Microplásticos: detectan bacterias patógenas y resistentes a antibióticos en el medio natural

Un nuevo estudio advierte del riesgo sanitario asociado a la “Plastisfera” y recomienda usar guantes en las limpiezas de playa
26-11-2025

Los microplásticos se han convertido en uno de los contaminantes más ubicuos del planeta. De menos de 5 milímetros de tamaño, están presentes en prácticamente todos los ecosistemas: se estiman más de 125 billones de partículas acumuladas en el océano, desde la superficie hasta los sedimentos profundos, además de su presencia creciente en suelos, ríos, lagos, fauna, alimentos e incluso en el organismo humano.

Sin embargo, un nuevo estudio aporta una dimensión añadida al problema: estos fragmentos de plástico actúan como plataformas de colonización para bacterias patógenas y microorganismos resistentes a los antibióticos, aumentando el riesgo potencial para la salud ambiental y humana.

 

Se estiman más de 125 billones de partículas acumuladas de microplásticos en el océano, desde la superficie hasta los sedimentos profundos.

 

El trabajo, publicado en Environment International, y titulado ‘Sewers to Seas: Exploring Pathogens and Antimicrobial Resistance on Microplastics from Hospital Wastewater to Marine Environments’ urge a reforzar la gestión de residuos, reducir la llegada de microplásticos al medio natural y extremar las precauciones en actividades de voluntariado ambiental. El equipo investigador recomienda expresamente usar guantes en todas las limpiezas de playas, dada la carga bacteriana detectada sobre los microplásticos recuperados.

 

La “Plastisfera”: una comunidad microbiana con riesgo sanitario

Una de las principales conclusiones del estudio es que los microplásticos funcionan como vectores biológicos, creando un entorno idóneo para el crecimiento de comunidades microbianas llamadas “Plastisfera”. En estas biopelículas se detectaron bacterias patógenas, capaces de causar enfermedades en humanos y animales, y bacterias resistentes a antimicrobianos (AMR), una de las principales amenazas reconocidas por la OMS.

Los autores alertan de que infraestructuras clave como depuradoras de aguas residuales o vertederos podrían actuar como puntos de amplificación de estas comunidades, favoreciendo la transferencia de genes de resistencia y la dispersión de patógenos hacia ríos, estuarios y zonas costeras.

Además, parte de estas partículas pueden proceder directamente de procesos industriales, pellets empleados en la producción de plásticos o bio-beads, pequeñas perlas de plástico usadas por compañías de agua en tratamientos biológicos dentro de las plantas depuradoras.

 

Un experimento “de las alcantarillas al mar”: seguimiento real y sin sesgos

Para profundizar en estos riesgos, el equipo liderado por la investigadora Emily Stevenson (Plymouth Marine Laboratory / Universidad de Exeter) diseñó un dispositivo experimental inédito que permite fijar simultáneamente diferentes materiales y exponerlos a un gradiente real de contaminación humana, desde tramos fluviales influenciados por aguas residuales hospitalarias hasta el medio marino.

 

 

Las superficies estudiadas incluyeron:

  • Bio-beads (perlas usadas en depuración)

  • Nurdles (pellets plásticos industriales)

  • Poliestireno

  • Madera

  • Vidrio

Tras dos meses de exposición, los biofilms formados sobre cada sustrato fueron analizados mediante metagenómica, una técnica que permite estudiar el ADN del conjunto de microorganismos presentes.

 

Resultados: más de 100 genes de resistencia y patógenos en todos los materiales

Los hallazgos son contundentes:

  • Todas las superficies contenían bacterias patógenas y resistentes, independientemente de su ubicación.

  • Poliestireno y nurdles mostraron mayor riesgo, con una capacidad destacada para adsorber antibióticos y favorecer la transferencia de genes de resistencia.

  • Más de 100 genes de resistencia antimicrobiana (ARGs) fueron identificados en los biofilms de microplásticos, muy por encima de los detectados en materiales naturales (madera) o inertes (vidrio).

  • Las bio-beads ambientales mostraron bacterias con resistencia a antibióticos clave como aminoglucósidos, macrólidos y tetraciclinas.

  • De forma inesperada, la presencia de ciertos patógenos se incrementó aguas abajo, incluso en zonas menos contaminadas, cuando estaban asociados a microplásticos.

  • Se identifica un riesgo notable cerca de instalaciones acuícolas, donde organismos filtradores pueden ingerir microplásticos colonizados por patógenos y ARGs.

 

 

“Cada microplástico se convierte en un pequeño vehículo capaz de trasladar patógenos desde sistemas de saneamiento hasta zonas de baño”

Así lo advierte la coautora Pennie Lindeque, responsable del grupo de Ecología Marina de Plymouth Marine Laboratory, subrayando que el estudio “demuestra que los microplásticos actúan como portadores eficaces de bacterias peligrosas, reforzando su supervivencia y facilitando su transporte”.

 

Por su parte, Emily Stevenson insiste en las recomendaciones prácticas: “Cualquier voluntario que participe en limpiezas de playas debe usar guantes y lavarse bien las manos después. Los microplásticos que encontramos están cargados de microorganismos potencialmente dañinos”.

 

La también coautora Aimee Murray, de la Universidad de Exeter, recuerda que “la resistencia antimicrobiana es uno de los mayores retos sanitarios de nuestro tiempo. Los microplásticos pueden estar contribuyendo silenciosamente a su propagación”.

 

Implicaciones y próximos pasos: un problema ambiental y sanitario

El estudio concluye con un llamamiento urgente a:

  • Mejorar la gestión de residuos plásticos y microplásticos.

  • Controlar los vertidos de aguas residuales, especialmente hospitalarias.

  • Investigar la interacción entre microplásticos y otros contaminantes en escenarios reales.

  • Reducir la exposición directa de voluntarios y trabajadores ambientales a los residuos plásticos colonizados.

Los autores subrayan que la salud ambiental y la salud humana están interconectadas, y que esta línea de investigación debe reforzarse para comprender mejor cómo evolucionan los microorganismos dentro de la Plastisfera y cómo pueden influir en la resistencia antimicrobiana a escala global.

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