"Una economía circular bien diseñada es esencial para disminuir el flujo de basura en el mar"
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Proteger y restaurar los océanos del mundo. Tal es el firme propósito de la organización Oceana, que desde su fundación en 2001 lleva todos estos años implementando acciones globales que abordan problemas específicos, como la contaminación marina, el cambio climático o la sobrepesca. A través de campañas ciudadanas e iniciativas políticas, Oceana trabaja principalmente para reducir los residuos en el mar, promover prácticas pesqueras responsables y proteger los hábitats marinos, desempeñando un papel crucial en la conservación de la biodiversidad marina y la salud de los ecosistemas oceánicos. En esta entrevista, Natividad Sánchez, directora de Comunicación para Oceana en Europa, comparte su visión sobre los esfuerzos de la organización para proteger los océanos, sus estrategias actuales y los desafíos que enfrentan a la hora de abordar los retos más urgentes.
Oceana actualmente es la mayor organización internacional en defensa de los océanos. Desde entonces, ¿cómo han evolucionado la cantidad y tipo de contaminantes marinos en los últimos 20 años? ¿y la concienciación general?
Hemos observado una evolución preocupante. Además de las emisiones de gases de efecto invernadero de los buques y de los sucesivos vertidos de hidrocarburos que se van acumulando en el mar, el océano se está llenando de residuos. El plástico se ha convertido en el tipo de material dominante, con la peculiaridad de que hablamos de polímeros diversos a los que, además, se añaden miles de aditivos. Se han hallado microplásticos en zonas consideradas prístinas, como la Antártida, y los químicos liberados al medio marino están entrando en las cadenas alimentarias marinas. La sociedad es consciente de esta explosión de la contaminación por plásticos, pero falta resolución para frenarla.
A lo largo del planeta, ¿cuáles son las áreas prioritarias de actuación en las que centra sus esfuerzos Oceana? ¿qué espacios geográficos identifican como más vulnerables?
Oceana centra sus esfuerzos en la protección de hábitats marinos, la reducción de la sobrepesca, la transparencia y la contaminación. Nuestra organización tiene oficinas en países que representan el 27% de las capturas mundiales de pescado, y calculamos que la recuperación de las poblaciones de peces podría aportar una comida diaria a mil millones de personas. También hacemos campañas para declarar áreas marinas protegidas en lugares de alto valor ecológico y asegurar que la protección no se queda solo en el papel. Dentro de Europa, hemos realizado campañas en distintos mares y actualmente seguimos muy activos en el Mediterráneo, que se encuentra entre los mares más sobreexplotados, contaminados y afectados por la pérdida de biodiversidad de todo el mundo.
En el año 2020 realizaron un estudio acerca de la contaminación plástica marina en España. ¿Qué factores han propiciado la acumulación de basura marina y qué impactos se derivan de este hecho?
Factores como la gestión inadecuada de residuos urbanos, el turismo masivo y la elevada densidad de población en el litoral contribuyen a que en España se genere gran cantidad de basura marina. A ellos hay que añadir que nuestras aguas tienen una profundidad media de 3.000 metros, por lo que poco a poco los residuos se van acumulando a gran profundidad. Las bajas temperaturas y la falta de erosión hacen que los plásticos tarden mucho en degradarse en estos entornos y alteren drásticamente el paisaje submarino. En el caso del Mediterráneo, al ser un mar semicerrado, permanecen atrapados en él sin llegar a salir al océano. Nos encontramos, por tanto, ante cambios irreversibles en los ecosistemas que afectan a los hábitats donde vive, se reproduce, crece y se alimenta la fauna marina.
"La sociedad es consciente de la actual explosión de contaminación marina por plásticos, pero falta resolución para frenarla"
También confirmaron que las campañas de sensibilización sobre los efectos negativos del plástico en los océanos, la recogida de residuos y la limpieza de playas no han sido suficientes para mejorar la situación. ¿Por qué fallan? ¿qué medidas reclaman para aminorar la incidencia plástica en los océanos?
Las campañas de sensibilización, incluida la limpieza de playas, son muy útiles para que el ciudadano entienda que la basura marina es un problema; pero es sencillamente inviable recuperar todos los residuos que llegan al mar. La inmensa mayoría de ellos acaba en el fondo marino, por lo que la verdadera magnitud del problema pasa desapercibida. Una vez allí, el coste de recoger la basura marina es superior a lo que cuesta fabricar esos productos. Cuando se trata de grandes profundidades, en el hipotético caso de disponer de la tecnología para llegar a ellas, los costes diarios son enormes, por lo que nunca se va a poder retirar toda la basura marina. La única solución es reducir la fabricación y consumo de artículos innecesarios, incluyendo plásticos de un solo uso, y evitar por todos los medios que los residuos lleguen al mar.
