Día Mundial del Agua 2022: haciendo visible lo invisible

Con motivo de la celebración de este día, cuatro expertos revelan las claves que conciernen a las aguas subterráneas españolas
Día Mundial del Agua 2022: haciendo visible lo invisible
Día Mundial del Agua 2022: haciendo visible lo invisible
Autor/es
Nuria Suárez
21-03-2022

Este 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, que si bien conmemora este “líquido esencial”, tal y como lo denomina la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a su vez reivindica también todas las problemáticas que le conciernen, siendo las más destacadas su uso irracional, la desertización en determinadas zonas del planeta, la presión hídrica sobre los recursos y la gobernanza que se ejerce de estos.

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo celebrada en 1992 en Río de Janeiro se decidió que cada año este elemento básico para la vida gozaría de una jornada en la que concienciar a la ciudadanía y los gestores sobre la importancia de su adecuado uso y gestión. Este año el Día Mundial del Agua se centra en aquella que encontramos bajo tierra, con la consigna de “hacer visible lo invisible”. La reivindicación tras este enunciado consiste en evidenciar que el agua subterránea es un elemento limitado y transversal que atañe a cualquier ámbito de la vida en el planeta, pues comprende la mayor parte del agua dulce en forma líquida y como tal, es deber de sus beneficiarios ejercer un uso sostenible de la misma.

Del último informe de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos publicado el pasado año pueden extraerse una serie de datos que ayudan a contextualizar a nivel mundial el estado de las aguas. Una combinación de factores, principalmente el crecimiento demográfico, el desarrollo económico y el cambio en los modelos de consumo, han provocado que en los últimos cien años el uso de agua dulce se haya multiplicado por seis, creciendo anualmente casi un 1% (AQUASTAT, n.d.), de la cual cerca de un 69% se utiliza para regadío, ganadería y acuicultura.

En los últimos cien años el uso de agua dulce se ha multiplicado por seis, creciendo anualmente casi un 1%.

Las estadísticas prevén un descenso en la disponibilidad natural de agua dulce a causa de una limitada capacidad de almacenamiento hídrico; esto se debe principalmente a la sobreextplotación de las aguas subterráneas y al aumento de la temperatura, que tiene como consecuencia el decrecimiento de agua superficial. Asimismo, el almacenamiento artificial en embalses se ve mermado ante la incapacidad de adaptarse a las crecientes exigencias hídricas, ocurriendo lo mismo con los acuíferos.

Para poder hacer uso del agua subterránea debe explotarse un acuífero que la contenga. Los acuíferos están constituidos por materiales geológicos permeables capaces de almacenar una cierta cantidad de agua proveniente de diversos fenómenos naturales como lluvia o nieve, albergando según su ubicación una mayor o menor cantidad de agua que posteriormente discurre por el subsuelo a escasa velocidad, y viene a manifestarse en forma de fuentes o manantiales, además de desembocar en ríos o acuíferos costeros. Este proceso se integra en el esquema del ciclo hidrológico y coadyuva a la estabilidad de los ecosistemas.

 A lo largo del territorio español existen 762 masas de aguas subterráneas identificadas en los Planes Hidrológicos, que ocupan una superficie de 479.000 km2 y representan casi el 95% de la superficie total española (505.990 km2).

La intromisión de la actividad humana dentro de este perfecto sistema natural para su abastecimiento mediante la extracción de agua a través de pozos ha propiciado una concepción generalizada del agua como recurso infinito, lo cual ha derivado a su vez en usos irracionales, que hace tan solo unos años han venido a remediarse. Si bien la explotación hídrica históricamente se ha erigido como motor de progreso y desarrollo, hoy entra también a colación su importancia como factor ambiental de carácter renovable y limitado. A lo largo del territorio español existen 762 masas de aguas subterráneas identificadas en los Planes Hidrológicos, que ocupan una superficie de 479.000 km2 y representan casi el 95% de la superficie total española (505.990 km2), cuya gestión pertenece a las Confederaciones Hidrográficas de cada comunidad autónoma, que se configuran como organismos independientes con plena autonomía funcional.

