
Infraestructuras hídricas y ciberprotección: retos y soluciones en la era digital
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En la era de la digitalización operativa, las infraestructuras críticas —como las plantas de tratamiento de agua— enfrentan una amenaza creciente: los ciberataques dirigidos a sus sistemas técnicos. La convergencia entre redes IT y OT en sistemas de gestión, a través de sistemas como como PLC, SCADA o BMS, abre la puerta a intrusiones que comprometen el control de procesos esenciales. En este contexto, la ciberseguridad pasa a ser un pilar esencial para garantizar la continuidad operativa y la confianza de usuarios y operadores.
El personal de mantenimiento es clave para aplicar ciberseguridad desde el terreno, integrando protocolos técnicos en cada intervención
Riesgos, vectores de ataque y vulnerabilidades comunes
Los entornos OT, diseñados históricamente para priorizar la disponibilidad sobre la confidencialidad, presentan vulnerabilidades que se ven agravadas por la conexión con redes corporativas o por el uso de protocolos inseguros como Modbus, KNX o BACnet. Phishing, ingeniería social o la explotación de dispositivos desactualizados son vías habituales de acceso.
Una vez dentro, los atacantes pueden desplazarse lateralmente, afectando desde estaciones de ingeniería hasta sistemas críticos como climatización o alarmas. Incluso han surgido variantes de ransomware específicas para estos entornos, como el llamado “siegeware”, que ya ha demostrado su capacidad para secuestrar servicios básicos hasta recibir un pago.
Entre las vulnerabilidades más comunes destaca el uso de contraseñas por defecto o débiles, la convivencia con sistemas “legados” sin soporte técnico o la falta de cifrado en el almacenamiento de datos. Asimismo, la escasa segmentación de red y los accesos remotos inseguros —a menudo sin autenticación multifactor— amplían los vectores de ataque.
La falta de mantenimiento y actualización periódica de activos técnicos termina de configurar un panorama de alto riesgo. Esta combinación de factores genera un entorno especialmente sensible en las infraestructuras hídricas, donde cualquier fallo puede comprometer la calidad del agua o la trazabilidad de procesos clave.
Mantenimiento y protección
En este contexto, el personal de mantenimiento ocupa una posición estratégica. Son quienes conocen en profundidad los activos físicos y digitales, gestionan su ciclo de vida y pueden aplicar buenas prácticas en cada intervención rutinaria: actualizar credenciales, verificar configuraciones seguras, usar conexiones cifradas, supervisar la actuación de proveedores o desactivar servicios innecesarios. Pero esta labor requiere también una coordinación fluida con los departamentos de TI y seguridad, estableciendo políticas comunes de prevención, respuesta y recuperación ante incidentes.
Para reforzar esa protección, es esencial segmentar las redes OT —aislándolas de la red corporativa mediante arquitecturas como el modelo Purdue—, aplicar autenticación multifactor en accesos remotos y cuentas críticas, mantener un inventario actualizado de activos, coordinar paradas para aplicar parches de seguridad, y monitorizar el tráfico OT con soluciones IDS/IPS industriales que permitan detectar y contener anomalías en tiempo real.
Este conjunto de intervenciones cobra especial relevancia en plantas de tratamiento de agua y estaciones depuradoras, donde una intrusión puede afectar a la continuidad del servicio, la seguridad ambiental o el cumplimiento legal.
El uso de contraseñas débiles, sistemas desactualizados y redes sin segmentar multiplica el riesgo de intrusión en entornos OT
Tecnología aplicada a la gestión segura de infraestructuras
Para aplicar estas medidas de forma eficaz y facilitar la integración, contar con herramientas digitales especializadas es clave. Aquí es donde el software de Rosmiman marca la diferencia: su plataforma permite gestionar de forma centralizada las tareas de mantenimiento, registrar intervenciones con trazabilidad y aplicar políticas de seguridad técnica con rigor y eficiencia. Esto facilita el establecimiento de flujos de trabajo seguros, el control de accesos de terceros y la coordinación con el área de TI, integrando ciberseguridad y operación diaria en una única interfaz.
Además, al ser completamente configurable y adaptable, permite a organizaciones públicas y privadas optimizar procesos, reducir costes operativos y disponer de información detallada para la toma de decisiones estratégicas en entornos críticos, como los vinculados a la gestión del agua.
Cumplimiento normativo y resiliencia operativa
Por último, el cumplimiento normativo se convierte en otro eje estratégico. Normas como ISO/IEC 27001, IEC 62443 o la directiva NIS2 exigen a las infraestructuras críticas adoptar políticas claras de ciberseguridad, gestión de riesgos y respuesta ante incidentes.
Aunque muchas instalaciones no estén listadas como infraestructuras críticas en sentido estricto, sus sistemas forman parte de entornos regulados. Implementar buenas prácticas no solo reduce la exposición, sino que prepara a las organizaciones para un marco legal cada vez más exigente y orientado a la resiliencia digital.
En definitiva, garantizar la seguridad digital de las plantas de tratamiento de agua no es solo una cuestión técnica: es una inversión estratégica para proteger servicios esenciales, recursos naEl uso de contraseñas débiles, sistemas desactualizados y turales y la salud pública.