Claves para impulsar la ambición empresarial hacia la nueva economía de plásticos
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20-10-2020
Ante la llegada de la ‘Década de la Acción’, la economía circular ha adquirido un gran peso y trascendencia. Y precisamente una de las principales problemáticas a abordar es la gestión de los plásticos, guiando a las empresas hacia un liderazgo en la gestión responsable de este material. Y es que existe aún mucha desinformación sobre los retos y beneficios de este material para potenciar su circularidad.
Al pretender sentar las claves para impulsar la ambición empresarial hacia la “nueva economía de plásticos”, antes que nada, es necesario detenerse sobre una cuestión básica: ¿Qué representa la economía de los plásticos hoy en día?
Según se aborda en el último informe publicado por el Grupo de Acción de Economía Circular de Forética titulado ‘La ambición empresarial para avanzar hacia la nueva economía de plásticos’, el primer aspecto trata de analizar el alcance de la industria, tanto en términos económicos considerando todos los sectores que dependen de ella, como a nivel social y medioambiental. Por otro lado, se hace un recorrido sobre el marco legislativo en materia de gestión de residuos en general, y de plásticos en particular, tanto a nivel europeo como a nivel nacional. El timeline de los instrumentos legislativos muestra el creciente nivel de ambición para reducir el impacto de los residuos plásticos y contribuir con una jerarquía de residuos que priorice la prevención, la reutilización, el reciclaje y la valorización, en detrimento de la pérdida de recursos en vertedero.
Concretamente, el informe aborda las principales claves para una gestión más eficiente y sostenible de los plásticos en las empresas con casos de éxito inspiradores que desde distintas perspectivas, favorecen ese avance hacia la nueva economía de los plásticos.
¿Qué representa la economía de los plásticos hoy en día?
La omnipresencia de los plásticos en nuestra cotidianeidad se traduce inevitablemente por grandes impactos en todos los ámbitos de la sociedad, tanto desde un punto de vista económico, como social y ambiental. Es importante tener algunas cifras en mente para ser conscientes de su magnitud; en 2019, el mercado del plástico generó 569.700 millones de dólares - aproximadamente el valor de la bolsa española -, y solo es España, el volumen de negocio generado representó 2,7% del PIB nacional.
Las cifras también son muy considerables a nivel de empleo: En Europa, el sector genera más de 1,6 millones de puestos de trabajo directos (+0,7% del total) de los cuales 120.000 son en España. Este valor económico se explica en gran medida por la dependencia de ciertos sectores para los que el plástico es un material esencial y para el que, hoy en día, no existe una alternativa viable que proporcione las mismas características. A título de ejemplo, podríamos citar el sector de la alimentación o el de la salud, sectores todavía muy dependientes de los plásticos de un solo uso.
Esa “universalidad” del plástico ha generado lo que se conoce como “la paradoja del plástico”, ya que por un lado ha permitido el desarrollo de productos y soluciones innovadoras mejorando la vida de cientos de millones de personas pero, por otro lado, su uso llevado al extremo y la mala gestión de los residuos están generando unas externalidades muy negativas sobre el medioambiente que están poniendo en peligro los ecosistemas naturales y los modos de vida de miles de personas que dependen de ellos para subsistir.
Sin embargo, los impactos negativos no son únicamente visibles a nivel ambiental, sino también a nivel económico, ya que se estima que la mala gestión del plástico supone una pérdida de entre 80.000 y 120.000 millones de dólares anuales, aproximadamente 95% del valor de los envases plásticos.
Teniendo en cuenta esta “paradoja”, este dilema entre beneficios y externalidades negativas, parece inevitable que la industria del plástico sufra grandes cambios durante los próximos años. Estos cambios vendrán sin duda marcados por el contexto regulatorio y por las normativas que regulen su uso y su gestión.
Si bien la primera medida de economía circular para residuos de envases vio la luz en 1994, ha sido durante los últimos años cuando el marco regulatorio ha tomado un gran impulso, sobre todo a partir de 2015 cuando la Comisión Europea lanzó el paquete de medidas de economía circular marcando un antes y un después en la gestión del plástico. Más tarde, en 2018, se lanzó la Estrategia Europea para el plástico y el 2020 ha comenzado con un empuje adicional a través de la publicación de un nuevo paquete de economía circular donde el plástico ocupa un papel central. En este contexto, parece cada vez más probable que el escenario ‘Plastic as Usual’ - en el que la voluntariedad de las empresas todavía es preponderante a la hora de gestionar el plástico de una manera más responsable -, deje de ser protagonista cediendo el paso a nuevos escenarios que promuevan una gestión más sostenible del plástico, por medio de incentivos que incrementen el nivel de ambición empresarial o incluso impuestos que penalicen envases no reciclables. Sin embargo, el cambio hacia esta nueva economía de plásticos basada en la prevención, reciclaje y reutilización, debe hacerse de forma paulatina y analizando bien todos los trade-offs ya que, un cambio demasiado drástico – como podría ser la prohibición generalizada de ciertos tipos de plásticos, un “phase-out” sin realizar los análisis necesarios previamente -, podría generar consecuencias no deseadas como la reducción de puestos de trabajo, la desestructuración de cadenas de valor o la ausencia de alternativas eficientes.
