Responsabilidad Ampliada del Productor en el sector textil: experiencias pioneras en Europa

Frente a un sector en crisis, la atención se centra en una herramienta ya utilizada en otros ámbitos, pero todavía incipiente en el sector textil: la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP)
Autor/es
Oscar Planells
Publicado en
06-06-2025
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El sector de la clasificación, reutilización y reciclaje textil atraviesa una crisis sin precedentes en Europa. La fuerte caída en los precios de la ropa de segunda mano ha hecho que los ingresos apenas cubran los costes de procesamiento, lo que conlleva graves problemas de liquidez. Esta caída responde, en gran parte, al desplome de la demanda en mercados de exportación tradicionales y a la competencia creciente de productos nuevos de menor coste y calidad.

La situación se ve agravada por el exceso de residuos textiles resultante del auge de la moda ultrarrápida y el consumo masivo mediante compras online. Según un informe reciente de la Agencia Europea de Medio Ambiente, cada ciudadano de la UE compra de media 19 kilos de ropa, calzado y textiles del hogar al año, el equivalente a una maleta grande repleta de productos.

 

Según un informe reciente de la Agencia Europea de Medio Ambiente, cada ciudadano de la UE compra de media 19 kilos de ropa, calzado y textiles del hogar al año, el equivalente a una maleta grande repleta de productos.

 

En este contexto, los operadores acumulan un volumen creciente de textiles usados que no encuentran salida comercial. Buena parte de estos residuos son sintéticos de baja calidad, sin potencial de reutilización ni de reciclaje, lo que supone una carga económica adicional: costes de procesamiento sin retorno. La obligación de recoger residuos textiles por separado en a partir de 2025 ha agravado la situación para estos operadores. Ante esta situación, organizaciones como EuRIC, que representa a la industria del reciclaje en Europa, y RREUSE, que agrupa a empresas sociales activas en la reutilización, han lanzado una alerta: el sector está al borde del colapso y necesita un plan de emergencia urgente.

Frente a un sector en crisis, la atención se centra en una herramienta ya utilizada en otros ámbitos, pero todavía incipiente en el sector textil: la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP). En los próximos años, su aplicación será clave para fomentar la circularidad y repartir costes de forma justa. En España, la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una Economía Circular, aprobada en 2022, establece la creación de un sistema de RAP para textiles.

 

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Aunque aún no se ha publicado el Real Decreto que detallará su funcionamiento, se espera que este vea la luz a finales de 2025 o en 2026, tras la finalización del proyecto piloto actualmente en marcha por RE-VISTE, el primer Sistema Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP) para textiles en España. A nivel europeo, la revisión de la Directiva Marco de Residuos, que incluirá la obligatoriedad de establecer sistemas RAP para textiles en todos los Estados miembros, está prevista para aprobarse a mediados de 2025. Su aplicación efectiva comenzaría 30 meses después, es decir, a principios de 2028. Las microempresas dispondrán de un año adicional, por lo que sus obligaciones no serían efectivas hasta 2029.

 

Países como Francia, Países Bajos, Letonia y Hungría ya han dado el paso, ofreciendo experiencias concretas que pueden servir de referencia para los actores del sector.

 

Sin embargo, la implementación de sistemas de RAP para textiles ya es una realidad en varios países europeos. Países como Francia, Países Bajos, Letonia y Hungría ya han dado el paso, ofreciendo experiencias concretas que pueden servir de referencia para los actores del sector. Con el apoyo de varios expertos, este reportaje analiza las características de los sistemas de RAP para textiles ya operativos en Europa y explora qué lecciones y buenas prácticas se pueden extraer de estas experiencias para el desarrollo de un sistema de responsabilidad ampliada en España y a escala europea.

 

Experiencias pioneras en Europa

Francia fue el primer país del mundo en implementar un sistema de RAP para textiles, en vigor desde 2008. El objetivo de esta iniciativa era gestionar de forma más sostenible los residuos textiles y responder al creciente impacto ambiental del sector. “Basándonos en sus 15 años de experiencia, podemos identificar tanto éxitos notables como áreas de mejora. Esta experiencia puede ofrecer lecciones valiosas para la futura aplicación en toda la UE”, observa Philippe Doliger, experto en circularidad y responsable de la rama textil en EuRIC.

 

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El sistema de responsabilidad ampliada francés cubre todas las prendas de vestir, calzado y textiles del hogar comercializados en el país, con algunas excepciones, como los productos hechos de cuero o piel natural, o los artículos reutilizados que ya hayan contribuido previamente al sistema. Refashion, el único SCRAP para textiles del país, gestiona casi todo el sistema y controla el 95% del mercado. El 5% restante corresponde principalmente a grandes marcas como H&M, que optan por cumplir con las obligaciones de forma individual.

