Entrevista

"La DANA generó seis veces más residuos voluminosos que los que se producen en un año"

Entrevista a Raúl Mérida, secretario técnico de Medio Ambiente de la Generalitat Valenciana
Autor/es
Luis Bustamante
10-07-2025
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Han transcurrido ya varios meses desde que la DANA arrasara el pasado mes de octubre varias provincias españolas, siendo la Comunitat Valenciana una de las más castigadas por este fenómeno extremo. Este episodio de lluvias torrenciales, catalogado como uno de los más intensos de las últimas décadas, no solo provocó cuantiosos daños materiales e infraestructurales, sino que generó un volumen inédito de residuos de muy diversa tipología: mobiliario urbano y doméstico, vehículos siniestrados, electrodomésticos, enseres personales y enormes cantidades de lodo y materia orgánica arrastrada por las aguas.

La dimensión del impacto obligó a articular una respuesta por parte de la administración inmediata y de gran escala, tanto desde el punto de vista logístico como normativo. La gestión eficaz de estos residuos se convirtió en una prioridad no solo ambiental, sino también sanitaria y operativa, al ser su retirada una condición indispensable para garantizar la movilidad y permitir la actuación de los servicios de emergencia. Un caso excepcional dada la magnitud de los hechos y la complejidad del escenario post-catástrofe, que exigió la puesta en marcha de un plan de contingencia sin precedentes, tanto por su alcance como por su innovación técnica.

Para comprender en detalle los retos afrontados, los procedimientos aplicados y las lecciones aprendidas en términos de gobernanza, gestión de residuos y actualización normativa, hablamos con Raúl Mérida, secretario técnico de Medio Ambiente de la Generalitat Valenciana.

 

La DANA ocurrida el pasado mes de octubre generó innumerables daños materiales. En consecuencia, ¿cuál ha sido el volumen de estos residuos provocados directa e indirectamente tras la catástrofe y qué tipología fue la más frecuente (urbanos, agrícolas, industriales, etc.)?

Las inundaciones del pasado 29 de octubre dejaron una infinidad de residuos de todo tipo. Desde enseres domésticos, electrodomésticos, ruedas, bombonas, colchones, plásticos, botellas, etc.; hasta multitud de cañas y troncos de árboles que fueron arrastrados por la fuerza del agua. A todo ello hay que sumar también los más de 130.000 coches y vehículos de todo tipo y, por supuesto, los lodos. En definitiva, se produjo una cantidad de residuos de tal magnitud, que alcanzó sólo en el caso de los voluminosos (muebles, maletas, enseres, etc.) el millón de toneladas. De todos esos residuos nos hicimos cargo nosotros, tanto de su retirada como de su gestión, poniendo en marcha el mayor contrato de la Generalitat tras la DANA, con un montante de casi 180 millones de euros. 

Además de todo lo anterior, tuvimos que sacar adelante un contrato sólo para residuos peligrosos dispersos, que tuvo una incidencia muy importante en el entorno de la Albufera. Dentro de éstos, cabe resaltar la cantidad de medicamentos que retiramos y que pudimos recoger dentro de su blíster, por lo que, en bastantes casos, afortunadamente, su contenido quedó intacto en el interior de los mismos no llegando al lago.

 

Para gestionar los residuos de la DANA, pusimos en marcha el mayor contrato de emergencia ambiental de la Generalitat por 180 millones de euros

 

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¿Cuál fue el protocolo de actuación una vez ocurrido el desastre? En este sentido, ¿cuáles considera han sido los mayores desafíos a la hora de gestionar el correcto tratamiento de estos residuos?

El protocolo fue desarrollado según íbamos teniendo constancia de la magnitud de la catástrofe. Durante las primeras horas emitimos resoluciones y permisos que permitiera poder afrontar la situación en esos momentos, permitiendo gestionar adecuadamente todos los residuos que pudieran salir de los municipios. Luego nos pusimos manos a la obra para poder organizar todo el proceso, algo que hicimos “a pie de barro”.

