Eliminación de los plásticos de un solo uso: dos realidades contrapuestas

Eliminación de los plásticos de un solo uso: dos realidades contrapuestas
Eliminación de los plásticos de un solo uso: dos realidades contrapuestas
Autor/es
Nuria Suárez
Publicado en
28-06-2022

La nueva legislación española prevé una estricta regulación de los plásticos con el fin de aminorar los impactos de éstos en relación con el medio ambiente, el cambio climático y las basuras marinas. Si bien se espera que la medida contribuya positivamente a la consolidación de un sistema económico circular, a continuación señalamos también la afectación que tendrá sobre los fabricantes, distribuidores y consumidores finales.


La Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular tiene como objetivo sentar los principios para una economía circular mediante la concreción de una legislación básica en materia de residuos, además de contribuir a remediar el cambio climático y proteger el medio marino. Concretamente, la Ley establece una serie de normas y medidas fiscales especiales para controlar y, en algunos casos cesar, la producción de plásticos de un solo uso.

Con el objeto de conocer de primera mano las implicaciones que esta nueva legislación tendrá sobre los actores involucrados en la fabricación y distribución de productos plásticos, así como la gestión de los residuos que este material genera, hablamos con Rosa García, directora general de Rezero; Cinta Bosch, responsable de Sostenibilidad de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC); Ethel Eljarrat, Investigadora Científica en el Departamento de Química Ambiental del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA - CSIC) e Isabel Goyena, portavoz de EsPlásticos, Plataforma de los Plásticos.

 

El problema del plástico no tiene una única solución

Por su parte, Ethel Eljarrat considera que la nueva Ley de Residuos se erige como un primer punto de partida que ha atendido al criterio científico, pero “la problemática del plástico no tiene una única solución”. Su principal línea de investigación atañe a los tóxicos asociados a este material y argumenta que “cuando hablamos de contaminación por plástico, todo el mundo piensa en los residuos que estamos generando, pero este material tiene una problemática que no se ve”.

La científica explica que “el plástico está formado por polímeros a los que debe añadirse una gran cantidad de compuestos químicos para que cuenten con unas determinadas propiedades de dureza, flexibilidad, antibacterianas, retardantes de llama, etcétera. El problema es que estos compuestos químicos a veces pueden llegar a constituir hasta el 50% del peso del producto final, y se utilizan más de 3000 compuestos distintos dependiendo del plástico y su aplicación, de los cuales al menos 60 de ellos son nocivos para la salud humana. Ejemplos son el Bisfenol A o los ftalatos, los cuales quedan restringidos con la nueva ley; pero este es tan solo un primer paso, ya que existen muchos más compuestos tóxicos para los cuales se deberían tomar medidas similares”.

"Cuando hablamos de contaminación por plástico, todo el mundo piensa en los residuos que estamos generando, pero este material tiene una problemática que no se ve", afirma Ethel Eljarrat, Investigadora Científica en el Departamento de Química Ambiental del IDAEA - CSIC.

Reclama que “hace falta más inversión en investigación y desarrollo, no solo de polímeros alternativos que sean más degradables, compostables y reciclables, sino también de aditivos químicos que no sean tan contaminantes ni nocivos como los actuales. Esta problemática no es visible, pero es muy importante y resulta crítica tanto para el medio ambiente, afectando a los seres vivos de ecosistemas acuáticos y terrestres, como para la salud humana”.

Eljarrat expone que “por un lado se está apostando por una economía circular, generando polímeros alternativos más reciclables y aumentando las tasas de reciclaje, pero por otro lado observamos que la producción de plástico virgen sigue creciendo años tras año, esto significa que no se está solucionando el problema.  El reciclaje no basta y es necesario reducir también el consumo. De todo el plástico que se fabrica cada año, el 40% se destina al embalaje y empaquetado. Por lo tanto, si somos capaces de disminuir esa parte, que es una de las más sencillas de limitar, estaríamos aminorando de forma considerable el problema”.

Entra en juego aquí la educación ambiental, que si bien es importante, la científica estima que “lamentablemente creo que al final todos funcionamos a base de legislación, pero una base educativa es necesaria no tanto por hallar soluciones innovadoras, sino porque la sociedad tiene derecho a saber cuál es el problema, qué es lo que compran y consumen”.

