Europa hacia la circularidad: la necesidad de una Ley de uso circular de materiales
Con Aizea Astor Hoschen, Senior Legal and Policy Officer de FEAD, Asociación Europea de Gestión de Residuos
La creciente demanda de materiales y la escasez progresiva de recursos en Europa han convertido en prioridad el establecimiento de una legislación sólida sobre uso de materiales circulares, que garantice el suministro de materias primas recicladas de alta calidad.
Con unas proyecciones para Europa que anticipan un aumento significativo en la demanda de materiales para apoyar la transición verde y digital, un incremento en la generación anual de residuos y una creciente escasez de materias primas debido a las presiones en las cadenas de suministro mundiales, se hace evidente la necesidad urgente de reforzar la capacidad de Europa para suministrar materias primas de alta calidad provenientes del reciclado de sus propios residuos. En este contexto, la necesidad de una legislación sólida y efectiva sobre el uso circular de materiales se ha convertido en una cuestión prioritaria.
La Asociación Europea de Gestión de Residuos, FEAD, enfatizaba esta urgencia en un manifiesto publicado el pasado mes de mayo de 2024, que pone de relieve la necesidad de priorizar un Acuerdo Industrial Europeo que transforme la industria europea hacia un modelo más sostenible, competitivo y circular. Para ello, FEAD aboga por el establecimiento de una Ley de Uso Circular de Materiales (CMUA, por sus siglas en inglés) que integre políticas integrales y exhaustivas que abarquen la gestión de residuos y la transformación de materiales de desecho en recursos valiosos para la producción industrial.
En este reportaje, exploramos en profundidad la propuesta de FEAD para una Ley de Uso Circular de Materiales, subrayando su rol crucial en la transformación del mercado de materias primas recicladas. A través de las perspectivas de Aizea Astor Hoschen, responsable principal de Asuntos Jurídicos y Políticas de FEAD, examinamos cómo esta legislación puede abordar los desafíos actuales, allanando el camino hacia la economía circular en Europa; y evaluamos sus objetivos clave y propuestas, los beneficios esperados y los obstáculos a superar para lograr una implementación efectiva.
La necesidad de una nueva legislación sobre el uso circular de materiales en la Unión Europea se manifiesta claramente a través de la persistente y preocupante estaticidad en la tasa de uso circular de materiales, esto es, los recursos materiales utilizados en la UE que proceden de materiales reciclados, explica Astor Hoschen. Según datos recientes de Eurostat, esta tasa alcanzó apenas el 11,5% en 2022, con un incremento marginal del 0,1% entre 2021 y 2022 y un crecimiento acumulado de solo 0,8% desde 2010, “datos muy bajos para una sociedad con ambiciones de transición hacia una economía circular”, lamenta.
Este estancamiento contrasta profundamente con los objetivos ambiciosos planteados en el Pacto Verde Europeo de 2019 y en el Nuevo Plan de Acción para la Economía Circular de 2020, que buscaban una transición hacia un modelo de crecimiento regenerativo, y con tal fin, esforzarse por reducir su huella de consumo y duplicar su tasa de utilización de material circular en la próxima década. La experta de FEAD enfatiza la gravedad de la situación, al señalar que la pobre evolución de la tasa de uso circular de materiales es indicativa de una desconexión entre las metas políticas y los resultados prácticos. Este estancamiento subraya una deficiencia en la aplicación efectiva de las políticas existentes y revela la falta de un marco legal que impulse cambios sustanciales en el uso de materiales reciclados.
La Ley de Uso Circular de Materiales permitiría un suministro más eficiente de materias primas secundarias y energía a la economía europea, al tiempo que se gestionan los residuos de manera segura y responsable con el medio ambiente.
Si bien es cierto que las políticas de la UE han fomentado la evolución de la gestión de residuos hasta convertirla en una industria altamente especializada que, además de descontaminar el medio ambiente y destruir sustancias peligrosas, es capaz de suministrar materias primas secundarias y energía a su economía; la realidad es que, “a pesar de sus buenas intenciones, estas políticas continúan siendo insuficientes”, opina Astor Hoschen, considerando que “tenemos un problema generalizado de aplicación de la normativa y de demanda de materiales reciclados”.
