Mano a mano por un futuro alimentario sostenible: nutriendo al planeta sin agotar sus recursos

El Día Mundial de la Alimentación 2025 pone el foco en la colaboración internacional, la innovación tecnológica y los sistemas alimentarios sostenibles como pilares para garantizar la seguridad alimentaria y proteger los recursos del planeta

Por José Ángel Carrillo, ingeniero agrónomo en Incatema, especialista en Nuevas Tecnologías y Transformación Digital Agroindustrial.


 

El 16 de octubre es el Día Mundial de la Alimentación, una conmemoración proclamada por la FAO en 1979 para concienciar a nivel global sobre la problemática del hambre, la desnutrición y la malnutrición, y para promover la seguridad alimentaria y el desarrollo de sistemas alimentarios sostenibles, con el objetivo final de erradicar el hambre en el planeta.

En un mundo donde la población no deja de crecer, la pregunta de cómo alimentaremos a miles de millones de personas sin agotar los recursos vitales de nuestro planeta se cierne con una urgencia palpable. Cada día, la paradoja de la abundancia y la escasez se hace más evidente: mientras en algunos lugares se desperdician toneladas de alimentos, en otros, millones de personas sufren de hambre y malnutrición. Este desafío monumental nos obliga a mirar hacia la seguridad alimentaria y los sistemas alimentarios sostenibles como los pilares esenciales para nuestro futuro.

El Día Mundial de la Alimentación 2025 nos invita a reflexionar sobre esta encrucijada bajo el inspirador lema "Mano a mano por unos alimentos y un futuro mejores". Este mensaje es un llamamiento a la acción y, al mismo tiempo, un reconocimiento a que la solución a uno de los mayores desafíos de la humanidad reside en la colaboración. Empresas como Incatema, que lleva más de 30 años trabajando mano a mano con organismos públicos y privados para contribuir a la seguridad alimentaria y al desarrollo de sistemas alimentarios sostenibles, son testimonio de la necesidad de sumar los esfuerzos de cada sector y de cada individuo para construir un futuro pacífico, próspero y alimentariamente seguro. 

 

La encrucijada de la seguridad alimentaria y la sostenibilidad

La seguridad alimentaria implica que todas las personas, en todo momento, tengan acceso físico, social y económico a alimentos seguros, nutritivos y culturalmente apropiados para una vida activa y saludable. Sin embargo, este derecho fundamental está bajo creciente amenaza debido a la presión insostenible que ejercemos sobre los recursos naturales de la Tierra.

Nuestros sistemas alimentarios actuales son grandes consumidores de recursos y generadores de impacto ambiental. El agua, un recurso finito, es utilizada intensivamente en la agricultura, llevando a la escasez hídrica en muchas regiones. La tierra cultivable se degrada a un ritmo alarmante por la erosión, la deforestación y el uso excesivo de químicos, lo que resulta en la pérdida de la biodiversidad y la fertilidad del suelo. La energía, en su mayoría proveniente de combustibles fósiles, impulsa la producción, el procesamiento, el transporte y la distribución de alimentos, contribuyendo significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero.

Esta interconexión es innegable: no puede haber seguridad alimentaria duradera si comprometemos la salud del planeta. Agotar nuestros recursos hoy significa hipotecar la capacidad de las generaciones futuras para alimentarse, perpetuando un ciclo de vulnerabilidad y crisis. El cambio climático, con sus fenómenos extremos como sequías e inundaciones, ya está exacerbando la inseguridad alimentaria y demuestra la fragilidad de un sistema que no prioriza la sostenibilidad.

 

Sistemas alimentarios sostenibles: la solución colectiva

Frente a este panorama, la construcción de sistemas alimentarios sostenibles emerge como la ruta ineludible. Un sistema alimentario es verdaderamente sostenible cuando garantiza la seguridad alimentaria y la nutrición para todos sin comprometer las bases económicas, sociales y ambientales que sustentarán a las generaciones futuras.

Este concepto abarca múltiples pilares: 

  • Producción responsable: implica la transición hacia prácticas como la agricultura regenerativa, la agroecología y la permacultura, que restauran la salud del suelo, optimizan el uso del agua, reducen la dependencia de insumos químicos sintéticos y promueven la biodiversidad agrícola.
  • Cadenas de suministro eficientes y resilientes: es crucial minimizar las pérdidas y el desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena, desde la cosecha hasta la mesa del consumidor. Esto se logra mejorando las infraestructuras, promoviendo mercados locales y cadenas cortas de suministro que reducen la huella de carbono y fortalecen las economías locales.
  • Dietas saludables y sostenibles: fomentar el consumo de alimentos de temporada, de origen local y con mayor proporción de vegetales, no solo beneficia nuestra salud, sino que también disminuye la presión sobre los recursos.
  • Gobernanza y políticas inclusivas: se necesitan marcos políticos que aseguren el acceso equitativo a la tierra, el crédito y la tecnología para pequeños agricultores, protejan los derechos de los trabajadores agrícolas e incentiven las prácticas sostenibles en todos los niveles.

 

"Mano a mano": la fuerza de la colaboración internacional

El lema del Día Mundial de la Alimentación 2025, "Mano a mano", subraya una verdad fundamental: la complejidad del desafío alimentario global no puede ser resuelta por una sola entidad o nación. Exige una acción concertada y una colaboración sin precedentes entre todos los actores:

  • Los Gobiernos deben liderar con políticas coherentes, invertir en investigación y desarrollo de tecnologías sostenibles, crear marcos regulatorios que fomenten la equidad y la sostenibilidad, y fomentar la cooperación transfronteriza, por ejemplo, en la gestión de recursos hídricos compartidos y el comercio justo.
  • Las Organizaciones Internacionales como la FAO y las agencias de la ONU, juegan un papel vital en la estandarización, el monitoreo, la asistencia técnica y la articulación de esfuerzos globales, asegurando que las mejores prácticas se compartan y adapten a diversas realidades.
  • El sector privado tiene la oportunidad y la responsabilidad de innovar en tecnologías sostenibles, adoptar prácticas responsables en sus cadenas de suministro y realizar inversiones significativas en la transformación hacia la sostenibilidad. La responsabilidad social corporativa no es una opción, es un imperativo.
  • La sociedad civil y las comunidades son el motor del cambio desde la base. Tanto los consumidores conscientes, las iniciativas locales de agricultura sostenible o los movimientos de base, pueden impulsar transformaciones significativas en los hábitos de consumo y producción, además de sensibilizar a la opinión pública.
  • Las Facultades y la investigación son esenciales para generar el conocimiento necesario, desarrollar nuevas tecnologías y encontrar soluciones innovadoras a los retos actuales y futuros.

Trabajar juntos, "mano a mano", no solo nos permitirá alcanzar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental, sino que también contribuirá a la reducción de la pobreza, la mejora de la salud pública y la construcción de un mundo más justo y pacífico.

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