Tribuna de expertos en aguas subterráneas

Con la finalidad de ahondar en la multiplicidad de factores que conciernen a las aguas subterráneas españolas, que van desde su gestión digitalizada hasta su gobernanza, cuatro expertos han revelado las claves concernientes al sector hídrico en el territorio. Se trata de Irene de Bustamante Gutiérrez, profesora del Departamento de Geología, Geografía y Medio Ambiente de la Universidad de Alcalá y Directora Adjunta de IMDEA Agua, Iñaki Vadillo Pérez, investigador y profesor del Departamento de Ecología y Geología de la Universidad de Málaga, Esther Sánchez Sánchez, coordinadora de explotación de aguas subterráneas de Canal de Isabel II y Alberto Fernández Lop, responsable de política de agua en WWF España.

Con respecto a la utilización que se hace de las aguas subterráneas, Iñaki Vadillo estima que “estamos ante un problema no tanto de oferta como de demanda de agua, pues la cuestión no es que haya agua o no, sino cómo utilizamos ese agua. En muchos puntos del territorio la explotación sobrepasa la recarga anual del acuífero y termina con las reservas de este, lo que denominamos sobreexplotación”.

A sabiendas de la presión sobre los recursos hídricos que sufren determinadas áreas del territorio español, especialmente las regiones al sur peninsular, el catedrático es tajante al afirmar que “a menos no va a ir, la solución pasa por una gobernanza del agua efectiva donde los distintos entes que componen la administración hidráulica española aúnen esfuerzos e incrementen el dinero para investigar en profundidad sobre las aguas subterráneas”. A ello agrega que “el conocimiento geológico y científico ha avanzado tanto, que tenemos herramientas que nos permitirían llegar a saber con mucha más certeza qué cantidad de agua hay almacenada en los acuíferos y con qué calidad, aportando garantías tanto de sostenibilidad como de disponibilidad de la misma”.

“No es posible un aprovechamiento sostenible sin una adecuada gobernanza que armonice la disponibilidad de los recursos y su demanda en los correspondientes contextos sociales, ambientales y económicos" - Esther Sánchez

Retomando la importancia que desempeña la gestión adecuada del agua para su correcto aprovechamiento, Esther Sánchez sostiene que “el uso racional del agua permite atender a las expectativas de la demanda mediante la utilización conjunta de todos los recursos hídricos disponibles, ya sean superficiales, subterráneos o aguas regeneradas, en el marco legal establecido y aplicando el menor coste económico y ambiental posible”, mas “no es posible un aprovechamiento sostenible sin una adecuada gobernanza que armonice la disponibilidad de los recursos y su demanda en los correspondientes contextos sociales, ambientales y económicos”.

Los pozos, un recurso estratégico

En lo que respecta a la Comunidad de Madrid, el Canal de Isabel II, entidad gestora del agua, suministra a más de 6,5 millones de personas a través de 13 embalses principalmente, configurándose las aguas subterráneas como una importante y valiosa reserva para garantizar el abastecimiento. “Los 78 pozos en la región tienen un papel estratégico que resulta esencial para afrontar los periodos de sequía o escasez, así como para contribuir a resolver algunos episodios de contingencias del sistema de abastecimiento en los que la red de pozos puede proporcionar de forma rápida las infraestructuras suficientes y recursos de calidad”, aclara Sánchez.

Si bien desde la entidad se busca fomentar el uso sostenible del agua y la reducción de la demanda con medidas como campañas de concienciación, la optimización de la red de distribución o el control exhaustivo de esta red, su apuesta más reciente es la utilización de agua regenerada. “Desde su puesta en marcha en el año 2007 nos ha permitido ahorrar el equivalente al volumen máximo de los embalses de Pinilla, Puentes Viejas, Riosequillo y El Villar”, expone la coordinadora.

Irene de Bustamante sintetiza la problemática que genera la explotación del agua alegando que “a causa del aumento demográfico y la industrialización la demanda de agua es cada vez mayor, mientras que los recursos convencionales, las aguas superficiales y subterráneas, no van acorde a este crecimiento”. Para paliar lo anterior, propone la reutilización del agua como posible solución a la escasez, pues “reutilizar las aguas residuales y tratarlas con todos los parámetros de seguridad y calidad para el consumo no solo agrícola o industrial, sino también humano, se posiciona como la alternativa más factible a largo plazo, aunque en este momento tecnológica y económicamente sea más costoso”.