 

Francia se sitúa a la vanguardia europea en la aplicación del principio de ecomodulación. Este sistema ajusta las contribuciones financieras a pagar en función del impacto ambiental de los productos.

 

En contraste, el sistema de RAP para textiles en Países Bajos es mucho más reciente. Este fue aprobado en 2023 y sus obligaciones entraron en vigor en 2025. A diferencia de Francia, el sistema neerlandés se caracteriza por la existencia de múltiples SCRAPs. El marco cubre ropa de consumo, ropa de trabajo, y varios textiles del hogar como toallas y sábanas, pero excluye productos como cortinas, calzado o accesorios. Las obligaciones se aplican tanto a empresas nacionales como a marcas extranjeras, que deben designar un representante autorizado.

Los modelos de RAP para textiles en Francia y Países Bajos presentan diferencias clave en lo que respecta a las contribuciones financieras que deben abonar los productores. Actualmente, Francia se sitúa a la vanguardia europea en la aplicación del principio de ecomodulación. Este sistema ajusta las contribuciones financieras a pagar en función del impacto ambiental de los productos. El objetivo de este enfoque es incidir en el ecodiseño, premiando los artículos más sostenibles, duraderos y fácilmente reciclables, y penalizando aquellos que generan mayores dificultades de tratamiento al final de su vida útil.

En el caso francés, el importe a pagar por prenda varía entre 0,01€ y 0,06€, dependiendo de criterios como la durabilidad, la facilidad de reparación y reciclaje, o la composición material de os productos. Desde 2025, el sistema incorpora bonificaciones adicionales por el uso de fibras recicladas y certificaciones ambientales reconocidas. Un ejemplo concreto: si una prenda incluye al menos un 15% de fibras recicladas post-consumo, puede beneficiarse de una reducción del 50% en la tarifa a pagar. No obstante, si bien Francia ha sido pionera en materia de ecomodulación, aún son necesarias más mejoras. “A pesar de la ecomodulación, no se han observado mejoras significativas en la reciclabilidad ni en las tasas de reciclado de textil a textil”, advierte Philippe Doliger.

 

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En cambio, el sistema neerlandés no ha incorporado aún mecanismos de ecomodulación obligatorios. Las contribuciones se calculan exclusivamente en función del peso total de los pro - ductos puestos en el mercado, y no por número de unidades. Actualmente, las empresas deben abonar 0,24€/kg de textiles comercializados. “Para generar realmente un impacto e impulsar una producción más circular, lo ideal sería diferenciar drásticamente entre productos sostenibles y no sostenibles. Esto no ocurre en la actualidad”, explica Janine Röling, Presidenta del SCRAP Collectief Circulair Textiel, que en 2026 introducirá tasas ecomoduladas por iniciativa propia.

 

El sistema letón destaca por la aplicación de tasas de RAP a los vendedores de ropa de segunda mano. Este hecho ha generado inquietud entre actores del sector, particularmente en un contexto de crisis para el sector.

 

Este modelo basado en el peso, sin distinción por tipo o calidad de producto, también se aplica en otros países. En Letonia, la legislación establece que las empresas deben pagar un impuesto nacional sobre recursos naturales de 0,50€/kg. No obstante, si se registran en un SCRAP pueden acceder a una tarifa reducida de 0,13€/kg. “Este es el planteamiento que ha adoptado Letonia con respecto a los sistemas de RAP para todos los flujos de residuos, por lo que no se trata de una innovación sólo para los productos textiles”, aclara Dace Akule, experta en economía circular y textiles de la ONG letona Green Liberty. Aunque el registro no es obligatorio, los incentivos económicos son claros. Sin embargo, el sistema letón destaca por la aplicación de tasas de RAP a los vendedores de ropa de segunda mano. Este hecho ha generado inquietud entre actores del sector, particularmente en un contexto de crisis para el sector. “De acuerdo con el principio de que quien contamina paga, creemos que las contribuciones financieras para sistemas de RAP deben aplicarse exclusivamente a los productos que se comercializan por primera vez en la UE”, explica Philippe Doliger.

 

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En Hungría, donde el sistema de RAP para textiles fue introducido en 2023, las tarifas están fijadas en 145 florines húngaros por kilo, lo que equivale a unos 0,36€/kg al cambio actual. Al igual que en Letonia y Países Bajos, no existen mecanismos de ecomodulación, y las tarifas se aplican de forma uniforme según el peso del producto. En definitiva, los modelos de RAP para tex - tiles actualmente existentes en Europa muestran enfoques completamente distintos. Mientras Francia avanza hacia un modelo sofisticado pero con más obligaciones administrativas, otros países han optado por modelos más simples, basados en contribuciones económicas por peso y sin ecomodulación.

 

 

Objetivos vinculantes para promover la circularidad

Uno de los puntos más debatidos en el proceso de armonización de los sistemas de RAP para textiles en Europa es si deben establecerse objetivos concretos y obligatorios en materia de recogida, reciclaje y reutilización. En este contexto, los ejemplos de Francia y Países Bajos resultan particularmente pertinentes.

El modelo neerlandés se basa en una interpretación más limitada del principio de responsabilidad del productor: las autoridades establecen objetivos concretos y vinculantes, pero otorgan plena autonomía a los SCRAPs para decidir cómo alcanzarlos. En este sentido, el cumplimento de las metas fijadas es la principal responsabilidad de los SCRAPs. Estos objetivos destacan por su concreción y nivel de ambición. A partir de 2025, al menos el 50% de los textiles comercializados en Países Bajos deberá ser reciclado o preparado para su reutilización, un objetivo que se elevará al 75% en 2030. Además de este objetivo combinado, el 10% de los textiles puestos en el mercado deberán ser reutilizados dentro del país, y el 25% deberán reciclarse mediante procesos de reciclaje fibra a fibra, es decir, usando el residuo textil en nuevas prendas de ropa. Estos objetivos aumentarán progresivamente hasta alcanzar el 15% y el 33%, respectivamente, en 2030.

 

La adopción de estos objetivos diferenciados responde a la intención de alinear los sistemas de rap con la jerarquía de residuos, priorizando la reutilización y el reciclaje de fibra a fibra frente a otros métodos de tratamiento.

 

De forma similar, Francia ha fijado objetivos ambiciosos y detallados en materia de recogida, reciclaje y reutilización de textiles. En el acuerdo marco 2023–2028, aprobado por la Agencia Francesa de Medio Ambiente, se establece que, para 2028, al menos el 60% de los textiles puestos en el mercado deberán recogerse de forma separada. En 2023, se recogió sólo un 32,2%. En cuanto al tratamiento de estos residuos, al menos el 80% de los textiles recogidos y clasificados deberá ser valorizado, y se fija también un objetivo separado de 120.000 toneladas preparadas para la reutilización, con un mínimo del 15% destinado a la reutilización local. En el pasado, las autoridades francesas establecieron el objetivo de disponer de un punto de recogida de residuos textiles por cada 1.500 habitantes, meta que se alcanzó exitosamente. Gracias a esta y otras medidas, Francia ha aumentado la recogida per cápita de 2 kg en 2009 a 3,7 kg en 2023, alcanzando una tasa de recogida del 31%, frente a la media europea del 22%.

La adopción de estos objetivos diferenciados responde a la intención de alinear la RAP con la jerarquía de residuos, priorizando la reutilización y el reciclaje de fibra a fibra frente a otros métodos de tratamiento. Sin embargo, este enfoque no se ha seguido en todos los países. En Letonia, donde la economía circular para productos textiles está menos desarrollada, los objetivos actuales exigen que al menos el 20% de los productos colocados en el mercado sean valorizados, aumentando al 25% en 2026. Estos objetivos, por lo tanto, son menos ambiciosos y no distinguen entre los niveles de la jerarquía de residuos.

 

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La gobernanza de sistemas de RAP en Europa

Si bien en términos de objetivos han adoptado enfoques similares, Francia y Países Bajos han adoptado modelos de gobernanza claramente diferenciados. En Francia, la gestión está centralizada en un único sistema colectivo, Refashion, que opera bajo una supervisión directa del Ministerio de Transición Ecológica y a través de un ecosistema de gobernanza más bien amplio y participativo. Por el contrario, el modelo neerlandés es más descentralizado, ya que existen varios SCRAPs que compiten entre sí y cuentan con libertad para decidir cómo alcanzar los objetivos establecidos por las autoridades.

 

El modelo neerlandés es más descentralizado, ya que existen varios SCRAPS que compiten entre sí y cuentan con libertad para decidir cómo alcanzar los objetivos establecidos por las autoridades.