La experta advierte que, sin una aplicación adecuada de la ley, se corre el riesgo de que los ambiciosos objetivos “queden en nada”. Un claro ejemplo de esta deficiencia es la recogida selectiva de residuos orgánicos, obligatoria desde el 1 de enero de 2024, pero cuya aplicación es inconsistente y no se ha ejecutado uniformemente ni siquiera en Alemania, país pionero en implementar esta medida en 2014. Otro ejemplo son los altos índices de vertido de residuos municipales en determinados países, a pesar del objetivo de alcanzar un máximo de 10% para 2035.
En contraste, existen otros ejemplos de prácticas exitosas a nivel europeo, que podrían servir de referencia para esta nueva ley. Italia, por ejemplo, ha establecido un objetivo nacional de recogida selectiva de residuos, complementado por metas específicas para distintos tipos de materiales; República Checa ha propuesto reducir el IVA sobre los productos que contienen materiales reciclados, con el fin de estimular la demanda de estos productos; o Bélgica, donde el SCRAP Valipac es pionero en la gestión de envases industriales con un enfoque financiero y de libre mercado, evidenciando un modelo innovador en la gestión de residuos.
Considerando los datos actuales y ante la urgencia y necesidad de establecer objetivos claros que impulsen una transición efectiva hacia la economía circular en toda Europa, FEAD aboga por recoger estas ambiciones en un instrumento “legalmente vinculante”. En este sentido, propone la implementación de una Ley de Uso Circular de Materiales, la cual, según Aizea, debería articular una visión a largo plazo para el uso de recursos circulares, empezando por dos objetivos fundamentales: alcanzar una tasa de uso circular de materiales del 25% para el año 2030 y lograr un objetivo de reciclaje del 75% para todos los residuos en la UE para 2035. Estos objetivos están diseñados para abordar las deficiencias observadas en el sistema actual y para alinear las prácticas europeas con las ambiciones declaradas en el Pacto Verde Europeo y el Nuevo Plan de Acción para la Economía Circular.
Apenas unos meses de la celebración de las elecciones europeas de junio, Aizea describe una actualidad en la que se está gestando un nuevo Pacto Industrial y de Competitividad para el nuevo período legislativo. Ursula von der Leyen, reelegida como presidenta de la Comisión Europea el 17 de julio, ha anunciado, para los primeros cien días de su segundo mandato, un Pacto Industrial Limpio, cuyo objetivo es potenciar una industria competitiva, descarbonizar y reducir los precios de la energía.
En este escenario, el primer gran desafío será adaptar la producción industrial a la economía circular. Según Aizea, la Ley de Uso Circular de Materiales deberá aumentar la demanda industrial de materias primas recicladas, estableciendo incentivos para que los fabricantes sustituyan los materiales vírgenes por materiales reciclados. Sugiere además la creación de un Fondo de Inversión en Economía Circular que respalde el abandono de las materias primas primarias, añade. Astor Hoschen enfatiza que la introducción de incentivos económicos para incorporar materiales reciclados en la fabricación de productos es esencial para asegurar la sostenibilidad, competitividad y autonomía de la industria y la economía europeas; y son los países de la UE los que “tienen en su mano” el impulsar la demanda de materiales sostenibles. Esto puede alcanzarse mediante la implementación de requisitos adicionales de contenido mínimo reciclado obligatorio, así como con la adopción de políticas como la contratación pública sostenible o la reducción del IVA en productos que contengan material reciclado, ejemplifica.
Otro asunto pendiente sobre el que habrá que decidir próximamente es el establecimiento de un objetivo intermedio de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2040, antes de alcanzar la neutralidad climática en 2050. Es fundamental que la revisión que se haga de la legislación europea reconozca la importancia crucial de la economía circular en la mitigación del cambio climático. Aprovechar la gestión de residuos y la economía circular es clave para reducir emisiones, promover el uso de recursos alternativos y desarrollar materias primas que sustituyan los combustibles fósiles, afirma Aizea. Por tanto, la Ley de Uso Circular de Materiales debería considerar un mecanismo que reconozca las emisiones de CO² evitadas por la industria de la gestión de residuos, a fin de impulsar la competitividad de los materiales reciclados frente a los vírgenes.
Por otro lado, para reforzar la autonomía de la UE sobre su suministro de recursos, hay que hacer todo lo posible para que las materias primas recicladas que se reintroduzcan en la producción industrial europea se obtengan y reciclen dentro de la propia UE, agrega. Como mínimo, la Ley de Uso Circular de Materiales debería exigir que todos los productos importados que se comercialicen en la UE estén sujetos a las mismas normas y requisitos que los productos fabricados en la UE, incluyendo garantías de calidad y sostenibilidad de su contenido reciclado.
