Ver para creer
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Si preguntamos en la calle a los ciudadanos qué país es el más avanzado del mundo en desalación y reutilización de agua, lo más probable es que nos digan que Israel, que es el que desde hace años ha calado en el imaginario colectivo. Son muy pocos los que conocen que el suyo, España, es líder y pionero en el desarrollo y utilización de tecnologías avanzadas para aprovechar los recursos hídricos. Y no solo eso, sino que también exporta esta tecnología y el llamado know-how. De hecho, empresas españolas son las que han construido y gestionado las primeras desaladoras en países que hoy en día se considerarían referentes en la utilización de estas técnicas, como, por ejemplo, Israel, Emiratos Árabes, Chile o Australia.
Una tecnología que, en el caso de la desalación, se ha desarrollado durante los últimos 60 años en España -en 1964 se instaló en Lanzarote la primera planta desaladora y hoy hay más de 900 con producciones superiores a los 100 m3/día- y permite producir en estos momentos unos 5 millones de m3 de agua desalada al día. Y en el caso de la reutilización, más de la cuarta parte de las 2.000 estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) del país están dotadas con tecnología avanzada que posibilita la reutilización del agua. Solo entre 2006 y 2020, según los datos del INE, se reutilizaron unos 500-600 hectómetros cúbicos al año, el 10-12% del agua residual tratada.
Empresas españolas son las que han construido y gestionado las primeras desaladoras en países que hoy en día se considerarían referentes en la utilización de estas técnicas, como, por ejemplo, Israel, Emiratos Árabes, Chile o Australia.
En la actualidad, cinco compañías españolas se encuentran en el ranking global de las 20 empresas con mayor capacidad de desalación instalada durante el periodo 2012-2022 (según datos de Global Water Intelligence), ocupando una de ellas la primera posición. Pero para avanzar en el desarrollo de esta industria y mantenerse en la cúspide del ranking es necesario investigar e innovar, además de invertir en nuevas plantas. Y es necesario el apoyo y apuesta del Gobierno para dar visibilidad internacional a este modelo de negocio con el objetivo de impulsar a las empresas del sector, de atraer fondos extranjeros al mismo y, por ende, de posicionar a España y a sus empresas e industrias en la escena global. Lo que no se ve no existe. Y, como se suele decir, es necesario “ver para creer”. Si no logramos calar en el imaginario colectivo de nuestra propia población, ¿cómo lo vamos a lograr fuera de nuestras fronteras?
Ese es uno de los retos a los que se enfrenta el sector, pero no el único. En estos inicios de 2024 el agua, o más bien su escasez, tiene especial relevancia, con pantanos a los que las escasas lluvias han dejado casi vacíos y montañas a las que no ha llegado la nieve o mucha de la que había se ha derretido en gran parte a menos de dos meses de finalizar el invierno. Y todo ello tras un periodo de varios años de sequía encadenados. Ante este panorama, las soluciones al déficit hídrico cobran una enorme importancia. La desalación y la reutilización del agua son parte de esas soluciones (además, por supuesto, del ahorro, el fomento de un uso racional de la misma y evitar cualquier pérdida). No obstante, las empresas que se dedican a estas actividades deben afrontar desafíos como la falta de planificación, la inexistencia de un marco normativo claro o los falsos mitos sobre el agua desalada y la reutilizada.
Aunque la desalación y la reutilización del agua son parte de la solución al déficit hídrico, el sector debe afrontar desafíos como la falta de planificación, la inexistencia de un marco normativo claro o los falsos mitos sobre el agua desalada y la reutilizada.
Los responsables de diseñar el Plan Hidrológico Nacional deben ser conscientes de que la desalación y la reutilización de agua son elementos clave para reducir el déficit hídrico, por lo que es fundamental la integración en el mismo de más plantas desaladoras y de reutilización junto con el resto de actuaciones. En las actuales circunstancias, y para estar preparados ante las que pueden venir en un futuro climatológicamente incierto, son imprescindibles tanto para garantizar la seguridad hídrica a largo plazo como para cumplir con los objetivos del Plan Nacional de Depuración, Saneamiento, Eficiencia, Ahorro y Reutilización (Plan DSEAR) y la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea.
Otra cuestión fundamental es la necesidad de realizar esa planificación a largo plazo, no cuando la sequía ya se ha manifestado. En el caso de las desaladoras, el diseño y la construcción de una planta tarda unos dos años, pero el tiempo real desde que se concibe hasta que se pone en marcha son unos cinco o seis años, en el mejor de los casos, por la demora en la concesión de licencias, permisos ambientales y administrativos, etc.
Por este motivo, uno de los problemas que afectan al sector es el marco normativo. Para estimular la inversión y acelerar la puesta en marcha de proyectos clave se debe contar con un marco normativo fuerte y claro, que ofrezca seguridad, que permita optimizar los procesos de contratación, que simplifique las gestiones administrativas y que elimine barreras burocráticas innecesarias.
Para estimular la inversión y acelerar la puesta en marcha de proyectos clave se debe contar con un marco normativo fuerte y claro.
Además, el sector y las Administraciones públicas tienen el reto de consolidar también el liderazgo de España en la reutilización de agua. Estamos en cabeza del cumplimiento de la normativa europea de riego agrícola con agua regenerada e, incluso, en alguna región casi se reutiliza el 100% del agua residual tratada. Concretamente, Murcia, que alcanza ya el 97%, siendo un referente mundial.
Si desde hace décadas el agua desalada brota con normalidad de los grifos de muchas ciudades de nuestro país, la reutilización es aún más desconocida. Por ello es clave llevar a cabo una labor de formación, sensibilización y concienciación sobre la alta calidad del agua reutilizada que se obtiene a través de las innovadoras tecnologías que utilizan las plantas de tratamiento en la actualidad. Tan alta que en otras regiones del mundo, como California, Singapur o Texas, no solo se utiliza para la agricultura, la industria o usos urbanos, sino también como agua potable. Una utilidad que, sin ninguna duda, en España habrá que tener en el horizonte. Eso sí, será necesario invertir, igualmente, en plantas de tratamientos nuevas y en modernizar algunas de las existentes.
Es clave llevar a cabo una labor de formación, sensibilización y concienciación sobre la alta calidad del agua reutilizada que se obtiene a través de las innovadoras tecnologías que utilizan las plantas de tratamiento en la actualidad.
Y para afrontar estos desafíos y poder poner en marcha proyectos hídricos a gran escala es obligatoria la cooperación entre el sector público y las empresas privadas. La esencial colaboración público-privada contribuirá a paliar la escasez de agua con recursos hídricos adicionales, hacerlo de forma sostenible gracias a la innovación y los avances tecnológicos, pero -y esto es algo muy importante para los gobiernos- también permitirá generar empleo y contribuirá a la vertebración y el desarrollo económico del país.
Si a todo esto se añaden, como comentábamos al principio, acciones para dar visibilidad internacional al potencial de este sector, se pueden abrir nuevas oportunidades para colaborar con otros países en grandes proyectos relacionados con el aprovechamiento del agua y atraer fondos extranjeros. Además, nuestras soluciones, conocimientos y experiencia pueden contribuir a la seguridad hídrica global y generar, por tanto, un gran valor reputacional para España que contribuirá a fortalecer sus relaciones diplomáticas y comerciales, así como afianzar su posición en la escena internacional. Pero, insistimos, para lograrlo es fundamental mostrarlo y enseñarlo. En definitiva, hacerse ver. Y así… se creerá. Y esta es una labor prioritaria para nuestra asociación.