 

En efecto, el enfoque francés destaca por la implicación del Estado y la inclusión activa de partes interesadas. La institución clave para gobernar los sistemas de RAP para 18 flujos de residuos es la Comisión Inter-RAP, conocida como CIFREP por sus siglas en francés. Este organismo reúne a representantes del sector privado, administraciones locales y estatales, asociaciones medioambientales y de consumidores, y operadores de gestión de residuos, particularmente entidades de la economía social. Su función es debatir y emitir opiniones consultivas sobre los objetivos, criterios técnicos y normativas que rigen los diferentes sectores cubiertos por la RAP. Más allá del CIFREP, cada SCRAP debe establecer internamente un Comité de Partes Interesadas que permita consultar a los actores del sector en cuestiones relativas a la implementación de su mandato. En Países Bajos, tal como se ha mencionado anteriormente, el modelo se basa en una interpretación estricta del principio de responsabilidad del productor: las autoridades fijan metas pero dejan en manos de cada SCRAP la decisión sobre cómo alcanzarlas.

 

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Este sistema pretende evitar cargas administrativas excesivas, pero ha sido criticado por concentrar el poder de decisión en los SCRAPs sin garantizar mecanismos de participación para otros actores del sector. “Aconsejamos al gobierno neerlandés que adoptara un modelo de gobernanza más inclusivo, dando a los municipios un papel destacado, ya que son los responsables de la recogida. Sin embargo, nada cambió”, explica Janine Röling.

 

Armonización a nivel europeo

Tras repasar los sistemas de RAP para textiles ya en marcha en países como Francia, Países Bajos, Letonia y Hungría, es necesario cubrir también el debate sobre la armonización de estos sistemas a escala europea. En los últimos años, los textiles se han convertido en una prioridad dentro de la agenda europea sobre residuos y economía circular. Más allá de la reducción del volumen de residuos, la Unión Europea busca transformar el modelo productivo, promoviendo textiles más duraderos, reciclables y libres de sustancias peligrosas.

El primer paso en este sentido fue la introducción de la obligación de recogida separada de textiles a partir del 1 de enero de 2025, establecida en la revisión de la Directiva Marco de Residuos de 2021. El segundo paso fue la Estrategia de la UE para productos textiles sostenibles, que incluye el compromiso de armonizar los sistemas de RAP para textiles en toda la UE. Este compromiso se debe concretar ahora a través de una nueva revisión de la Directiva Marco de Residuos. En febrero de 2025, el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE alcanzaron un acuerdo provisional a este respecto.

 

Más allá de la reducción del volumen de residuos, la unión europea busca transformar el modelo productivo, promoviendo textiles más duraderos, reciclables y libres de sustancias peligrosas.

 

El ámbito de aplicación será amplio, en línea con el sistema francés, incluyendo ropa, calzado, accesorios, y textiles del hogar, y las plataformas de venta en línea también estarán obligadas a registrar a sus vendedores y verificar que cumplen con las obligaciones de la RAP. Además, la propuesta menciona la necesidad de ecomodular las contribuciones financieras, así como de fomentar el desarrollo de tecnologías que promuevan la circularidad en el sector textil. Actualmente, sin embargo, no se prevén objetivos en materia de recogida, reutilización o reciclaje. Cada país podrá adoptar medidas en este ámbito si lo desea, pero no habrá un marco de objetivos mínimos a escala europea. Tampoco se han definido reglas comunes sobre gobernanza, lo que permitirá a cada Estado miembro elegir entre modelos opuestos, desde la gobernanza más participativa de Francia hasta el enfoque más liberal de los Países Bajos.

Otro aspecto clave es el calendario de implementación de la legislación europea. Pese a la situación crítica que atraviesa actualmente el sector de los residuos textiles, la legislación europea no entraría en vigor hasta principios de 2028, ya que la aplicación está prevista 30 meses después de su aprobación formal, prevista para mediados de 2025. Las microempresas dispondrán de un año adicional, por lo que sus obligaciones no serían efectivas hasta 2029. Dado que la obligación de recoger textiles ya es efectiva en 2025, esto deja a los operadores en una posición delicada, ya que deben asumir los costes de recogida y tratamiento sin contar aún con el respaldo de un sistema de responsabilidad ampliada plenamente operativo. Basándose en la experiencia de Letonia entre 2023 y 2025, la experta Dace Akule advierte que implantar la recogida obligatoria de textiles sin un sistema de RAP operativo puede empeorar la crisis del sector.

 

Pese a la situación crítica que atraviesa actualmente el sector de los residuos textiles, la legislación europea no entraría en vigor hasta principios de 2028, ya que la aplicación está prevista 30 meses después de su aprobación formal.

