Drones para monitorizar la restauración de actividades extractivas en Cataluña

“Los agentes rurales hacen la recogida de datos con los drones y desde el CREAF los analizamos, obteniendo una serie de productos muy útiles para la administración y las propias empresas”, señala un investigador del proyecto
Entidad
19-01-2024

En Cataluña hay más de 400 explotaciones mineras en activo, a las cuales hay que añadir otros 2.000 espacios afectados por actividades extractivas que están abandonados o en proceso de restauración. ¿Cómo trabajan la ciencia y la administración para hacer frente a este reto? Recientemente, en el marco del proyecto RESTARC, el CREAF y la Agencia de Residuos de Cataluña han restaurado varias zonas donde se han llevado a cabo actividades extractivas, como la cantera La Falconera, en el Garraf, y también taludes de carretera, vertederos y zonas quemadas. Esta restauración se ha hecho de una manera novedosa, creando ‘suelos a la carta’ adaptados a cada caso. Por otro lado, el CREAF lidera desde el 2017 el proyecto PEDRERES para monitorizar el impacto y la restauración de las actividades extractivas con drones, lo hace en colaboración con el Cuerpo de Agentes Rurales de Cataluña y el apoyo de la Direcció General de Qualitat Ambiental i Canvi Climàtic de la Generalitat de Catalunya. 

 

Los drones, un elemento clave

En concreto, el proyecto PEDRERES emplea drones para monitorizar si las actividades de restauración que se están llevando a cabo en Cataluña son efectivas o no,  también observar la evolución de las áreas afectadas por explotaciones activas y los impactos que conllevan. “El hecho de utilizar drones, mejora significativamente el seguimiento del proceso de explotación y restauración, porque pueden sobrevolar zonas de difícil acceso y cubrir superficies extensas, algo inviable en seguimientos convencionales”, comenta Vicenç Carabassa, investigador del CREAF y coordinador del proyecto.

 

“El hecho de utilizar drones, mejora significativamente el seguimiento del proceso de explotación y restauración, porque pueden sobrevolar zonas de difícil acceso y cubrir superficies extensas, algo inviable en seguimientos convencionales”, señala Vicenç Carabassa, investigador del CREAF y coordinador de los proyectos PEDRERES y RESTARC

 

Entre los aspectos que se pueden evaluar se encuentran la extensión de las cubiertas vegetales, la cantidad y tipología de residuos acumulados, si el polvo se ha traspasado a los bosques adyacentes, la erosión del suelo, el peligro de desprendimientos o si hay más sequía o plagas. Pau Montero, también investigador del CREAF que participa en el proyecto explica que “los agentes rurales hacen la recogida de datos con los drones y desde el CREAF los analizamos, obteniendo una serie de productos muy útiles para la administración y las propias empresas”.

Otro de los trabajos que realiza el equipo es el seguimiento de las áreas extractivas abandonadas. Entre otras cosas, se ha observado que las que tienen más posibilidades de volver a su estado natural anterior, de manera espontánea, son aquellas donde hay material suficiente para que se forme un nuevo suelo y donde hay un clima húmedo, por ejemplo, en la zona del Pirineo. En cambio, cuando hay mucha piedra y un clima seco, la sucesión natural es lenta, no se produce directamente o, incluso, se acaba degradando más: “esto lo hemos observado más en el Sur de Cataluña, y es aquí donde tendríamos que poner los esfuerzos de restauración”, puntualiza Carbassa.

 

Suelos a la carta

Una vez se ha radiografiado el estado de las áreas afectadas se pueden planificar acciones encaminadas a recuperar la zona. En este sentido, el proyecto ‘RESTARC’ busca restaurar los suelos de las más degradadas, entre ellas las explotaciones mineras, partiendo de un diseño de suelos específico por cada situación.

Estos ‘suelos a la carta’ reciben el nombre de tecnosuelos, y, normalmente, se diseñan mezclando residuos o productos orgánicos con tierra y materiales minerales. Una vez hechas las mezclas, se extienden en la parte superficial del lugar pendiente de restaurar, emulando la superficie de un suelo natural.

El proyecto también evalúa el efecto de diferentes tipos de enmiendas orgánicas sobre las propiedades del suelo, la revegetación, la actividad de microorganismos e insectos, la prevención de la erosión o el secuestro de carbono.  Algunos ejemplos son el compost, barros de depuradora, basura o productos derivados de la digestión anaerobia de residuos domésticos e industriales. “Se puede aplicar una enmienda u otra en función de las necesidades”, añade Carbassa. Para facilitar su aplicación han preparado una serie de fichas técnicas libres de uso y disponibles para descargar (sólo disponibles en catalán).

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