Reforzar la aplicación uniforme de la legislación ambiental va a ser otra prioridad en la legislatura entrante. Esto va a ser un reto considerable en los próximos años, que requerirá recursos financieros y humanos a escala europea, nacional y local, anticipa la experta. Desde FEAD, piden que que la Ley de Uso Circular de Materiales cree una agencia encargada de supervisar la aplicación de los marcos jurídicos de la economía circular, con la posibilidad de sancionar las infracciones. En lugar de crear una nueva agencia, tal función podría atribuirse a la Agencia Europea de Medio Ambiente, que ya apoya a la CE en determinadas funciones, propone.
Por último, contar con un mercado de residuos justo y transparente será clave para fomentar la inversión del sector privado. La última propuesta de FEAD en relación a la nueva Ley es la introducción de medidas que garanticen un mercado competitivo, excluyendo cualquier tipo de trato preferente de las entidades públicas sobre las empresas privadas. Asimismo, esta deberá garantizar que se mantengan los principios del mercado único, sobre todo en relación a las normas sobre ayudas estatales a las empresas públicas, evitando la legislación que establece la propiedad o el acceso restringido a determinados flujos de residuos.
"Una Ley de Uso Circular de Materiales debería articular una visión a largo plazo con dos objetivos fundamentales: alcanzar una tasa de uso circular de materiales del 25% para el año 2030 y lograr un objetivo de reciclaje del 75% para todos los residuos en la UE para 2035", destaca Aizea Astor Hoschen, Senior Legal and Policy Officer de FEAD, Asociación Europea de Gestión de Residuos.
La nueva Ley de Uso Circular de Materiales, propuesta por FEAD, representa, por tanto, un avance significativo y tiene potencial para transformar la gestión de residuos en la Unión Europea. Según Aizea, la ley pretende establecer un mercado único que sea competitivo, justo y transparente, y del que se esperan múltiples beneficios. Este marco legislativo, diseñado para acelerar la transición hacia una economía circular, permitirá un suministro más eficiente de materias primas secundarias y energía a la economía europea, al tiempo que se gestionan los residuos de manera segura y responsable con el medio ambiente. En este proceso, la industria de la gestión de residuos juega un papel crucial. A través de una gestión adecuada de los residuos, se espera, por tanto, lograr importantes beneficios medioambientales y económicos, entre los que Astor Hoschen destaca el ahorro de energía, la reducción de emisiones de CO² y la estabilización en el suministro de materias primas, lo cual no solo proporciona un impulso sostenible a la industria, sino que también generará empleo. Asimismo, la implementación de la ley brinda una oportunidad para que la UE consolide su liderazgo en sostenibilidad. Descontaminar la economía y suministrarla de materiales reciclados de calidad, que puedan que competir con materias primas vírgenes, fortalecerá la sostenibilidad en las cadenas de valor europeas y contribuirá a reforzar la independencia estratégica de la UE, fundamental en un contexto global marcado por grandes retos medioambientales y climáticos, como la contaminación ambiental, la escasez o la sobreexplotación de los recursos, agrega.
Sin embargo, la implementación efectiva de esta ley también enfrenta desafíos significativos, como las disparidades actuales entre los países miembros de la Unión Europa, que afectan al desarrollo de la infraestructura existente, los sistemas legislativos y los medios materiales y humanos a disposición de las administraciones públicas, explica la experta. Alcanzar los objetivos propuestos requerirá el despliegue de todas las tecnologías de tratamiento de residuos disponibles, asegurando que estas cuenten con las capacidades adecuadas. Por ende, tanto para el traslado de residuos como para el desarrollo de infraestructuras, será necesario acelerar los procedimientos de concesión de permisos, reducir la burocracia y digitalizar los procesos, señala Astor Hoschen. La modernización y agilización de estos procedimientos es esencial para superar los obstáculos administrativos que podrían ralentizar la transición hacia una economía circular efectiva. Además, las administraciones públicas deberán contar con “personal suficiente y suficientemente especializado” para garantizar que las políticas se implementen de manera eficiente y eficaz, evitando retrasos y problemas en la ejecución.