Así, para asegurar una transición sostenible, inclusiva y eficaz hacia esta nueva economía de los plásticos, el sector privado tiene un rol clave. Este rol pasa por dar respuesta a la ambición del cambio de modelo desde el punto de vista de la innovación, de los requerimientos regulatorios, reputacionales u operativos, como el acceso a nuevas materias primas, como plástico reciclado. La respuesta a estos retos también supone una oportunidad única para avanzar hacia otra manera de hacer las cosas aprovechando los beneficios de una nueva realidad de acceso a nuevas fuentes de financiación, a nuevos clientes o nuevos mercados, entre otros.
Concretamente, estos beneficios derivados de la transición empresarial hacia la nueva economía de los plásticos, se pueden dividir en tres grandes oportunidades:
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Beneficios económicos: la apuesta por la innovación para el desarrollo de nuevos modelos de negocio rentables con el objetivo de hacer un uso más eficiente de los plásticos en las diferentes fases de la cadena de valor supone, sin duda, un impacto positivo en la cuenta de resultados de las compañías. Además, hoy en día, la respuesta empresarial ante las necesidades de un consumidor más consciente que busca productos y servicios desvinculados de la contaminación plástica, genera una importante ventaja competitiva frente a aquellas que no consiguen llegar a este sector de mercado.
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Beneficios ambientales: la transición y adaptación empresarial hacia la nueva economía de los plásticos, se traduce de manera directa en beneficios vinculados con el medio ambiente. Se estima, según The Veolia Institute Review, que el uso de plástico reciclado como materia prima podría reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) entre un 20 y un 50%, según…(poner alguna referencia). Estos beneficios no solo son en materia climática, sino que las empresas capaces de gestionar adecuadamente las materias primas que utilizan y los residuos plásticos que generan, tendrán un impacto positivo en la conservación del capital natural y la calidad de los ecosistemas.
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Beneficios sociales: una economía más circular supone, sin lugar a duda, un impulso a la generación de empleo vinculada a la transición y adaptación a nuevos modelos de negocio (industria del reciclaje, nuevos productos, servicios y soluciones digitales que necesitarán mano de obra, entre otros). Según el informe Jobs & Skills in the Circular Economy. State of Play and Future Pathways, por cada 10.000 toneladas de recursos que han sido reciclados en vez de incinerados, se crean 36 nuevos puestos de trabajo. Además, el hecho de concienciar a la sociedad supone un gran aliado para reducir el impacto de los plásticos.
Cuando hablamos de la adaptación y ambición empresarial para avanzar hacia la nueva economía de los plásticos, es necesario también analizar la aproximación hacia sus grupos de interés y la gestión de los mismos. El liderazgo empresarial y la colaboración son aspectos clave para avanzar con éxito hacia esta nueva realidad.
Es por ello que, el engagement de trabajadores y ciudadanos, convierte este cambio en sostenible y duradero en el tiempo, mediante acciones de voluntariado, formación y sensibilización, campañas e iniciativas de comunicación interna, entre otros, que permiten asegurar el compromiso de las personas.
Por otro lado, la acción y la colaboración con la administración pública, es un elemento clave para buscar la ambición y el impacto necesario que posibilite el cambio de modelo. Existen varias iniciativas de colaboración vinculadas con la nueva economía de los plásticos, destacando la acción de las administraciones públicas locales en materia de diálogo multistakeholder, así como acciones internacionales traducidas en manifiestos conjuntos de distintos grupos de interés, o plataformas de acción conjunta como la Alliance to End Plastic Waste lanzada por el Word Business Council for Sustainable Development (WBCSD).
Por último, la colaboración entre empresas y proveedores y, por tanto, el empowerment de la cadena de valor, se convierte en el último eslabón clave para que las empresas cuenten con los aliados necesarios para asegurar la transición. Las acciones de sensibilización y concienciación, la apuesta por nuevos materiales y productos más sostenibles, así como la transparencia a lo largo de la cadena de valor, son algunas de las iniciativas que las empresas pueden poner en marcha. Y, justamente esta transparencia, es necesaria también en la rendición de cuentas por parte de las empresas que permitirá que se posicionen con líderes en la materia.
Finalmente, el informe de Forética apunta las tres claves para el avance empresarial hacia otra manera de producir y consumir el plástico:
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Aprovechar las oportunidades para la economía, el planeta y la sociedad lejos del escenario Plastic as Usual.
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Adelantarse a los cambios que requiere la transición hacia una modelo más circular, para ser empresas resilientes y estar preparadas a las nuevas acciones y regulaciones que suponen las políticas públicas.
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La colaboración público-privada, la concienciación de empleados y ciudadanos, el trabajo conjunto con proveedores y demás stakeholders, así como la innovación en productos y servicios impulsarán la acción empresarial hacia modelos circulares.
Sin duda, la acción empresarial en la materia cada vez está tomando más impulso, y así lo podemos comprobar a través de las iniciativas de las 11 empresas del Grupo de Acción de Economía Circular de Forética donde muestran un claro avance hacia una gestión responsable del negocio en general, y de los plásticos en particular, mediante casos de éxito innovadores y en línea con los retos de la sostenibilidad.
Puede descargar el reportaje en PDF aqui.