Repensar el progreso. Por qué la economía circular sigue siendo más aspiración que realidad

El Circularity Gap Report 2025, elaborado por la organización Circle Economy, analiza en profundidad el estado global de la economía circular. Este informe examina las dinámicas del uso de materiales, los impactos ambientales y oportunidades estratégicas
Autor/es
Nuria Suárez
Publicado en
01-10-2025

Desde el año 2018, la organización Circle Economy publica anualmente el Circularity Gap Report, un informe que se ha convertido en referente internacional para medir la evolución del modelo circular a escala global. A través de un indicador propio —la Circularity Metric— el informe cuantifica qué porcentaje del consumo total de materiales en el mundo proviene de fuentes secundarias; es decir, recicladas o reutilizadas.

 

Lograr una transición exitosa hacia una economía circular requerirá cambiar las reglas del juego. Fundamentalmente, reorientar los comportamientos, las normas y los sistemas de creencias actuales; así como las leyes, regulaciones y políticas

 

Como punto de partida, una de las cifras más significativas del informe alerta sobre un retroceso claro en materia de circularidad. En el año 2024, únicamente el 6,9 % de los materiales utilizados en la economía mundial eran circulares, lo que supone una disminución respecto al 7,2 % registrado el año anterior. Se trata de un descenso que, aunque pueda parecer leve, pone de manifiesto que la circularidad global atraviesa un período de debilitamiento, impulsado principalmente por el aún elevado consumo de materiales vírgenes.

A este desafío estructural se suma la limitada capacidad del sistema para recuperar, transformar y reintroducir los residuos en los ciclos productivos. Destacan que, si bien el uso de materias primas secundarias ha mostrado una evolución positiva en los últimos años, su progreso continúa siendo insuficiente frente al ritmo acelerado de extracción de recursos primarios.

 

Materiales que se extraen, se consumen y se desechan

Los datos hablan por sí solos. En los últimos 50 años, la extracción mundial de materiales se ha triplicado, superando los 100.000 millones de toneladas. Ante este escenario, el informe advierte que sin cambios profundos y sistemáticos en el funcionamiento de la economía mundial, esta cifra podría incrementarse hasta en un 60 % para 2060.

 

Aunque la biomasa no neutra en carbono representa solo el 2,2 % del consumo total de materiales, equivale a cerca del 10 % del uso total de biomasa; una cuota que aún es crucial minimizar

 

En paralelo, se estima que alrededor del 18,1 % de los materiales que ingresan al sistema económico global no son objeto de procesos de reciclaje ni recuperación, lo que contribuye tanto al crecimiento de los vertederos como al aumento de las emisiones atmosféricas. Según los cálculos de Circle Economy, de aumentarse los esfuerzos en materia de recuperación, la tasa de circularidad global podría alcanzar el 25 % en los próximos años, en comparación con el 6,9% de 2024.

Desde una perspectiva socioambiental, Circle Economy alerta de que la continua aceleración en el consumo de materiales está agravando de forma significativa los procesos de degradación ambiental, especialmente en países con menor capacidad institucional y tecnológica para mitigar sus efectos. El informe señala que, en términos per cápita, los países con mayores niveles de ingreso generan impactos climáticos hasta diez veces superiores a los provocados por las naciones de bajos ingresos. Sin embargo, son estas últimas las que soportan de manera desproporcionada las consecuencias más graves del deterioro ambiental.

 

 

Cuantificar la circularidad global

Si bien el informe destaca la relevancia de incrementar las tasas de reciclaje y recuperación de materiales, advierte que estos esfuerzos deben integrarse en una transformación más profunda. La mejora de la circularidad requiere intervenciones estructurales con un enfoque sistémico y de mayor alcance.