Hablamos con los ayuntamientos afectados y les pedimos que establecieran unos puntos de proximidad donde pudieran depositarse dichos restos. Hay que pensar que, tras la riada, los vecinos comenzaron a sacar a la puerta de su casa todos sus enseres y muebles estropeados. Por lo tanto, era necesario retirarlos de dichas calles para poder dejarlas despejadas con el fin de que los servicios de emergencias pudieran usar esos viales para llevar ayuda humanitaria a las personas que lo necesitaran.

A esos puntos les llamamos PAL (puntos de acopio local). Todos los días retirábamos los enseres de las calles y los llevábamos a dichos puntos, más de sesenta en total. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta que comenzaban a estar llenos y no eran suficientes.

Por ello, inmediatamente, creamos otra figura, los puntos intermedios de transferencia. Se trataba de establecer unos puntos que fueran “mini vertederos” y que permitieran acumular los enseres procedentes de dichos PAL. A estos puntos, media docena en total, los denominamos de transferencia porque eran los que acogían los residuos procedentes de los puntos de acopio locales y, tras “trabajar” dichos enseres, es decir, tras separar aquellos objetos que pudieran tener una segunda vida útil (principalmente ruedas, bombonas, hierros, colchones, tierra, etc.) serían los puntos desde los que ya se llevaría todo a vertedero como destino final.

Por lo tanto, los enseres se trataban en tres fases. Primero se retiraban y trasladaban a puntos de acopio locales, de ahí a puntos intermedios de transferencia y, por último, a vertedero final.  Para poner en marcha todo ese proceso hubo que trabajar duramente y establecer turnos de 24 horas que agilizaran el proceso dadas las dificultades para los desplazamientos entre los municipios afectados, siempre con el objetivo de lograr una mayor efectividad.  

 

Dada la enorme cantidad de residuos voluminosos, como muebles y enseres, que generó la DANA, fue necesario activar turnos de 24 horas para su retirada

 

En cuanto a la recogida y clasificación de estos residuos, ¿cómo se organizó el proceso? ¿Qué papel jugaron las diferentes entidades que son parte de este sector?

La participación de las empresas profesionales del sector fue muy importante y estamos muy agradecidos por su labor. Esta participación y gestión profesional de los residuos por parte de Paprec, Urbaser y PreZero permitió, entre otras cosas, usar por primera vez cribas grandes automatizadas, principalmente destinadas a usos agrícolas, para separar de los residuos la tierra. Dado que el 40 % era precisamente tierra que además no estaba contaminada pudimos utilizarla posteriormente y darle un uso adecuado.

 

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En cuanto a las empresas gestoras de residuos, ¿cómo se articuló la operativa y cuáles están siendo los resultados?

Dada la magnitud de lo sucedido, hay que fijarse en un solo dato. La Comunitat Valenciana produce al año 180.000 toneladas de enseres y voluminosos, mientras que la DANA produjo en un solo día, en los municipios afectados, un millón de toneladas de este tipo de residuos. Por lo tanto, desde el primer momento nos dimos cuenta de que debíamos acudir a empresas especializadas y, dado que los puntos intermedios de trasferencia debían ser vaciados con destino a vertederos finales, nos fijamos principalmente en aquellas empresas que gestionaban vertederos. Hoy en día, podemos afirmar que, en buena parte, el éxito de toda la gestión fue contar con las mismas. 

 

El éxito de la gestión radicó en acudir desde el primer momento a empresas especializadas en tratamiento de residuos

 

Además de los residuos “comunes” hubo otros que necesitaron un tratamiento especial, por ejemplo, aquellos considerados peligrosos o contaminantes… En este sentido, ¿cómo se estableció la trazabilidad y el tratamiento de estos?

En este sentido, se realizó un contrato para su retirada y se contó con empresas especializadas en su gestión por valor de un millón de euros. Afortunadamente, muchos de los envases, como garrafas o los blíster que antes comentábamos, aguantaron bien y los productos quedaron en el interior de los mismos. En cualquier caso, la retirada se realizó siempre contando con dichas empresas autorizadas y especializadas en ese tipo de residuos.

