Un año lleno de retos para el sector del agua

El déficit inversor y las exigencias que desde Europa nos están llegando en materia de depuración requieren una inversión en tecnología e infraestructuras que todavía estamos lejos de alcanzar
Autor/es
Jesús Maza
Entidad
10-03-2025
Publicado en
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Este año se presenta para el sector del agua urbana lleno de retos y, en gran medida, con una carga importante de incertidumbre. 

Cualquier proceso de fusión de dos entidades suele provocar incógnitas sobre el futuro inmediato de la entidad resultante y nuestro caso no iba a ser una excepción. Pero esas incógnitas también vienen rodeadas de una expectación positiva para que nuestro sector se movilice de manera decidida ante los cambios que se nos avecinan.

Superada ya la unión de las dos asociaciones principales del agua urbana, ahora nos toca afrontar todos y cada uno de los retos que el futuro inmediato nos depara, y hacerlo dando respuesta a las expectativas que se han generado.

Todos ellos están encima de la mesa y, por tanto, no hay uno más urgente que otro. Es más, podría decirse que todos tienen un alto índice de urgencia. Así que, vamos a tratar de poner en los siguientes párrafos los temas que, a mi juicio, el sector, de forma coordinada y colaborativa pero también de manera enérgica, debe afrontar y de hecho ya está afrontando.

Las disposiciones que nos están llegando desde la Unión Europea, de manera especial las relacionadas con aspectos medioambientales, están generando ya bastante inquietud entre las entidades que se dedican a gestionar el ciclo integral del agua. Entendemos que esta transposición de la normativa europea tiene que hacerse atendiendo a las características de cada país, lo cual, pensando con la mentalidad de los funcionarios de Bruselas, no siempre es posible.

 

Las disposiciones que nos están llegando desde la UE, de manera especial las relacionadas con aspectos medioambientales, están generando bastante inquietud entre las entidades que se dedican a gestionar el ciclo integral del agua.

 

Ya han llegado e irán llegando nuevas normativas y, para eso, es necesario una coordinación absoluta entre el ministerio al que le toque realizar la transposición, junto con el resto de entidades autonómicas y locales, que deberán contar con los gestores del agua, que son quienes realmente conocen la realidad del sector y los que, en muchos casos, van a tener que materializar los objetivos planteados aportando así una visión de la viabilidad en la aplicación de toda esta normativa. 

En segundo lugar, nuestro sector arrastra un déficit de inversión estructural bastante preocupante. Por citar algún ejemplo, la tasa de renovación de las redes de abastecimiento está 10 veces por debajo de lo que sería recomendable. A ese ritmo habrá redes que llegarán a tener más de 400 años de vida, antes de que le llegue su renovación. El déficit de inversiones en este capítulo alcanza los 350 millones de euros al año y no podemos pretender atender a las exigencias de Europa, en cuanto a la eficiencia en la utilización del recurso, si tenemos unas redes de distribución claramente obsoletas.

 

El sector tiene que afrontar decididamente la cuestión de las tarifas. No es sostenible mantener la situación actual en la que la tarifa no cubre ni la mitad del coste de producción y distribución, de abastecimiento y saneamiento.

 

Este es solo un ejemplo, podríamos poner muchos más. Relacionado con lo anterior, el déficit inversor y las exigencias que desde Europa nos están llegando en materia de depuración requieren una inversión en tecnología e infraestructuras que todavía estamos lejos de alcanzar. Este asunto y, por tanto, el no cumplimiento de las exigencias que nos marca la Unión Europea, va a generar y está generando sanciones a las que debemos hacer frente. 

En tercer lugar, el sector tiene que afrontar decididamente la cuestión de las tarifas. No es sostenible mantener la situación actual en la que la tarifa no cubre ni la mitad del coste de producción y distribución, de abastecimiento y saneamiento. Estamos muy lejos del precio que se paga por el agua en Europa, incluso por debajo de la mitad, y no podemos seguir dependiendo de ayudas coyunturales, como está pasando ahora mismo con los fondos de resiliencia, o de la imposición puntual de una tasa para cubrir una necesidad concreta de inversión.

Tendremos que ser mucho más didácticos con el ciudadano a la hora de explicarle el agua urbana en su conjunto. Un elemento esencial en la vida diaria de cualquier persona, que no alcanza el 1 % de su gasto, pero que, sin embargo, tiene una estructura claramente insostenible y del que, además, el ciudadano apenas conoce todo lo que lleva detrás.

 

Desde la asociación y, por tanto, desde el sector, entendemos que la aparición de un regulador que ponga un poco de orden y equidad en el tratamiento del agua en todo el país, ayudaría en gran medida a que esto fuera posible.

 

Se tiene que apostar por una mayor transparencia en el cálculo de estas tarifas, lo cual permitirá asegurar la recuperación de costes marcada por Europa. El ciudadano tiene que conocer todo lo que esto conlleva y tenemos que ser capaces de explicar bien lo que hacemos, para que sepa apreciar la calidad del agua que recibe y la calidad del proceso de depuración que sigue a su uso. Desde la asociación y, por tanto, desde el sector, entendemos que la aparición de un regulador que ponga un poco de orden y equidad en el tratamiento del agua en todo el país, ayudaría en gran medida a que esto fuera posible. Mientras tanto, seguirá habiendo una gran diferencia según el lugar de España en el que nos encontremos. 

Si logramos el reto de ser más reconocidos por el ciudadano en general, estaremos logrando al mismo tiempo que las administraciones nos tengan en cuenta. 

Hasta el momento, el sector del agua urbana solo aparecía en el debate político cuando se planteaban situaciones de emergencia o cuando se afrontaban variaciones en los precios de las tarifas, variaciones con frecuencia insuficientes. El resto del tiempo se daba por hecho que al abrir del grifo o tirar de una cisterna aquello iba a funcionar. 

Tenemos que reclamar el espacio que le corresponde a un sector esencial para la vida de los ciudadanos, que va a ser clave según vayan avanzando los efectos del cambio climático; un sector que ha conseguido unos niveles de calidad y eficiencia por encima de la media europea, pero al que le quedan pasos, sobre todo para garantizar su sostenibilidad. El reto de lograr una interlocución clara con las administraciones tiene que ser un objetivo fundamental a corto plazo. 

El problema al que nos enfrentamos es que el agua tiene un ámbito fundamentalmente local, pero, en ocasiones, con muchas competencias transferidas a las comunidades autónomas que también le afectan y, todavía, con bastante incidencia por parte de la administración central. Con esta coctelera, el asunto se presenta complejo, pero si actuamos de manera coordinada entre todo el sector, seguro que vamos a avanzar considerablemente.  

Si leemos entre líneas, al final todo se traduce en intentar poner al ciudadano en el centro del tablero, atender sus necesidades y garantizar el servicio. Para ello, tenemos que conjugar la transparencia, la sostenibilidad, la calidad y la eficiencia, de ahí saldrán nuestras respuestas a los retos para este año que tenemos por delante. 

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