Desde su punto de vista los materiales plásticos de un solo uso que ha incluido la ley “son fácilmente prescindibles por la sociedad, la gente puede valerse de alternativas. A nivel social no creo que vaya a suponer un gran esfuerzo, otra cosa es que pueda repercutir de manera notable en las empresas dedicadas a la fabricación de estos materiales”.

En lo concerniente a esta situación, la científica afirma que “para poder mejorar en este ámbito es importante que exista más colaboración entre ciencia e industria, lamentablemente algo poco frecuente en nuestro país. Debe promoverse una colaboración más activa entre ciencia y empresa para poder conseguir de manera conjunta los materiales que los fabricantes necesitan y requieren.

 

La visión del tejido empresarial

De acuerdo con lo anterior, Cinta Bosch, responsable de Sostenibilidad de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC), sostiene que “el conjunto de la cadena de valor del gran consumo trabaja en línea con la normativa aprobada y está enfocada en el objetivo de avanzar hacia un modelo productivo y de consumo más sostenible y circular. Las empresas han hecho grandes avances, desde mucho antes de que se aprobara la Ley de residuos y suelos contaminados para minimizar el uso de los plásticos de un solo uso, y ese seguirá siendo el camino a seguir”.

"El gran hándicap para las empresas de la normativa española es que reduce los plazos de cumplimiento marcados por Europa", destaca Cinta Bosch, responsable de Sostenibilidad de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC).

Una de las medidas contempladas es la reducción del 50 % en peso de determinados productos de plástico de un solo uso para el 2026, cifra que Portugal reduce al 30%. Bosch sostiene que “el gran hándicap que supone la aprobación de esta normativa es que reduce los plazos de cumplimiento marcados por Europa, lo que supone un sobreesfuerzo para las empresas y limita su competitividad respecto a las compañías del resto del continente en un momento de recuperación y de máxima incertidumbre”.

Respecto a la prohibición de determinados productos plásticos de un solo uso, “es importante analizar la necesidad de disponer o no de envase en cada caso y, especialmente, diseñarlo y utilizarlo bien. El sistema “producto y envase” puede tener un impacto ambiental menor que el producto sin envase, pues podrían aparecer numerosas variables como la generación de mermas. Hay varios materiales que cumplen estos requisitos, pero la capacidad de transformación del plástico explica que su uso esté tan extendido. Es un material muy estudiado, del que se conocen en profundidad las garantías que ofrece en seguridad”, advierte Bosch.

Desde AECOC estiman que la ley es un claro desincentivo para que tanto administraciones como consumidores se involucren en la separación de residuos, pues prevé ampliar las contribuciones financieras de las empresas productoras a la hora de asumir los costes de la recuperación y limpieza de los residuos abandonados en vías públicas, zonas verdes, áreas recreativas y playas. “Esto supone que toda la responsabilidad en estas gestiones recae sobre la empresa privada, cuando antes se hacía con fondos públicos”.

La dirigente explica que “nuestro desacuerdo reside en que la ley aprobada plantea objetivos más ambiciosos que los definidos por otros países europeos en un momento de recuperación económica y de incertidumbre a pesar de que las empresas han ido por delante de la legislación en el impulso de iniciativas y estrategias de sostenibilidad que se han demostrado eficientes. Según los resultados de nuestro último informe de sostenibilidad, el 85,4% de las empresas del gran consumo ya tienen implementadas medidas para minimizar su huella de carbono y han logrado un descenso medio del 29,8%”.

Para que estas iniciativas legislativas en materia de sostenibilidad sean también compatibles con la competitividad empresarial y el conjunto de la cadena de valor, la Asociación insiste en que “la administración debe atender a la experiencia de las empresas en gestión medioambiental para entender sus necesidades y evitar situaciones que van en contra de la competitividad, como el impulso de diferentes leyes autonómicas y locales que rompen la unidad de mercado y suponen un sobrecoste muy importante para las compañías”.

