La Directiva de vigilancia del suelo establece el primer marco común de la UE para lograr suelos sanos en 2050

El nuevo instrumento fija normas armonizadas de evaluación y vigilancia del suelo en toda la Unión Europea, con especial atención a la degradación, los terrenos contaminados y los contaminantes emergentes

Con la adopción por el consejo de la Directiva de vigilancia del suelo, se establece por primera vez un marco a escala de la ue para la evaluación y la vigilancia sistemática de los suelos, con el objetivo general de lograr suelos sanos en toda Europa de aquí a 2050.

Este nuevo instrumento normativo representa un paso clave hacia suelos más resilientes, esenciales para la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua limpia y la protección del medio ambiente en su conjunto.

Entre los principales elementos de la Directiva de vigilancia del suelo destacan las medidas dirigidas a mejorar la resiliencia del suelo, asegurar una mejor gestión de los terrenos contaminados e introducir principios de mitigación de la ocupación del suelo, con especial énfasis en el sellado del suelo —la cobertura de la superficie con material impermeable, como hormigón o asfalto— y en la eliminación del suelo, que implica la retirada de la capa superficial durante actividades como la construcción.

 

Sistemas de vigilancia armonizados y datos comparables

En virtud de la Directiva, los Estados miembros deberán establecer sistemas de vigilancia para evaluar el estado físico, químico y biológico de los suelos en su territorio, basados en una metodología común de la ue.

De acuerdo con estas obligaciones, los Estados miembros informarán periódicamente a la comisión y a la agencia europea de medio ambiente sobre la situación de la salud del suelo, la ocupación del suelo y los terrenos contaminados, garantizando así la existencia de datos comparables en toda la ue y posibilitando la adopción de medidas coordinadas para hacer frente a la degradación del suelo.

 

Control de contaminantes emergentes y riesgos asociados

Además de los parámetros tradicionales, se contemplan actuaciones específicas para la vigilancia de contaminantes de preocupación emergente, entre los que se incluyen las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (pfas), los plaguicidas y los microplásticos, todos ellos considerados factores crecientes de riesgo para los suelos, los ecosistemas y la salud humana.

La Directiva define descriptores comunes del suelo y establece clases para describir la salud del suelo, vinculadas a valores objetivo no vinculantes a escala de la ue y a valores desencadenantes nacionales.

Gracias a esta arquitectura normativa, los Estados miembros podrán determinar con mayor precisión sus prioridades de actuación y aplicar de forma gradual medidas orientadas a mejorar la salud del suelo, alineadas con las condiciones específicas de cada territorio.

La comisión apoyará a los Estados miembros mediante el desarrollo de herramientas y metodologías comunes y fomentará el intercambio de buenas prácticas, con el fin de facilitar la aplicación homogénea de la Directiva y reforzar la cooperación entre administraciones nacionales y europeas.

 

Próximas etapas en el proceso legislativo

En cuanto a los próximos pasos, esta actuación concluye el procedimiento de adopción en el consejo.

Se prevé que el parlamento europeo celebre la votación final en las próximas semanas, tras lo cual los Estados miembros dispondrán de tres años a partir de la entrada en vigor de la Directiva para incorporar la nueva normativa a su derecho interno.

Unos suelos sanos resultan cruciales para alcanzar los objetivos de neutralidad climática de la ue y contribuyen a frenar la desertificación, la degradación del suelo, así como a preservar la biodiversidad y la salud humana.

Sin embargo, según los datos disponibles, más del 60 % de los suelos europeos se encuentran en mal estado y los estudios demuestran que continúan degradándose. Esta degradación se ve agravada por una gestión insostenible del suelo, la contaminación y la sobreexplotación, a las que se suman los efectos del cambio climático y de los fenómenos meteorológicos extremos.

Aunque numerosos actos legislativos e instrumentos políticos de la ue son pertinentes para la protección del suelo, hasta ahora este recurso carecía de un marco legislativo específico a escala europea, a diferencia de otros ecosistemas clave como el agua, el aire o el medio marino.

En noviembre de 2021, como parte de la estrategia de la ue sobre la biodiversidad de aquí a 2030, la comisión adoptó una nueva estrategia de la ue para la protección del suelo, cuyo objetivo general es que todos los suelos de la ue estén en buenas condiciones de aquí a 2050.

Según dicha estrategia, la falta de legislación específica de la ue ha sido una de las principales causas de la degradación del suelo. Para dar respuesta a esta carencia normativa, la comisión propuso la Directiva de vigilancia del suelo en julio de 2023, proceso que culmina ahora con la adopción formal por parte del consejo y su próximo examen final por el parlamento europeo.

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