Conflictos bélicos petrolíferos que aceleran la transición renovable
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Por: Alberto Gómez Arenas, Consejero Delegado Amatex-BIE
Hay quien ya piensa en que pronto habrá que encender la calefacción, volver al gasto extra del invierno que en Soria se antoja importante debido a las condiciones climatológicas. Las comunidades de propietarios que se abastezcan de gasóleo están afectadas por la incertidumbre. Y es que la noticia internacional del ataque a varias refinerías de Arabia Saudi pertenecientes a la empresa estatal de petróleo y gas hace unos días ha hecho que aumente el precio del crudo en Europa entre un 13 y un 18 por ciento de forma inmediata, la mayor subida de los últimos 30 años. Desde el sector de las energías renovables, y en concreto de la biomasa, la lectura es clara y cada vez son más las personas que toman conciencia de ello; y es que los combustibles fósiles están instalados continuamente en la especulación tanto en cantidad como en precio. Ya no solo afectan las crisis cíclicas o decisiones gubernamentales, sino que ataques a Arabia como los de hace unos días quizás puedan volver a repetirse escapando a nuestro control y comprensión.
Más del 8 por ciento del sueldo de la familia se dedica hoy por hoy al pago del combustible necesario en nuestro día a día, por ejemplo para calentar nuestras casas. Asumir subidas y bajadas de precio tan arbitrarias para el consumidor final significa que el presupuesto mensual varía en función de los mercados internacionales. Y no solo varía para las familias, sino también para las empresas que utilizan combustibles fósiles cuyos costes de producción se elevan. La tensión política entre Estados Unidos e Irán, a quien culpa de los ataques, no augura estabilidad a corto medio plazo.
Ante escenarios como éste, los consumidores ya están decidiendo ser independientes de la esclavitud de los precios que marca la economía mundial. Las energías renovables ganan terreno gracias en primer lugar a la estabilidad económica que en concreto la energía térmica de biomasa ofrece; y, después, gracias a los beneficios de cuidado y protección medioambiental que genera. La conciencia está cambiando igual que evoluciona la sociedad.
Y prueba de ello es Alemania, el último país en tomar un compromiso serio con la transición ecológica. Su camino hacia las energías renovables limpias es ya irreversible. Hace unos días aprobaba un documento de 22 páginas y 54.000 millones de euros que incluye una serie de medidas que persiguen reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 61% en 2030. El plan prevé nuevos impuestos a combustibles fósiles y eso afectará directamente a los hogares, generadores de un tercio de todas las emisiones. En siete años el combustible para calefacciones estará prohibido y las personas que reemplacen su antiguo sistema de calefacción de gasóleo por un modelo más respetuoso con el clima recibirán hasta un 40% de los costes.
Se ha fijado un precio para el dióxido de carbono (CO2), el precio de la tonelada de CO2 -gasolina, diesel, gas y combustible para calefacciones- será de 10 euros para empezar y se irá incrementando a los 35 euros hasta 2025, lo que supondrá en las gasolineras una subida hasta los 15 céntimos el litro de diesel en 2026.
Han acordado un precio para las emisiones de dióxido de carbono de energía empleada en edificios en el que los certificados de emisión se cotizaban el viernes a 26,30 euros por tonelada. Dinamarca, Escocia, Suecia y Finlandia son otros cuatro ejemplos europeos de cómo un país puede depender únicamente de fuentes de energía renovables, algo que hace menos de una década parecía una utopía. El país sueco quiere convertirse en 2050 en la primera economía libre de petróleo, carbón y gas natural para ganar en materia económica y en bienestar de la población. Cuanto más sube el precio del barril Brent, más se acelera la transición renovable.
Los expertos prevén que los derivados del petróleo subirán en precio este otoño en lugar de caer como lo han hecho históricamente en estas fechas. La energía obtenida de la biomasa es la alternativa a para calentar nuestros hogares, y también la alternativa que genera empleo estable y de calidad con contratos indefinidos y a largo plazo que conducen a la recuperación de población en las zonas rurales. Poner en valor la biomasa propia implica creación de puestos de trabajo, mantener población en zonas rurales afectadas por despoblación y crear un tejido empresarial en torno a lo forestal. La conciencia cada vez es mayor.
El sector de la biomasa en Soria movió 13,7 millones de euros solo el año pasado. Los bosques de la provincia de Soria tienen un potencial de generación de biomasa forestal de 4,5 toneladas, equivalentes a 1.290.000 toneladas de gasóleo que emiten 190 toneladas de CO2. Mientras los gobiernos luchan en conflictos bélicos petrolíferos, un mayor número de familias se suma al cambio de las energías renovables.