Reutilizar las aguas residuales con todos los parámetros de seguridad y calidad para el consumo humano se posiciona como la alternativa más factible a largo plazo - Irene de Bustamante 

Si bien “existen unos usos prioritarios del agua que son de bien común”, hace tan solo unas décadas que este recurso ha sido contemplado más allá de su concepción generadora de desarrollo social y económico para atender a la vulnerabilidad derivada de su carácter limitado. “Existen perímetros de protección o salvaguarda que restringen la explotación del acuífero, bien por su abuso o por el descuido en su salud hídrica, lo que ha ocasionado problemas de bombeo y deterioro de la calidad original en ciertas zonas”, señala de Bustamante.

Apropiación ilegal del agua

Por su parte, Alberto Fernández pone de manifiesto la problemática de los pozos ilegales a lo largo del territorio español aludiendo al informe de la organización sin ánimo de lucro WWF titulado El robo del agua: cuatro ejemplos flagrantes del saqueo hídrico en España, que revela la apropiación ilegal del agua en cuatro de los acuíferos más importantes y sobreexplotados. “Esto no solo afecta al medio ambiente, que es el principal perjudicado, sino también a los agricultores que ven cómo se devalúan sus bienes ante la abundancia del mismo producto en el mercado”. Lamenta que “las sanciones están contempladas, no hay medios para poderlo controlar. Los pozos ilegales se sitúan en acuíferos cuyas aguas alimentan valiosos ecosistemas, que a su vez son aquellas con mayor presión hídrica”.

Fernández denuncia que la sobreexplotación y contaminación de las aguas subterráneas, por el mero hecho de no ser visibles, es difícilmente controlable. Existen dos aspectos que deben atajarse con urgencia, “cerrar los pozos ilegales y mejorar el control de aquellos legalmente contemplados, que muchas veces sacan agua por encima de los límites impuestos falsificando los caudalímetros”. Considera que “deben implementarse nuevas tecnologías para su control y reforzar el proceso sancionador dada la trascendencia de las Confederaciones Hidrográficas como recurso estratégico, pues actúan como bancos, siendo el agua el dinero, y su asalto debe estar penado de igual forma”.

Alberto Fernández propone una "recuperación de los costes del agua a través de la tarifa, pues de esa manera la valorización real del agua mediante el pago ayudará al uso racional, que acompañado de medidas como campañas de comunicación continua o asesoramiento obligatorio a los regantes sobre las necesidades hídricas de las plantas”. Esto último “ayudará a que los agricultores de zonas sobreexplotadas, a quienes se limita la cantidad de agua, sepan cómo distribuirla eficientemente entre sus cultivos”.

Hacer visible lo invisible

A pesar de las dificultades que las aguas subterráneas enfrentan, el Día Mundial del Agua también se presenta como una jornada de revalorización de este recurso, que en palabras de Iñaki Vadillo “es oro azul bajo nuestros pies, debe ser gestionada y cuidada de la mejor manera. Solo hacen falta profesionales que sean sensibles con las aguas subterráneas y políticos que los escuchen; lo único que hace falta es sensatez”. Coincidiendo con ello, Irene de Bustamante resalta que “las aguas subterráneas son un recurso muy importante que no debemos olvidar, pues bien gestionado puede solucionar problemas de escasez siempre que se mantengan unos parámetros de calidad y cantidad que no comprometan su capacidad de regeneración”.

Por su parte, Esther Sánchez señala que “el agua subterránea tiene gran importancia para la vida, la sociedad, la economía de los países e incluso para la convivencia internacional. Haciendo visible lo invisible se pretende ponerle el foco de atención y potenciar el conocimiento y uso adecuado de este recurso tan estratégico y fundamental como delicado. Aumentar el conocimiento sobre la importancia de este recurso solo puede redundar en efectos positivos”.  Al hilo de ello, Alberto Fernández celebra “la concienciación sobre el uso del agua en las ciudades y el avance que supone que la legislación española contemple la protección de una gran cantidad de espacios naturales, entre los que se encuentran los ríos y sus caudales ecológicos, que son reservas fluviales sin intervención humana y que otras en zonas de Europa no se aplica”.

El conjunto de expertos coincide en la necesidad de inversión en aguas subterráneas para propiciar la investigación, el empleo de nuevas tecnologías de gestión y la concienciación ciudadana, entre otros, para remarcar la contribución de las aguas subterráneas a la pervivencia de los ecosistemas del planeta. Todos ellos pugnan por una gobernanza eficiente amparada por una legislación sancionadora con aquellos que actúan en detrimento del medio ambiente.

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