Un informe de la FAO alerta sobre la contaminación del suelo
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La contaminación del suelo plantea un serio desafío para la productividad agrícola, la seguridad alimentaria y la salud humana, pero se sabe muy poco sobre la escala y la gravedad de la amenaza, según advierte un nuevo informe de la FAO publicado al comienzo de un Simposio Mundial.
La industrialización, las guerras, la minería y la intensificación de la agricultura han dejado su legado de contaminación del suelo en todo el planeta, mientras que el crecimiento de las ciudades ha tenido como consecuencia que se utilice como sumidero de cantidades cada vez mayores de desechos urbanos, asegura el informe La contaminación del suelo: una realidad oculta.
“La contaminación de los suelos afecta a la comida que comemos, el agua que bebemos, el aire que respiramos, y la salud de nuestros ecosistemas”, dijo la Directora General Adjunta de la FAO, Maria Helena Semedo, al inicio del simposio. “El potencial de los suelos para hacer frente a la contaminación es limitado y, por eso, la prevención de la contaminación de los suelos debería ser una prioridad en todo el mundo”, añadió.
Pero aunque la intensificación agrícola, la producción industrial y la urbanización prosiguen a un ritmo rápido, hasta ahora no se ha realizado una evaluación sistemática del estado de la contaminación del suelo a nivel mundial, señala el informe.
Los estudios que se han llevado a cabo se han limitado en su mayoría a las economías desarrolladas. De modo que existen grandes lagunas de información respecto a la naturaleza y el alcance del problema, según un análisis de la FAO sobre la literatura científica existente.
Pero lo poco que sabemos es ya motivo de preocupación, señala el informe.
Por ejemplo, en Australia, se estima que existen unos 80 000 emplazamientos que sufren contaminación del suelo. China ha clasificado el 16 por ciento de todos sus suelos -y el 19 por ciento de sus suelos agrícolas-, como contaminados. Hay aproximadamente 3 millones de lugares contaminados en la Zona Económica Europea y en los Balcanes occidentales. En Estados Unidos, 1 300 localidades aparecen en la lista de prioridades nacionales Superfund, en la que las autoridades incluyen aquellas que sufren un elevado índice de polución.
Estos datos nos ayudan a entender la clase de peligros que la contaminación plantea a los suelos, pero “no reflejan la complejidad de la contaminación del suelo en el mundo y ponen de relieve la insuficiente información disponible y las diferencias en el registro de sitios contaminados en diversas regiones geográficas”, advierte Una realidad oculta.
El informe fue publicado al comienzo de un simposio de tres días en la sede de la FAO, durante el cual expertos y responsables de las políticas debaten sobre los riesgos de la contaminación del suelo y comienzan a diseñar una respuesta internacional más coherente.
Peligro para los alimentos y la salud
La contaminación del suelo a menudo no puede percibirse ni evaluarse directamente, lo que lo convierte en un peligro oculto, con graves consecuencias.
Entre ellas afecta a la seguridad alimentaria, al dificultar el metabolismo de las plantas y al reducir los rendimientos agrícolas, haciendo además que los cultivos sean nocivos para el consumo. Los contaminantes dañan también en forma directa a los organismos que viven en el suelo y lo hacen más fértil.
Y, por supuesto, el suelo contaminado con elementos peligrosos (por ejemplo, arsénico, plomo y cadmio), productos químicos orgánicos como BPC (bifenilos policlorados) y HAP (hidrocarburos aromáticos policíclicos) o productos farmacéuticos -como antibióticos o disruptores endocrinos- plantea graves riesgos para la salud humana.
¿Qué causa la contaminación del suelo?
De lejos, la mayor parte de la contaminación del suelo se debe a actividades humanas.
Actividades industriales -incluidas la minería, la fundición y la fabricación-; desechos domésticos, ganaderos y urbanos; plaguicidas, herbicidas, fertilizantes utilizados en la agricultura; productos derivados del petróleo que se liberan o descomponen en el medio ambiente; gases generados por el transporte: todos contribuyen a agravar el problema.
Los llamados “contaminantes emergentes” suponen también una preocupación creciente. Aquí se incluyen productos farmacéuticos, disruptores endocrinos, hormonas y contaminantes biológicos; la denominada “basura electrónica” (“E-waste”) de viejos aparatos inservibles; y los plásticos usados hoy en casi todas las actividades humanas.
(Apenas existen estudios científicos sobre el destino de los plásticos en los suelos, señala el informe Una realidad oculta, mientras que la mayoría de los desechos electrónicos se depositan en los vertederos en lugar de reciclarse).
Sobre el simposio
El evento en la FAO representa un primer paso para identificar y llenar las lagunas de información a nivel mundial y avanzar en una respuesta internacional más coherente frente a las amenazas que plantea la contaminación del suelo. Eso incluye establecer un plan de acción para promover la implementación de las Directrices voluntarias para la gestión sostenible del suelo desarrolladas por la FAO y sus socios en 2016, así como los recientes compromisos internacionales para gestionar mejor la contaminación del suelo.
Datos y cifras
El informe de la FAO es una síntesis de la investigación científica existente sobre la contaminación del suelo*. Entre los hechos y cifras destacados de esa investigación figuran:
• La producción de productos químicos creció rápidamente en las últimas décadas y se prevé que aumente anualmente en un 3,4 por ciento hasta 2030. Los países que no pertenecen a la OCDE contribuirán mucho más en el futuro.
• En 2015, la industria química europea produjo 319 millones de toneladas de productos químicos. De estos, 117 millones de toneladas se consideraron peligrosas para el medio ambiente.
• La producción mundial de desechos sólidos urbanos era de cerca de 1 300 millones de toneladas anuales en 2012; se espera que aumente a 2.200 millones de toneladas anuales para 2025.
• En muchas regiones del mundo, los niveles de contaminantes orgánicos persistentes en la leche humana son muy superiores a los que se consideran inocuos, con una mayor incidencia en la India y en algunos países europeos y africanos.
• Algunos países de bajos y medianos ingresos han aumentado notablemente su uso de plaguicidas en la última década. Bangladesh, por ejemplo, lo multiplicó por cuatro, Rwanda y Etiopía por más de seis y el Sudán lo multiplicó por diez.
• La producción mundial de estiércol aumentó un 66 por ciento entre 1961 y 2016, de 73 a 124 millones de toneladas (Mt). El volumen de estiércol aplicado a los suelos aumentó de 18 a 28 Mt, y la cantidad de estiércol dejada en los pastizales aumentó de 48 a 86 Mt. El estiércol puede contener altas cantidades de metales pesados, organismos patógenos y antibióticos.
• Los suelos cerca de las carreteras acumulan elevados niveles de metales pesados, hidrocarburos y otros contaminantes, lo que representa una amenaza cuando se producen alimentos en áreas adyacentes o cuando se lleva a pastar al ganado junto a estas vías.
• Aproximadamente 110 millones de minas y otros tipos de explosivos sin estallar continúan dispersas en 64 países en todos los continentes, remanentes bélicos que pueden tener consecuencias fatales para los agricultores y que pueden liberar metales pesados al estar expuestos a la intemperie.
• Casi todo el suelo en el hemisferio norte contiene radionucleidos en concentraciones más altas que el nivel de fondo -incluso en áreas remotas-, como consecuencia de las pruebas atmosféricas de armas nucleares y episodios radiológicos como el accidente de Chernobyl.
* Consulte la página 91 de Una realidad oculta para obtener una lista de las fuentes consultadas por la FAO.