Estudios remarcan que cerca del 80% de los plásticos que se vierten al mar provienen de tierra. ¿Qué papel desempeñan las estrategias e infraestructura de recogida y tratamiento de residuos?
La mejora en la infraestructura de recogida y tratamiento de residuos es crucial para reducir esta contaminación. Se debe incentivar el retorno de envases vacíos y la reutilización, y en ese sentido los sistemas de depósito, devolución y retorno gozan de un papel muy importante, porque minimizan la generación de basura dispersa y promueven un uso más eficiente de los envases. El reciclaje tiene sus límites, marcados por la composición del producto, la calidad de la materia prima, su degradación tras cada ciclo de reciclado, etc. En este sentido, hay que recordar que, a la hora de comercializar un producto, hay que diseñar también el final de su vida útil.
"Factores como la gestión inadecuada de residuos urbanos, el turismo masivo y la elevada densidad de población en el litoral contribuyen a que en España se genere gran cantidad de basura marina"
La organización trabaja activamente para lograr políticas basadas en la ciencia que protejan los océanos. ¿Cuenta España con medidas efectivas para controlar, reducir y penalizar la contaminación plástica marina? ¿echan en falta un marco jurídico más robusto en esta materia?
Echamos en falta que se aprovechen mejor los conocimientos que hay sobre el impacto de las basuras marinas y las oportunidades legislativas para abordarlo. En estos últimos años hemos asistido a la aprobación de la Ley de Residuos, que transponía la Directiva de Plásticos de Un Solo Uso, y a la aprobación del Reglamento sobre Envases y Residuos de Envases, que en parte transcurrió durante la presidencia española de la UE. Creemos que se podían haber aprobado medidas mucho más ambiciosas, como limitar el uso de envases de un solo uso en la hostelería, poner coto a las toallitas que contaminan ríos y mares, prohibir la suelta masiva de globos en celebraciones… Estamos arrojando al mar productos que duran siglos y que apenas se usan durante unos minutos, y todo ello por defender intereses de mercado.
Oceana en Europa trabaja de la mano de gobiernos, organizaciones y otras entidades para implementar soluciones basadas en los hallazgos de sus estudios. ¿Cómo se desarrollan estos marcos colaborativos? ¿puede proporcionar algún ejemplo de colaboración exitosa?
Un buen ejemplo es la colaboración con la Unión Europea para la creación y gestión de áreas marinas protegidas. Oceana ha realizado numerosas expediciones para recabar documentación sobre hábitats y especies marinas. Estos datos se han aportado a las autoridades nacionales y han facilitado la labor de las administraciones. Por ejemplo, hemos participado en proyectos LIFE de la UE para declarar áreas marinas protegidas en España y en Malta dentro de la red Natura 2000, que engloba los espacios de mayor valor ecológico de la UE.
"Los sistemas de depósito, devolución y retorno gozan de un papel muy importante, porque minimizan la generación de basura dispersa y promueven un uso más eficiente de los envases"
Con la mirada puesta en la próxima década, ¿qué tendencias pronostican en relación al aumento de la presencia de residuos en los océanos? ¿qué oportunidades se abren para mejorar la gestión de residuos?
Tal como ha ocurrido en las últimas décadas, la llegada de plásticos al mar seguirá en aumento, a no ser que el problema se aborde desde el origen en el tratado de la ONU sobre el plástico. Actualmente se fabrican objetos sin pensar en cómo se pueden gestionar sus residuos, ni siquiera en si se pueden gestionar eficazmente. La basura marina recorre miles de kilómetros y gran parte de los países no tienen infraestructuras para tratarla, por lo que es esencial reducir la producción.
Las nuevas tecnologías están desempeñando un papel crucial para mejorar los esfuerzos de conservación marina. ¿Cuáles son algunas de las innovaciones tecnológicas más prometedoras?
Muchas veces las mejores tecnologías son las antiguas: materiales que se degradan naturalmente, sin liberar aditivos tóxicos ni requerir continuas adaptaciones en las plantas de tratamiento. Por ejemplo, la solución no es un envase compostable si en mi zona no hay instalaciones adecuadas, ni un bioplástico que liberará químicos cuando se degrade. Desde el punto de vista de la conservación, en Oceana empleamos robots submarinos para documentar el impacto de los residuos en el fondo del mar. También hemos desarrollado un modelo computacional pionero en colaboración con las universidades de Newcastle y Cádiz que permite prever los recorridos del plástico no solo en superficie, sino también en el fondo marino.
"La mejora en la infraestructura de recogida y tratamiento de residuos resulta crucial para poder abordar la contaminación marina"
Para finalizar, ¿puede la implementación de una economía circular influir en la reducción de residuos en los océanos?
Sí, una economía circular bien diseñada es esencial para disminuir el flujo de basura en el mar. Debe basarse en reducir, reutilizar y reparar para minimizar la basura dispersa; además de no confundir entre materias primas que se reciclan y aquellas que se infrarreciclan.