En este sentido, aunque la maximización del uso de materiales secundarios es un componente fundamental, resulta insuficiente por sí sola para avanzar hacia una economía plenamente circular. “Incluso en un escenario hipotético en el que se lograra recuperar y valorizar la totalidad de los residuos actualmente desaprovechados, la circularidad global no superaría el 25 % en ausencia de una reducción sustancial en los volúmenes de extracción y producción de materiales vírgenes”, afirman.

Esta limitación estructural pone de manifiesto la urgencia de replantear en profundidad los fundamentos del sistema económico global, lo que requiere, según sus autores, “una transformación sistémica de la forma en que extraemos, producimos y consumimos materiales”.

 

El desafío es global y compartido: se necesita una arquitectura global de gobernanza que aporte coherencia y ambición a las políticas circulares

 

La paradoja de la biomasa

El informe también profundiza en el carácter ambivalente de la biomasa dentro del paradigma de la economía circular. A pesar de ser catalogada como una fuente renovable, su creciente sobreexplotación está generando graves impactos ambientales. Actualmente, el 21,5 % de los materiales consumidos a nivel global corresponden a biomasa considerada neutra en carbono; sin embargo, la expansión constante de tierras dedicadas a monocultivos, pastos y prácticas agrícolas intensivas evidencia una tendencia preocupante que pone en cuestión su sostenibilidad real.

 

 

Esta dinámica se vincula de forma directa con la pérdida de biodiversidad, la degradación del suelo y las alteraciones en el uso del territorio, lo que pone de manifiesto que la biomasa no es, por sí misma, intrínsecamente circular ni sostenible si no se gestiona de manera responsable.

 

 

Ante este panorama, el Circularity Gap Report plantea la necesidad urgente de evaluar y mitigar los impactos que la extracción de biomasa genera sobre los servicios ecosistémicos. Esta evaluación debe considerar no solo los efectos del cambio en el uso del suelo y el agotamiento de recursos naturales, sino también incorporar un balance de carbono integral. Para ello, resulta esencial monitorear los flujos de carbono biogénico y su repercusión en el clima global.

 

Sin marcos normativos claros, metas vinculantes y cooperación internacional, no habrá transición posible

 

Tal como subrayan sus autores, aunque la proporción de biomasa no neutra en carbono es actualmente baja, el informe insiste en que debe tender a cero. “Este recurso representa aproximadamente una décima parte del uso total de biomasa, una proporción que sigue siendo crucial minimizar”, alegan.

 

Energía y circularidad, una ecuación desequilibrada

En el ámbito energético, el informe corrobora que los combustibles fósiles siguen teniendo un papel predominante en la economía global, al representar el 13,3 % del total de materiales consumidos y el 82 % del suministro energético primario. Pese a los avances en electrificación y el impulso a las energías renovables, las emisiones de gases de efecto invernadero continúan en aumento, lo que evidencia que los progresos actuales son insuficientes para cumplir con los compromisos climáticos internacionales.

La propuesta de Circle Economy es clara: avanzar hacia un sistema energético descarbonizado, eficiente y verdaderamente circular. Para ello, se plantea que el diseño de productos y servicios debe integrar desde su concepción una visión integral del ciclo de vida, al tiempo que se promueve una optimización estructural del uso de los recursos, más allá de la mera eficiencia tecnológica.

Identifican tres objetivos estratégicos para avanzar en esta dirección:

  1. Optimizar el sistema energético global con el fin de reducir la demanda total de energía primaria.
  2. Priorizar la electrificación basada en fuentes renovables, incrementando así el peso de la electricidad en el consumo final total de energía.
  3. Ampliar y perfeccionar de forma sistemática la electrificación descarbonizada en todos los sectores industriales, con el propósito de acelerar el aumento de la proporción del consumo energético final que proviene de fuentes limpias.

