para avanzar en la transición ecológica. Lo que necesita es un buen plan, acompañado de compromisos concretos, cronogramas claros y mecanismos de seguimiento que permitan evaluar avances y corregir desvíos. La gestión de la materia orgánica es un ejemplo perfecto de cómo un plan sólido puede marcar la diferencia frente a un marco normativo vacío de medidas prácticas. El Plan de Acción de Economía Circular en el que estamos trabajando incorpora esa filosofía: menos burocracia y más soluciones reales.
Queremos que, en pocos años, Canarias sea un referente en la valorización de la fracción orgánica, no porque tengamos más normativa que otros territorios, sino porque habremos sabido transformar los residuos en nuevas oportunidades de desarrollo. La biometanización, por ejemplo, abre la puerta a reducir la dependencia energética del exterior, generar electricidad renovable y producir biometano inyectable en la red o utilizable como combustible para el transporte pesado. La compostación, por su parte, puede ofrecer a la agricultura insular un insumo local, de calidad y competitivo, reduciendo las importaciones y mejorando la fertilidad de nuestros suelos. Y la producción de combustibles sostenibles para la aviación no solo responde a una necesidad global del sector aéreo, sino que puede situar a Canarias en la vanguardia de esta industria emergente.
Los próximos años serán decisivos. De nuestra capacidad para planificar, coordinar y ejecutar dependerá que en 2026 podamos decir que Canarias recoge y trata toda su materia orgánica de manera eficiente y sostenible
Si queremos lograrlo, la clave será la cooperación. Cabildos, ayuntamientos, empresas gestoras de residuos, sector agrícola, universidades y ciudadanía deben formar parte de un mismo engranaje. No hablamos de una acción aislada de la administración autonómica, sino de una transformación colectiva que requiere compromiso, transparencia y corresponsabilidad. La Unión Europea ha establecido objetivos ambiciosos en materia de residuos y economía circular, y Canarias, como región ultraperiférica, debe afrontarlos con inteligencia, adaptándolos a su realidad territorial, pero también con ambición.
No podemos refugiarnos en la insularidad como excusa; al contrario, debemos convertirla en un incentivo para innovar, para ensayar soluciones que luego puedan servir de ejemplo a otros territorios. En definitiva, la gestión de la materia orgánica no es un desafío más en la larga lista de cuestiones ambientales