Bosch enfatiza que “hablamos de un cambio de gran magnitud que exige de la coordinación entre todos los agentes sociales: administración, empresas, tercer sector y consumidores.  El diálogo entre todas las partes y el sector empresarial es imprescindible para lograr acciones ambiciosas pero realistas”.

 

El impacto para la cadena de valor del plástico

La Plataforma EsPlásticos, que aúna los diferentes agentes que forman parte del sector y de la cadena de valor de los plásticos, considera que los objetivos globales de la Ley sobre conseguir una Economía Circular baja en carbono, fomentar la prevención y mejorar la gestión de todos los residuos coinciden con los del sector, pero no comparten algunas de las medidas incluidas porque no solo van en contra de los objetivos de la ley, sino que afectan gravemente al sector industrial de los plásticos y su cadena de valor.

Isabel Goyena, su portavoza, argumenta que “durante todos estos meses hemos apostado por conseguir un marco normativo justo que no golpee aún más al sector y, entre todos, hemos conseguido amortiguar el impacto del impuesto a los envases plásticos no reutilizables gracias a la introducción de un mecanismo equivalente a la repercusión jurídica en la primera operación de compraventa del envase, lo que ayudará a conseguir la trasparencia necesaria para evitar la especulación comercial con este impuesto”.

El sector de los plásticos en España es un sector clave para la economía circular y así lo demuestra el hecho de que sea uno de los tres sectores estratégicos incluidos en el PERTE de Economía Circular.

Objeta que “con esta medida se ha logrado dar algo de oxígeno a un sector formado por más de 3.000 empresas, el 98% de ellas pymes y micropymes, repartidas por toda la geografía española, que dan empleo directo a más de 93.000 personas y a más de 250.000 incluyendo empleo indirecto e inducidos. Solamente el sector del envase da empleo a 125.000 personas y tal y como estaba planteado inicialmente el tributo podría haber supuesto que el 95% de las empresas que lo forman hubieran estado abocadas a la quiebra”.

Desde EsPlásticos aseguran que un impuesto que solo se aplica a un material producirá un gran impacto en el sector, restándole competitividad frente a otros materiales. "Consideramos que es una medida discriminatoria y desproporcionada que va en contra del objeto general de la ley, que es la prevención de los residuos, y que obstaculiza la implantación de la Economía Circular en un sector comprometido con la sostenibilidad y la circularidad”.

Advierten que en los últimos meses se ha confirmado una vez más que el sector de los plásticos en España es un sector clave para la economía circular y así lo demuestra el hecho de que sea uno de los tres sectores estratégicos incluidos en el PERTE de Economía Circular recientemente aprobado en Consejo de ministros. El sector lleva tiempo invirtiendo en Economía Circular y necesita un marco jurídico justo y estable que dé seguridad para que pueda llevar a cabo todas las innovaciones e inversiones necesarias con una garantía de seguridad jurídica”.

Más allá de las repercusiones directas sobre el sector, preocupa especialmente que “el consumidor final verá cómo se generará una subida en el precio de muchos productos de primera necesidad cuyo envase contiene plástico, lo que unido a la subida del punto verde supondrá un incremento del 2% en la cesta de la compra. Esto repercutirá de forma especial en la de las rentas más bajas e incrementará aún más el dato de la inflación que ya se sitúa en el 9,8%”.

Desde la plataforma defienden que los plásticos en sí mismos no son el problema, sino la mala gestión al final de su vida útil, es decir, el abandono del residuo en el medio ambiente. Por ello, “cualquier medida encaminada a sustituir un material por otro, sin incidir en el comportamiento y en su correcta gestión, se limitará a sustituir un tipo de residuo por otro. El sustituto del plástico es el plástico del futuro, productos elaborados a partir de materias primas alternativas con características que pueden mejorar su perfil ambiental; plásticos reciclables, plásticos con contenido en reciclado, biodegradables o compostables".

En lo que respecta al futuro y la consecución de una economía cada vez más circular, Goyena afirma que "un mundo sin plásticos ni es posible, ni es sostenible, ni es recomendable. Debemos seguir invirtiendo en I+D+i para que los plásticos sean cada vez más circulares mediante un enfoque holístico e integral que incorpore todos los recursos durante el ciclo de vida completo de un producto para no correr el riesgo de incorporar materias alternativas que tengan un impacto medioambiental negativo”.