 

El peso del desarrollo urbano

El informe también pone en evidencia el papel determinante que desempeña la superficie construida en el incremento de la demanda per cápita de recursos. Infraestructuras y entornos urbanos requieren volúmenes significativos de materiales para su desarrollo, consolidándose así como uno de los principales impulsores del consumo global. Entre los años 2000 y 2021, la proporción de la población mundial que habita en ciudades creció del 47 % al 56 %, y las proyecciones actuales estiman que esta cifra podría ascender al 68 % en 2050, lo que implicaría la incorporación de aproximadamente 2.500 millones de personas adicionales al tejido urbano global.

No obstante, la expansión de infraestructuras y equipamientos urbanos será inevitable. Por esta razón, el verdadero reto radica en asegurar la prestación de servicios esenciales sin replicar modelos de desarrollo insostenibles. Desde la óptica de la economía circular, los especialistas coinciden en que resulta considerablemente más eficiente —tanto en términos ambientales como económicos— rehabilitar, conservar y extender la vida útil de los activos existentes, en lugar de continuar con una expansión ilimitada del entorno construido.

En este sentido, será fundamental implementar estrategias de urbanización más racionales, optimizar el uso de materiales y aplicar principios circulares desde las fases tempranas de planificación y diseño urbano, con el objetivo de minimizar impactos y maximizar el valor a largo plazo de las infraestructuras.

 

Liderar el cambio desde lo público y privado

En este contexto, la transformación hacia una economía circular no puede concebirse sin una implicación decidida por parte de los gobiernos. Así como las ciudades deben replantear sus modelos de crecimiento para evitar la expansión descontrolada del entorno construido, las administraciones públicas están llamadas a asumir un rol activo en la configuración de un nuevo modelo económico que supere los esquemas lineales predominantes. No se trata únicamente de regular, sino de actuar como “arquitectos de una transición estructural”, mediante la formulación de visiones estratégicas a largo plazo, la revisión de los marcos fiscales, la eliminación de prácticas extractivas ineficientes y el refuerzo de políticas clave como el ecodiseño y la responsabilidad ampliada del productor.

Desde el ámbito empresarial, anticiparse a los desafíos emergentes será determinante para sostener la competitividad en un contexto de transición circular. En este escenario, la adopción de métricas específicas, la definición de objetivos operativos vinculados al uso eficiente de recursos y el diseño de productos orientados a la durabilidad, reparación y reciclabilidad se consolidan como herramientas fundamentales para la generación de valor. Invertir en tecnologías limpias, logística inversa y modelos de producción sostenibles ha dejado de ser una alternativa opcional para constituirse como una estrategia clave para mitigar riesgos asociados a la escasez de materias primas, la volatilidad de los mercados y el endurecimiento normativo.

Asimismo, la colaboración transversal con proveedores, clientes y otros actores del ecosistema resulta esencial para fomentar economías de escala, acelerar la innovación y desplegar soluciones circulares viables a lo largo de toda la cadena de valor.

 

Los productos y servicios circulares permiten a las empresas aumentar el valor de la marca, afianzar clientes, ingresar a nuevos mercados, reducir costos y mantenerse por delante de la competencia en términos de innovación

 

Con ello, el Circularity Gap Report enfatiza que solo a través de una acción coordinada entre los sectores público y privado será posible construir sistemas económicos verdaderamente resilientes, regenerativos y alineados con los límites ecológicos del planeta.

 

Hacia un modelo regenerativo

En definitiva, el Circularity Gap Report 2025 subraya que la transición hacia una economía verdaderamente circular exige intervenciones de carácter multisectorial y multiescalar. Esta transformación deberá apoyarse en un marco regulador sólido, incentivos económicos coherentes con el uso sostenible de materiales y mecanismos de gobernanza colaborativa eficaces.

Solo a través de una acción conjunta y articulada —que combine políticas públicas ambiciosas, innovación empresarial y compromiso ciudadano— será posible rediseñar el sistema económico hacia un modelo regenerativo, plenamente compatible con los límites biofísicos del planeta. Un modelo orientado a garantizar la disponibilidad futura de recursos, reforzar la resiliencia frente al cambio climático y consolidar alternativas sostenibles a gran escala.

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