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El plástico es un material imprescindible en numerosos sectores clave en nuestras vidas como la alimentación, el transporte o la sanidad. Su funcionamiento sería, literalmente, inviable sin un recurso que proporciona, en general, un gran número de ventajas. Por ello, se requiere un cambio de paradigma y una labor de concienciación acerca de la indispensabilidad de su correcto uso para poder avanzar hacia un futuro sostenible y respetuoso con el medioambiente.
La actual tramitación del Real Decreto de Envases y Residuos de Envases y la reciente aprobación de la Ley de Residuos y Suelos Contaminados nos hacen plantearnos cuál será el futuro de los residuos plásticos en España, tan necesarios y, a la vez, tan injustamente criminalizados.
El plástico debe ser parte de la solución, como un recurso, y no del problema, como un residuo. Se trata de un material resistente, seguro y reciclable como ningún otro. Lo que debemos hacer es replantearnos los modelos de gestión actuales, apostando por aquellos que aseguren la circularidad de este material. No se trata de acabar con el plástico con medidas incumplibles, sino de cambiar su uso y gestión una vez que termina su vida útil con el objetivo de darle un nuevo ciclo de utilidad.
Conseguir una economía circular del plástico constituye nuestro gran desafío, porque la viabilidad y capacidad de aportación e innovación de numerosas industrias críticas dependen de ello. Los ejemplos sobre la utilidad de este material son numerosos. Como comentaba Borja Lafuente, director de Sostenibilidad de Danone, en el evento que organizamos hace unas semanas en CIDEC, el envase tiene un propósito, una función y una finalidad: la de proteger a los alimentos de la contaminación o mantener una temperatura óptima para su consumo. Lo mismo ocurre con los envases sanitarios. La humedad, la temperatura, la luz o la suciedad pueden desestabilizar las características de los materiales y medicamentos.
Si somos honestos en reconocer y poner de manifiesto esta versatilidad, conseguiremos avanzar en una concepción moderna del plástico como recurso, y no como residuo, en el marco de una necesaria mentalidad de economía circular.
Apoyo de las administraciones
Sin el apoyo de las Administraciones Públicas, este camino hacia la circularidad que queremos, y debemos, conseguir es impensable. Las medidas que se impongan desde la esfera institucional deben tener en cuenta las oportunidades de negocio y de desarrollo de la sostenibilidad ambiental que se pueden generar a través de un modelo que no criminalice el uso del plástico, sino que potencie sus virtudes como recurso. Por poner un ejemplo, el Real Decreto de Envases pone el foco en la drástica reducción del número de envases por parte de la industria y los canales de venta y hostelería, con objetivos en la mayoría de los casos inalcanzables, en lugar de enfocar las medidas en el reciclaje de estos materiales.
Necesitamos dotarnos de la infraestructura necesaria para la gestión de todos los tipos de plástico para ser capaces de reducirlos y reutilizarlos. Tanto infraestructuras de gestión de residuos doméstico, como a nivel industrial. Como esgrime la recién galardonada con el Premio Princesa de Asturias por su impulso a la economía circular, Ellen MacArthur, esta debe partir desde la propia concepción y diseño de las ciudades: se necesitan infraestructuras, vehículos y edificios diseñados para ser duraderos, adaptables, modulares y fácilmente mantenidos.
El foco debe estar en los modelos de gestión, que cuenten con todas las piezas clave de la cadena de valor, si queremos lograr los objetivos marcados. Según pusieron de manifiesto diversos representantes del tejido empresarial de España en la jornada organizada por CIDEC hace apenas unas semanas, nos encontramos ante un problema de inseguridad jurídica y falta de armonización a la hora de legislar: se exige un gran esfuerzo por parte de las empresas, pero enseguida surgen nuevas leyes que obligan a cambiar las medidas tan costosas que han implantado.
Cambio de paradigma: el plástico como recurso
Por lo tanto, debemos fomentar un cambio de paradigma. Los residuos plásticos son un recurso valioso que pueden ser utilizados para un sinfín de propósitos. El reto es trabajar intensamente, y habilitar los recursos e incentivos normativos necesarios, para el reciclaje de esos envases en el marco de una economía circular, más sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
Tenemos que trabajar en gestiones de residuos que sean económicamente más viables, y debemos trabajar la circularidad para hacer frente a los retos ambientales. Debemos avanzar del modelo de plástico de un solo uso a la transformación de una manera sostenible, porque tenemos plástico para vivir miles de años.