
ALADYR reconoce a Antofagasta como referente en seguridad hídrica y gestión circular del agua en América Latina
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La ciudad de Antofagasta, ubicada en pleno desierto de Atacama y sin fuentes superficiales permanentes, ha sido reconocida por la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua (ALADYR) como uno de los principales modelos de seguridad hídrica del continente. Este reconocimiento llega tras convertirse en la primera urbe latinoamericana con más de 500.000 habitantes abastecida completamente por agua desalinizada y tras el anuncio de un nuevo proyecto para el tratamiento y reúso de aguas residuales.
La iniciativa, que contará con una inversión cercana a los 292 millones de dólares, estará a cargo de Sacyr Agua y tiene prevista su puesta en marcha en 2028. Su implementación forma parte de una estrategia integral para diversificar las fuentes hídricas de la ciudad mediante soluciones sostenibles y resilientes basadas en tecnología avanzada.
Reúso de agua residual para uso minero: un paso clave hacia la economía circular
El proyecto contempla la construcción de una nueva planta de tratamiento en el sector de Salar del Carmen, que se integrará al sistema existente operado por la misma compañía. Esta nueva infraestructura contará con una capacidad de procesamiento de 900 litros por segundo y recibirá aguas pretratadas desde la actual planta de Antofagasta. A diferencia del sistema actualmente operativo —que suministra agua tratada ultrapura e industrial— esta planta se enfocará en la producción de agua reutilizable destinada a actividades mineras.
Desde ALADYR, su presidente Jerry Ross valoró el anuncio como un hito estratégico para Chile y toda la región:
“Lo que hoy vemos en Antofagasta es mucho más que una infraestructura hídrica. Es una decisión política, técnica y social que posiciona a la ciudad como un referente de resiliencia ante la escasez estructural de agua que afecta a gran parte de América Latina”.
Ross subrayó que la integración del reúso en el sistema de abastecimiento marca “un punto de inflexión en la transición hacia una economía circular del agua”, aportando no solo una fuente alternativa para el uso urbano e industrial, sino también alivio a cuencas sobreexplotadas y oportunidades para el desarrollo agrícola e industrial.
Un modelo replicable ante una región en estrés hídrico
El caso de Antofagasta adquiere especial relevancia en un contexto regional en el que, según el Banco Mundial y el IICA, más de 166 millones de personas viven en zonas con estrés hídrico severo. Según ONU Agua, más de 22 millones carecen de acceso a servicios de agua gestionados de forma segura, y más de 100 ciudades latinoamericanas enfrentan riesgo elevado de crisis de abastecimiento si no se adoptan soluciones innovadoras.
En este escenario, Antofagasta demuestra cómo, incluso en entornos marcados por la aridez extrema, es posible alcanzar seguridad hídrica sostenible mediante una combinación eficaz de planificación, inversión tecnológica y cooperación público-privada.
“Estamos convencidos de que las soluciones existen. Lo que falta es voluntad para implementarlas. El ejemplo de Antofagasta demuestra que, incluso en territorios marcados por la aridez extrema, se puede alcanzar la seguridad hídrica si se apuesta por la tecnología, la planificación y la cooperación público-privada”, afirmó Ross.
Visión regional y disposición para la colaboración
ALADYR expresó su intención de acompañar procesos similares en otras ciudades latinoamericanas, ofreciendo asistencia técnica y promoviendo el intercambio de experiencias en torno a soluciones de desalación, reúso y eficiencia hídrica.
“El agua es un derecho, pero también un recurso que debe ser gestionado con inteligencia, responsabilidad y visión de futuro. Celebramos lo que ocurre en Antofagasta porque demuestra que, con determinación, es posible revertir tendencias históricas de escasez y transformar desafíos en oportunidades”, concluyó Ross.
Con esta nueva infraestructura, Antofagasta da un paso más en su consolidación como ciudad resiliente e innovadora en gestión del agua, integrando los principios de la economía circular hídrica en un entorno especialmente vulnerable al cambio climático.