Empresas y sostenibilidad: claves para reducir la contaminación por plásticos

Desde el rediseño de productos hasta la economía circular, las empresas tienen un papel clave en la reducción de plásticos y residuos, y evitar de esta forma que impacten negativamente en el medio ambiente
Autor/es
Luis Bustamante
05-06-2025

La contaminación por plásticos representa una de las principales amenazas ambientales de nuestro tiempo. No en vano, cada año se producen más de 430 millones de toneladas de plástico, según un informe del 2023 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), siendo una gran parte de ellas residuos de un solo uso. Un problema que ha escalado alarmantemente en estas últimas décadas. En esta realidad, las empresas juegan un papel crucial, tanto por su responsabilidad en la generación de plásticos como por su capacidad de liderar soluciones sostenibles que ayuden a mitigar este problema de escala global.

Con esta premisa, se celebra hoy 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente, cuyo lema este año está centrado precisamente en la urgencia de “poner fin a la contaminación por plásticos”. Desde el rediseño de los packaging (ecodiseño) hasta la implementación de modelos de economía circular, las empresas se sitúan en una posición estratégica para reducir el impacto ambiental que producen los residuos plásticos, mejorando su eficiencia en el uso de recursos y respondiendo a una creciente demanda social a favor de prácticas responsables con el entorno.

 

Cada año se producen más de 430 millones de toneladas de plástico, según un informe del 2023 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente

 

Por todo esto, es importante conocer cómo pueden actuar las empresas para contribuir a la transición real hacia la sostenibilidad, en un contexto marcado por continuas regulaciones, expectativas ciudadanas y un desafío que es vital para asegurar el futuro de nuestro planeta.

 

 

Empresas frente al plástico: presión y transformación

La realidad es que la presión para reducir el uso de plásticos no es nueva, pero en los últimos años se ha intensificado por múltiples frentes: regulaciones más exigentes, mayor concienciación social y mayor responsabilidad empresarial, especialmente de cara a atraer inversiones y nuevos consumidores. Como resultado, tenemos un nuevo escenario donde la gestión del plástico se ha convertido en uno de los ejes principales dentro de las rutas de sostenibilidad de las compañías.

 

 

Prácticamente todos los sectores hacen uso de este material de una u otra forma: alimentario, textil, logística… Todos ellos ya enfrentan restricciones concretas sobre envases, etiquetado, trazabilidad o cantidad de contenido reciclado que deben incorporar en sus procesos. A todo esto se suma el impacto reputacional derivado del uso de materiales no reciclables o de difícil valorización. En consecuencia, la sostenibilidad ya no es un simple elemento más dentro de las políticas de RSC, sino que se han convertido en una de las patas más importante a la hora de establecer nuevos diseños, operaciones y cadena de suministro.

Si analizamos esto desde el punto de vista empresarial, la sostenibilidad es también una herramienta de competitividad. El contexto es complejo pero avanzar en el objetivo de reducir la contaminación por plásticos ofrece oportunidades claras. Por un lado, las empresas pueden reducir sus costes si aplican modelos de reutilización. Además, pueden innovar en materiales sostenibles, acceder a financiaciones verdes o mejorar su posicionamiento frente a clientes más exigentes con el cuidado del medio ambiente. Por tanto, no se trata solo de una obligación ambiental, sino una vía real para mejorar la resiliencia empresarial.

 

La sostenibilidad ya no es un simple elemento más dentro de las políticas de RSC, sino que se han convertido en una de las patas más importante a la hora de establecer nuevos diseños, operaciones y cadena de suministro.

 

¿Por qué las empresas son actores clave en la solución?

Las empresas ocupan una posición central en el ciclo de vida del plástico: desde el diseño de productos hasta su distribución, uso y recuperación. Esto significa que tienen tanto la responsabilidad como la capacidad de influir decisivamente en la reducción de residuos plásticos y en la transición hacia un modelo más sostenible.

Uno de los principales puntos de apalancamiento está en la fase de diseño, donde las decisiones sobre materiales, formatos, monocomponentes y posibilidades de reutilización o reciclado determinan el impacto ambiental futuro. Incorporar criterios de ecodiseño en esta etapa permite reducir la cantidad de plástico utilizada, facilitar su separación y valorización posterior, y alargar la vida útil de los productos. En este sentido, por ejemplo, una de las últimas obligaciones en reciclaje es separar los tapones de las botellas de plástico para facilitar su reciclaje. Una medida polémica pero aceptada.

 

Plásticos en el Día Mundial del Medio Ambiente

 

Otro ámbito estratégico es el modelo de producción y distribución. Las empresas pueden adoptar enfoques de economía circular que prioricen el uso de materiales reciclados, sistemas de depósito y retorno, o cadenas logísticas más eficientes y sostenibles. Este tipo de medidas no solo reducen la generación de residuos, sino que pueden suponer ventajas competitivas en mercados cada vez más regulados y conscientes.

Además, muchas compañías ya están asumiendo compromisos voluntarios que van más allá del cumplimiento normativo: objetivos de neutralidad plástica, eliminación de plásticos problemáticos, inversiones en soluciones de reuso o alianzas sectoriales para transformar la cadena de valor. Según datos de la Fundación Ellen MacArthur (2024), más de 500 empresas globales han firmado compromisos públicos en el marco del Global Commitment para eliminar envases innecesarios, innovar en materiales y fomentar la reutilización.

Este protagonismo empresarial se verá aún más reforzado con la futura entrada en vigor del tratado internacional sobre la contaminación por plásticos, actualmente en fase de negociación. Las empresas que anticipen su adaptación a estas nuevas reglas no solo evitarán riesgos, sino que estarán mejor posicionadas para liderar una transición inevitable hacia una economía libre de contaminación plástica.

 

Más de 500 empresas globales han firmado compromisos públicos en el marco del Global Commitment para eliminar envases innecesarios, innovar en materiales y fomentar la reutilización.

 

El futuro del plástico en la empresa

El camino hacia la sostenibilidad en la gestión del plástico no es lineal ni exento de dificultades, pero las empresas que lo recorren hoy estarán mejor preparadas para un entorno cada vez más exigente en términos normativos, sociales y de mercado. La lucha contra la contaminación por plásticos es también una oportunidad para redefinir el modelo de negocio desde la sostenibilidad, generar innovación y reforzar la confianza de clientes, inversores y administraciones.

La inminente aprobación de un tratado internacional vinculante sobre los plásticos, promovido por las Naciones Unidas, será un punto de inflexión. Su enfoque integral —que abarcará todo el ciclo de vida del plástico— exigirá a las empresas adaptar procesos, productos y políticas internas. Anticiparse a estas transformaciones no solo evitará sanciones o costes de cumplimiento, sino que también puede posicionar a las empresas como referentes en sostenibilidad dentro de sus sectores.

 

Reciclaje de plásticos en el Dia Mundial del Medio Ambiente

 

Además, la creciente presión del consumidor y la evolución de los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) están elevando el listón de lo que se espera del sector privado. La transparencia en el uso de materiales, el compromiso con la economía circular, y la inversión en soluciones ecoeficientes se han convertido en elementos clave para atraer capital, talento y licitaciones públicas.

Así, las empresas que integren la gestión responsable de los plásticos en su estrategia corporativa estarán construyendo no solo una ventaja competitiva, sino también una propuesta de valor alineada con los desafíos globales y las expectativas del presente.

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