 

 

En definitiva, la implantación de sistemas de RAP para textiles será un elemento clave para avanzar hacia un modelo más circular y sostenible. España, que actualmente se encuentra en fase de proyectos piloto y desarrollo legislativo, tiene la oportunidad de aprovechar las lecciones aprendidas en países como Francia o Países Bajos. Según Philippe Doliger, “ahora que la UE avanza hacia un sistema de RAP para textiles armonizado, la experiencia de Francia subraya la importancia de la buena gobernanza, la participación de todas las partes interesadas y una ecomodulación eficaz”. Sin embargo, el experto alega que la implementación de los sistemas de RAP “no abordan la crisis inmediata del sector textil post-consumo”. El desafío, por tanto, no se limita a definir un modelo de RAP eficaz a largo plazo, sino también a responder a la crisis actual y garantizar la viabilidad del sector en el corto plazo.

 


Impulsar el reciclaje a partir de los sistemas de RAP

Una de las cuestiones clave sobre los sistemas de RAP es su potencial para acelerar el desarrollo y adopción de tecnologías de reciclaje textil, especialmente aquellas capaces de reciclar fibras en un ciclo cerrado, es decir, de fibra a fibra. El uso generalizado de estas tecnologías tendría un impacto notable, ya que permitiría reducir la dependencia de materiales vírgenes y, al mismo tiempo, ofrecer una solución a la creciente cantidad de residuos textiles.

 

Estado actual de las tecnologías de reciclaje

Existen dos grandes categorías de reciclaje textil: el reciclaje mecánico y el reciclaje químico. El primero, ya consolidado comercialmente, se basa en procesos físicos como el corte y el triturado para obtener fibras reutilizables. Sin embargo, su uso más habitual es el reciclaje de ciclo abierto o con pérdida de valor, es decir, aquél que transforma prendas usadas en materiales de menos valor como rellenos o trapos. Las aplicaciones de ciclo cerrado, donde las fibras recicladas se usan para nuevas prendas, son limitadas debido a la necesidad de materiales homogéneos y la degradación de las fibras.

El reciclaje químico, por su parte, abarca un conjunto de tecnologías más complejas que descomponen los tejidos hasta sus componentes moleculares, permitiendo la fabricación de nuevas fibras a partir de ellos. Estas técnicas permiten la obtención de fibras recicladas de alta calidad, pero conllevan mayores costes energéticos y aún no están disponibles a escala comercial.

Pese a los avances tecnológicos, el sector se enfrenta a múltiples barreras como la baja calidad de los residuos textiles, los costes de recogida y clasificación, o escasa demanda de fibras recicladas. En este sentido, los sistemas de RAP pueden fomentar el reciclaje textil a través de incentivos económicos y otras medidas regulatorias.

 

Los sistemas de RAP como herramienta clave

Uno de los instrumentos más eficaces que ofrecen los sistemas de RAP para fomentar el reciclaje textil es la ecomodulación de contribuciones financieras. Este sistema, que permite que las tasas varíen según el impacto ambiental de los productos, se puede utilizar para premiar los diseños duraderos y fácilmente reciclables, y para penalizar aquellos más problemáticos. Por ejemplo, en Francia las prendas con componentes electrónicos o fibras no reciclables pagan una tarifa más alta debido a su difícil reciclaje. En cambio, los productos que incorporan fibras recicladas de textiles post-consumo reciben bonificaciones.

Otra opción consiste en establecer cuotas mínimas de contenido reciclado en las nuevas prendas, lo que genera una demanda estable. EuRIC ha propuesto que todos los textiles nuevos contengan al menos un 10% de fibras recicladas, con un aumento progresivo hasta el 25%. “Si se aplica debidamente, esta medida impulsaría significativamente la demanda de materiales reciclados, estimulando así las inversiones en tecnologías de clasificación y reciclado”, explica Philippe Doliger. Algunos países ya imponen objetivos específicos para el reciclaje de fibra a fibra. En los Países Bajos, los SCRAPs deben alcanzar un porcentaje de reciclaje de fibra a fibra del 25% con respecto al total puesto en el mercado, aumentando al 33% para 2030. “La introducción de objetivos específicos para el reciclado de fibra a fibra se justifica por el hecho de que, en la actualidad, sólo el 1% de los residuos se reciclan para volver a fabricar ropa nueva. La gran mayoría se recicla para otras aplicaciones, se incinera o se desecha en vertederos”, alega Doliger

Por último, las contribuciones económicas también se pueden utilizar para impulsar la innovación. El SCRAP francés Refashion ha invertido ya 5,6 millones de euros en I+D para fomentar el reciclaje textil, incluyendo proyectos de reciclaje mecánico de vaqueros o de reciclaje químico de poliéster. Según la OCDE, la implementación de sistemas de RAP para textiles a nivel europeo podría generar entre 3.500 y 4.500 millones de euros anuales. Destinar un porcentaje de este total a proyectos innovadores tendría un impacto significativo.


 

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