Dada las consecuencias de la DANA, hubo necesidad de habilitar infraestructuras temporales para hacer frente a la cantidad de residuos. Desde el punto de vista normativo, ¿cómo se resolvió?

Mediante resoluciones de la propia Dirección General de Educación y Calidad ambiental, competente en dicha materia, pudimos darle cobertura a este tema. No obstante, hubo que buscar físicamente espacios que reunieran las condiciones adecuadas, es decir, donde se pudiera desarrollar esa inmensa tarea.

 

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¿Qué herramientas o soluciones se emplearon principalmente en la clasificación y gestión de los residuos generados?

Tuvimos que inventar sistemas y usar todo tipo de maquinaria. Prácticamente reunimos todas las cribas automatizadas de España de uso agrícola o cualquier otro uso en la gestión de los puntos de transferencia. Era importante hacerlo porque eso nos permitió separar la tierra de los residuos, lo que supuso un ahorro importante en la gestión total. Además, se usó todo tipo de maquinaria de obra en cuanto a palas, retroexcavadoras, giratorias, etc. Se movilizaron camiones, también de toda España, para que se pudiera trasladar en el menor tiempo posible ese volumen de residuos. Y se usaron máquinas para separar los distintos objetos que pudieran ser recuperables.

En definitiva, no nos conformamos con realizar una gestión de retirada sin más sino que pusimos en marcha un proceso de selección y reciclado de piezas para que sólo acabara en el vertedero aquello que fuera imposible de recuperar. 

 

A raíz de lo ocurrido, ¿se han aplicado cambios en los planes autonómicos de gestión de residuos?

Por supuesto, todo lo anterior ha tenido y tendrá una incidencia clara en todas las normativas de gestión de residuos. De entrada, vamos a incluir elementos que hemos llegado a inventar e, incluso, a los que hemos puesto un nombre como los Puntos de Acopio Local (PAL) o los puntos de transferencia. También vamos a incluir la necesidad de que existan vertederos de emergencias en la Comunitat Valenciana. Todo ello formará parte del Plan Integral de Residuos de la Comunitat Valenciana y será muy positivo para la Comunidad si vuelve a producirse una catástrofe natural de estas dimensiones.

También apostamos por la valorización energética. Hubiera sido muy importante para la gestión de estos residuos contar con plantas de este tipo. Por último, trabajamos para crear un vertedero de emergencia por provincia para gestionar los residuos ante fenómenos de este tipo.

 

Hemos hablado del papel de la administración y de los demás actores en la gestión de residuos, pero ¿qué papel juega la ciudadanía en estos casos?

En este caso, en el de la DANA, su papel fue el de colaborar en todo lo que podía y lo hicieron dentro de sus posibilidades. No obstante, en este caso la responsabilidad más importante la asumimos nosotros porque, aunque la gestión no era de nuestra competencia, siendo sólo nuestra responsabilidad sacar adelante las resoluciones -que realizamos al principio de la crisis-, decidimos dar un paso adelante y gestionar directamente dicha retirada a través de las empresas especializadas. Esto fue lo que marcó definitivamente la gestión y, sobre todo, la resolución correcta del problema. Gracias a ello, entre otras cosas, no existió, afortunadamente, ningún problema de salud pública en la zona.

 

A modo de conclusión, ¿qué lecciones han aprendido desde la Conselleria en materia de gestión de residuos tras un evento extremo como la DANA?

Lo principal es que, ante una crisis de esta magnitud, con una crisis humanitaria y medioambiental de dimensiones brutales, uno de los problemas que nadie piensa al principio, y que más protagonismo adquiere durante el desarrollo de la misma, son los residuos y la basura, porque, al fin y al cabo, sigue produciéndose diariamente y es necesaria su gestión. Por lo tanto, es un tema prioritario, que debe ser gestionado adecuadamente para que no existan problemas sanitarios ni de otra índole que puedan agravar aún más la situación. Por supuesto, algo esencial es que esa gestión se realice siempre con conocimientos técnicos y mucho sentido común, aplicando siempre la ciencia y no la creencia. Esto es esencial. 

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