Investigadores de la Universidad de Girona desarrollan un dispositivo que reduce el CO₂ en interiores y lo convierte en biogás
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Un equipo de investigadores de la Universidad de Girona (UdG), pertenecientes al Laboratorio de Ingeniería Química y Ambiental (Lequia) y al grupo de Ecología Microbiana Molecular (gEMM), ha desarrollado un innovador aparato capaz de capturar dióxido de carbono (CO₂) en espacios interiores y transformarlo en metano (CH₄). Los resultados de este avance, que combina sostenibilidad y salud pública, han sido publicados en la revista Chemical Engineering Journal.
Dos módulos para un mismo objetivo
El sistema está formado por dos unidades complementarias. El microconcentrador de CO₂ se encarga de separar el aire en dos corrientes: una limpia y otra con una alta concentración de dióxido de carbono. A continuación, el bio-electrogenerador de metano convierte ese CO₂ en biogás mediante un proceso bioelectroquímico.
Con ello se alcanzan dos metas. Por un lado, la mejora de la calidad del aire interior, evitando superar el umbral de 1.000 partes por millón de CO₂, nivel a partir del cual pueden aparecer síntomas como fatiga, cefaleas o pérdida de concentración. Por otro, se consigue la producción de energía renovable al generar biometano aprovechable en calefacción o transporte.
En pruebas de laboratorio, el dispositivo alcanzó una media de 13,3 litros de biometano por metro cuadrado al día, con un residuo de solo el 0,5% de CO₂.
Tecnología descentralizada y sostenible
El proyecto, financiado por el programa “proyectos estratégicos orientados a la transición ecológica y digital” del Ministerio de Ciencia e Innovación, surge tras años de investigación en procesos de bioelectroconversión a gran escala. Los investigadores decidieron probar un enfoque de pequeña escala, más adecuado para sistemas descentralizados como oficinas, transporte público o agroindustrias, donde el aprovechamiento energético puede integrarse directamente en la gestión cotidiana.
El uso de microorganismos como catalizadores frente a compuestos químicos aporta ventajas significativas: ausencia de residuos, bajo consumo energético y tolerancia a flujos eléctricos intermitentes propios de las energías renovables.
Posibles aplicaciones
En su estudio, los autores destacan tres escenarios donde el dispositivo tendría mayor impacto:
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Edificios con generación descentralizada de energía, donde el biogás se usaría directamente en calefacción o autoconsumo.
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Espacios cerrados muy concurridos, como estaciones o vagones de metro, en los que el control de CO₂ es clave para la salud.
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Pequeñas agroindustrias, como bodegas, que generan emisiones concentradas de dióxido de carbono y podrían transformarlas en un recurso aprovechable.
Los investigadores subrayan que se trata de una tecnología pionera que abre el camino hacia sistemas más eficientes de gestión del aire y de producción energética sostenible, con un claro potencial de comercialización en el futuro.

