
El CSIC desarrolla un método pionero para estudiar el impacto de los plásticos agrícolas en el suelo
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Un equipo del Instituto de Agricultura Sostenible (IAS-CSIC) ha logrado un avance clave en la investigación sobre la contaminación por plásticos en suelos agrícolas. Por primera vez, han diferenciado y caracterizado dos ecosistemas microbianos asociados a los residuos de acolchados plásticos: el plastiplano, que es la superficie directa del material, y la plastisfera, formada por el suelo que queda adherido.
Este nuevo enfoque, publicado en la revista Applied Soil Ecology, permite entender con mayor precisión el impacto de los plásticos en los ecosistemas terrestres y sienta las bases para identificar microorganismos con capacidad de degradarlos, una herramienta clave en futuras estrategias de biorremediación sostenible.
“La polución plástica no es solo un problema marino. Los suelos también acumulan cantidades preocupantes de microplásticos, especialmente en zonas agrícolas intensivas”, explica Giovana Macan, investigadora del IAS y autora del estudio
Un nuevo protocolo para separar plastiplano y plastisfera
El estudio se basó en fragmentos reales de plástico agrícola recogidos en campos hortícolas de Baza (Granada), donde se utiliza acolchado de polietileno. Este plástico, con el tiempo, se fragmenta en macro y microplásticos que permanecen en el suelo, con efectos aún poco conocidos para el medio ambiente y la salud. Además, son muy difíciles de eliminar, tal es así que el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente lo considera como uno de los contaminantes más preocupantes del siglo XXI.
Para analizarlos, el equipo del IAS desarrolló un protocolo de separación de las dos zonas microbianas mediante lavados secuenciales y sonicación con ultrasonidos. Así pudieron aislar, por un lado, las bacterias adheridas directamente al plástico y, por otro, las del suelo contiguo.
La técnica se complementó con microscopía electrónica y secuenciación genética masiva, lo que permitió detectar diferencias claras entre las comunidades bacterianas de ambos compartimentos. Aunque la plastisfera mostraba mayor diversidad, el plastiplano también contenía géneros específicos, algunos ya descritos como posibles degradadores de plásticos.
“Hemos extrapolado conceptos de la microbiología vegetal, como el rizoplano y la rizosfera, al estudio de los plásticos, lo que nos ha permitido observar interacciones más especializadas”, destaca Blanca Landa, investigadora principal del proyecto
Hacia la biorremediación de plásticos con hongos y bacterias
Además de identificar las bacterias presentes, los investigadores aislaron cepas de interés biotecnológico para su estudio en procesos de descomposición controlada. Algunas podrían utilizar el plástico como fuente de carbono, lo que abre la puerta a cultivarlas en laboratorio y comprobar si son capaces de degradarlo parcial o totalmente.
La metodología, basada en muestras reales, ya se ha utilizado en otros ensayos con restos de plásticos biodegradables en cultivos de arándanos en Huelva y materiales experimentales desarrollados en el Instituto Hortofrutícola de la Mayora (Málaga).
Investigación europea para una agricultura más sostenible
El trabajo forma parte del proyecto europeo SOPLAS, financiado a través del programa Horizonte 2020 dentro de las acciones Marie Skłodowska-Curie, y ha contado con el apoyo de la Consejería de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía. SOPLAS reúne 14 proyectos doctorales centrados en el estudio de los plásticos en suelos agrícolas y el desarrollo de soluciones sostenibles.