Lamentan que no se haya incluido un elemento finalista en el impuesto, pues esto implica que los ingresos recaudados no se destinarán de manera preferente a medidas de fomento de la circularidad de los envases, mejoras tecnológicas o campañas educativas para incidir en la correcta separación de residuos. Respecto a este último aspecto, “acogemos de manera positiva que la Ley contemple la importancia de la educación ambiental y la sensibilización para fomentar la prevención y el reciclaje de los residuos y reducir su abandono en el medio ambiente”.

Si bien apuestan por “crear una verdadera cultura de la reutilización y el reciclaje en nuestra sociedad donde se involucre a todos los agentes para ofrecer soluciones cada vez más sostenibles y crear cada vez más conciencia ciudadana en relación con la correcta gestión de los residuos, evitando así el abandono en la naturaleza”, por otra parte aseguran que los objetivos de reducción marcados por la Ley no fomentarán la reutilización “al implicar la sustitución arbitraria por otros envases de un solo uso, muchos de ellos hechos de multimateriales y más difíciles de reciclar, que darán lugar a residuos mucho más pesados, generando por tanto una huella de carbono mayor”, apunta la portavoza.

 

La necesidad de un cambio de modelo

Rosa García, directora general de Rezero, lanza un mensaje en nombre de esta organización, cuyo objetivo es crear una sociedad consciente de lo que obtiene de la naturaleza y respetuosa con el entorno y las personas. “Necesitamos un cambio radical en el modelo de sociedad y esta nueva Ley resulta esencial, ya que nos encontrarnos en una situación no solo de crisis climática evidente, sino también de falta de recursos naturales y de materias primas para el sector de la producción. Se trata de una cuestión de sostenibilidad tanto ambiental como económica”.

Para la elaboración de la nueva normativa, Rezero y otras organizaciones pusieron el énfasis en la prohibición de determinados compuestos tóxicos presentes en envases alimenticios, concretamente del bisfenol y los ftalatos.

Para la elaboración de la nueva normativa, Rezero y otras organizaciones pusieron el énfasis en la prohibición de determinados compuestos tóxicos presentes en envases alimenticios, concretamente del bisfenol y los ftalatos. “Para nosotros es un ejemplo claro de externalidad negativa, el sector no puede puede producir y poner en el mercado productos que no solo no son ni reparables, ni reutilizables ni tan solo reciclables, sino que además nos envenenan al tener una carga tóxica importantísima. La industria tiene que asumir los costes que esto comporta”, enfatiza García.

Los representantes de la industria plástica han publicado informes con el objetivo de reivindicar los sobrecostes que les generaría la supresión de estos tóxicos, pero García reivindica que “precisamente esos sobrecostes son los mismos que durante décadas han externalizado hacia la ciudadanía y los propios municipios, que han pagado la gestión de sus productos cuando se convierten en residuos”.

"La solución pasa inevitablemente por un auténtico cambio en el modelo productivo, nada de economía circular", afirma Rosa García, directora general de Rezero.

La dirigente opina que en lo que respecta a la Ley de residuos “sí que nos hubiese gustado una ley más ambiciosa que impusiera medidas específicas con un mensaje muy claro, asumiendo que habitamos un planeta cuyos recursos son finitos. La solución pasa inevitablemente por un auténtico cambio en el modelo productivo, nada de economía circular. Este término no nos acaba de convencer porque todos se apuntan a la circularidad, pero solo para perpetuar los modelos actuales dándoles una capa de pintura verde”.

“Se trata de un sistema que vaya más allá de la mera sustitución de unas materias por otras, donde se promuevan la reutilización y la reconversión, así como distintos circuitos logísticos”, concluye.

Tras contemplar los puntos de vista de algunos de los actores principales de este debate, la industria del plástico y los que abogan por su eliminación, si algo puede sacarse en claro es que todos ellos apuestan decididamente por un modelo productivo y de consumo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente; pero a sabiendas del alto precio a pagar en la consecución de unos parámetros ambientales óptimos, aún queda por definir una estrategia que no deje atrás a ninguna de las partes.

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