Sharecity, un proyecto divulgativo de iniciativas orientadas a compartir el excedente alimentario

Son muchas y diversas las iniciativas que están emergiendo en distintos países para hacer frente al desperdicio alimentario, un problema cada vez mayor con serios y preocupantes impactos medioambientales, económicos y sociales.

No debe olvidarse que un tercio de los alimentos que se producen en Europa acaban desperdiciados en los distintos eslabones de la cadena, siendo el hogar uno de los ámbitos que en mayor medida contribuye a este fenómeno. Es por ello que, desde distintas instancias, se invita al ciudadano a adoptar gestos e instaurar comportamientos con los que evitar que la comida acabe en el cubo de la basura. Por ejemplo, haciendo una lista previa de la compra, revisando la nevera y la despensa, diferenciando la fecha de caducidad de la de consumo preferente, ajustando las raciones al número de comensales y aprovechando las sobras para la elaboración de nuevos menús.

Y son precisamente los propios restaurantes, cafeterías y huertos comunitarios los que, en múltiples ocasiones, hacen uso de aquellos alimentos que, si bien han superado la fecha de consumo preferente, resultan perfectamente aptos para el consumo, no suponiendo riesgo alguno para la salud. Con ellos elaboran menús por los que los clientes pagan los que consideran conveniente. Se trata de iniciativas ejemplares, pero sobre las que existe poca información, adoleciendo de falta de análisis comparativos para evaluar su verdadero impacto, por lo que acaban resultando invisibles para los propios gobiernos y ciudadanos en general.

EL PODER DE LAS TIC

Y esta es precisamente la razón del proyecto SHARECITY (Assessing the practice and sustainability potential of city-based food sharing economies), que, haciendo uso de las TIC, logró clasificar distintas iniciativas de estas características procedentes de 43 países y de un centenar de ciudades. A través del mismo se llegó a la conclusión de que estas acciones novedosas no sólo tenían lugar en urbes catalogadas como “inteligentes”, sino también en aquéllas con grandes limitaciones y que deben hacer frentes a importantes retos sociales, económicos y ambientales.

En este marco, y a fin de dar visibilidad al conjunto de acciones desarrolladas con el loable fin de compartir alimentos, el proyecto recopiló información sobre 3.939 iniciativas, creando una base de datos online, que publicó a través de su página web, y que recibió más de 2.670 visitas de 71 países de todo el mundo durante sus tres primeros meses de vida.

La base de datos resultante ha permitido ampliar el conocimiento disponible sobre prácticas de economía basadas en compartir alimentos en distintos entornos urbanos, logrando identificar así su forma, función y gobernanza para medir a continuación su impacto y potencial, siendo su fin último reorientar hábitos de alimentación.

Gracias a las TIC se han situado en el mapa acciones de gran interés que, de no formar parte de este proyecto, estarían condenadas a ser concebidas como “experimentos minoritarios interesantes”, pero sin mayor repercusión.

Asimismo, la base de datos permite analizar, de forma más consistente y comparable, cómo espacios, trabajo y capacidades en torno a la comida se pueden movilizar, adquirir, alcanzar, financiar y distribuir, adquiriendo especial protagonismo la combinación equilibrada entre tecnologías y compromiso humano.

SHARECITY se ejecutará hasta el año 2020, participando en el proyecto un equipo internacional de investigadores y un panel asesor de alto nivel de expertos mundiales comprometidos con la exploración de nuevas vías para futuros más sostenibles.

El proyecto ha recibido financiación del Consejo Europeo de Investigación en el marco del programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea.